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Sonia Gaya sabe de educación. Les puede parecer de perogrullo tratándose de la actual consejera de Educación de Andalucía, pero créanme: no es tan sencillo. Este departamento ha tenido nueve titulares desde 2007, ninguna otra área del Gobierno ha experimentado tal baile de consejeros y ninguna otra comunidad tuvo tantos en tan poco tiempo. Gaya (Huelva, 1969) tiene un requisito especialmente complejo para estar aquí: durante muchos años se sentó al otro lado de la mesa sectorial de Educación, como portavoz de FETE-UGT, y ahora ocupa el puesto de quienes antes fueron sus interlocutores. Dicen que es consejera “en virtud de la paz sindical”, y ella apunta que ha metido en la cartera la lista de reivindicaciones que dejó pendiente al otro lado de la mesa de negociación. Claro que su nombramiento tiene truco: apenas cuenta con 18 meses para cambiar o impulsar todo lo que siempre quiso hacer estando fuera. ¿Por dónde empezar?
En Primaria recomiendan mantener a un tutor con el mismo grupo toda la etapa. El Gobierno andaluz ha tenido nueve consejeros de Educación en 10 años. ¿Cómo afecta esto a la hora de definir una política educativa a largo plazo?
Creo que sí afecta, efectivamente. Porque cada consejero ha tenido una impronta especial en su mandato. También es cierto que es muy difícil gestionar la educación en una comunidad como Andalucía [1,8 millones de alumnos, unos 4.500 centros y 98.091 profesores]. La educación siempre está en el punto de mira, porque la sociedad demanda mucho de ella. A veces el perfil bueno de un consejero no acompaña a la demanda de político y social ese momento, quizá eso es lo que ha provocado tantos cambios de titular. Pero no es porque la cartera de Educación nos queme, no debe hablarse de quemarnos. Los que asumimos esta responsabilidad sabemos lo que implica. Es un reto bonito, pero fácil no es.
Usted estuvo fue portavoz de FETE-UGT. ¿Se ha traído sus reivindicaciones sindicales a la agenda de la consejería?
Como FETE-UGT, nosotros nunca hemos hecho reivindicaciones ilógicas. Siempre nos hemos preocupado tanto por los trabajadores como por la educación en sí. Ese discurso educativo lo interiorizamos en el sindicato y no lo puedes abandonar cuando llegas a la Consejería. Pero es cierto que hay cosas que ahora te gustaría hacer y no puedes…
¿Por ejemplo?
No puedes porque los recursos son limitados, tienes que gestionar y medir mucho los equilibrios. Y además eres parte de un Gobierno que también toma decisiones, pero sigo pensando que la mayoría de mis prioridades antes, lo siguen siendo ahora.
Su situación es peculiar. Se ha pasado muchos años vigilando, cuestionando y proponiendo mejoras. Ahora está en su mano. ¿Cuál es su prioridad?
Verá, no sólo tengo un tiempo muy limitado por delante, apenas 18 meses. Es que lo normal es diseñar un programa de Gobierno en educación, y yo he llegado en mitad de ese programa. Siempre he pensado que hay que empezar a arreglar cosas por la parte de abajo. Tanto cambio de modelo educativo, al final nos hace perder el rumbo sobre qué es la política educativa. Y hay que hablar de política educativa, con sensibilidad y con sensatez. Lo primero para nosotros es reabrir el debate sobre cómo organizar las etapas de Infantil y de Primaria.
¿En qué sentido?
Hemos visto cómo la Lomce ha ido secundarizando la Primaria. Ha traído un montón de especialidades y opciones, un horario muy diversificado, tienen muchísimos maestros para un alumnado tan pequeño. Tampoco sé si funcionan las distribuciones horarias entre troncales y específicas… ese debate queremos abrirlo. Hay que empezar por los más pequeños e ir comprobando hasta dónde dura el éxito y en el momento que se produzca el fallo, ahí es donde tendremos que actuar.
Los resultados de la prueba Escala (2º de Primaria) son buenos, los del PISA están por debajo de la media nacional.
Creo que será en las transiciones de curso donde hay que intervenir: entre Infantil y Primaria y entre Primaria y la ESO, pero no sólo. A veces me planteo si hay que normativizar tanto la educación, porque al ser una comunidad tan grande, las casuísticas son tremendas. Hay que regular para garantizar la igualdad, la transparencia, la objetividad… pero a veces me cuestiono si tantísima regulación impide mayor innovación o autonomía por parte de los maestros.
¿Eso es lo que le dicen los docentes? ¿Que el exceso de normativa encorseta su capacidad para educar con más imaginación?
