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Tapia, maestra de formación, nos recibe en su hotel, frente a la estación de Atocha en Madrid. Ha venido a España invitada por la Universidad Francisco de Vitoria y aprovechará para acudir a la entrega de premios de la Asociación Española de Aprendizaje Servicio que se celebra este fin de semana. Allí se reunirá con chavales que han realizado proyectos de ApS para hablar sobre esta metodología en tiempos de inteligencia artificial.
Tapia es defensora acérrima del aprendizaje servicio como método para no solo aprender a ser un ciudadano responsable y solidario, sino también par absorber conocimientos curriculares y aumentar la curiosidad sobre la base de intervenir en las necesidades de las poblaciones. “Si seguimos enseñando como hemos enseñado hasta ahora, seguirán bajando los rendimientos”, asegura.
¿Qué es el aprendizaje servicio? Mucha gente lo sabrá, pero aún así…
Llamamos aprendizaje servicio a las actividades que tienen no sólo una finalidad solidaria, sino que se aprende a través de dicha actividad y se aplica en ella lo que se ha aprendido en el aula. Es aprender haciendo el servicio a los demás, trabajar en la comunidad pero en relación a lo que uno sabe y puede hacer. Y esto vale desde los niñitos del jardín de infantes hasta la universidad.
Este trabajo solidario, que forma parte consustancial del aprendizaje servicio, nace a veces del centro educativo y otras veces de entidades, asociaciones, fundaciones o demás del entorno, ¿no?
En la práctica a veces se inicia desde el centro educativo, a veces viene de una demanda de la comunidad, a veces del propio interés de los estudiantes. En la pedagogía del aprendizaje servicio uno podría decir que hay varios cambios de paradigma con respecto a la educación tradicional. El primero es que no solo se aprende en el aula, sino que en la comunidad, en el territorio. No solo vamos hacia afuera para dar, sino que también participamos para aprender a participar, para aprender de la comunidad y con la comunidad.
En inglés se habla de service learning. Cuando lo tradujimos al castellano en América Latina lo llamamos aprendizaje servicio solidario para enfatizar que no es que trabajemos para la comunidad solamente sino que lo hacemos con ella. Se aprende a trabajar con las entidades, este, del territorio; con las personas del territorio y se genera lo que nosotros llamamos el círculo virtuoso: cuanto más aprendemos y más sabemos en el aula, más tenemos para dar a la comunidad y cuanto más trabajamos con la comunidad también surgen nuevas preguntas, nuevos desafíos.
La teoría es desafiada por la práctica y entonces entran al aula preguntas nuevas, temas nuevos. Es realmente enriquecedor no solo para la comunidad sino para la escuela.
Supongo que en Argentina pasa igual que pasa en España. Hay cierta corriente que defiende volver a la instrucción en la educación, a dejar las metodologías más activas apartadas porque parece que no estamos educando lo suficientemente serio a nuestros hijos.
Yo, antes que nada, soy docente y, a esta altura, una docente con muchos años. He visto el péndulo ir y venir muchas veces y creo que siempre en la educación hay como estas polémicas.
Desde mediados del siglo XX hasta hoy está siempre esta tensión que pareciera a veces que genera lo que yo creo que son falsas antinomias entre aprender conocimientos científicos o aprender a participar como ciudadano. entre la tarea del aula, la tarea tradicional y cuánto hacemos aprendizaje basado proyectos.
El aprendizaje servicio forma parte de ese movimiento de las pedagogías activas que surge a principios del siglo XX, y a esta altura hay evidencias suficientes que muestran que el aprendizaje activo, el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje por proyectos, en este caso solidarios, es tanto más eficaz que la educación tradicional. Y a mí me parece que, a veces, por parte de los padres y de algunos expertos educativos hay una cierta nostalgia del pasado que no se conduce con la realidad de lo que están viviendo nuestros niños, adolescentes y jóvenes hoy.
