Somos una Fundación que ejercemos el periodismo en abierto, sin muros de pago. Pero no podemos hacerlo solos, como explicamos en este editorial.
¡Clica aquí y ayúdanos!
La Biznaga es un colegio pequeño. Línea una. Tiene alrededor de 140 alumnas y alumnos. Está enclavado en Málaga, en el barrio de La Moscal, y mira, desde lo alto, a la ciudad y al mar. Se accede a él por una angosta carretera que suele colapsarse en los momentos de dejar a las criaturas y recogerlas. Prácticamente no caben dos coches en el ancho del pavimento.
La Biznaga es un centro público que desde hace casi una década trabaja siguiendo las premisas del Proyecto Roma, desarrollado por el catedrático de la Universidad de Málaga, Miguel López Melero. Unas líneas que han dado sus frutos a lo largo del tiempo y que, en muy, muy pocas palabras, se fundamentan en la inclusión de todo el alumnado sin atender a las etiquetas, en su participación activa en la vida del centro y en la democracia como seña de identidad.
La Biznaga es un centro en el que María José Parages, su de momento directora, puso en marcha el proyecto, contra viento y marea. Cree firmemente en lo que hace. En lo que lleva 10 años haciendo, a pesar de los problemas que le ha supuesto. Entre ellos, hace cinco años, cuando un grupo de docentes decidió abandonar el centro porque no se adaptaban a los principios del Proyecto Roma.
Ahora, La Biznaga se encuentra en mitad de un proceso que, si sigue como hasta ahora, dará por finalizado el esfuerzo de María José, de buena parte del claustro y de las familias que lo componen. Algunas de ellas recorren, a diario, 80 kilómetros (ida y vuelta) porque están convencidas de lo que allí pasa.
Antecedentes
A mediados del pasado mes de abril se celebró una reunión de la comisión de evaluación que debía decidir el futuro de la dirección del centro. En ella, había representantes de la comunidad escolar y, por supuesto, el inspector. Tres eran las candidaturas: una de ellas, la de la actual directora, María José Parages; otra, del secretario, Francisco Huertas y, por último, la de una maestra de infantil, Teresa Sánchez.
Según cuenta la directora, hace meses habían acordado presentar candidatura en un intento de evitar que llegase un proyecto ajeno al centro y que este cambiara por completo. Según ella misma cuenta, la idea era que cuando llegara el momento de la evaluación, tanto la de la maestra como la de Francisco quedarían fuera para que así se asegurase la continuidad.
La sorpresa llegó cuando Francisco Huertas decidió continuar adelante y llegar hasta la evaluación por parte de la comisión pertinente.
Unas horas antes de que eso ocurriese, relata la directora, aparecieron una madre y un padre del centro a su despacho. Habían consultado los diferentes proyectos de dirección y querían dejar constancia de que habían detectado un plagio en el de Francisco. Ella tomó nota y avisó a su inspector. Según cuenta ella misma, el inspector le quitó hierro al asunto del plagio, alegando que era algo más o menos común.
En el momento de la baremación de los proyectos de dirección, durante la comisión de evaluación, un representante de las familias volvió a sacar el tema del posible plagio ante la comisión. Según cuentan otras fuentes, de nuevo, se le quitó hierro.
Finalmente, el proyecto de Francisco obtuvo más puntuación que el de la actual directora, María José Parages, incluso en los puntos en los que, según parece, fueron plagiados. De esta manera, si todo sigue su curso normal, el proyecto del centro se verá trastocado a partir de septiembre.
Este periódico se ha puesto en contacto con Francisco Huertas, secretario del centro y próximo director, para recabar su versión de lo ocurrido en las últimas semanas, pero declinó hacer declaraciones hasta que no fuera totalmente oficial su nombramiento o no como director. Entre otras cosas, porque sobre la mesa planea la posibilidad de llevar este cambio de la dirección a los tribunales.
Al mismo tiempo, la Delegación Territorial de Educación en Málaga asegura que, hasta donde saben, el proceso de relevo de la dirección ha sido limpio y sigue sus cauces. Según estas mismas fuentes se confirma el cambio «por parte de la comisión evaluadora». «En cuanto a las acusaciones de plagio, aseguran, no procede puesto que son fragmentos de la normativa del Proyecto Educativo vigente del centro».
El presunto plagio
Sheila Queralt es perito en lingüística forense. Ha sido la encargada de hacer un estudio sobre ese presunto plagio que se habría cometido. Ella insiste en que la denominación de plagio le corresponde, en cualqiuer caso, a un juez.
Con la información en su poder, eso sí, ha determinado que el proyecto de dirección presentado por Francisco Huertas tiene alrededor de un 26% de su contenido idéntico al de otros tantos proyectos de dirección. Algunas partes corresponden a otros centros educativos y, otras, al proyecto de dirección que en su momento presentó María José Parages para ser la directora de La Biznaga.