Ellos siempre plantean que hay demasiada burocracia, que les agobia y les impide dedicar su tiempo a otras cosas más productivas. Imagínate que un maestro quiere hacer cambios en el horario de las materias curriculares, las tutorías o los talleres… no se puede porque todo está muy tasado. Difícilmente pueden abordar otro tipo de proyectos más innovadores, pero ese exceso normativo a algunos no les impide innovar. Quienes lo consiguen son precisamente los colegios que hacen un sobreesfuerzo porque están en zonas muy deprimidas social y económicamente. Esas prácticas se pueden trasladar y hacer experiencias piloto en la mayoría de las escuelas.
La crisis ha hecho involucionar el paradigma con el que pensamos la escuela. Se vuelve a hablar más desde la perspectiva asistencial que pedagógica, seguramente porque a la escuela pública le está tocando cubrir los huecos de muchas familias: comedores, aula matinal, transporte, gratuidad de libros… ¿Este debate no ha desplazado el peso de una verdadera política educativa?
Si usted lo que me está diciendo es que el profesorado cree que ponemos el acento en estas cuestiones y no en la labor docente, yo le digo que nuestro discurso compatibiliza las dos cosas. El Gobierno andaluz lucha por la igualdad de oportunidades y para ello hay que garantizar que el punto de partida de todas las familias sea el mismo. Otra cosa es que en la actividad parlamentaria, lo que nos demandan los otros grupos políticos sean cuestiones muy concretas: climatización, aulas prefabricadas… De política educativa se habla poco en el Parlamento.
¿Y centrar ahí el debate no es tramposo?
Pero yo de eso no tengo la culpa. He intentado llevar a la comisión de Educación y al pleno el debate educativo, pero al final la respuesta que encuentro es una lucha de cifras y datos. Tengo que responder a lo que me demandan legítimamente los grupos parlamentarios. Cuando se habla de inversión en educación, esto también entra y es importante. De nada sirve tener planes maravillosos, si las familias no tienen dinero para acceder a ellos.
La Consejería vendía cifras en época de bonanza, cuando se podían comprar ordenadores y pizarras digitales. El problema, quizá, es si se ha apostado por un proyecto concreto a largo plazo.
Yo creo que el problema no está en decidir una política educativa concreta. Si el pacto educativo saliera adelante, sería bueno, porque recogería aspectos en los que todos coinciden. El pacto habla de la no segregación del alumnado, de la atención a la diversidad, de la modernización de la escuela, de la Formación Profesional, del bilingüismo, de la carrera docente… Si se logra na nivel estatal 10, 15 o 20 puntos importantes que han funcionado, eso sería fundamental.
Por ahora el Pacto es una entelequia. Además, no evita el gran fantasma de este departamento: la dificultad de concreción de sus políticas… Le pongo un ejemplo: la Junta acaba de abrir la puerta a la semigratuidad de las matrículas universitarias. Es una medida concreta y fácil de cuantificar pero, sobre todo, es pionera y que distingue políticamente a este gobierno. ¿Cuál fue la última apuesta política innovadora que se adoptó en enseñanzas medias?
Hombre, empezando por la Ley de Educación de Andalucía (LEA, 2007), que fue una buena ley con gran consenso político, social y sindical. En su desarrollo de la se lograron cosas hasta la crisis. Había, por ejemplo, paz sindical. La crisis supuso un retroceso. Cuando tienes que atender a una población escolar tan grande y a una plantilla docente tan amplia, la crisis y los cambios normativos del Gobierno central obligaron a la Junta a paliar, en la medida de lo posible, lo que quedaba. Dese cuenta del triángulo: crisis, Lomce y un Real Decreto que nos ha afectado muchísimo… Es una situación en la que intentas ir sobreviviendo para que el perjuicio sea el menor posible. En ese marco, es difícil plantear una medida educativa maravillosa y exitosa. Ahora estamos en vías de recuperación, en noviembre de 2016, el Consejo de Gobierno aprobó el Plan de Éxito educativo, que introduce algunas iniciativas buenas, y debemos ir cumpliéndolas en tiempo y forma.
El presupuesto de Educación ronda los 7.000 millones. Más del 80% es plantilla docente. ¿Se puede hacer política con el dinero restante o nos confiamos a la labor docente?
Se puede hacer política con el dinero restante y se hace mucha política con la labor del profesorado.
Tienen unos 98.000 docentes. Si hay algo que usted sabe más como representante sindical que como consejera es sobre sus necesidades. ¿Están contentos con la escuela?
Una pregunta complicada. Es difícil que todos entiendan que la educación es un sistema vivo, en permanente movimiento, y que las necesidades en un periodo no son las mismas en otro. Y no por parte de la Administración, sino del propio sistema educativo. A veces en Twitter me dicen: “Parece mentira que no lo entiendas”. Yo sí lo entiendo, pero uno tiene que gestionar racionalizando los recursos públicos, haciendo un esfuerzo por afectar lo menos posible a determinados colectivos.