Yo recuerdo los buenos viejos tiempos en donde aprendíamos de memoria la altura del monte Everest o los afluentes del Elba y toda esa información que teníamos nos costaba tanto trabajo memorizar. Las nuevas generaciones las tienen en el celular y decime en qué idioma la querés. Seguir pensando que la escuela está para enseñar contenidos es habernos quedado en una generación atrás, por un lado. Por otro lado, justamente porque esta es la generación a la cual la inteligencia artificial le ofrece la posibilidad de hacerle todos los trabajos sin que tengan que hacer nada más que escribir el prompt. Tendríamos que estar enfocándonos en desarrollar el pensamiento crítico, el sentido de iniciativa, la capacidad de esforzarse.
Es muy diferente estudiar para la nota que estudiar porque yo sé que lo que estoy haciendo le sirve a alguien
Hay mucha evidencia de que este tipo de proyectos ayuda justamente a que esta generación aprenda lo que de las maneras tradicionales es evidente que no está aprendiendo. La comprensión lectora no va a aparecer por arte de magia porque le pongamos más horas a la asignatura de lengua. Porque si seguimos enseñando como hemos enseñado hasta ahora, seguirán bajando los rendimientos. Hay una crisis del sentido. La pregunta histórica de nuestros hijos es ¿para qué sirve ir a la escuela? En este momento tiene un sentido mucho más grave. Si yo desde muy pequeñito he podido manejar en el celular y en la computadora la búsqueda de información, lo que necesito que la escuela me dé es el sentido de esa información, que me enseñe a leer con sentido y a entender lo que leo y a producir textos con sentido. Pero para eso me tiene que motivar y en ese sentido nosotros, una de las cosas que vemos con los proyectos de aprendizaje servicio es que es muy diferente estudiar para la nota que estudiar porque yo sé que lo que estoy haciendo le sirve a alguien o a mi comunidad.
Yo me acuerdo de una experiencia de hace unos años, pero que me conmovió mucho. En Argentina, como pienso que en casi todos los países, gran parte de los jóvenes que están en la cárcel no han terminado sus estudios secundarios. En una de las prisiones de máxima seguridad de Argentina había una escuela para la terminalidad de la secundaria en la que a los docentes se les ocurrió hacer aprendizaje servicio. Jóvenes que venían de contextos culturales pobrísimos.
Invitaron al director de la biblioteca de ciegos de esa provincia a que los visitara. El encontrarse con alguien que era ciego y que les explicaba lo importante que era para ellos tener textos en braille o tener audio libros, hizo que quisieran aprender a escribir en braille, mejoraron su dicción y su forma de leer para poder grabar audiolibros, este, para la biblioteca de ciegos. Ese proceso no sólo mejoró su lectura, cambió su proyecto de vida. Me acuerdo haberme encontrado con un exalumno que acababan de liberar y me decía que la esposa le había hecho prometer que iba a seguir haciendo libros para la biblioteca porque era la primera vez en su vida que había descubierto que él podía hacer algo bueno.
Estas divisorias que a veces hacemos entre lo académico y la educación para la ciudadanía son artificiales. Podemos hacer proyectos que pueden abarcar las dos cosas.
A mí siempre me resulta complicado, Nieves, cómo encajar en los proyectos el currículum nacional que se esté dando.
El aprendizaje servicio se llama de maneras distintas en distintas partes del mundo. Pero se llame como se llame, lo distinguimos porque tiene tres características. Hay una actividad solidaria, un protagonismo de los estudiantes y una vinculación intencionada con los contenidos de aprendizaje.
En el aspecto solidario, el protagonista tiene que ser la comunidad en vinculación con la institución. Las acciones concretas las tienen que hacer los chicos porque nadie aprende de ver hacer a otros. Pero donde está el protagonismo de los educadores, y ahí es donde me parece que está esta cuestión de lo curricular, es: saber acompañar a mis estudiantes en aquellos proyectos que no sólo sean interesantes para la comunidad sino que permitan poner en juego contenidos específicos. Ahí tiene mucho que ver la inteligencia y la creatividad de los docentes para articular una cosa con la otra, lo que se trabaja en el aula con lo que pasa en el territorio.
