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Los siete puentes de la ciudad de Königsberg, en Prusia, eran muy populares entre sus conciudadanos, que planteaban un desafío aparentemente imposible: poder cruzar los siete puentes en un paseo que acabase en el punto de partida, pero sin pasar dos veces por el mismo puente. La respuesta es negativa, no es posible realizar un paseo cumpliendo con esas condiciones. El primero en atreverse a razonar el motivo desde un punto de vista matemático fue el científico Leonhard Euler (1707-1783), uno de los más destacados de la historia. Para resolver el problema, Euler lo modelizó simplificando las masas de tierra a puntos (vértices) y los puentes a líneas (aristas), ignorando las distancias y las formas, centrándose solo en la conectividad, y estableció un principio clave: para que un camino de este tipo (un camino euleriano) sea posible, cada vértice debe tener un número par de aristas conectadas, con la posible excepción de dos vértices (el de inicio y el de fin).
Al analizar el mapa de Königsberg, descubrió que las cuatro masas de tierra tenían un número impar de puentes (aristas) conectados. Dado que todos los vértices tenían un grado impar, concluyó que la ruta deseada no existía, con un razonamiento innovador para la época, puesto que la solución de Euler no dependía de medidas métricas (distancias, ángulos, áreas), sino de la posición relativa y la conectividad de los objetos. La solución al problema de los puentes de Königsberg se presentó el 26 de agosto de 1735 en la Academia de Ciencias de San Petersburgo, en el artículo [La solución a un problema relacionado con la geometría de posición] (Solutio problematis ad geometriam situs pertinentis). Dicho artículo dio origen a la teoría de grafos (aunque ese nombre se asignó más tarde), que hoy en día es esencial en campos como las ciencias de la computación, la logística y el análisis de redes sociales, entre otros ámbitos. En esa ciudad, Königsberg, nació y vivió el célebre filósofo Immanuel Kant (1724-1804).

Kant fue un autor muy prolífico, publicando numerosos ensayos, artículos y una gran cantidad de notas de sus conferencias, la mayoría publicadas después de su muerte. Destaca especialmente su trilogía de las «Críticas», que abordan el conocimiento, la ética y la estética: Crítica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft, 1781), considerada su obra maestra, en la que busca establecer los límites y la validez del conocimiento humano, reconciliando el racionalismo y el empirismo; Crítica de la razón práctica (Kritik der praktischen Vernunft, 1788), en la que establece la autonomía de la voluntad como el principio supremo de la moralidad, demostrando que la razón pura puede ser práctica, es decir, puede determinar la voluntad y la acción moral; y Crítica del juicio (Kritik der Urteilskraft, 1790), en la que explora el juicio estético (lo bello y lo sublime) y el juicio teleológico (la finalidad en la naturaleza), abordando la relación entre la naturaleza y la libertad humana. Todas estas obras y el resto, las leyó y analizó una adolescente y paisana de Kant, la joven Hannah Arendt, de tan solo catorce años.
Hannah Arendt (1907-1975) nació en la ciudad alemana de Hannover, aunque a los tres años su familia se fue a vivir a Königsberg, donde pasó su infancia y su juventud. Königsberg cambió de nombre en 1946, bueno, de nombre, de país y de población: el decreto de fecha 4 de julio de 1946 del Presídium del Sóviet Supremo de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) formalizó el cambio de nombre de la ciudad de Königsberg a Kaliningrado, en honor a Mijaíl Kalinin (1875-1946), quien había fallecido el mes anterior. Considerado como uno de los fundadores de la URSS, Kalinin había presidido desde 1938 hasta poco antes de su muerte la institución que firmó el histórico cambio, ocurrido después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad, anteriormente parte de la Prusia Oriental alemana, fue anexionada por la Unión Soviética en virtud del Acuerdo de Potsdam de 1945. La población alemana restante fue expulsada, y la ciudad fue repoblada con ciudadanos soviéticos. En esa fecha, Hannah Arendt ya se había mudado hasta en tres ocasiones y hacía casi tres lustros que no vivía en Königsberg, ciudad a la que no regresó jamás.

