El sistema educativo no lo puede todo. Esto lo saben bien quienes todos los días están en clase intentando sostener nuevas leyes educativas, implantar el nuevo currículo mientras gestionan el anterior, con clases saturadas, sin los apoyos necesarios y un largo etcétera que justifica, en buena medida, la existencia de la prensa educativa.
La igualdad y la lucha contra la violencia de género desde las escuelas es uno más de los temas que, de una manera y otra, se le reclaman a la escuela y a su profesorado. Pero es difícil saber qué impacto tiene lo que se hace desde los centros educativos.
Como comenta Rocío Anguita, docente de la Universidad de Valladolid con diferentes publicaciones relacionadas con el tema, la mayor parte de las actuaciones que se desarrollan en los centros educativos son «anecdóticas» en tanto en cuanto las desarrollan entidades ajenas a los centros y financiadas, en los mejores casos, por ayuntamientos o diputaciones. Se trata de esas charlas y talleres que se desarrollan en momentos muy concretos, o alrededor de efemérides como el 8M o el 25N, pero cuyo impacto queda sin medir, evaluar o alargar en el tiempo.
La Federación de Enseñanza de CCOO reclamaba hace unos días la implantación de una figura de coordinación en los centros educativos, con horario dedicado en exclusiva. Iria Antuña es la secretaria de Mujer, Políticas de Igualdad y LGTBIQ+ de la FECCOO. Argumenta que la Lomloe obliga a que estos temas de igualdad entre hombres y mujeres se traten en la escuela «pero falta una persona encargada de coordinar todos esos contenidos». Y, como suele pasar, asegura, «los temas transversales quedan en el aire», algo con lo que Anguita está de acuerdo e insiste en la necesidad de que ciertos asuntos se introduzcan en el currículo oficial. «Los temas transversales son de todos y de nadie» con lo que «tienen muchas limitaciones».
La figura que reclama CCOO ya estaba recogida en la LOE, una coordinadora de igualdad en el consejo escolar. Desapareció con la Lomce y todavía no ha vuelto a los centros educativos. A esto se suma una falta casi total de formación permanente del profesorado sobre estos temas. Para Antuña es necesario que este perfil disponga de horas de dedicación para asegurar mejor su labor. Algo parecido a las coordinaciones de normalización lingüística en las CCAA con lengua propia.
Andalucía y Comunidad Valenciana son dos de las autonomías que cuentan con figuras similares a las que reclaman desdde Comisiones pero, como asegura Antuña, «dependen de la buena voluntad» de quienes las ostentan puesto que no cuentan con un horario liberado para realizar su labor.
La formación permanente en temas de igualdad pasa, primero, por ser voluntaria en cuanto a su desarrollo por del cuerpo docente. Además, depende en su práctica totalidad de la oferta que realizan las administraciones públicas que, según parece, no han apostado en los últimos años demasiado por ella. Para Antuña, además, con la excusa de la pandemia, se ha apostado por la formación online y no está volviendo la presencial, con lo que en general ha perdido calidad y, sobre todo, todo aquello relacionado con el trabajo en grupo.
Anguita comenta que durante 2020, en el transcurso de una investigación en la que trabajaba en el seno de la Universidad de Valladolid y en relación a la enseñanza secundaria, la igualdad entre hombres y mujeres o la violencia machista no aparecieron en las conversaciones. «Es invisible ahora mismo, ha salido de la agenda educativa», sospecha la investigadora para quien el aumento de peso de la extrema derecha y sus postulados en relación a la violencia de género y el veto parental han hecho que crezca la autocensura entre el profesorado «para evitar líos» con las familias. «Hemos dado marcha atrás», sentencia.
En este mismo sentido, Antuña señala cómo diferentes investigaciones aseguran que el 25 % de los adolescentes (chicos) creen que la violencia de género es un invento. «El discurso de extrema derecha, afirma, está calando entre los adolescentes».
Recientemente, María José Díaz-Aguado ha publicado el libro Prevenir la violencia educando en valores, un volumen en el que hace un recorrido sobre diferentes investigaciones en relación a la prevención de diferentes tipos de violencia, entre ellos, la de género y en el sno de la pareja afectiva. Entre las muchas cosas que asegura la investigadora se encuentra el que diferentes proyectos ed investigación que han trabajado el tema en escuelas en las últimas décadas han promovido importantes cambios entre chicas y, sobre todo, chicos, así como entre el profesorado a la hora de «ver» la violencia de género.