Me acuerdo siempre de una experiencia de una escuela que está en el Parque Nacional Los Alerces, en la Patagonia Argentina. Empezaron a haber estos terribles incendios forestales por el calentamiento global, por el descuido de los adultos. La escuela decidió capacitar a sus niños, que eran niños de jardín (de infancia) y primaria en ese momento; vinieron los guardaparques y les enseñaron cómo cultivar plantas nativas. A partir de ahí la escuela empezó a colaborar en la reforestación del bosque con las plantas nativas que cultivaba.
La profesora de Matemáticas, que enseñaba también Informática, trabajaba con los niños cómo llevar adelante una planilla de Excel en la que iban calculando cuántos plantines tenían de cada especie, cuántos ya habían plantado, cuántos estaban listos para plantar… A los chicos les apasionaba el tema de la reforestación, y de paso estaban aprendiendo matemáticas, el uso de herramientas tecnológicas, como se dice ahora, en los proyectos STEM.
No hay contradicción entre una cosa y la otra. Lo que tiene que estar es la inteligencia del docente para aprovechar ese proyecto. La diferencia justamente entre los voluntariados, que se hacen en paralelo a la vida académica, y el aprendizaje de servicio es justamente esa vinculación estrecha.
Las universidades en América Latina siempre han tenido actividades sociales. En mis tiempos iba a pintar paredes al centro comunitario como los de medicina, los de educación, los de arquitectura. En el aprendizaje servicio los de medicina ofrecen control oftalmológico gratuito, los de odontología ofrecen prevención de las caries y los de arquitectura están construyendo casas en los barrios periféricos. Eso es lo que diferencia el aprendizaje de servicio, justamente la conexión curricular.
Diría que en España está muy poco desarrollado en la universidad. Se me hace complicado por la rigidez de lo académico, hay una carrera como muy estrecha desde que entras hasta que sales…
Sin embargo ha ido creciendo. En distintos países los procesos son distintos. Ha habido países como México o Costa Rica que tienen una larguísima tradición de compromiso social en la universidad y que recién en los últimos años está entrando en la escuela. Y países en donde ha sido al revés. En Uruguay, en Argentina, empezó por los centros educativos. En Uruguay, en la primaria, en Argentina, en la secundaria y de ahí se fue difundiendo.
En España hay una asociación española de Aprendizaje Servicio en la Educación Superior y creo que están empezando a haber, ya desde hace unos años, experiencias muy valiosas. Quizás no es tan masivo como en otros países, pero me parece que justamente el valor agregado del ApS para las universidades es que hay una demanda muy fuerte para que los estudiantes salgan más preparados para la vida real.
Las prácticas de aprendizaje de servicio permiten ofrecer a los estudiantes espacios de práctica en contextos reales, vinculados a su perfil profesional
En general, la universidad en el mundo, pero sobre todo en Europa, ha tenido una tradición muy academicista. Y el espacio para las prácticas reales queda muy acotado, en general, hacia el final de la carrera. Las prácticas de aprendizaje de servicio permiten ofrecer a los estudiantes espacios de práctica en contextos reales, vinculados a su perfil profesional, incluso desde el primer año.
Hay una universidad chilena cuya facultad veterinaria ha hecho una alianza con el canil municipal de la ciudad. Tenían un problema de perros sueltos muy grave, un tema de salud pública. En las facultades Veterinarias tradicionales los chicos entran porque les encantan los animales pero no les dejan tocar uno hasta que no llegan a cuarto año. Con el aprendizaje de servicio ellos desde el primer año podían ir a trabajar al canil y hacer la higiene de los perros, sacarlos a pasear… Pero iban graduando a medida que avanzaban en la carrera, empezaban a hacer análisis, a hacer diagnósticos, hasta que en el último año terminan haciendo cirugías.
La plasticidad del aprendizaje servicio permite eso, generar prácticas con sentido en todos los niveles, en la universidad. Es muy valorada por los estudiantes, no solo por el sentido solidario, filantrópico, social, sino por lo que les añade de valor a su perfil profesional.
Desde tu punto de vista ¿en qué momento encuentras al aprendizaje de servicio? En un momento en el que parece que lo solidario no prima en lo que vemos a nuestro alrededor.