El otro día un interino en Twitter me decía en un privado: “Esto era muy fácil: un interino de Primaria sólo da clases de Primaria y nadie más entra a dar clases de Primaria”. Y yo le ponía el ejemplo de Secundaria: Si tú tienes seis horas de Geografía e Historia y diez de Inglés en la ESO, ¿el director qué perfil va a pedir? Y él respondía: el de Inglés. Claro, y por el Real Decreto de atribución docente, va a dar las seis horas de Historia. ¿Tú contratarías a dos profesores para las diez horas de Inglés y otro para las seis horas de Historia? Son recursos públicos, eso no puedes hacerlo.
Entiendo que se refiere al enfado de los muchos interinos que este año se han quedado fuera del sistema…
Sí, en efecto. Estos son los encajes que hay que hacer a veces, porque son horas sueltas y no todo el mundo tiene los horarios completos de su especialidad. Por eso unas listas de interinos en bolsa van más rápido y otras menos. Yo entiendo que es muy difícil esperar, sobre todo si ya han trabajado antes. El que ha dado clases un año no entiende que al siguiente no le llamen. En Primaria e Infantil además nos encontramos con el descenso de la natalidad. Si analizamos la colocación este año de la ESO, hay especialidades en que ha empezado a trabajar gente con muy muy poco tiempo de servicio (con una sola vacante), porque ahora el pico de escolarización lo tenemos en Secundaria. Hay recursos que tienes que mover dentro del sistema inevitablemente, por mucho esfuerzo que hagas por mantener a los maestros de apoyo en Primaria, aunque pasen normativamente el límite que tenemos establecido para esos recursos. Estamos trabajando con los sindicatos sobre las sustituciones, porque es verdad que lo que no puede ocurrir es que un profesor asignado a refuerzo educativo se lleve todo el año cubriendo una sustitución, eso es imposible. Los maestros de apoyo deben estar para el apoyo, y puntualmente deben cubrir una baja, y nunca de larga duración.
En general, en Andalucía, hay poco movimiento en bolsas entre especialidades…
Muy poco o ninguno. Se está trabajando con los sindicatos para permitir más movilidad y flexibilidad, por ejemplo cuando adquieran formación en idiomas. Si tú eres de Primaria y en tres o cuatro años que no se ha modificado la bolsa logras una acreditación de idiomas, ¿por qué no te vamos a permitir pasar a una bolsa bilingüe si ya tienes el título? Aquí en Andalucía las bolsas no son abiertas, como ocurre en el resto de comunidades, son bolsas anuales o plurianuales, en las que van aportando méritos. El movimiento en las bolsas es lo que aquí se pretendió con el decreto 302, y hubo un rechazo rotundo…
¿Por qué?
Porque aquí siempre ha primado el tiempo de servicio como criterio único para la ordenación en bolsa. El decreto 302 buscó más movilidad, combinando la experiencia con la formación. Si yo hago X cursos de formación, pero tengo menos tiempo de servicio, y tú tienes más experiencia, pero no haces formación, puede llegar un momento en que yo me ponga por delante en la bolsa. Eso no gustó a los interinos y se paralizó. No me atrevo a asegurarlo al 100%, pero creo que somos la única comunidad que tiene el tiempo de servicio como criterio único de ordenación en las bolsas de interinos.
Y a usted no le parece mejor que la experiencia sea el único criterio…
A ver… Yo creo que este tipo de cambios se pueden hacer cuando el porcentaje de interinos es muy pequeño. Si los interinos tienen muy poco tiempo de servicio, a lo mejor se puede ponderar más la formación… yo no lo voy a hacer, ¿eh? Porque ya tengo claro el rechazo que tuvo el decreto 302, y es un debate que no voy a abordar. Pero cuando hay pocos interinos en bolsa y con poco tiempo, es fácil introducir el debate, porque la gente entiende que el que ha aprobado las oposiciones, pero no ha conseguido una plaza, puede tener más opciones de trabajar. Es ese movimiento permanente de la bolsa el que crea expectativas laborales. No coincido con que este sistema sea bueno cuando el porcentaje de interinos sea muy alto…
Como ahora.
Como hora, efectivamente.
Ahora el porcentaje de interinidad está disparado, en parte por el tope a la tasa de reposición. Pero muchos interinos que trabajaron el año pasado se quejan de que este no han logrado plaza por errores de planificación del currículum. ¿Esto es así?
