En ámbitos como la comunicación o la educación se conocen muy bien las ventajas de convertir conceptos o mensajes en imágenes para facilitar su comprensión y difusión. Vivimos en una sociedad que nos bombardea continuamente con imágenes de todo tipo, en parte, justamente, por reconocer que tenemos esa capacidad de retención más desarrollada desde una concepción visual. Y los cuentos o libros ilustrados y los cómics son el máximo exponente del potencial pedagógico para explicar y/o narrar historias, con numerosos recursos estilísticos en manos de los creadores.
En marzo de 2023, coinciden en las librerías dos obras que son consecuencia de la generosidad de sus autores, Zerocalcare e Igort, que han cedido su talento para denunciar los estragos de la guerra sobre la población civil, y lo hacen cada uno a su manera y desde diferentes perspectivas. Y no es la primera vez que lo hacen. Los dos serían magníficos discípulos de Rudolph Arneheim (1904-2007), uno de los grandes pensadores del siglo XX, donde destacan sus trabajos sobre el arte y la percepción visual, y que tiene su máxima manifestación en su obra culmen, el libro El pensamiento visual (Visual thinking, 1969), en el que exponía como, a través de sus anteriores estudios sobre el arte, reconocía la percepción visual como una actividad cognitiva.
Zerocalcare es el seudónimo de Michele Rech, un autor italiano muy singular en su estilo narrativo, que se manifiesta desde su primer gran éxito, La profecía del armadillo (La profezia dell’armadillo, 2011), en el que el protagonista de la historia era el mismo autor y narraba en la novela gráfica sus vivencias e inquietudes personales, todo ello en conversaciones con su voz interior, representado por un armadillo gigante, que le hace de contrapeso y, sobre todo, dotando de humor surrealista al relato, que ha permanecido desde entonces como una marca de identidad del autor (¿se imaginan a un joven discutiendo todo el día con un armadillo gigante que le está instigando e interpelando continuamente?). Esta primera novela gráfica tuvo una exitosa adaptación al cine en 2018 con el mismo título, dirigida por Emanuele Scaringi. En la actualidad, Zerocalcare está triunfando con una adaptación en una serie de animación en Netflix, Cortar por la línea de puntos (2021), donde el mismo autor escribe, dirige y da voz, en su versión original, al personaje protagonista, que es él mismo, evidentemente.
Lo que en su último trabajo llama como «el chip de la mínima decencia humana» le llevó, hace unos años, a viajar por Turquía, Irak y Siria hasta el corazón del Kurdistán, en plena efervescencia del conflicto bélico latente entre los diferentes países visitados. De su experiencia personal en el cerco a la ciudad de Kobane y sus vivencias sobre la lucha del pueblo kurdo contra el Estado Islámico, surgió la novela gráfica Kobane Calling (ed. actualizada) (2021, primera edición de 2016), dando voz, especialmente, a las víctimas del conflicto, los civiles que conocía en su ruta y siempre con un mismo objetivo en su cabeza: aprovechar su talento y habilidad para narrar y su fama como autor reconocido para difundir las palabras de la gente que escuchaba, poniéndoles cara en una guerra en la que es habitual que permanezcan silenciadas y en el anonimato. Todo ello, sin olvidar el humor y el surrealismo, recursos que funcionan muy bien para captar la atención del lector. Y no olviden, narrado en primera persona, porque Zerocalcare estaba allí.
En su último trabajo, No Sleep Till Shengal (2022), publicado en castellano por el sello Reservoir Books del Grupo Editorial Penguin Random House y con traducción de Carlos Mayor, el autor narra cómo acude solícito a una llamada del Centro Cultural Kurdo de Roma y escucha, sentado ante las fotos de los civiles fallecidos en la guerra que adornan las paredes de la sala, cómo le piden, una vez más, que «tienes que ir a Irak, porque en Shengal están atacando la autonomía de los ezidíes». Zerocalcare reconoce en ese instante que no sabe ni dónde está Shengal y que no sabe mucha cosa sobre los ezidíes, pero es que no le han llamado por eso, le han llamado para que aprenda dónde está esa ciudad y que conozca de primera mano lo que han vivido y lo que están viviendo sus ciudadanos, para poder utilizar su talento para explicarlo de forma visual y que sirva de denuncia de la situación actual de los ezidíes y las negras perspectivas que se vislumbran en un futuro inmediato (la conversación y el relato dibujado transcurrió entre la primavera y el verano de 2021).