Yo creo que experiencias de aprendizaje de servicio desde principios del siglo XX ha habido en todas partes, llamadas de distintas maneras. La extensión universitaria nació en Cambridge a fines del siglo XIX. Prendió en Estados Unidos y en América Latina como compromiso social o misión social de la universidad y, a partir de ahí, yo creo que, no es por nada que el término aprendizaje de servicio lo hayan acuñado en Estados Unidos en los 60. En la segunda mitad del siglo XX el lugar donde ha habido más investigación, más producción, incluso más apoyo estatal al aprendizaje servicio fue en Estados Unidos.
A partir de los 90 hubo un proceso de expansión mundial donde empezó como a inculturarse en América Latina muchísimo; de allí saltó España y, en los últimos años, también a Portugal.
Hemos trabajado en CLASSYS desde hace casi 10 años el aprendizaje de Servicio en Europa Oriental y en este momento hay una red de Europa Central y Oriental. Hay una red asiática de ApS con experiencias fabulosas, sobre todo universitarias. Y en África está creciendo.
Las instituciones educativas han jugado un rol contracultural en muchos momentos de la historia
Si uno mira los noticieros, lo que prima no es precisamente la solidaridad. Por otro lado, las instituciones educativas han jugado un rol contracultural en muchos momentos de la historia. Puede resultar de mal gusto hablar ahora de la independencia latinoamericana (ríe), pero los primeros centros revolucionarios en América del Sur fueron las universidades que habían fundado los jesuitas españoles, los dominicos… No sería la primera vez en la historia que hay movimientos que o surgen o crecen aún a contracorriente del ambiente cultural general.
Dicho eso, a mí me parece que estamos viviendo un momento de crecimiento del aprendizaje servicio a nivel mundial, en donde ha saltado una serie de barreras lingüísticas, culturales, políticas… Hay un espacio de crecimients. El documento de la UNESCO sobre los futuros de la educación que salió hace un par de años es la primera vez que menciona explícitamente el aprendizaje servicio y lo hace como una de las vías de la educación del futuro. Parte de cosas que uno diría que son verdades de perogrullo, pero que lamentablemente hay que explicitarlas. Los problemas que tiene la humanidad en este momento, desde los problemas ambientales, de la desigualdad y tantos otros, no se pueden resolver a nivel individual. Y por lo tanto, las nuevas generaciones o aprenden a trabajar juntos, a generar proyectos que superen las disciplinas y las ideologías y aprenden a generar soluciones comunes a problemas comunes, o no vamos a tener mucho futuro como especie.
Cuando la UNESCO dice que la educación del futuro es aprender a cooperar, a trabajar interdisciplinariamente, al servicio de la resolución de problemas, a mí me hace gracia, Cuando leí el documento dije, “bueno, la educación del futuro es lo que nosotros venimos diciendo hace 30 años”, pero está muy bien que lo diga UNESCO.
El documento dice cosas muy importantes sobre lo que permite el aprendizaje servicio en términos de desafiar los preconceptos de los estudiantes, de sacarlos de su zona de comodidad, de plantearles llegar con humildad a poblaciones en condiciones diferentes de las de ellos.
El papa Francisco ha sido un fanático del ApS, y León XIV, en su primer documento de educación, cuando habla del desafío de la inteligencia artificial para la educación, una de las cosas que dice es que se necesita no ser tecnofóbicos, formar a los docentes en nuevas tecnologías, pero también pedagogías activas y aprendizaje de servicio. Lo dice con nombres de apellidos y me pareció fantástico.
Querer volver a una escuela que no tenga internet para que no se copien del chatGPT es querer luchar contra los molinos de viento. Lo que tenemos que hacer es ayudarlos a aprender de maneras que la inteligencia artificial no llega.