Díaz-Aguado asegura que «el trabajo con los chicos para superar la masculinidad orientada al dominio debe ir acompañada del trabajo con las chicas para promover su empoderamiento superando la sumisión».
Rocío Anguita recuerda que hay multitud de materiales e informes para trabajar la VG elaborados por todo tipo de instituciones como los institutos de la Mujer de las autonomías («el de Asturias, particularmente, también el de Andalucía o el de Canarias, dirigido por una docente hoy día», explica). Pero es importante que los mandatos que en los últimos años se recogen en la legislación general, como la de la violencia contra las mujeres o contra la infancia, den el salto a los desarrollos que se hacen en el sistema educativo por parte de las administraciones. «Las políticas de igualdad no saltan a educación, no se conectan», asegura. Y aunque haya muchos materiales disponibles, «no hay soporte institucional para el profesorado».
Y como tantas otras cosas que se le exigen insistentemente a los centros educativos, «dependen de la voluntariedad» de quienes recogen el guante.
El papel de la escuela
Luz Martínez Ten es una histórica de la UGT. Durante años fue la responsable de temas de igualdad en la FETE-UGT y hoy continúa siéndolo en la Federación de Servicios Públicos en la que se integró aquella. Ha pasado y pasa mucho tiempo impartiendo talleres y elaborando materiales para centros educativos. Desde su punto de vista, uno de los trabajos fundamentales de los centros educativos es ser lugares de protección para chicas y chicos. Para que esto sea así, deben existir tiempos y espacios para que el alumnado pueda expresarse, plantear dudas y recibir información necesaria, no solo sobre violencia de género, sino sobre emociones y, de manera capital, sobre el amor y las relaciones no solo de respeto, sino éticas.
En el segundo capítulo del estudio La situación de la violencia contra las mujeres en la adolescencia en España 2020 dirigido por María José Díaz-Aguado hay un análisis pormenorizado sobre la influencia que tiene la escuela en aquello que saben chicas y chicos sobre la violencia de género.
El estudio, que ha tenido oleadas diferentes en 2010, 2013 y 2020, refleja algunos cambios a lo largo de esa década en lo relativo a los medios por los que les llega la información a chicas y chicos. Internet (74.9 %) y la televisión y el cine (70,4 %) son los medios más habituales para que las y los adolescentes reciban información.
Tras esto se encuentran las campañas de sensibilización en la calle o el transporte público (52,2 %), la información que obtienen de sus amigas (50,1 %), las explicaciones de alguna profesora (43,4 %), lo que hablan con algún amigo (41 %) y lo que puedan haber leído (40,1 %). Existen ligeras variaciones en estas cifras cuando son ellas o ellos, individualmente, quienes responden.
Pero más allá de la influencia que chicas y chicas dan a los medios que utilizan para conseguir información más o menos fiable de lo que es o no la violencia de género se encuentra el contenido de lo que se trabaja en clase con las y los docentes.
Un muy algo porcentaje de adolescentes que participaron en el estudio asegura no haber tratado nunca o casi nunca cuestiones como la diversidad familiar, el análisis crítico de la imagen que los medios de comunicación transmiten de hombres y mujeres o el análisis de las relaciones entre hombres y mujeres. Prácticamente la mitad asegura que nunca o casi nunca han tratado el papel de las mujeres en los temas que estudian o no han realizado ningún trabajo sobre sus emociones y su gestión.
Las autoras aseguran, en cualquier caso, que el tratamiento de los temas relacionados con la violencia de género en la escuela tiene una influencia positiva a la hora de prevenir ciertos comportamientos. Tal vez, uno de los problemas estribe en que, como explican en la última de las ediciones, a la pregunta «¿Recuerdas que se haya trabajado en tu centro el problema de la violencia que algunos hombres ejercen contra las mujeres en la relación de pareja o expareja?», respondieron positivamente el 47,8 % de las chicas y chicos que participaron en la encuesta. A pesar de que no llegaban a la mitad, recuerda el informe, el dato es positivo en relación a los dos previos, puesto que fue ocho puntos porcentuales mayor.
De quienes respondieron positivamente a la pregunta, la mayor parte asistieron a jornadas y conferencias (77,2 %); recibieron la explicación de una profesora (73,4 %) y habían visto un vídeo con anuncios o reportajes sobre el tema 72, 6%).
1 comentario
Muy de acuerdo con el artículo.Gracias por señalar puntos tan importantes por dónde hace aguas la coeducación y la perspectiva de género en el sistema educativo.