Hace unas semanas el Proyecto Atlántida hacía públicos los datos de un estudio que realizaron entre abril y mayo para conocer la opinión de las familias y el profesorado sobre cómo se estaban desarrollando los aprendizajes durante las semanas de confinamiento.
No eran especialmente alentadores. Aproximadamente un tercio de las chicas y chicos no pudieron seguir el aprendizaje a distancia. Es, al menos, la opinión de los 3.700 profesionales de la enseñanza que contestaron. Un porcentaje muy similar (25%) de familias (5.900) reconocieron dificultades de diferentes tipos para conseguir que sus hijas e hijos siguieran aprendiendo de una forma óptima. Unos porcentajes que contrastan con el 10 o 12% que reconocían desde el Ministerio de chavales que no tenían acceso a las tecnologías necesarias para permanecer conectados.
Uno de los asuntos que puede haber influido en estos datos es el hecho de que buena parte de las familias han pasado este tiempo teletrabajando desde sus casas. De manera que se han tenido que compartir dispositivos, los horarios para realizar tareas (laborales o escolares), por tanto, se han visto alterados y la capacidad de las familias para poder apoyar a sus hijas e hijos durante este tiempo tampoco ha sido el mejor, dado que han tenido que compaginar diferentes tareas (profesionales y de cuidados).
El hecho de que no haya suficientes dispositivos en los hogares, o que aquellos no sean los mejores para seguir las «clases» o hacer las tareas que se encomiendan, es una de las cuestiones que todas las administraciones educativas se han desvivido por anunciar que solucionarán, con más o menos inversiones en equipamientos o trabajos para mejorar las plataformas de aprendizajes.
Pero el estudio de Atlántida desvela que no es solo una cuestión material, de infraestructura. La falta de costumbre o de aprendizaje a la hora de trasladar la enseñanza a un entorno de virtualidad o distancia, tiene un impacto mayor. Tanto a docentes como a familias (y a alumnado), le falta formación en el uso de estas herramientas, en la creación de espacios que pudieran ser homologables a un aula.
Con todo esto, los investigadores señalaron que «el aprendizaje de todos los estudiantes se han visto fuertemente afectado por el cierre de centros y el confinamiento; en una tercera parte de los casos, la perdida de aprendizaje podría haber sido severa».
A vueltas con el currículo
Desde hace años son muchas las voces que defienden la necesidad de una simplificación del currículo, que lo haga menos académicista y más centrado en las competencias. Parece que esta es una de las apuestas más importantes del Ministerio de Educación de cara al próximo curso.
La posibilidad de hacer agrupaciones de materias así como la intención de revisar los contenidos curriculares está sobre la mesa. Según la investigación de Atlántida, de entre los docentes que contestaron a la encuesta, aquellos que trabajan con la mirada más pendiente de las competencias clave (básicas, hace algún tiempo) valora positivamente el trabajo que ellos mismos, los centros y las familias han venido trabajando. Todo lo contrario de quienes han seguido manteniendo un modelo basado más en la memorización de los contenidos. Bien es cierto que desde el grupo investigador se tiene en cuenta que buena parte de quienes contestaron al cuestionario forman parte de centros educativos en la órbita del propio grupo Atlántida.
Hasta ahora se han conocido algunos de los planes de las comunidades autónomas de cara a la organización del inicio del próximo curso. El contraste en este sentido es mayúsculo. Por ejemplo, de la posibilidad brindada por la Comunidad Valenciana para reorganizar materias, grupos y docentes, frente a la Comunidad de Madrid que, más allá del uso obligatorio de la mascarilla (no hay ninguna intención de mantener el metro y medio de distancia en las aulas) no va a tomar ninguna clase de medida en relación a lo ocurrido estos meses atrás y a lo que prevén todos los expertos (un rebrote en los próximos meses).
Y en relación a esta disparidad de criterios que han venido desarrollando las comunidades autónomas en las últimas semanas, los firmantes del estudio ponen el acento en la necesidad de que se establezcan diferentes escenarios ante la posibilidad de nuevos cierres, parciales o totales, de las escuelas durante el otoño próximo.
No solo por una cuestión de evitar contagios, sino para frenar la pérdida de aprendizajes que las y los participantes señalan que ha ocurrido desde el mes de marzo pasado. Si no se desarrollan planes para las posibles contingencias futuras, difícilmente podrá actuarse de una manera más eficiente si vuelven los confinamientos en los territorios.
Recomendaciones
Nueve son las recomendaciones que el grupo de investigación pone sobre la mesa a la luz de los diferentes resultados que recogieron en su investigación. En algunos casos coinciden con lo que han estado haciendo las últimas semanas las diferentes administraciones educativas. En otros, es posible ver, precisamente, las dificultades que en no pocos momentos han sido patentes para llegar a acuerdos que den respuestas coordinadas para algunos de los problemas más importantes a los que tendrá que responder el sistema educativo en los próximos meses, si no años.
- Puesta en marcha, por parte de las administraciones (de la central a la local) de planes de apoyo frente a las brechas digital y sociocultural que se han identificado.
- Planes de asesoramiento relacionados con las brechas identificadas que puedan servir para docentes y familias a la hora de afrontar este verano y el inicio del próximo curso.
- Integrar en la práctica el modelo de tareas sociales en las que coinciden contenidos clave y procedimientos que facilitan un aprendizaje profundo para toda la vida.
- Flexibilizar el currículo, pero dando prioridad al aprendizaje competencial.
- Reorganizar los centros teniendo encuenta la posibilidad de tres modelos: presencial, a distancia y mixto.
- Reforzar el desarrollo profesional docente teniendo en cuenta las necesidades que se han ido identificando.
- Puesta en marcha del Centro de Desarrollo Curricular para vertebrar el currículo en todo el estado, con las aportaciones autonómicas. Sumar la posibilidad de un Instituto de Formación para las familias.
- Crear campañas de sensibilización sobre la importancia de la educación para evitar en lo posible un aumento del abandono y el fracaso escolar.
- Construir acuerdos mayoritarios para nuevas políticas educativas.