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Hace unos días tuve el placer de asistir a la charla que Rosa Gisbert impartió en el IV Encuentro de la Conspiración Educativa, un grupo de personas que ama la escuela pública y la educación que le da sentido.
Un inciso: Rosa se apellida Gisbert Moliner, porque también tiene el apellido de su madre, y aprovecha para destacarlo cada vez que puede. Me gustó su idea. Mi segundo apellido es Aymerich.
Rosa tituló a su ponencia ‘¿Trabajar por proyectos? ¡Naturalmente!’. Y de eso vino a hablarnos. No puedo contar al pie de la letra lo que nos dijo, pero sí lo que a mí, que asistí al Encuentro como padre, me llegó.
1. Sobre la importancia del respeto y los cuidados: Los niños y niñas tienen ganas de aprender y transformar y hay que respetar sus ritmos y las preguntas que se hacen. Hay que dejarles experimentar, porque sin experimentar no se aprende. Tenemos el deber de cuidar del aprendiz si no queremos matar sus ganas de aprender y mejorar el mundo. Eso, nos guste o no, aún sucede en demasiadas escuelas.
2. Sobre la programación didáctica: Cosas importantes hay pocas en la vida, y aprenderlas es necesario. El aprendizaje está en lo que nos está pasando. «La programación sobra». Me pregunto cuántas personas se atreverán siquiera a plantearse esto. En cualquier caso, el currículo no debe ejercer presión, sino, tal vez, servir de orientación. Hay que mirar alto para ver lo que realmente importa. Tenemos la obligación ética de hacerlo.
3. Sobre la moda de trabajar por proyectos: Guardemos la memoria de la buena pedagogía. En su origen, los proyectos perseguían la transformación social, pero hay proyectos que persiguen la asimilación social. Sí a los primeros. No a los segundos. Proyectos sí, pero con buen sentido.
4. Sobre la escuela y los docentes: La escuela tiene muchos espacios y momentos que no son educativos, y tenemos la obligación moral de cambiarlo. Según Rosa, a los profesionales de la educación se les paga por mejorar el mundo. Ojalá fuera así en todos los casos. No debemos olvidar el sentido social de las escuelas. ¿Para qué sirven sin él?
5. Sobre los proyectos y la escuela como proyecto: El aprendizaje se va construyendo. Debemos tener un reto, sin buscar únicamente el conocimiento de hechos. Un proyecto debe concretarse en un resultado, por el compromiso adquirido por el grupo que lo desarrolla.
6. Sobre los medios de las escuelas y la necesidad de compensar: No debemos olvidar el trabajo de compensación social que debe hacer la escuela. Para la escuela pública, los mejores medios. Para empezar, porque muchos de sus alumnos no los tienen. La tecnología nos ayuda. ¿Se romperán las cámaras de fotos en manos de los alumnos de infantil? No: las cuidarán porque comprenden que no deben romperlas. En mi casa vamos por la tercera cámara digital. ¿A quién se le han roto las anteriores? ¡A mí! Y los niños hacen más fotos que yo.
7. Sobre las decisiones democráticas: En clase de Rosa, cuando los alumnos tienen que tomar decisiones sobre sus proyectos, las toman juntos y por consenso. ¿Necesitan más tiempo para tomar esas decisiones? Sí. ¿Es importante lo que aprenden tomándolas? Para mí sí.
8. Sobre el menosprecio de las capacidades de los alumnos: ¿De verdad crees que los niños aprenden a leer porque su profesora se coloca cada día frente a ellos en forma de A? ¿Crees que repetir hasta la saciedad la simplona y pegajosa canción del disco que te ha proporcionado una editorial les aporta algo? No hay aprendizaje sin desafío. Los niños no son tontos. Los docentes ayudan aportando propiedad y precisión, porque el rigor es necesario.
9. Sobre el aburrimiento y el esfuerzo: Sin aburrimiento no hay creación. Nos estamos equivocando a nivel social. «La felicidad del descubrimiento nos da alas y nos aumenta la autoestima». Así el esfuerzo toma sentido.
10. Sobre la necesidad de documentar y compartir: Gisbert Moliner compartió con quienes asistimos a su charla un montón de imágenes de proyectos que desarrolló en la escuela pública de Camprodon (Girona) y de otros que ahora está llevando a cabo en Segovia. Sus imágenes y explicaciones servirán de inspiración a otras maestras. Documentar es importante, y compartir también. Tu trabajo puede servir a otras personas. Un ejemplo: en nuestra pequeña escuela rural de la localidad segoviana de Navafría han puesto en práctica un recurso educativo abierto sobre educación emocional elaborado por dos profesoras del País Vasco: Emoción, claqueta y acción, del Proyecto EDIA. Las maestras adaptaron el recurso a las necesidades de nuestras aulas, y el resultado, en lugar del vídeo propuesto por el documento original, fue una obra de teatro con títeres que los niños y niñas interpretaron en el festival Titiricole de Segovia.
Mi conclusión es que con profesionales y proyectos así se aprende mejor, y la experiencia de los profesores y familias que asistimos al Encuentro de la Conspiración Educativa lo acredita.
Y ahora mi petición: que quienes pensáis que es necesario enseñar y evaluar de otra manera os atreváis a hacerlo pese a las dificultades que podáis encontrar, porque lo normal es encontrárselas, y que los que ya trabajáis así os animéis a documentar y compartir vuestras experiencias, que pueden ser de gran utilidad para otros centros.
El cambio es cuestión de voluntad (también política). Preguntémonos: ¿Queremos personas activas o pasivas?
Y mañana en clase, ¿qué?