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El mes de septiembre es sinónimo de vuelta a las aulas, pero también de la reaparición de discursos de odio y desinformación hacia el alumnado migrante. En Cataluña, el 12,89% de los estudiantes son de nacionalidad extranjera, según los últimos datos del Idescat, correspondientes al curso 2022-2023. Ahora bien, ¿cuáles son las afirmaciones concretas que se dirigen a este colectivo? ¿Se ajustan a la realidad? ¿Cómo podemos desmontarlas?
En los últimos días, en las redes han sido frecuentes mensajes que generalizan y aseguran, por ejemplo, que “somos cuatro catalanes en clase: Pau, Pol, Aina y yo”, en alusión a una supuesta mayoría de alumnado extranjero. Sin embargo, los recién llegados representan poco más de uno de cada diez estudiantes, aunque hay regiones o escuelas con una proporción mayor de alumnado extranjero, como sucede en la comarca de Osona.
La narrativa de desinformación también se emplea en otros países europeos, como el Reino Unido, donde el año pasado circuló la fotografía de una clase con predominancia de alumnos de origen asiático para denunciar que ya no quedaban criaturas de origen inglés. Tal como explicamos, la imagen no era representativa de la realidad.
El odio hacia los estudiantes de otras culturas se materializa, además, en el rechazo a la enseñanza del árabe. La reciente viralización de una circular del Ayuntamiento de Calonge y Sant Antoni en la que se ofrecía la posibilidad de aprender esta lengua a los alumnos que así lo quisieran es un ejemplo. El documento ha corrido por las redes acompañado de múltiples mensajes que denunciaban la oferta e, incluso, afirmaban que era una nueva imposición. No obstante, la iniciativa no es nueva, sino que es resultado de un convenio firmado por el Gobierno de España y el Reino de Marruecos hace décadas, en 1980, y se enmarca en la oferta de cursos extracurriculares. Es decir, en horario no lectivo y totalmente opcional. Ni es una novedad ni sustituye en ningún caso la enseñanza del catalán o el castellano.
También es frecuente señalar la oferta de menús con carne halal —permitida por la Unión Europea—, que son una opción y no una obligación para todos los usuarios de los comedores escolares. En esta misma línea, en el ámbito digital circulan contenidos que claman que el alumnado musulmán está exento de acudir a clase y de hacer los exámenes durante el Ramadán. Esta dispensa, sin embargo, solo se permite al final de la festividad, y no durante todo el mes, como se insinúa. Es, en definitiva, otro ejemplo de la narrativa de desinformación que defiende que los estudiantes musulmanes tienen más privilegios que el resto.
El alumnado extranjero no provoca fracaso escolar
Es habitual encontrarse con comentarios, ya sea en el ámbito digital o presencial, que apuntan que la presencia de alumnado extranjero perjudica a los nativos e, incluso, se han registrado casos en los que las familias deciden cambiar a sus hijos de escuela porque hay “demasiados inmigrantes”.
La tasa de abandono prematuro de los estudios es considerablemente superior en el caso de estudiantes de fuera de la Unión Europea (UE), de un 34,2%, mientras que la cifra para el alumnado nacido en Cataluña es del 10,1%. Las notas en las evaluaciones PISA de estudiantes migrantes son, de media, más bajas. Pero, tal como han recogido diversos estudios, entre ellos un informe reciente de la Fundación Bofill, esto no se explica por el origen de los jóvenes, sino por el contexto socioeconómico de las familias. Cuando las condiciones entre alumnado extranjero y nativo son las mismas, las diferencias en las notas disminuyen.
En cualquier caso, estas casuísticas no implican que el alumnado extranjero provoque fracaso escolar. Más bien, según explicó a Verificat Silvia Carrasco, profesora titular de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), los estudiantes extranjeros son los que más sufren la desigualdad educativa. Un metaanálisis de 2010 demostró que una mayor “proporción de minorías étnicas parece tener un efecto más fuerte en los estudiantes del mismo grupo étnico que en los estudiantes del grupo étnico mayoritario u otros grupos minoritarios”. En cualquier caso, no hay una evidencia concluyente sobre el impacto de colectivos migrantes en el resto de alumnos que, en todo caso, podría tener “un pequeño efecto negativo en el rendimiento de los nativos en lengua”, pero no en matemáticas, según una investigación del Banco Mundial con datos de los Países Bajos.
Los estudiantes sufren las consecuencias
Sea como sea, los principales afectados por la desinformación son los mismos alumnos de origen extranjero, que ven cómo el odio se materializa también en el aula. Según un estudio, el racismo y el rechazo a grupos minoritarios son las principales causas de discriminación entre adolescentes en los centros. “Los mismos compañeros fueron identificados como principales perpetradores (73,9%), siendo los centros educativos el contexto primario (69,4%) donde se produce la discriminación. La discriminación a menudo carecía de razones claras (27,78%), pero la etnia (23,83%) y la apariencia física (22,51%) fueron los factores más comunes”, refleja el informe.
Ante esta situación, los docentes tienen un papel fundamental en la prevención y gestión de la problemática. El Ayuntamiento de Barcelona publicó en 2024 la guía pedagógica Hablemos de racismo en las escuelas con el objetivo de otorgar herramientas al profesorado para combatir el racismo en los espacios escolares. Incluye actividades prácticas, definiciones y la explicación histórica del racismo.
Educar para identificar y verificar contenidos que desinforman y siembran odio hacia las minorías, como es el caso del alumnado extranjero, es fundamental para poder combatirlos. En Desfake, el proyecto educativo de Verificat, hemos diseñado una propuesta pedagógica específica para trabajar los prejuicios existentes en nuestra sociedad y las narrativas más comunes de desinformación que promueven el discurso de odio, entre otros, el racismo. La cápsula De los prejuicios al odio ayuda a comprender el impacto negativo de este tipo de mensajes en la convivencia entre el alumnado y ofrece recursos para reconocerlos y desmontarlos en el aula.