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The Librarians es el nuevo documental de Kim A. Snyder. En él cuenta la pelea que desde hace más de tres años están librando anónimas bibliotecarias escolares para defender el derecho a la libertad de expresión y de información allá donde trabajan. Desde Texas hasta Vermont, Estados Unidos está censurando, prohibiendo o dificultando el acceso a miles de títulos.
“No es algo que pase solo allí”, asegura Patric de San Pedro, de la editorial Takatuka. Asegura no ser experto en el tema, pero están sufriendo en sus carnes el resultado de una campaña orquestada por la extrema derecha en Norteamérica. La distribuidora con la que trabajan allí hay libros que obvia del catálogo, y como explica de San Pedro, lo hace ante el riesgo de perder la posibilidad de distribuir cualquier título en un estado entero.
Uno de esos títulos que ya no puede distribuir allí en Amy y la biblioteca secreta. Narra la historia de una niña que descubre que su libro favorito ha sido retirado de la biblioteca a la que va. Ella y sus amigos deciden crear una biblioteca secreta en la que se guarden todos los títulos que se han ido prohibiendo. De San Pedro explica que hay dos motivos para que se haya prohibido su distribución en Estados Unidos. El primero, que el libro hace una lista de 50 títulos, todos ellos, vetados por diferentes motivos. El segundo, porque, según cuenta, llama a la desobediencia, al incitar a crear una biblioteca secreta para rescatar los volúmenes.
The librarians no solo establece el paralelismo de la situación que están viviendo con la Alemania nazi y su prohibición de miles de títulos, quema incluida. Esta, también ha ocurrido en lugares de Tennesse, por ejemplo. También repasa el tiempo del macartismo, la película Farenheit 451 y el pistoletazo de salida de toda esta cuestión, una lista de 850 libros, la lista Krause, que pretendía y ha conseguido frenar el acceso a muchos de ellos. Libros como una novela gráfica sobre Ana Frank, prohibida porque en una de sus páginas se ven estatuas clásicas en un parque de deidades griegas, desnudas.
En The Librarians, las bibliotecarias cuentan cómo son amenazadas en los consejos escolares en los que se saca el tema de la prohibición de libros. Se las acusa de pornógrafas o de pedófilas por el hecho de que haya títulos relacionados con el colectivo LGTBIQA+ o sobre diversidad afectivo-sexual. También se han prohibido títulos sobre raza, volúmenes firmados, explica De San Pedro, por Martin Luther King, Nelson Mandela, Malala o Michele Obama, o biografías como la de Celia Cruz “porque incitan al rencor racial”.
Parece que esto queda lejos, pero este editor sospecha que acabará pasando, aunque sea con diferencias, en España. Con argumentos similares a los que utilizan en Texas el grupo ultraderechista Moms for Liberty (Mamás por la libertad), representantes de Vox llevan intentando y a veces consiguiendo, torpedear la difusión de todo aquellos que les suena a “woke”.
¿Contenido pornográfico?
Consiguieron paralizar momentáneamente la distribución de varios lotes de libros en las bibliotecas públicas de la ciudad de Castellón. La justicia se enmendó a sí misma y acabaron en las estanterías de dichos espacios.
Pero aquí ya dieron el pistoletazo de salida. En Burriana con siguieron que la biblioteca municipal retirase de la sección infantil y juvenil varios libros de temática LGBTI por “escandalosos” o “pornográficos” para reubicarlos de en otras secciones de la biblioteca. Al poco tiempo lo intentaron también en el ayuntamiento de la capital provincial.
Según la organización PEN America, dedicada a la lucha por la libertad de expresión en Estados Unidos, este curso 2024-25 se han prohibido casi 7.000 títulos en el país, en 23 estados. La naranja mecánica (Anthony Burgess), Choque de Reyes, el segundo libro de la Saga de Juego de Tronos (George R. R. Martin), El cuento de la criada (Margaret Atwood), Una Corte de Rosas y Espinas (Sarah J. Maas), Americanah (Chimananda Ngozi Adichie), La casa de los espíritus (Isabel Allende), Matadero cindo (Kurt Vonnegut)… Libros sobre diversidad, raza o género, pero no solo. También biografías de artistas como Renoir o Rembrant, libros sobre el Holocausto. Hasta 20.000 leguas de viaje submarino (Julio Verne) ha estado o está en el punto de mira.
¿Tienen derecho las y los niños?
Para Patric de San Pedro, el problema no solo está en si un libro debe o no ser accesible para la infancia o la juventud. Con este tipo de acciones se socava el mismo derecho de la infancia en relación a la información. “¿Podemos dejar en manos de las personas adultas qué leen los niños, qué contenidos se enseñan o no en las escuelas?” se pregunta este editor, en referencia clara a la pretensión de organizaciones de extrema derecha de naturalizar herramientas de censura como el veto (pin) parental. Y se pregunta si efectivamente niñas y niños son sujetos de derechos o si estos sin o deben ser decididos por sus familias.
Recuerda de San Pedro que en Estados Unidos las y los profesores se juegan multas económicas si hablan den según qué títulos en clase. En algunos casos, pueden llegar a enfrentar penas de hasta un año de cárcel.
Todo parece muy extraño y lejano, pero De San Pedro recuerda lo que ocurre en países como Bulgaria y Polonia en los que contenidos relacionados con el colectivo LGTBI son prohibidos de la vida pública. Los casos en España, aunque parecen haber disminuido ahí están, con una línea muy similar a lo que está ocurriendo en Estados Unidos. Con la salvedad de que hay diferencias como que en los consejos escolares el público, incluso las familias, tienen un peso relativo en la toma de decisiones relativas a los títulos que se tienen en las bibliotecas escolares.


