Carmen García es la responsable del Programa de Infancia de Cáritas, organización que hace unos días hacía público su informe sober los últimos 12 meses: Un año acumulando crisis. La realidad de las familias acompañadas por Cáritas en enero de 2021. Un tiempo en el que han tenido que incrementar sus ayudas y acompañamientos para hacer frente al medio millón más de solicitantes que han recibido en el último año frente al anterior por culpa de la pandemia de Covid-19. 500.000 personas, muchas de ellas mujeres, asegura García, detrás de las cuales habría que sumar a sus familias, a sus hijas e hijos.
Han sido meses de intenso trabajo en los que la organización ha dedicado 3,3 millones de sus ingresos al apoyo a las infancias y a las y los adolescentes, con acompañamientos que han ido desde lo más puramente académico hasta lo relacional, pasando por el buen uso de las pantallas y las redes sociales. Un trabajo que promete continuar siendo necesario durante todo este 2021, como mínimo).
Los datos de vuestro informe de incidencia en este año de pandemia son tremendos. ¿Cuál es su situación de niñas y niños actualmente?
Como dices, los datos son un poco desoladores. El número de familias que ha solicitado que les acompañemos en este proceso de crisis ha sido bastante importante. El informe habla de 500.000 personas más, pero no solo es el aumento cuantitativo sino la forma de acompañamiento que hacemos a las familias, a las infancias y a los jóvenes, ha sido bastante complicado. Hemos tenido que cambiar las formas, las miradas, para centrarnos en lo telemático. Ha sido complicado el proceso de acompañamiento y el estar presentes en la distancia con las familias.
Con muchas chicas y chicos que estaban en la ESO ha habido una gran preocupación porque ha habido importantes desfases curriculares. Dicho en palabras de algunos adolescentes, la fase de confinamiento fue un fin de semana largo. Muchos, directamente, dejaron de asistir a las clases el 11 de marzo, y no se reincorporaron hasta septiembre y en algunos casos todavía hay situaciones en las que no están yendo a clase presencialmente o lo hacen con muchas precauciones debido a los miedos que tienen ellos y sus familias. Es una situación de desfase curricular, de momentos en los que el aprendizaje significativo ha sido bastante complicado de procesar. Desde Cáritas siempre hemos planteado que la transmisión intergeneracional de la pobreza era la base y el sistema educativo generaba desigualdades de partida y, ahora, con la ausencia de la presencialidad hemos podido constatar que se han generado aún mayores niveles de desigualdad en las infancias vulnerables.
En los momentos de confinamiento duro y aún ahora, el tema de las adicciones con o sin sustancias, o de ciberbullying ha sido muy significativo
Esta herencia de la exclusión, en estos meses de confinamiento sobre todo, habrá tenido mucho que ver con la brecha digital.
La brecha digital ha sido un motor de lo que ya venía siendo la brecha educativa que estaba presente. Lo que ha hecho ha sido acelerar procesos. A partir de ahí, me gustaría plantear que hay varios niveles de brechas digitales: un primer nivel que tiene que ver con la carencia de recursos tecnológicos, ya sea un ordenador, la tablet o la conexión wifi. Una segunda brecha que tiene que ver con las competencias digitales y el uso respetuoso de lo digital. En los momentos de confinamiento duro y aún ahora, el tema de las adicciones con o sin sustancias, o de ciberbullying ha sido muy significativo. Es una brecha que a las familias más vulnerables les ha afectado de manera significativa e importante. Y, también, planteo una tercera brecha digital, la que tiene que ver con la relación social, con el capital social. Las comunidades virtuales hoy dia están más que presentes entre los jóvenes y la ausencia de la posibilidad de relacionarse ha sido muy significativa en muchos ámbitos. Durante la vuelta al cole decíamos que era necesaria, no solo por el aprendizaje, que también, sino por la necesidad de relación con los iguales.
