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El último informe de Educo, Comer en el cole: alimentación, educación y equidad, pregunta a más de 1.600 niñas, niños y adolescentes de entre 12 y 18 años de toda España para conocer cómo viven y valoran su experiencia en el comedor escolar. Los resultados son claros: el comedor escolar “aprueba justo”, con una nota media de 6,07 sobre 10, lo que equivale a un 3 sobre 5 en la escala de satisfacción. Aunque reconocen su valor educativo y social, la mayoría considera que hay un amplio margen de mejora.
El 94,5 % de los menores encuestados opina que el comedor aporta beneficios, especialmente en la conciliación familiar (47,6 %) y en la socialización (38,8 %), al ser un espacio donde “comen con sus amigos” y comparten rutinas fuera del aula. Sin embargo, solo un 35,8 % destaca que les ayuda a “comer mejor y con más variedad”, y apenas un 19,9 % lo valora como la oportunidad de hacer una comida completa al día. “Podría mejorar. Tiene que mejorar”, resume Rosario, 13 años, Castilla y León, reflejando la sensación general de que el comedor cumple una función básica, pero sin despertar entusiasmo.
En términos de alimentación, el 83,6 % considera que la comida es saludable y el mismo porcentaje la percibe como variada. No obstante, un cuatro de cada diez cree que los platos no tienen buen aspecto, un 26,6 % afirma quedarse con hambre, y un un tercio se queja de la temperatura o el modo de cocinado. “Siempre estaba la comida fría”, comenta Lorena, 12 años, Aragón. “La comida era muy procesada, como si llevara mucho tiempo ahí”, añade Pablo, 14 años, Sevilla.
Más allá del menú, el informe revela que el ambiente y la participación son factores clave en la valoración. El ruido es una de las principales quejas: un 43,7 % lo encuentra molesto frente a un 38,3 % que lo asocia con un ambiente alegre. “Lo peor de todo era el ruido”, dice Rosa, 16 años, Madrid, mientras que Macarena, 12 años, Sevilla, lo recuerda como “mucho ruido, pero se pasa bien”. La convivencia, el acompañamiento adulto y el tiempo para comer son elementos que, cuando fallan, deterioran la experiencia global.
El estudio también muestra un fuerte deseo de participación. El 94,7 % del alumnado cree que deberían ser consultados sobre aspectos del comedor, y más de la mitad afirma que “tienen derecho a ser escuchados”. Las propuestas son diversas: opinar sobre el menú (47,9 %), colocar un buzón de sugerencias (45,4 %) o elegir actividades tras la comida (40,7 %). En palabras de Mara, 14 años, A Coruña, “la decoración era muy sosa, las paredes en blanco y ya está”. Reclaman espacios más acogedores y donde su voz cuente realmente.
Educo: hacia un comedor universal, gratuito y educativo
En sus conclusiones, Educo subraya que el comedor escolar debe dejar de considerarse un “servicio complementario” y pasar a formar parte del proyecto educativo de los centros. La ONG reclama a las administraciones públicas la universalización y gratuidad del comedor, especialmente para la infancia en situación de vulnerabilidad. Según los datos que maneja la organización, 1,3 millones de niñas y niños aún no tienen acceso a este servicio, y solo el 15,13 % del alumnado recibe ayudas o becas, frente a un 34,6 % de menores en riesgo de pobreza o exclusión social.
El estudio ofrece una serie de recomendaciones que engloba en tres apartados. Derecho a la educación y equidad es el primero. En él pide que se reconozca el comedor como parte del derecho a la educación, que se garantice el acceso universal y gratuito (priorizando a quienes más lo necesiten) y que se integre en el currículo escolar para dotarlo de valor formativo.
El segundo es la calidad alimentaria y la sostenibilidad, en el que solicitan que se promuevan las cocinas in situ, con producto fresco y de proximidad. Que tengan menús equilibrados y culturalmente adecuados, con una mejora de la presentación, del sabor y la temperatura. Además, la oenegé entiende que debería haber mecanismos de participación para que el alumnado pudiera colaborar en el diseño de los menús.
Finalmente, el tercer bloque es el de bienestar y acompañamiento educativo, en que se pide el fomento y reconocimiento de los y las monitoras como figuras educativas y no solo de supervisión. También piden una ampliación del tiempo de comedor y recreo para que no sea una carrera, que se establezca la figura de coordinación de comedor como intermediario entre docentes, familias y monitoras e incorporar planes de convivencia y protección la infancia en este tiempo.
Educo también insta a las comunidades autónomas a invertir en infraestructuras y climatización, y a garantizar espacios acogedores y participativos. En palabras de la organización, “comer en el cole es también garantizar la alimentación, la educación y la equidad”.
Un recurso esencial pero desigual
En España existen más de 12.000 comedores escolares en centros públicos y concertados, según datos del Ministerio de Educación. Se estima que cerca del 49 % del alumnado de primaria utiliza este servicio, lo que equivale a unos 2,5 millones de menores. Sin embargo, el acceso está lejos de ser equitativo. Los datos de Educo muestran que dos de cada tres menores en riesgo de pobreza no reciben beca comedor, lo que perpetúa desigualdades que van más allá de la nutrición: afectan al rendimiento académico, la integración social y el bienestar emocional.
El informe concluye que el comedor escolar es mucho más que un lugar donde comer. Es un espacio donde se aprende a convivir, a respetar los gustos ajenos, a negociar y a compartir, pero también donde se evidencian las brechas sociales. Para Educo, garantizar un comedor universal, gratuito, participativo y sostenible no es una utopía, sino una condición indispensable para la equidad educativa.
Como resume María, 16 años, Madrid, en uno de los testimonios recogidos: “De pequeña quería quedarme siempre al comedor porque en el comedor pasaban cosas que luego no te enterabas si no estabas. No era solo comer, era estar”.