Como un olivo espléndido que ve cómo, de repente, una tormenta le destroza el ramaje, el profesor y psicólogo Xavier Melgarejo asumió en 2011 la noticia de que padecía un cáncer de pulmón de pronóstico grave. Desde entonces y hasta su muerte, el pasado domingo, Melgarejo acompañó el tratamiento de la enfermedad –y su actividad docente, siempre que pudo– con una introspección sobre la relación con uno mismo, con Dios –él que era creyente–, con la familia… O con la misma adversidad. No ocultaba esta dimensión interior, todo lo contrario. La superaba, seguramente, su vocación divulgadora. Es por ello que dejó plasmados todos estos pensamientos, para quien le pudieran ser útiles, en el libro Transformar la adversidad –editado por Plataforma Educativa–, así como en un video que la editorial ha publicado en Youtube.
«En los capítulos siguientes explicaré la aparición de una enfermedad muy grave en mi vida, que me rompió y me hizo sentir cosas que no había sentido nunca, y que me obligó a luchar para sobrevivir. Explicaré mi historia porque es la que he vivido, con la esperanza de que pueda contribuir a que otras personas entiendan que está en sus manos ayudar a sus seres queridos en el proceso de una enfermedad. No se trata de exhibirme ni exhibir los seres que más quiero, sino de reflexionar sobre la enfermedad, el enfermo y su entorno para extraer lecciones de vida», expone Melgarejo en la introducción del libro, que reproducimos al final de este artículo.
Melgarejo ejerció como maestro y psicólogo durante cerca de 30 años en el Colegio Claret de Barcelona, que también dirigió durante una década. Compaginó su labor docente con la investigación sobre la excelencia del sistema educativo finlandés, así como en su divulgación allí donde le invitaban, desde editoriales -con Plataforma Educativa publicó Gracias Finlandia- hasta Administraciones públicas, pasando por incontables charlas para las que difícilmente tenía un ‘no’.
Con el libro Transformar la adversidad, Melgarejo deja una crónica pausada y muy personal de cómo afrontar una enfermedad grave, en su caso terminal. La razón de ser de la obra, ya expresada por él mismo, es la utilidad que puedan encontrarle los lectores que vivan situaciones parecidas. Una última lección que recoge –y repensa– como él comunicó la noticia a su familia, como compaginó el proceso con la actividad educativa de alto nivel, o con la necesidad de interacción social; como lidió con los altibajos emocionales de quien está sometido a un tratamiento a vida o muerte, y cómo paradójicamente transformó esta gran limitación en una vida plena.