El reparto de dispositivos, de tarjetas wifi, de tarjetas SIM… ha sido una de las claves en el acompañamiento de este proceso. Todo esto unido muy de cerca, y es la base fundamental, al acompañamiento a las familias. No podemos dejarlas solas con recursos que no conocen o que tienen ciertos riesgos además de ventajas. Hemos querido plantear el derecho a la conexión y a la desconexión. Nos parecen elementos básicos y claves. Este derecho a la desconexión enlaza mucho con el tiempo libre saludable que en este proceso ha brillado mucho por su ausencia y que es clave en los momentos de aprendizaje y de formación de las infancias y la juventud.
Esto habrá cambiado mucho desde marzo a septiembre. A pesar de esta “nueva normalidad”, sí habrá habido cierta mejoría en la situación de los menores.
El punto de partida era bastante complicado en marzo, el curso pasado. Ha habido una mejoría clara. Aunque no nos gusta hablar de nueva normalidad, sino de una nueva realidad, y a partir de ahí tenemos que caminar en escenarios que hasta ahora han estado llenos de incertidumbres, dando pasos hacia atrás y adelante.
En el curso pasado, las infancias estuvieron muy invisibilizadas, mucho, y reconocimos mucho la labor de todas las familias que han tenido que hacer también de docentes, de acompañantes de juegos, de cocineros, de tantas labores. Y las infancias nos dieron un claro ejemplo de conducta y de seguir adelante.
Los chavales echan de menos poder estar con las amistades de la manera en la que lo estaban antes
En este curso, ha habido un cambio importante. Ha habido ciertos caminos que se han andado con la apertura de los centros educativos, que ha sido clave, al menos para darnos cuenta de que vamos avanzando en elementos de rutina que son tan importantes. La ruptura de rutinas durante el confinamiento, como las del sueño, ha sido grave y poder recuperar los hábitos y las rutinas en este periodo ha sido clave.
Aunque los chavales echan de menos poder estar con las amistades de la manera en la que lo estaban antes, hay una mejoría respecto al curso pasado.
Habláis en el informe también de la salud psicosocial durante estos meses… ¿Cómo ha afectado todo esto a la salud de chicos y chicas?
Muchísimo, es uno de los elementos que hemos incorporado como clave dentro de nuestros acompañamientos. Se habla muchas veces de ansiedades entre las infancias y, adicionalmente, se han detectado muchos casos de depresiones. El haber estado tanto tiempo conviviendo en espacios que muchas veces no son los mejores, se han producido deterioros de la convivencia, unidos a las situaciones de estrés como si comeré hoy, si me quitarán la luz, si me van a desahuciar… Es un estrés que los adultos transmiten a los niños y niñas. A partir de ahí, cuadros de ansiedad y depresión han estado presentes. Lo emocional nos preocupa mucho y generamos procesos de acompañamiento, por un lado, a las familias que somos quienes les transmitimos o les contagiamos de alguna manera estos miedos y, por otro lado, a las niñas y niños. No concebimos acompañar a la infancia de manera aislada del resto de su entorno familiar. Creemos que tenemos que tener en cuenta esta mirada global, desde ahí, desde lo emocional. Generamos procesos individuales y sobre la relación con otros, con iguales. Es decir, la relación intrafamiliar, interfamiliar y con sus iguales.
Nos hemos dado cuenta en este tiempo que es más fácil salir de la crisis juntos que solos. Y en ese sentido creemos que estos espacios comunitarios que hemos utilizado cobran más relevancia.
Decíais en el informe que estas redes de amistades, no solo en la infancia, se habían visto afectadas este tiempo.
Uno de los elementos que más nos han agradecido las familias, más allá de la aportación de ayudas de necesidades básicas, es que hayamos estado ahí y la escucha que les proporcionamos. Han sido momentos en los que estar en familia ha estado más presente que nunca. Nos hemos dado cuenta de que estar en familia no lo ejercíamos desde hacía mucho tiempo. Sobre todo en las familias que acompañábamos. El hecho de escucharles, con esa presencia en la distancia, ha sido algo que nos han agradecido muchísimo. Precisamente por esa ausencia de relaciones que han tenido en muchos momentos.