Yo no entiendo que haya habido problemas en la planificación del curso. La planificación es algo escrupuloso, otra cosa es que haya gente a la que no le gustan las asignaturas que dan. ¿Usted recuerda cuando empezó la especialidad de Primaria en 2007? Hubo una protesta general de los profesores de Educación Física y Música, porque se había creado la especialidad de Primaria, con el derecho exclusivo de impartir las materias troncales. Hasta entonces, eran los de Educación Física y Música quienes estaban habilitados para dar Primaria. Muchos de ellos se vieron desplazados y se quedaron sin trabajo. Ahora ha ocurrido algo similar cuando el Gobierno andaluz ha decidido implantar una segunda lengua extranjera obligatoria en Primaria (Francés). Por supuesto que tiene su efecto en la plantilla, pero eso no es una mala planificación. Se puede estar o no de acuerdo con las medidas de la Consejería, pero eso no es mala planificación. Y pasa lo que pasa siempre: si el maestro de Francés no tiene el horario completo y le faltan dos horas, probablemente dé dos horas de generalista. Y no ocurre al revés, porque no puedes tener al de generalista dando Francés. Eso pasa constantemente en educación. Es de sentido común.
Consejera, ¿se pueden alcanzar los objetivos de una etapa como la ESO terminando con dos suspensos?
Ese debate…yo puedo tener mi opinión personal. Lo que estamos evaluando es una etapa completa, con muchas asignaturas. El alumno puede haber cursado de primero a tercero de ESO sin problemas, y que al final de 4º le queden dos materias. Al evaluar la etapa, yo creo que no hay problema en que lo haga en junio o en una convocatoria extraordinaria. Verá, cuando oigo hablar de la cultura del esfuerzo a gente que tiene el examen dos semanas después de que acabe el curso, sinceramente, no me parece tampoco muy coherente. En la reunión con el ministro hace tres semanas estuvimos hablando de este tema, y él aludía a que debería ser uniforme lo que hiciéramos respecto a la evaluación. Yo lo entiendo pero quien tiene las competencias para regular la evaluación es el Ministerio. El ministro quiere llevar este tema a la conferencia sectorial de Educación y yo le dije que deberíamos llevar la evaluación global: si hay pruebas extraordinarias, cuándo, cómo deben ser…y partiendo de que nosotros creemos que la evaluación debe ser continua y sobre competencias adquiridas al final.
A principios de año, Andalucía decidió no renovar los conciertos a colegios que segregan por sexo. Susana Díaz dijo: “Quien quiera una escuela exclusiva de niños que se la pague”. Pero la Junta sigue financiandolos, porque los tribunales les dan la razón. ¿No sería más útil impulsar una iniciativa en el Congreso para derogar ese apartado de la ley? ¿O es que esto es una línea roja en la negociación del pacto?
No. No es una línea roja para nada. El PP, hace un mes, presentó una PNL sobre la libre elección de centros en el Congreso para reforzar ese aspecto de la Lomce que blinda los colegios con educación diferenciada. Y la respuesta del PSOE ha sido presentar tres PNL, una de ellas sobre la no segregación, no sólo por sexo, sino para evitar por ejemplo que el alumno que elija Religión no pueda escoger también Valores Éticos, porque ahora la ley le obliga a seleccionar una de las dos. La postura del PSOE andaluz es clara: no queremos la segregación ni a nivel estatal ni autonómica…
¿Cuál va a ser su impronta como consejera en estos 18 meses?
Mi impronta en un año y medio, no lo sé. Lo primero que me gustaría es que no exista tanta crispación y desconfianza en el mundo educativo, que todo el mundo tenga claro que juntos podremos hacer más cosas que por separado. Y que si estoy dispuesta a escuchar como consejera, que los demás también estén dispuestos a escuchar. Que no simplemente por ser de la Administración siempre debe haber un enfrentamiento continuo. ¿Y qué me gustaría y no está en mi mano? Pues que la educación no estuviera tan politizada.
El expresidente José Antonio Griñán solía decir que “la verdadera política es la educación”.
Sí, pero está politizada hasta el punto de que cualquier cosa que se haga está cuestionada por razones ideológicas… o lo que hablábamos antes del Parlamento, que se trate de conseguir el titular de escándalo para que la gente se alarme o piensen que las cosas no funcionan. Y entiendo que los grupos tienen su estrategia de oposición, pero ojalá los debates estuvieran en las cosas importantes de la educación.
¿Eso es una crítica o una autocrítica?
Estamos intentando marcar nuestra propia agenda política, pero a veces tengo la sensación de que la línea política no interesa. Es un poco árido moverse en este terreno. Si políticamente no puedo conseguir cierto compromiso o complicidad en una serie de cuestiones, desde luego lo voy a intentar con los padres, madres y docentes…