Minutos después de ser declarado el estado de alarma que dispuso el inicio del confinamiento obligatorio, los dispositivos móviles comenzaron a desarrollar una actividad inusual. Lo mismo sucedió con el consumo de internet. Quizás esto esté determinado por la necesidad humana de comunicarse ante la situación de estar expuestos a una crisis global sin precedentes a la vista. O quizás sea, como nos anticiparon Beck, Giddens y Lash hace décadas y como han reafirmado Selwyn y Garcés recientemente (entre otros), porque con la sociedad digital nos acostumbramos a tener y buscar compulsivamente múltiples respuestas para un solo fenómeno.
Lo cierto es que surgieron muchas iniciativas en todo el mundo mediadas por tecnologías digitales (webinars, clases virtuales, debates on line…) y publicaciones que han pretendido ayudar a la comprensión integral de la situación en la que, por primera vez en el siglo XXI, estamos insertos globalmente. Por el desafío que supuso dar continuidad al año escolar y académico y, de cara a abordar el desafío de la bimodalidad que se cierne en el corto plazo, los ojos del mundo también se han puesto en la educación y en el sistema escolar.
En este contexto es que nació #charlascovid, una iniciativa promovida por Ezequiel Passeron, director institucional de la ONG Faro Digital, y Pablo Rivera, académico de la Universidad de Barcelona, que, a partir del carácter global de la crisis y del significativo rol que las tecnologías digitales han tomado durante el confinamiento, propusieron realizar diálogos internacionales con reconocidas voces de la educación, pertenecientes al contexto académico, gubernamental y civil. Durante un espacio de una hora, y a través de una plataforma de comunicación digital, se han promovido espacios de encuentro intelectual con una manifiesta diversidad geográfica, a fin de conocer el impacto del confinamiento y de la pandemia en los sistemas educativos en distintos territorios. Así, hasta la fecha han participado representantes de los siguientes países: España, Italia, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Colombia, Perú, Brasil, México, Canadá y Estados Unidos.
Entre las voces participantes, se han realizado las siguientes charlas virtuales: Inés Dussel y Jordi Adell; Juana M. Sancho y Magdalena Claro; Aina Tarabini y Axel Rivas; Mariana Maggio y Carlos Magro; Cristina Alonso y Carla Fardella; Antonio Bartolomé y Cecilia Sagol; Cristóbal Suárez y Patricia Escauriza; Linda Castañeda y Martín Rebour; Liliana Arroyo y Jordi Jubany; Domitila Viñas y Karen Concha; Raquel Miño, Luisina Ferrante y Pablo Neut; Denise Vaillant y Francisco Imbernon; entre otros. Además de tres entrevistas monográficas con Henry Giroux, Cristóbal Cobo y Xavier Bonal.
El objetivo central de estos diálogos es construir un puente entre los distintos sectores para acercar información de valor a la ciudadanía de a pie, en un contexto en donde la sobreinformación (y la desinformación) predomina, y donde muchas veces cuesta acceder a contenidos de calidad.
¿Qué hemos aprendido durante las #charlascovid?
En términos generales, los diálogos nos han abiertos un conjunto de nuevas rutas de reflexión sobre el presente y futuro de la educación, que intentamos sintetizar en estas cinco ideas generales:
La reivindicación del rol de la escuela y la importancia de lo público
A raíz de la pandemia y consecuente confinamiento, la escuela como institución volvió a cobrar relevancia en la construcción de sentido tanto de las personas como de la sociedad, en tanto entorno fundamental para la socialización. En la línea de lo planteado por Foucault hace algunos años sobre la escuela como un espacio con el otro donde se juega lo heterogéneo, Inés Dussel nos planteaba lo siguiente: “El presente contexto otorga una significativa importancia al espacio público, al diálogo común y la cercanía social, todas dimensiones en tensión con la virtualidad total”. Si bien la pandemia y sus terribles secuelas no obligarán a modificar nuestras prácticas y políticas de acción, es imperativo asumir que como sociedad necesitamos “espacios-otros” de presencialidad como la escuela, ya que su valor reside no solo en poder formarnos intelectualmente, desarrollarnos afectivamente y políticamente (aprendiendo a vivir con otros, encontrándonos con la sociedad más amplia), sino también en la construcción y reproducción de nuestro proyecto de vida colectiva.
Desafío para las futuras políticas educativas postconfinamiento
El diseño, la implementación y el sostenimiento de políticas públicas (con S) que tengan como horizonte el desarrollo social y el ejercicio de las necesidades y los derechos humanos de las personas fue uno de los aspectos más recurrentes en los diálogos establecidos. Al respecto, Cristóbal Cobo afirmaba: “Se hace vital contar con Estados presentes, activos y comprometidos con favorecer el bienestar colectivo y potenciar la educación en su rol socializador e inclusivo, independientemente del color del gobierno de turno”. Nos referimos a pilares consensuados que deban funcionar como faros de las acciones y políticas públicas, que incluyan en su diseño a las y los actores relevantes (en el caso de la educación, a gestores, docentes y estudiantes) y que, a partir de los últimos acontecimientos, asuman su proyecto sostenible. El objetivo está en poder construir políticas desde lo macro, pero también (y ahora más que nunca) desde lo micro, que nos posibiliten vivir con equidad y bienestar social en la próxima “nueva normalidad”.