GHabláis de medio millón más de usuarios nuevos o que han vuelto después de más de un año sin necesitarlo- ¿Tenéis cifras de cuántos de ellos son menores de edad?
Exactamente no tenemos cifras porque muchas veces, quienes acuden a Cáritas suelen ser las mujeres, madres, cabezas de familia. Y detrás de ellas siempre hay más personas, en este caso, infancia. Sí te puedo decir que de ese medio millón, la mayor parte son familias, con dos o tres niños de media por familia. Y además, están las familias más vulnerables, las monoparentales y las numerosas. Son a las que mayoritariamente más les afecta la transmisión hereditaria de la pobreza. Pero no me atrevo a darte un número porque contabilizamos a las personas que vienen y muchas veces, detrás hay más. Muchos son, evidentemente, menores de edad.
Una de las dificultades de las familias que atendéis es hacer frente a los gastos de material escolar, como todos los septiembres. Pero me imagino que este año habrá sido tremendo…
Efectivamente, han bajado los ingresos de las familias y buena parte de esas necesidades básicas atendidas han sido los gastos educativos, durante septiembre y octubre. Necesitamos comer y muchas otras cosas más. Necesitamos que el punto de partida de los niños, de las niñas, cuando llegan al colegio no sea de entrada de desigualdad de materiales y recursos. Que siempre ha existido. No es nada nuevo. Lo que pasa es que este año se ha incrementado. Y a partir de ahí, lo relacionado con lo digital, porque muchas clases han empezado de manera digital o en muchos momentos se han visto confinadas… Todo esto seguimos apoyándolo de alguna manera con la donación y, también, el préstamo de equipos digitales.
La conciliación es en función de los horarios laborales, en ningún caso se piensa en los horarios de las infancias y mucho menos en sus necesidades
Pensaba en la conciliación, ahora que hablabas de aulas cerradas por confinamientos. ¿Cómo lo hacen las familias en peor situación?
Es muy complicado porque las medidas de conciliación familiar han venido muy dadas desde el trabajo telemático. Y, como sabemos, las familias más vulnerables son las que desarrollan menos los trabajos telemáticos. De manera que la falta de conciliamción ha sido el punto de partida. Esto, unido a la ausencia de redes sociales en las que apoyarse, evidentemente ha sido una complicación importante. Muchos niños y niñas, durante todo este proceso, y hoy por hoy, si su clase está confinada, se están quedando solos en sus casas. Con todo el estrés que esto conlleva para la madre y el padre y con todo lo que implica para esos críos que están solos durante periodos largos porque las jornadas laborales son las que son.También hay detectadas familias, unas 9.000, con rostro de mujer, que tuvieron que renunciar a trabajos por estar con la crianza, tuvieron que elegir.
Parte de la labor que hemos hecho, sobre todo durante el confinamiento puro y duro, ha sido apoyar en las labores de conciliación. Los espacios y centros que generamos y tenemos tienen varias áreas y fines claros y uno de ellos es la conciliación. Lo que nos da mucho pesar es que la conciliación es en función de los horarios laborales, en ningún caso se piensa en los horarios de las infancias y mucho menos en sus necesidades. Y los tiempos de las infancias terminan siendo los tiempos de los adultos y estos son los horarios laborales que tienden a extenderse cada vez más. Y en estos momentos de crisis, se ha visto agravado, evidentemente.
¿Cómo os planteáis este 2021? Además de con mucha incertidumbre y con preocupaciones.
La incertidumbre está presente desde hace tiempo y lo que hacemos es caminar con escenarios alternativos, sabiendo que es lo que nos toca vivir en estos momentos. En ese sentido, dentro del acompañamiento a las familias, un primer reto es seguir haciéndolas sentir que estamos presentes, es esa labor de escucha y acompañamiento; g. Generar esos lugares de relación inter e intrafamiliares y con los iguales, es otra de las grandes claves. Para nosotros, de entrada, ser freno de la transmisión intergeneracional de la pobreza impone varios elementos. Es el gran reto que tenemos por delante y es el que se ha visto agravado ahora con toda esta crisis,.