La Escuela de Derecho de Harvard, tienen un programa pro bono durante el Spring Break desde hace 20 años, en donde los chicos pueden participar de un proyecto de aprendizaje de servicio. Y desde (huracán) Katrina hay una tradición h de acer apoyo legal a poblaciones que han sufrido catástrofes. Entre otras cosas porque las aseguradoras no les quieren pagar. Harvard ha desarrollado todo un know-how de cómo asesorar legalmente a esas poblaciones. Veía en las fotos que publicaron en el sitio web a un estudiante de Harvard parado en mitad de una casa destrozada. Y yo pensaba, la experiencia que está haciendo ese joven de ver en primera persona los efectos de un desastre ambiental, de conversar con las personas que perdieron todo en un minuto, y saber que lo que él aprendió puede servir para mejorar la calidad de vida de esa gente; eso es una experiencia, primero que no se le va a olvidar de su vida y segundo que no hay ningún chat de inteligencia artificial ni ninguna realidad aumentada que se lo puede hacer vivir. Si queremos una educación que sirva a las nuevas generaciones, tenemos que pensar en aquello que no puede ser reemplazado con la tecnología.
Obviando lo curricular, hay más cosas que se aprenden desde la experiencia personal, las soft skills, la empatía o la participación. ¿Hay manera de evaluar el cambio en el alumnado?
Por un lado hay investigaciones, algunas mayúsculas, con muchísima gente. El gobierno de EEUU cuando llevaban 10 años de aprendizaje servicio encargó una investigación masiva a la Brandeis University. Vieron que quienes habían hecho aprendizaje servicio tenían 10% más de rendimiento que los que no. Y que ese rendimiento era todavía superior en las poblaciones así llamadas vulnerables.
En escuelas que vienen trabajando en ApS en forma consistente lo que dicen los docentes, tanto en primaria como en secundaria, es que una de las primeras habilidades que claramente se le desarrolló es la comunicacional. Al verse enfrentados a gente distinta, en distintas situaciones, al tener que tomar iniciativas, mejora.
En América Latina, por lo menos nosotros, hemos visto que hay un impacto claro, sobre todo en los sectores más vulnerables, en el presentismo y en la motivación a aprender. Y todos sabemos que hay una relación directa entre el presentismo y el rendimiento académico. Hay impactos mensurables en las asignaturas que están más directamente vinculadas al proyecto.
Me hiciste acordar, una de las primeras investigaciones que se hizo sobre el impacto de los estudiantes universitarios, dos norteamericanos, Janet Tyler y Dwight Hills, habían comparado qué pasaba con los estudiantes que iban a hacer pasantías a empresas y los que organizaban proyectos de aprendizaje servicio. Y en todas las competencias blandas, y en competencias que para las empresas son muy importantes, como la capacidad de iniciativa, la resolución de problemas, de comunicación, etc., eran mucho mejores quienes participaron en proyectos de aprendizaje servicio.
Lo que parecía ser la razón de esa diferencia es que cuando uno manda a un joven de 20 años a hacer una pasantía en una empresa, lo ponen en un lugar con actividades preasignadas que normalmente son las más aburridas. Su posibilidad de desarrollar creatividad, iniciativa, resolución de problemas es muy baja. En cambio, como un proyecto ApS lo tienen que planificar, liderar, poner en marcha, resolver los problemas, los pone mucho más en la realidad del ejercicio profesional.
Bueno, y entiendo también que hay la relación entre el centro educativo, o sea, la universidad, o sea, la escuela secundaria, y la organización a la que mandas hay una comunicación mucho más estrecha que si tú mandas a un chaval a hacer una pasantía.
Tal cual, tal cual. Hay dos cosas para mí muy claras. La primera es que impacta justamente en el sentido de por qué aprender. Yo me acuerdo una vez visitando una escuela técnica del interior de Argentina, de electromecánica. A raíz del contacto con una organización no gubernamental, habían empezado a producir sillas de ruedas a medida para personas que en el mercado no encontraban sillas adecuadas. El profesor me decía, “cuando antes trabajábamos haciendo maquetas, las maquetas aguantaban hasta que yo las evaluaba. Y después no sabía más que nada, se tiraban a la basura. Y si se sacaban un cuatro, se sacaban un cuarto. En cambio, ahora todo tiene que ser para 10”. Porque ellos conocen a la persona que lo va a recibir y lo va a usar. Y decía que tenía que hacer notas de justificación a los alumnos para sus padres porque se quedaban en el taller más horas trabajando. Encontrar sentido a lo que estoy haciendo tiene un impacto enorme.
