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Según la investigación, la juventud ve con mejores ojos al cannabis que hace unos años, ¿por qué se produce este hecho?
Y creo que una de las razones, entre varias, es que tienen más información y el cannabis les es más cercano, conocen a más gente que lo consumen. Eso hace que lo normalicen más que si lo vieran como algo ajeno.
También hay diferencias entre quienes lo consumen y quienes no. Esto marca mucho las diferencias. Hay esa normalización.
¿Qué ha pasado con el tabaco o el alcohol? Que hemos tenido muchas más campañas, mucha más sensibilización social. Esta puede ser otra de las razones para que tantos jóvenes vean el cannabis mejor que tabaco y alcohol. Hemos estado años demonizando (bien hecho) las consecuencias sobre uno y quienes nos acompañan. Tenemos una de las legislaciones más estrictas de Europa en relación al tabaco.
Comparas y entre que el cannabis es una planta natural, que no tiene nicotina si no la mezclas, etc. tiene una imagen más benévola que el tabaco y que el alcohol prácticamente. Pero es que ha habido más sensibilización. No depende tanto del estatus legal como de esa percepción social.
También los jóvenes piensan que el cannabis se consume más de lo que en realidad se consume. Esa es la percepción social. En realidad es mucho mayor la prevalencia del tabaco o el alcohol que la del cannabis.
Decís que los jóvenes creen estar más y mejor informados pero ¿es esto verdad?
Yo creo que sí que es verdad. Y así es como lo perciben y las diferencias son significativas. Ya se puede hablar más de según qué temas que hace unos años y tienen acceso a más información. Internet marca la diferencia. Están informados, no tengo dudas.
Es verdad que una cosa es estar informado, como base de la prevención, pero hay que ir un paso más allá. Por ejemplo, nuestro programa Pasa la vida trabaja sobre los beneficios que ellos ven en el consumo. No trabajamos sobre los riesgos sino sobre los beneficios que ellos ven.
Los riesgos, como hemos visto, también los tienen claros en una gran mayoría. Los beneficios como la diversión, estar en grupo, el relajarse, etc. es lo que trabajamos para que cambien su percepción.
¿Cómo se hace ese trabajo de prevención?
Trabajamos mucho el tema de la diversión, si es más una percepción o una realidad. Cuando tú consumes, ¿realmente te diviertes más que si no consumes o lo haces por presión de grupo, o porque es una moda, por curiosidad? Analiza bien si luego te has encontrado mejor, si te has divertido más… Es como el alcohol, que parece que te has divertido más pero en la realidad no es tanto beneficio. Trabajar sobre esto es muy costoso porque está muy arraigado. Si no los viéramos, no consumiríamos. Los jóvenes ponen en una balanza los riesgos y los beneficios y ganan estos, sin duda. También depende la edad, no es lo mismo el riesgo de una chaval de 16 o 17 años consumiendo alcohol o cannabis, ya que está en pleno desarrollo cerebral. Tiene consecuencias de futuro.Si hablamos de alguien de 30 años, habrá consecuencias, pero no son tan graves de cuando hablamos de menores de edad.
Otra cosa que les pasa es que distinguen bien lo que es un uso de lo que es un consumo arraigado y cuando ya tienes problemas. Porque los conocen. Cuando decimos que tienen más información, y lo vemos al leer cómo han definido los riesgos, conocen más personas que han tenido problemas; más que en 2016. Por eso son más conscientes de los riesgos, matizan más.
La pandemia ha influido de alguna manera? No sé si ha habido aumento del consumo?
No, no lo ha habido. De hecho ha disminuido. La pandemia ha disminuido los consumos, y el del cannabis en particular entre los jóvenes más todavía. La falta de socialización, en los consumos de los más jóvenes, ha influido.
Pero la reducción es mínima. El consumo de cannabis en España es estable. Desde 2004, si miras la estadística, prácticamente no hay cambios. Los datos son estables a lo largo de los años.
Hacia el final de la presentación habláis del debate social alrededor del consumo del cannabis, con la “urgencia” de que en Europa las legislaciones van en el camino de la permisividad… Habláis de los posibles impactos en el consumo de cannabis. ¿cómo crees que debe hacerse para evitar males mayores?
Aquí el tema es que no podemos hacer de avestruz. Los temas están encima de la mesa, por eso trabajamos la percepción de los jóvenes, para trabajar desde su propia perspectiva. Insisto en que no podemos hacer de avestruz. Vemos cómo evoluciona la legislación en el mundo, en el cultivo, venta y consumo. Hay que estar preparado. España no está aislada en el contexto internacional.
Hemos preguntado a los jóvenes qué información tienen sobre el contexto internacional y cómo se está moviendo y lo tienen mucho más claro que los adultos. Es algo que hay que afrontar para que podamos tener prevención, para que estén más informados todavía, conozcan más los riesgos y qué significa todo esto.
No es que queramos aumentar el debate social, no, es simplemente afrontar una realidad que tenemos en la mesa, en donde se están normalizando unos consumos y una forma de entender el cannabis que lo está equiparando al tabaco, por ejemplo. Y esto tiene muchos riesgos como sociedad. Los daños van a producirse pero hay que reducirlos el máximo posible.
A través de la prevención…
Efectivamente, y de la sensibilización. Trabajar sobre mitos y realidades y afrontar el tema y hablar sobre él. En España, campañas generales sobre el tema no las ha habido, en buena medida por el propio estatus que tiene el cannabis.
Quería preguntarte por la polarización de las opiniones relacionadas con los riesgos. Hay aumentado los porcentajes de personas que no les ven problemas y también, de quienes ven que tienen muchos. ¿A qué se debe?
Yo creo que el cannabis polariza las opiniones. Ahí hemos visto los factores que inciden, como si has consumido o no. Además, las opiniones políticas hacen que uno se coloque en algún sitio.
La mayoría dice que el consumo supone problemas, pero hay una opinión muy extendida sobre la redacción de leyes más permisivas. Han crecido los dos extremos, como lo ha hecho el del porcentaje de personas que defienden el prohibicionismo. Creo que tiene que ver también con el debate social que se exacerba y no va a la solución. O lo prohibimos todo, que ya sabemos que no funciona, es la realidad que tenemos; o Jauja… el balance entre las dos posiciones es lo que nosotros, como instituciones especialistas, tenemos que trabajar.
¿Cómo crees que debería ser la legislación alrededor del cannabis?
Creo que tenemos que aprender de lo que se está haciendo; también de legislaciones como la del tabaco, de las más estrictas y que ha reducido claramente el consumo. Políticas muy importantes.
Pero hay que combinar. Hay que tener en cuenta la oferta, cómo la controlas, los precios. Cómo controlas el uso, los consumos y, luego, cómo haces una reducción de la demanda, la prevención. Es una combinación de políticas y usos que es importante y está empezando.
Hay que ver los datos de Canadá, que ha sido un punto de inflexión claramente. Hablan de cultivos, de los impuestos recaudados, etc. Pero hay que ver la consecuencias sobre la salud, un tema que no se ve en dos años. Eso hay que darle más tiempo.
En cualquier caso, estoy convencida de que vamos a un camino diferente del que hemos tenido hasta ahora y, desde luego, no hay que hacer de avestruz. Hay que estudiar los temas, ver qué regulación puede hacerse, y si se hiciera, tendría que ser hiperestricta, que quedase claro el mensaje de que el cannabis es malo para la salud, como lo ha quedado con el tabaco.