En No Sleep Till Shengal, acompañamos al autor en su periplo desde Italia hasta la ciudad de Shengal para poder hablar con los ezidíes. Zerocalcare utiliza la versión kurda para referirse a los «yazidíes» y a la ciudad de «Sinyar» en la tradición árabe. El título de la obra hace referencia a las vicisitudes que sufre el grupo en el que viajan, atravesando Irak, salvando cómo pueden los numerosos controles militares dispuestos a lo largo de la carretera… todo un infierno, y nunca mejor dicho, con el calor abrasador mientras deben de esperar durante horas a permisos que, en algún caso, no llegaron o no quisieron ver. La secuencia del viaje y las conversaciones permite un efecto de inmersión en el lector, comprendiendo la angustia de la situación (amenazados permanentemente por militares que no sabes si son de gatillo fácil, tardando días en hacer un trayecto de pocas horas, y durmiendo de forma improvisada al no poder llegar a su destino en el tiempo previsto).
Con intensas imágenes, el autor dibuja las matanzas sucedidas en 2014, que le son narradas por las jóvenes supervivientes, algunas niñas en aquel momento, y que ahora, una vez recuperada la ciudad, en estado ruinoso, son participantes e impulsoras de una forma innovadora de organizar la sociedad, una forma que han bautizado como «confederalismo democrático» y una proclama difícil de rebatir: «autogobierno, autodefensa, igualdad entre hombres y mujeres y convivencia entre pueblos», y con un objetivo inmediato fundamental, «que no haya nuevas matanzas». ¿Se imaginan qué piensa el gobierno talibán de Irak sobre esta forma de organizar la sociedad a Shengal? ¿Se imaginan qué piensa Turquía sobre ello, nuestro socio en la Unión Europea y en la OTAN, que se dedica a bombardear con drones aquella zona desde hace años? No hace falta imaginarlo, solo tienen que mirar las noticias, aunque ya les avanzo que tendrán que buscar mucho y tener mucha suerte para encontrarlas. Acabarán antes leyendo a Zerocalcare, que para eso hizo su novela gráfica.
Casi al mismo tiempo, llega a las librerías la última obra de Igort: Cuadernos Ucranianos. Diario de una invasión (Quaderni ucraini 2. Diario di un’invasione, 2022), publicada en castellano por el sello Salamandra Graphics del Grupo Editorial Penguin Random House y con traducción de David Paradela. En la obra del prestigioso artista italiano Igor Tuveri, más conocido por su nombre artístico Igort, destacan las publicaciones realizadas tras sus largas estancias en diferentes países (de su experiencia en sus viajes y vivencias en Japón pueden consultar el artículo Autores revelando Japón).
«He pasado casi dos años de viaje entre Ucrania, Rusia y Siberia, con el propósito de comprender y recabar información. ¿Qué fue la Unión Soviética? ¿Cómo se vivió esa experiencia que se prolongó más de setenta años?», proclamaba el mismo autor en su obra Cuadernos ucranianos y rusos. Vida y muerte bajo el régimen soviético (Quaderni ucraini e russi Omnibus, 2020), que, en realidad, es la recopilación en un único tomo de sus obras Cuadernos ucranianos (2011) y Cuadernos rusos (2014), un tomo recopilatorio publicado antes del inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, lo que lo convirtió, inmediatamente, en una lectura imprescindible para comprender las motivaciones y las inquietudes de las dos partes de la contienda.
A diferencia de Zerocalcare, Igort no se desplaza a Ucrania, por los evidentes peligros que conllevaría dicho viaje en plena guerra. Igort se convierte en el altavoz de todos sus amigos y conocidos que le llaman desde Ucrania y contactan con él para explicarle lo que está pasando visto con sus propios ojos, lo que están viviendo desde la humildad de sus hogares. Esos relatos están salpicados de los efectos colaterales que deja la guerra en la población civil, especialmente, en los más desfavorecidos, como infantes, enfermos y ancianos.
Con su estilo documentalista característico, Igort narra e ilustra los primeros meses de la guerra, entre febrero y mayo de 2022, con un mestizaje entre las imágenes y noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación, y las declaraciones en primera personas de sus contactos. Su experiencia de vivir en Ucrania, hace poco más de una década, la utiliza para contextualizar el conflicto, plagado de matices y de aristas en todas las partes, y lo hace sin tomar partido, informando de los sucesos y sus consecuencias.
El paso del tiempo transcurrido entre los acontecimientos narrados y su publicación final, el tiempo necesario del artista para dar fruto a su obra, convierten a Cuadernos Ucranianos. Diario de una invasión en un instrumento de denuncia de las barbaridades cometidas en los primeros meses de la guerra y el sufrimiento innecesario provocado a la sociedad civil. Las palabras de Igort se refuerzan con sus ilustraciones contribuyendo a que no se pierda la memoria de lo acontecido.
Arneheim afirmaba en su libro Visual thinking que «la actividad artística es una forma de razonamiento en la que percibir y pensar son actos que se encuentran indivisiblemente mezclados». Y doy fe que los cómics reseñados en este artículo dan mucho que pensar… y son difíciles de olvidar.