Y después, lo que veo, y esto quizás es una mirada más latinoamericana, pero bastante universal, es que el aprendizaje servicio es valioso para cualquiera, pero que impacta de una manera muy particular en los extremos de la pirámide social. A los niños más pobres, los que sufren alguna discapacidad, son inmigrantes o están en posiciones más vulnerables, en general el sistema educativo los mira como destinatarios de ayuda. Y entonces hacemos todas las medidas remediales y sin querer queriendo los ponemos en el lugar de las víctimas que necesitan ayuda.
En cambio el aprendizaje de servicio les dice también a esos jóvenes, “sos capaz de hacer cosas importantes”. Me acuerdo de uno de los premios de la red española. Era un centro de formación laboral en donde había varios adolescentes latinoamericanos inmigrantes y que habían estado en el taller de carpintería y habían hecho nidos para un parque. Su orgullo por ofrecer una solución concreta a un problema ambiental del principal parque de su ciudad, a mí me pareció conmovedor. Los sacaba del lugar de víctimas para pasar al lugar de la dignidad de un ciudadano que está contribuyendo a la vida de su ciudad. Y eso nosotros lo hemos visto a lo largo y a lo ancho del mundo, cómo impacta en la posibilidad de pensar un proyecto de vida, impacta en la autoestima, impacta en cuestiones que después repercuten directamente en la mejor académica, en los resultados escolares. Niños que llegan a la universidad gracias a que encontraron docentes que les ofrecieron este tipo de proyectos.
El aprendizaje servicio es una herramienta espectacular para ponerlos en contacto con la realidad
Si yo tuviera que pensar políticas sociales educativas, el ApS es una herramienta de inclusión fabulosa. Pero también me parece que es una herramienta muy importante para los niños y los adolescentes o jóvenes que crecen en los ambientes con mucho más de lo que necesitan y que muchas veces tienen las mismas problemáticas de falta de sentido, de desapego de la escuela, que la que tienen menos recursos económicos.
Porque, al menos en América Latina, y creo que está pasando cada vez más en todo el mundo, son estos niños que han crecido en un barrio cerrado, en la escuela del barrio cerrado, que luego pasan a la universidad del barrio cerrado, después van a hacer un MBA, y cuando vuelven serán la clase dirigente de un país del que no tienen la menor idea. Y creo que eso nos está empezando a pasar a cada vez más países, no solo a los menos desarrollados. En ese sentido el aprendizaje servicio es una herramienta espectacular para ponerlos en contacto con la realidad. Yo me acuerdo un grupo de una escuela muy de élite, que a su segundo proyecto de aprendizaje de servicio le habían puesto de título “Saliendo del tupper”. Y me parecía tan gráfico. Porque ellos habían sentido que de golpe les habían abierto la tapa del mundo aislado en el que ellos vivían y que estaban conociendo un país que no conocían.
Que también entiendo que lo conocen de tú a tú, que no son las típicas tabores de caridad o de solidaridad.
Claro. Habían estado en un barrio, trabajando con la gente del barrio, con un centro comunitario, y de golpe se habían dado cuenta de todo lo que podían contribuir aunque tenían 16, 17 años. Pero además que la gente que vivía en ese barrio no era marcianos…
Me acuerdo una vez un universitario que estaba estudiando ciencias económicas en la universidad y la universidad tenía un proyecto obligatorio de aprendizaje servicios que les hacían asesoramiento contable a pequeñas organizaciones comunitarias en la zona más pobre de la ciudad. Que tiene una avenida que divide la zona buena de la mala. Y entonces este estudiante me dijo: “Yo descubrí que había mucha gente buena del otro lado de la avenida”. Y yo, claro, no sabía si reírme o llorar (ríe).