Esas intensas vivencias en las azarosas huidas condicionadas por el nazismo imperante en Alemania, primero, y en el resto de la Europa continental después, aparecen magistralmente reflejadas en la novela gráfica Las tres vidas de Hannah Arendt: La tiranía de la verdad (The Three Escapes of Hannah Arendt: A Tyranny of Truth, 2018), con guion y dibujo del autor estadounidense Ken Krimstein, publicado en castellano en 2021 por el sello Salamandra Graphic del Grupo Editorial Penguin Random House, con traducción de Carlos Mayor. La obra ganó el Bernard J. Brommel Award for Biography & Memoir, un premio de prestigio significativo en el ámbito literario de Estados Unidos, otorgado por la Society of Midland Authors, una organización que fomenta y reconoce la literatura de alta calidad, premiando específicamente trabajos que demuestran una erudición y calidad excepcionales en los géneros de biografía y memoria. En el fallo, el jurado subrayaba «la fortaleza narrativa e investigativa, reconociendo cómo logra presentar la compleja vida de Arendt de una manera accesible y atractiva a través del formato de novela gráfica».
Entre otros reconocimientos, la obra también fue finalista del National Jewish Book Award (Premio Nacional del Libro Judío). Establecido en 1950 y otorgado anualmente por el Jewish Book Council, es el premio literario judío más antiguo y prestigioso de Estados Unidos, premiando libros que exploran la historia, cultura, memoria y experiencia judía (como biografías, estudios históricos, ficción y poesía). El premio juega un papel primordial en la preservación y difusión de la herencia y la identidad judías y, en este caso, la nominación fue un reconocimiento implícito al valor de la novela gráfica como medio de divulgación, en especial, en un proyecto de esta envergadura.

Ken Krimstein es profesor universitario e ilustrador de diferentes medios de comunicación, entre los que destaca The New Yorker, Harvard Business Review, National Lampoon y The Wall Street Journal. En los últimos años ha publicado dos novelas gráficas que han tenido una gran acogida, formando una curiosa e interesante trilogía caleidoscópica junto a la ya citada: When I Grow Up: The Lost Autobiographies of Six Yiddish Teens (2021) y Einstein in Kafkaland: How Albert Fell down the Rabbit Hole and Came Up with the Universe (2024), inéditas en castellano o catalán hasta el momento. En el primer caso, el autor narra seis autobiografías reales y anónimas de seis adolescentes judíos de Europa del Este escritas justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, recopiladas en un concurso que tenía como intención reflejar la vida judía de la época. Se recibieron cientos de respuestas, pero la invasión nazi de Polonia en 1939 interrumpió el proceso de premiación y los documentos se perdieron, permaneciendo ocultos en un sótano de una iglesia lituana hasta su redescubrimiento en 2017. El autor ilustra las vidas, los sueños y las ansiedades de estos jóvenes en el período de entreguerras, con la intención de destacar la humanidad y la normalidad de la vida judía de Europa del Este antes de que fuera aniquilada por el Holocausto.
En el segundo caso, el autor explora el curso 1911-1912 que Albert Einstein (1879-1955) vivió en Praga impartiendo clases de física en la universidad, en un período en el que coincidió con Franz Kafka (1883-1924). La ficción histórica se plantea en un momento en que la ciudad se había convertido en un polo de atracción de talento, proponiendo que las ideas revolucionarias, tanto en ciencia como en literatura, a menudo surgen de circunstancias ordinarias, la frustración y la interacción con los demás, y cómo el arte y la ciencia pueden converger para dar forma a una nueva comprensión del mundo.