Aprender y enseñar en la virtualidad
Durante el confinamiento hemos podido comprobar lo complejo que resulta aprender y enseñar en la virtualidad. Esta es una realidad que ha sido reconocida por todas las voces consultadas. Para transitar por estos entornos se requiere otros apoyos y andamiajes concretos, que no necesariamente pre-existían. En este sentido, lo central es favorecer la asimilación de competencias digitales por quienes forman parte de la comunidad educativa. Estas competencias no deben basarse en potenciar el manejo de una técnica, de un software o una plataforma virtual en concreto. Sino más bien en apropiar digitalmente para que tanto docentes como estudiantes gocen de la autonomía necesaria para poder enseñar y aprender de la forma que prefieran.
En el marco de la era del confinamiento y postconfinamiento, Antonio Bartolomé nos decía lo siguiente sobre el profesorado: “Resulta recomendable que los docentes puedan elegir las herramientas digitales y analógicas que deseen para enseñar. Las que quieran, y no depender de un campus virtual y solo de las posibilidades que este tenga”. En el caso de los estudiantes, Mariana Maggio iba por la misma línea de favorecer la autonomía: “Hay que favorecer que estos construyan evidencias de sus aprendizajes con agencia, es decir, de la forma que más los represente y más se impliquen. Es, sin duda, una buena época para basar la experiencia educativa en el desarrollo de proyectos”
Las tecnologías digitales en el confinamiento. ¿Un nuevo mundo para las tecnofílicos?
Otro aspecto fundamental abordado en las charlas, tiene que ver con el poder y la creciente mediación de las tecnologías digitales. Estas herramientas pueden ayudarnos, y de hecho lo hacen, para permanecer en contacto e intentar continuar con la enseñanza, pero también nos enfrentan a una serie de desafíos. Acá mencionamos tres:
- Primero, el hecho de considerarlas como medios y no como fines en sí mismas. Como nos decía Juana Sancho: “La transformación de la educación está en las pedagogías, en las metodologías, en la planificación y organización de la educación, más que en utilizar tal o cual tecnología”.
- Segundo, en cuanto al sentido de la educación y las tecnologías digitales, el desafío radica en repensar y determinar qué queremos que aprendan niños, niñas y jóvenes. También de qué forma, a través de qué valores, o en qué contextos. Al respecto, Aina Tarabini nos proponía lo siguiente: “El fenómeno del confinamiento puede favorecer la inclusión de las tecnologías digitales en el contexto educativo como una transferencia del espacio de vida personal a la escuela”.
- Tercero, el creciente temor al uso de los datos por parte de las grandes empresas tecnológicas, que montan su modelo de negocio a partir de la manipulación de la atención y la explotación de nuestra información personal. Como resultado de esto, Jordi Adell, nos propone: “Cultivar una activa y manifiesta criticidad respecto al uso de los dispositivos tecnológicos que incluya a todos: niños, niñas, jóvenes y adultos en general”.
Por tanto, el foco de atención más que estar en el desarrollo de tecnologías digitales, está en comprender el sentido de su uso, prevalecer lo pedagógico y, finalmente, en garantizar las condiciones necesarias para reducir las desigualdades sociales y posibilitar a todos y todas el sentido del placer por aprender y enseñar.
El postconfinamiento: qué dejaremos atrás y qué queremos que venga
Sin ánimos de hacer futurología, una de las cuestiones que registramos como trascendentales para las pedagogías postpandemia, será el hecho de poder recoger las experiencias y los aprendizajes que niños, niñas y jóvenes han vivido en esta etapa. En este contexto, surgen las siguientes interrogantes: ¿Cómo desde nuestros espacios de formación podemos darles lugar para expresar todo lo que les pasó? ¿Cómo incluimos sus voces, perspectivas y construcciones de sentido respecto al confinamiento? ¿Podremos convertir esto en instancias de análisis colectivo, en pos de comprender y aprender lecciones sobre lo vivido? Todas estas son preguntas necesarias de ser abordadas, pero acaso ¿nos animaremos a concretarlo en acciones? ¿Vendrán los tiempos en que podremos re-enfocar la escuela hacia la construcción de un proyecto colectivo basado en la solidaridad y la justicia social? Para lograrlo, deberemos vivir un tránsito desde lo políticamente correcto a lo políticamente concreto. Como nos decía Henry Giroux: “Tomar coraje y valentía, animarnos a salir de la zona de confort y refundar la educación tal como la conocemos. Es un camino inevitable”.
Algunas reflexiones finales
Son innumerables los desafíos a los que estamos expuestos. Algunos los pueden afrontar con mayores recursos y herramientas, y muchísimos sin tener siquiera acceso. Porque en materia educativa, la pandemia puso un reflector gigante sobre las desigualdades sociales preexistentes.
En los conversatorios hemos intentado invitar a la reflexión partiendo de las sensaciones individuales de cada uno de las y los participantes. Ya que consideramos algo esencial, para este momento histórico y excepcional que estamos viviendo, el poder pensarse, comprenderse (sobre todo a nivel emocional) y compartirlo con otros. Luego, hemos indagado en sus impresiones sobre la infinidad de desafíos a los que el sistema educativo está expuesto. Desde distintas ramas del conocimiento, hemos intentado abordar la complejidad de nuestra realidad actual. Como profesionales al servicio de la educación necesitamos trabajar en pos de la igualdad y la equidad, disminuyendo las brechas sociales, para acabar con la segregación. Esta iniciativa se suma a tantas otras que ponen al bienestar común como horizonte. Es por eso que de acá en adelante llamaremos #educaciónsincontrol al programa con el que buscaremos expandir estos esfuerzos colectivos.
Pablo Rivera-Vargas, Universidad de Barcelona y Ezequiel Passeron, ONG Faro Digital