Una directora me contaba de cuando hacen viajes solidarios y los adolescentes de Buenos Aires van a mitad del campo en el norte de Argentina, las familias están contentísimas porque vuelven valorando lo que tienen. Ahora, cuando esa misma escuela y esos mismos adolescentes quieren trabajar en la Villa Miseria que está a cinco cuadras de la escuela, ahí no va a ser porque eso es peligroso. Una cosa son los pobres que están lejos y otra los que están cerca.
Me gustaría que me contaras cuál es el trabajo de CLAYSS, no solo en Argentina, sino a nivel regional.
Empezamos desde Argentina para América Latina y en los últimos diez años hemos estado exportando el modelo latinoamericano al resto del mundo. Tenemos una línea, desde el principio, de acompañamiento a instituciones que quieren tener al aprendizaje servicio como parte de su política institucional, de su proyecto educativo institucional.
En los últimos años hemos acompañado escuelas y universidades en Europa oriental, experiencias interesantísimas en Bosnia, en Herzegovina, en Croacia, en Rumanía… Experiencias preciosas. Hemos trabajado con universidades en distintas partes del mundo.
Por un lado trabajamos en diálogo con las redes de las distintas regiones, como en España o con la red asiática, la de europa oriental y otras.
Y por otro, desarrollando algunos proyectos propios. En este momento el más grande que tenemos se llama Unisarvitate, Universidades al Servicio, y es un programa sostenido por un donante que quería focalizarse en las universidades católicas. Acompañamos a más de 100 universidades católicas en todo el mundo, pero al mismo tiempo produciendo materiales que sirven para otras de cualquier tipo. Hay un acompañamiento bastante directo a las políticas institucionales de cómo articular la aprendizaje de servicio a lo largo de todas las carreras y no solo con proyectos aislados.
Y después seguimos teniendo una línea muy fuerte de inspiración y de publicaciones, de trabajo con redes y una línea de asesoramiento y acompañamiento a gobiernos y a instituciones que quieren promover la aprendizaje de servicio. Por ejemplo, desde acompañar al movimiento de los scouts para hacer aprendizaje servicio en un contexto educativo no formal, hasta al Ministerio de Educación de Uruguay en la instalación de políticas de aprendizaje de servicio.
Este acompañamiento a la administración, ¿lo habéis podido desarrollar aquí en España?
En realidad, la Red Española es muy fuerte y está trabajando con el Ministerio de Educación. Nosotros no participamos porque siempre cuando tenemos aliados locales o socios locales preferimos no intervenir.
Pero en cambio, o trabajar directamente con la red por ejemplo en México hay una red mexicana de aprendizaje y servicio solidario y México desde hace pocos años está incluyendo el aprendizaje servicio como política sobre todo en la secundaria. Me invitaron en marzo hacen la reunión de la red mexicana en Monterrey pero ya me están planeando algunas reuniones para ver si podemos colaborar con las autoridades federales. Depende.
Por ejemplo, en Brasil ahora hay una ley que pide que al menos el 10% de las actividades de extensión universitaria tengan vinculación curricular. En otras palabras, que al menos el 10% se aprenda en el servicio.
Ahí estamos más bien trabajando con las redes de universidades. Por ejemplo, ahora hace poco una de las personas del equipo estuvo en el encuentro de las universidades comunitarias que llaman las universidades locales. Colaboramos en darles como soporte teórico, metodológico de cómo hacerlo.
Coincides con los premios de la Organización Española de Aprendizaje y Servicio, y allí tienes una intervención con con jóvenes. ¿Qué es lo que vas a preparar, qué es lo que vas a hacer con ellos?
La última vez que estuve fue justo antes de la pandemia, en Pamplona, y ahí tuvimos un diálogo muy interesante con estudiantes sobre su papel den los proyectos de Aprendizaje Servicio y se dio un diálogo tan interesante que esta vez me propusieron como repetir el formato. Y entonces yo voy a hacer una presentación, algo que conversábamos antes. El título es Aprendizaje Servicio en Tiempos de trolls e Inteligencia Artificial.
Y entonces yo un poco les voy a hablar algo de lo que implica hacer ApS frente a este contexto en el que ellos viven. Y después, bueno, ellos me harán preguntas. Mi alma docente siempre me encantas.