Acompañar a los adultos dentro de sus habilidades y labores parentales, en la conciliación. También acompañar a las familias con el enfoque de derechos. El derecho a la educación, el derecho digital, el derecho a ser felices, en una palabra: son derechos desde ahí planteamos nuestra actividad. En ese sentido tenemos varios elementos: competencias digitales, tratar de reducir las desigualdades educativas como elemento clave, y reducir todo este impacto emocional que, a lo mejor, ahora no es tan visible en las infancias, pero que creemos que a lo largo del tiempo nos puede pasar una factura que nos preocupa sobremanera.
Hablando de enfoque de derechos, recordaba la anterior crisis económica de la que la infancia sale más perjudicada que ningún otro sector social. Parece que el olvido de las infancias no es solo de estos doce meses… ¿Crees que España apuesta por su infancia?
En la crisis anterior quedó claro que las familias con hijos e hijas fueron las más perjudicadas. Esta es más grave que la anterior, entre otras cosas, porque el punto de partida era peor. Muchas familias no se pudieron recuperar ni estaban en condiciones de hacerlo.
Agilizar la vuelta al cole en septiembre, en muchos casos, ha sido por necesidades de conciliación de los padres y las madres
Respecto al papel del Estado como garante de derechos, creo que tiene muchas carencias y tenemos que seguir presionando, denunciando y demandando que se suplan. Una de ellas es todo este sistema de cuidados y conciliación que no está asumiendo. Los centros educativos están haciendo esta tarea y al desaparecer se ha constatado que no se está ejerciendo. Agilizar la vuelta al cole en septiembre, en muchos casos, ha sido por necesidades de los padres y las madres, no desde las necesidades de las infancias de ir al colegio.
Hay muchos elementos en los que se están dando pasos, como la Ley contra las violencias contra la infancia. O la alianza contra la pobreza infantil, aunque sea un espacio sin presupuesto… Pero estos pasos son insuficientes. Mientras en el confinamiento hubo medidas que se plantearon en función de las diferentes edades, en ningún momento se visualizó a los niños. Fue un poco por la presión de los padres y madres porque necesitaban que salieran a la calle. Al menos, los adultos podíamos ir a la compra. Vimos situaciones dramáticas. Puedo entender cualquier política, pero no se ha pensado en los tramos de edad de niños y niñas más pequeños y en sus necesidades. Hay mucho por avanzar.
Y sobre las políticas públicas, hemos visto cómo se aprobaba el ingreso mínimo vital IMV y, al mismo tiempo, las pocas personas que lo han podido recibir, han dejado de percibir otras ayudas autonómicas, dejando a algunas en una situación muy complicada… ¿Cómo está afectando esta situación?
Y se suma que es todo telemático y hay muchas de esas familias sin medios o conocimientos para gestionarlo. Partiendo de la base de tener el conocimiento como para solicitar la ayuda, ha sido muy complicado. Creo que en el informe se habla de un 70% de familias que no tenían conocimientos para solicitar el ingreso. Ha habido muchos compañeros y compañeras de Cáritas que buena parte de su tiempo lo han dedicado exclusivamente a acompañar en la solicitud del IMV.
Desde Cáritas veníamos solicitando el IMV desde hace mucho, mucho tiempo, pero nos hubiera gustado que se facilitara la solicitud y se agilizara concederlo.
Llegamos al final de la entrevista, no sé si hay algún mensaje con el que te gustaría cerrar.
Desde Cáritas nos preocupa mucho la situación que tenemos. Creemos que las infancias, los jóvenes y los adolescentes están siendo los grandes olvidados en toda esta crisis. A partir de ahí, nos preocupa que se les haya señalado en algún momento como los grandes contagiadores. Todo lo que están aguantando en los centros educativos, todo el día con la mascarilla, con las ventanas abiertas y el ejemplo que nos están dando. Hay que reconocérselo. Esta sociedad debe reconocérselo de verdad. Que se sientan también protagonistas de sus vidas que no dependan de decisiones de adultos que no les tienen en cuenta, que no les tenemos en cuenta.