En Las tres vidas de Hannah Arendt: La tiranía de la verdad, Krimstein se enfrenta a un enorme desafío que resuelve de forma muy gratificante: por un lado, narrar de forma somera y gráfica la biografía de una de las pensadoras políticas más influyentes del siglo XX y, por otro lado, realizarlo de forma pedagógica pensando que una gran parte de los lectores puede ser un público que no conozca la obra de la autora. Esa concepción divulgativa obliga al dibujante a introducir pies de página con minibiografías concisas y claras de las numerosas personas relevantes que aparecen, bien filósofos clásicos o bien personalidades de diferente índole con los que interactúa Arendt a lo largo de su vida, interaccionando con intelectuales contemporáneos en diferentes lugares en que habitó.
Esa mezcla de narración y documentación se fusionan perfectamente para ayudar al lector a avanzar en cada una de las etapas vitales mostradas, comenzando en la infancia de Arendt en Königsberg, donde sufrió los primeros insultos por ser judía. El título de la novela gráfica hace referencia a tres grandes «huidas», utilizando la jerga de la propia obra, donde la primera corresponde a su desplazamiento a la ciudad de Berlín en 1933 para cursar estudios de filosofía, a la edad de diecisiete años. Esa etapa es crucial en su vida puesto que conoce al destacado profesor universitario Martin Heidegger (1889-1976), en ese momento con treinta y cinco años, casado y con dos hijos, con el que mantuvo un romance durante un tiempo, y una singular relación a posteriori, teniendo en cuenta las simpatías de Heidegger por el nazismo, de las que nunca se arrepintió a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, justificando su posicionamiento atendiendo a la necesidad de sobrevivir si habías decidido permanecer en Alemania.
La segunda huida de Hannah Arendt será muy poco tiempo después, cuando la situación en Alemania se hace insostenible y peligrosa, viajando a París a través de Checoslovaquia: «He dejado de ser inocente», afirma en una de esas viñetas, haciendo referencia a su compromiso crítico ante lo que estaba contemplando a su alrededor y que la ponía en peligro debido a sus escritos políticos en diferentes medios. En los años anteriores a la invasión nazi de Francia, Arendt se involucró en la Aliá de la Juventud (Aliyat Hanoar en hebreo), una organización que intentaba sacar clandestinamente a miles de jóvenes judíos de los guetos y llevarlos a Palestina.

La tercera huida ilustrada se produce en 1941, en un convulso periplo que la llevará al sur de Francia, a atravesar España para acabar en Lisboa, donde subiría al barco que la llevó (o, mejor dicho, los llevó a todo el grupo, incluida a su segundo marido y a su madre) finalmente a Nueva York, donde se establecería hasta su muerte, consiguiendo la nacionalidad estadounidense. En realidad, había vivido como apátrida durante aproximadamente catorce años, desde que el régimen nazi le retiró la nacionalidad alemana en 1937 y tras huir de Europa. La obtención de la ciudadanía en 1951 coincidió con la publicación de su obra más importante, Los orígenes del totalitarismo (The Origins of Totalitarianism). La singladura vivida antes fue fundamental para su génesis, una obra que «analiza el surgimiento de los regímenes nazi y estalinista como formas de gobierno radicalmente nuevas que difieren de tiranías o dictaduras anteriores. La obra, dividida en tres partes (Antisemitismo, Imperialismo y Totalitarismo), argumenta que estos movimientos se gestaron a partir de elementos latentes de la historia moderna: el antisemitismo racializado del siglo XIX, la expansión ilimitada y la burocratización de la violencia durante el imperialismo colonial, y la quiebra de la estructura de clases tradicional que generó masas aisladas y desarraigadas. Arendt concluye que la esencia del totalitarismo reside en la combinación del terror absoluto como principio de control total de la población y el uso de una logicidad ideológica (como la superioridad racial o la ley histórica) para destruir la realidad y la libertad humana, haciendo que los individuos se vuelvan superfluos y negando la pluralidad política».
El éxito de la obra, publicada casi de forma instantánea en más de cuarenta idiomas, le permitió poder estabilizar su vida, ya como profesora universitaria, desarrollando una prolífica carrera, aunque ella siempre renegó de la etiqueta de filósofa, defendiendo que lo que ella hacía era teoría política, impulsando el pensamiento crítico en la sociedad como un factor determinante en la preservación de la democracia. Krimstein reconoce que su novela gráfica funciona a modo de introducción a Arendt, como palanca para dirigirte a sus obras (no evita los momentos más polémicos de sus artículos en sus viñetas) o a los ensayos que las comentan, las dos destacadas en las recomendaciones bibliográficas que el autor recoge en las últimas páginas, reconociendo un legado que resulta de enorme vigencia en la actualidad.
El 4 de diciembre de 1975, Hannah Arendt murió plácidamente a los sesenta y ocho años, sentada en una butaca tras una velada en casa de su amigo y mentor, el historiador Salo Baron (1895-1989). Ocurrió hace ahora cincuenta años, aunque en algunos aspectos, parezca que no haya pasado el tiempo.



