Cuatro multinacionales tecnológicas, todas ellas con una línea de productos orientada a la educación, se han puesto de acuerdo para lanzar un programa a nivel mundial que han denominado Reinvent The Classroom (RTC), y que como su nombre indica tiene la pretensión de conseguir una reinvención (algunos hablan de revolución) de las aulas. Y no en el sentido metafórico, sino literal. Hay alrededor de sesenta centros educativos en todo el mundo involucrados en este programa y en el caso de España la primera experiencia se está llevando a cabo en la escuela Ramon Fuster, ubicada en Bellaterra (Barcelona) y que forma parte de la Fundación Collserola.
Esta aula RTC de la Escuela Ramon Fuster (centro que ofrece desde P-3 a bachillerato) se viene preparando desde la primavera y lleva en funcionamiento desde el inicio de curso, pero se presentó en sociedad hace tan solo unos días. Está equipada con tecnología punta: portátiles ligeros en las mesas de los alumnos, obviamente internet, un panel interactivo en la pared que hace las funciones de pizarra digital… si bien la estrella es el ordenador-escáner3D que se comunica con una impresora 3D. Pero no todo es tecnológico. Las paredes también están decoradas con grandes vinilos donde los alumnos pueden escribir, dibujar, borrar o pegar lo que necesiten.
Se inspira en la filosofía Maker (o learning by doing: lo que el alumno debe aprender a hacer, que lo aprenda haciendo), y el propósito de la nueva aula es que sus diferentes ambientes contribuyan a dinamizar todo el proceso de aprendizaje y de formación creativa y emocional del alumno. Desde la investigación y el pensamiento, pasando por el diseño y la fabricación, hasta llegar a la exposición, es decir, aprender a compartir con los demás aquello que se ha aprendido. La idea menos explicitada es que, mientas la reinvención no llega a todas las aulas, que como mínimo un aula de estas características acabe desplazando a la que todavía hoy es el aula de informática de muchos centros, con hileras de aparatosos PC y suelos y paredes cableados que en el mejor de los casos se instalaron hace diez años.
En el aula RTC de la escuela Ramon Fuster están trabajado en proyectos con diversos grupos de edad. Uno de 2º de ESO tiene un proyecto de ciudad sostenible; aquí los alumnos están buscando, diseñando y creando con la impresora 3D aquellas instalaciones que hacen más sostenible una ciudad. Con unos grupos de 5º y 6º el proyecto es sobre el skyline de varias ciudades europeas, y aquí los alumnos, además de tener que localizar sus edificios más emblemáticos, están aprendiendo a descomponerlos en formas geométricas para posteriormente poder fabricarlos. “Estamos trabajando al mismo tiempo competencias digitales, sociales, matemáticas y plásticas”, señala David Hispano, responsable TIC de la Fundación Collersola. Aprovechando que en el centro hay una alumna ciega en 1º de primaria, también en colaboración con la ONCE se ha montado un taller donde alumnos de 4º de ESO están aprendiendo a rotular en lenguaje Braille. El objetivo es que a final de curso buena parte de los espacios de la escuela estén señalizados en Braille.
“Nosotros queremos identificar las necesidades pedagógicas del centro y acompañarlo en todo este proceso de redefinición de los espacios y mejora de las soluciones tecnológicas, queremos hacer trajes a medida”, señala Carlos Alonso, responsable del negocio de educación de HP en España. HP es una de las multinacionales que aporta buena parte de la tecnología al programa, junto con Microsoft, Intel y Smart. Conscientes de que la tecnología a veces asusta y crea rechazo en el seno de los claustros, Alonso asegura que se ha tenido muy en cuenta la formación del profesorado. “No venimos, dejamos las herramientas y nos vamos, sino que pasamos meses conociendo el centro antes de llevar un solo aparato y muchos meses más acompañando su funcionamiento”, añade.
“La tecnología se debe usar cuando te aporta un valor añadido, cuando favorece el aprendizaje”, comenta David Hispano, para quien tenerla a mano no significa dejar de lado los materiales de toda la vida. En la ciudad sostenible, por ejemplo, también habrá edificaciones hechas con plastilina. Para Fran Criado, que es profesor de tecnología en otro centro de Barcelona, pero que como ambassador de HP dinamizó una sesión con los alumnos de la Ramon Fuster, “lo que se busca no es sólo que los alumnos se lo pasen bien, sino que salgan bien formados; es decir, que lo pasen bien aprendiendo para que así aprendan más y mejor”. “Lo que más me gusta del proyecto RTC –añade– es que consigue que los alumnos sean los protagonistas de su aprendizaje, y el hecho de que se sientan protagonistas ayuda a que tengan más ilusión y ganas, solo hay que verles la cara”.
La Fundación Collserola está formada por tres centros educativos: el Frederic Mistral-Tècnic Eulàlia, en Barcelona; la Escuela Avance, en Sant Cugat, y la Escuela Ramon Fuster, en Bellaterra. Su presidente, David Sierra, comenta que “la escuela de hoy no puede funcionar como la de hace cinco años, estamos en un momento en que se abren muchos retos en el mundo educativo y es imposible alcanzarlos solos”. Sierra se muestra satisfecho de que uno de los centros de la fundación haya sido elegido para este programa, ya que “las competencias y aprendizajes que desarrolla son herramientas muy valiosas de cara a la formación de nuestros alumnos como ciudadanos del futuro”.