Queralt realizó el trabajo de peritaje con la documentación que le fue proporcionada, es decir, hasta nueve documentos diferentes de centros sendos proyectos educativos.
Para llegar a su conclusión se ha valido, en primer lugar, de un software específico en la identificación de copias. Con dicho programa determinó que, al menos, había partes de textos de hasta nueve autores diferentes, “no solo palabras, párrafos enteros, incluso páginas” estaban reproducidos en el proyecto ganador. A este trabajo, explica, se añade el de comparación de tablas y figuras que el software no identifica. También han encontrado coincidencias en estos casos. “Algunos estaban copiados, otros con modificaciones, sin el nombre de la fuente original”, explica Queralt al teléfono.
Doce de las 51 páginas del proyecto ganador están copiadas, aunque al trabajar solo con estas fuentes, la perito no puede asegurar que no hubiese más páginas que tambén lo estuvieran. Es el 25,8% del total del texto, sin contar con las figuras, tablas y cuadros. “El texto no es independiente, es evidente” dice Queralt. Según la experta, es imposible que por alguna casualidad estos textos coincidiesen. Han sido copiados.
Ejemplo de inclusión
Teresa Sánchez es docente en la Universidad de Málaga, de Didáctica de las Matemáticas. También es investigadora (ha hecho algunas aportaciones precisamente sobre el Proyecto Roma) y, para rizar el rizo, sus dos hijas han pasado por La Biznaga. Una de ellas está cursando este año 1º de ESO mientras que su hermana continúa, de momento, en el colagio.
Tiene claro su apoyo incondicional al proyecto. Su hija Inés, la mayor, llegó al centro cuando comenzaba 2º de primaria, rebotada de otro centro del que salían muy a disgusto por el trato recibido.
Según cuenta, la habían diagnosticado un problema de inteligencia límite y con esa losa había estado en el anterior centro. Realizó el cambio a La Biznaga y, según cuenta, María José Parages le dijo que hasta que no hubiese conocido a la niña no leería el informe de diagnóstico.
A los meses, habló con Teresa para decirle que ya lo había hecho, ambas cosas, y que no creía que el “problema” de su hija tuviera que ver con falta de inteligencia. Esto fue en 2º de primaria. Sánchez cuenta que en 6º, el curso pasado, la niña lo pasó “pegada” al especialista. En ese tiempo, se detectó que Ines tiene un problema grave de visión y disfemia genética, es decir, tartamudez que le dificulta la comunicación. Una disfemia que no le impidió ser elegida representante de su clase ante la asamblea general del centro dos meses y medio despúes de llegar al centro.
Para Sánchez, lo logrado por su hija se debe al trabajo que han hecho desde el claustro, y especialmente por María José Parages, para que fuera posible. Le preocupa que en el proyecto ganador de la evaluación se hable de ABP, con proyectos, comenta, que no saldrán del alumnado, sino del profesorado; en el que se llevarán a cabo adaptaciones curriculares (“se me ponen los pelos de punta”, dice), en vez de trabajar con cada niña y niño para que adquiera los mismos aprendizajes que el resto. “El problema no es de los niños de no aprender, sino la incapacidad de los docentes de enseñar” según las necesidades de cada cual.
“En esta escuela, continúa, el ‘yo soy tonta’, desaparece”. “A mi hija le dio la vida, aprendimos que hay otra manera de vivir, de enfrentar la problemática”. “Niños y niñas van a ir el resto de su vida con una etiqueta y, además, les vas a hacer una adaptación curricular, ¿perdona? ¿no estás viendo cómo les cambia la vida a las criaturas?”, se pregunta Sánchez.
Los tribunales
A pesar de que Francisco Huertas prefiera no dar su versión de los hechos, y de que la Delegación Territorial y la Inspección de Educación de Málaga insistan en que no ha habido un caso de plagio, fuentes cercanas al proyecto Roma aseguran que desde la Administración se ha tomado una decisión política que pasa por cambiar la dirección y dejar morir el desarrollo del Proyecto Roma en este centro.
La directora María José Parages presentó alegaciones por la puntuación que su proyecto obtuvo, así como por el desarrollo de la comisión de evaluación y por la presunta copia del proyecto de dirección que sacó más puntuación. El hecho de que desde la administración se insista en que todo el proceso se ha desarrollado correctamente ha hecho que Parages se haya planteado acudir a los tribunales. De momento, su abogado prepara un recurso contencioso administrativo si las alegaciones no prosperan y el cambio de dirección se manteiene.
Mientras tanto, una sensación agridulce, al menos, en parte de la comunidad educativa del centro. El presidente del AFA, Sebastián Sarmiento, explica que buena parte de las familias que acuden al centro lo hacen única y exclusivamente por el proyecto que en él se desarrolla. Espera que todo pueda reconducirse y tiene claro que, pase lo que pase, «lo superaremos».