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No es raro escuchar, en algunos círculos, que España tiene 17 sistemas educativos diferentes. Aunque eso tendría muchos matices que acordar, desde luego tienen maneras de mirar al mes de septiembre que son realmente distintas. A veces, divergentes.
Hace unos días, el presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, habló de la necesidad de una gran contratación de profesorado de cara a la vuelta en septiembre. La consellera, Meritxell Budó, aseguró que «si la escuela no puede comenzar el curso en septiembre con la misma normalidad que el pasado curso, que todo indica que será así, necesitamos un refuerzo de miles y miles de docentes para dar respuesta a las necesidades de los alumnos y sus familias». Una cantidad que de hecho han cifrado en 9.000 personas más.
El problema, la posibilidad de que el alumnado tenga que volver en grupos de 15 por aula. Lo que, de facto, supone un desdoble del sistema educativo. Ni las administraciones autonómicas quieren, ni seguramente pueden, asumir el gasto que esto supondría en obras y contratación de nuevos docentes. Cataluña espera poder hacer esto sin realizar oposiciones y solo «tirando» de las listas de interinos.
Habría que estudiar «la manera de reducir la distancia en las aulas si se tienen otras maneras de proteger a los estudiantes desde el punto de vista sanitario». Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, decía estas palabras después de celebrarse la Conferencia de Presidentes el pasado domingo. «Porque si no va a ser una drama para muchos colegios que no se pueden adaptar a esas medidas de distancia entre mesas en las aulas», aseguraba. Parece claro que no se contempla la posibilidad de hacer contrataciones más o menos masivas ni de buscar, como dice que hará Cataluña, espacios públicos alternativos en los que poder atender a la población escolar.
Y esta idea de hacer una vuelta al colegio con «normalidad», de momento, recaba la mayoría de representantes autonómicos que han hablado del tema. Decía el vicepresidente de Castilla-La Mancha, también tras la Conferencia de Presidentes, que «no es lógico que en los colegios se exijan unas medidas que no se exigen fuera» y que «no podemos estar todo el verano compartiendo espacios y pretender que en septiembre, en las aulas, no se tenga una situación similar».
«Con todos los alumnos en el aula», decía Javier Imbroda, consejero andaluz de Educación, que habrá que hacer la vuelta a las aulas. «Desde la normalidad».
Javier Lambán, presidente de Aragón, lo resumía así: «Si reducimos las ratios por aula para marcar distancias suficientes entre los alumnos, el incremento de coste de profesorado es inasumible. Si combinamos enseñanza presencial y telemática, es tal el esfuerzo de logística que es inabordable». También desde su comunidad se pide que, si las circunstancias sanitarias lo permiten, comience el nuevo curso con «normalidad».
Eso sí, si se produjese una situación extraordinaria que aconsejase acciones similares a las vividas desde el 13 de marzo, sin dilación habría que tomarlas. Esto parece bastante común.
Leticia Cardenal, presidenta de CEAPA, cree que es «imposible» hacer una vuelta a las aulas en septiembre con normalidad y pone el énfasis en la necesidad de que se invierta en escuela pública, con un plan de acompañamiento para evitar que nadie se quede atrás, ya sea por razones de brecha digital o por capital cultural de las familias.
La representante de las familias cree que para hacer un correcto inicio de curso el próximo mes de septiembre, es necesario que se atiendan a los desdobles recomendados por las autoridades sanitarias, así como la contratación de personal específico como PT y AL, así como que se devuelva la inversión perdida en educación pública.
Raimundo de los Reyes es presidente de Fedadi, la federación que agrupa a las y los directivos de institutos públicos. Para él, el mejor escenario posible de la vuelta en septiembre pasa porque se haya tenido la previsión de tener tres o cuatro posibles situaciones protocolizadas para no llegar, tras las vacaciones de verano, y tener que improvisar en función de la situación educativa y sanitaria.
Desde luego, el ideal sería poder volver con normalidad, aunque no parece que este vaya a ser el escenario final. Y aunque De los Reyes no apuesta por ninguno, sí tiene claro que en el caso de comenzar el curso de la misma manera que termina este, se hace necesaria una inversión importante que pueda proveer de equipamientos (aunque no solo) al alumnado en mayores dificultades, así como al profesorado, que lleva tres meses trabajando en casa con sus propias herramientas.
En la situación de que hubiera que ir a un sistema mixto, con parte del alumnado en las aulas y parte en sus casas, habría que tener en mente también una mayor inversión. Por no hablar de que una misma solución no tendría que ser buena ni para todas las comunidades autónomas ni para todos los centros educativos. De los Reyes cree que en estos escenarios intermedios, además, deberían involucrarse diferentes administraciones, no solo las autonómicas ni solo las educativas. La administración local y los servicios sociales deberían jugar un papel importante en la búsqueda de soluciones.