Una de las mayores obsesiones de muchos centros tiene que ver con conseguir motivar a su alumnado hacia el aprendizaje. En no pocas ocasiones, lo que ocurre en las escuelas y en las «vidas reales» de niñas y niños está separado, a veces, por un abismo.
Pero, a grandes males, grandes remedios. Una posibilidad de mejora de la motivación hacia el aprendizaje es el uso del aprendizaje-servicio, como lo atestiguan en el pueblo granadino de Pinos Puente.
Tienen 400 niños y niñas de entre 6 y 12 años y un único colegio para todos. El CEPR San Pascual Bailón. Un centro de compensatoria y denominado de difícil desempeño. Con alumnado en situaciones complejas, con un 30% en riesgo de exclusión y con un nivel demasiado alto de absentismo.
Ante semejante situación, los docentes, principalmente José Fuentes y Enedina Escobar, decidieron tomar cartas en el asunto y proponer a chicos y chicas embarcarse en una actividad de aprendizaje-servicio. El objetivo primero, mejorar la situación de salud y alimenticia de todo el grupo, pero no solo.
Comienzo
Enedina y José ya habían participado el año pasado en un proyecto de aprendizaje-servicio, pero como padres, en el CEIP Atalaya. Proyecto, además, ganador de la anterior edición de los premios de la Red Española de Aprendizaje-Servicio. A esto se suma su participación en un curso sobre la mejora del entorno gracias al uso de la ciencia.
Dadas estas dos circunstancias, así como la constatación de que entre el alumnado había un alto índice de obesidad infantil provocada por una dieta no muy aconsejable y por la falta de unos hábitos de ejercicio físico decidieron tomar medidas. Así que, desp9ués de hacer un estudio sobre la situación del alumnado y de convencer al claustro y a las familias de lo interesante de hacer algo al respecto, se pusieron manos a la obra. En varios frentes.
Por un lado, con la creación de un parque donde hacer ejercicio dentro del propio centro educativo. Para eso pidieron ayuda a las familias, que fueron las encargadas de conseguir materiales para los elementos del parque (neumáticos grandes, palés…).
También les pareció interesante poner en marcha en el mismo lugar, un pequeño huerto, en el que personas del pueblo ayudaron con tierra, abono natural y otros elementos en donde plantar.
Por supuesto, familias, alumnado y personal docentes fueron responsables de, en una jornada de trabajo, poner todos esos elementos en su sitio, tras haberlos diseñado.
Pero como buen proyecto de aprendizaje-servicio, no podía quedarse en el mero trabajo con el alumnado y sus familias, de manera que parte del esfuerzo fue encaminado a mejorar también la salud de vecinas y vecinos del pueblo. Para ello, tras la creación de una maqueta a escala del pueblo, y con el asesoramiento del Ayuntamiento, se eligieron algunos puntos concretos de interés. Con dichos puntos, el alumnado creó un itinerario saludable y cultural, que el resto del pueblo pudiera recorrer y, además de hacer ejercicio, gracias a unos códigos QR, pudiera aprender diferentes cosas de pueblo, sobre su historia y su cultura.
Como parte del esfuerzo hacia afuera, el alumnado del San Pascual Bailón intervino en la IV Semana de la Salud que organiza el Ayuntamiento, con diferentes talleres sobre hábitos saludables.
Además, también se divulgó su trabajo en las Jornadas Crea, Innova, Educa de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.
No solo se ha mejorado en la toma de conciencia de la situación de salud y alimenticia que los niños y las niñas tenían y sobre las posibles soluciones relacionadas con cambios en la dieta o con ejercicio físico.
Hay objetivos más intangibles que no son medidos por los estándares evaluables y que se relacionan con la mejora de la convivencia, el aumento de los lazos entre niños y niñas, con sus docentes, de estos con las familias del centro o de este con toda la localidad en la que se encuadra.
También otros, incluso más importantes, relacionados con las actitudes y emociones que en chicas y chicos se generan hacia sus maestras y maestros, hacia su cole. En cómo aumenta su autoestima al descubrir y poner en práctica toda una serie de habilidades que hasta ese momento desconocían o no habían puesto en práctica.
Tal vez sea este uno de los mayores éxitos del proyecto Cuídate, cuídalo, haber enseñado a su alumnado que con un buen objetivo por delante es posible movilizarse y movilizar a otros por un bien común.
«Han pasado de sufrir la escuela, a vivir la escuela -comentan los dos maestros-. Le han encontrado un sentido a lo que hacen y a lo que son, porque muchos han descubierto grandes capacidades escondidas que han puesto al servicio de ellos mismos y de otros».
Muy posiblemente, esto también haya pasado con las familias del centro, que con este tipo de actuaciones ven más claramente el trabajo cotidiano que pueden y hacen los docentes de sus hijas e hijos. De cómo la preocupación por su bienestar, físico y educativo, mueve a unos y otros. Además, destacan desde el CEPR San Pascual Bailón, las familias que han trabajado dentro de la escuela «se sienten importantes en la educación de sus hijos». «Se han dado cuenta de que otra escuela es posible y que desde dentro del colegio, los niños y niñas pueden hacer grandes cosas para la localidad, cosas verdaderamente importantes».
A parte de este tipo de recompensas, que en definitiva son las importantes, también les ha supuesto conseguir el primer premio en la categoría de centros de infantil y primaria de los segundos Premios de Aprendizaje y Servicio otorgados por el grupo promotor a finales del pasado mes de noviembre.
Sombras
Desde luego, en todo grupo humano, sobre todo de adultos, no todas las personas se entusiasman o participar de la misma manera. Ni entre las familias ni entre el propio profesorado del centro.
Tanto José como Enedina aseguran que igual que ha habido compañeros que se han implicado desde el principio en el desarrollo del proyecto, como también ha habido familias muy activas, «otros compañeros y compañeras fueron y son indiferentes al proyecto y a cualquier metodología que se aleje del libro de texto», como también han tenido padres y madres «que directamente no se han implicado para nada en el proyecto, pero tampoco lo han rechazado».