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Diego Fernández Vilaplana y Alejandro Barber Miró son dos profesores de Historia y Geografía del IES Andreu Sempere de Alcoy y del IES Pare Arques de Cocentaina, respectivamente. Ambos, junto con el ilustrador Román Sánchez, han elaborado el libreto No olvidemos. República, guerra y represión en el Alcoyano y el Condado. Este proyecto, creado en torno al Foro por la Memoria Histórica y Democrática en Cocentaina, y concebido durante el verano, reúne, aparte del libro, un montón de documentos adicionales que incluyen propuestas de actividades, películas, documentales, novel gráficas.
El proyecto tomó el vuelo como consecuencia de la poca profundidad con la que se estudia este período de la historia. “Observamos que había bastante desconocimiento, en parte porque estos temas se ven a final de etapa: al final de primaria, en cuarto de la ESO cuando ya se acaba el curso, al final de segundo de bachillerato… y muchas veces no da tiempo a verlo en condiciones”, explica Barber. En definitiva, como puntualiza el autor, «se trata de un tema al que difícilmente llegas». Aunque este contenido es temario obligatorio, especialmente en la segunda etapa de bachillerato, en el examen de acceso a la universidad puede elegirse entre el siglo XIX y el siglo XX. Por eso mismo, Diego afirma que “muchos se lo botan y todavía no tiene el peso que debería en la enseñanza”.
Con un enfoque que va desde un punto local a los aspectos generales, los autores han querido acercarse a la realidad que vivieron los vecinos de Cocentaina. La juventud, que escucha a sus padres contar la transición, ya sus abuelos, contar la dictadura y vestigios de la posguerra, se adentra en un temario largo y estático que se encuentra en los libros de texto. Por este motivo, plantearles un contenido abierto a la experiencia de visitar sitios históricos, a la reflexión ya identificar elementos cercanos a ellos, ayuda a que se les despierte la curiosidad. Desde anécdotas y fotografías del patrimonio cultural de Muro y Cocentaina, hasta Alcoy, Banyeres…, la historia es mucho más fácil de comprender y asimilar.
Presentación y lenguaje, claves para atraer a los estudiantes
La forma de explicar este contenido ha comportado un trabajo de investigación. Debían averiguar cuál era el lenguaje más atractivo para los jóvenes. En primer lugar se plantearon hacer un cómic, pero la complejidad les llevó a pensar en otro soporte. “Encontré que era complejo transmitir con este formato el ancho de temas que se querían tratar, y trabajábamos con el tiempo comiéndonos los talones”, explica el ilustrador Román Sánchez. Sin embargo, la idea principal que seguían no cambió: “Queríamos que fuera atractivo y que partira de la realidad más cercana que tienen, para después ir a la parte más genérica, la más accesible en todas partes”, comenta Diego. En resumen, «poner en valor los vestigios que tenemos en la comarca de la República, la Guerra Civil y del franquismo», apunta el autor.
El papel de las ilustraciones convierte a este proyecto en atractivo para los jóvenes que están acostumbrados a tratar en las escuelas con libros menos dinámicos. “Intentar acercarnos a ellos desde los mismos textos a los que accedemos nosotros puede no ser la solución –afirma Diego– ellos tienen unos lenguajes propios, más visuales”. Por eso mismo, perseguían la idea de hacerlo didáctico, escribir textos fáciles de entender y que no fueran demasiado largos, e introducir imágenes tanto dibujadas como documentales. «El punto clave está en encontrar el equilibrio entre que no fuera demasiado infantil ni demasiado dramático, estilísticamente hablando, y adaptarlo a lo que ellos están más acostumbrados», explica Román. En resumen, que las ilustraciones ayudan a que el contenido sea menos árido y que “no se acerquen con el miedo con el que se acerquen a un libro de texto”, comenta Diego.
A raíz de este pensamiento, también elaboraron un vídeo-presentación en el que se explica brevemente los contenidos que serán estudiados, acompañados de dibujos gráficos elaborados por Román Sánchez. Según sus palabras, se trata de un «aperitivo». Esto les llamó mucho la atención a los estudiantes de la vertiente de artes que, muchas veces, como explica Diego, le preguntan para qué les sirve la historia. «Si ven la posibilidad de que en un futuro se pueden dedicar a esto, si ven que todo tiene aplicación… la respuesta se les presenta más clara», comenta Diego.
El funcionamiento del proyecto a prueba en un aula del instituto
La clase de tercero de ESO ya ha tenido la oportunidad de aprender con este librito. Alejandro pone una canción, una de las tantas propuestas en el banco de recursos. En ese caso, suena Justo, de Rozalén, pero también podría ser Los olvidados, de Pedro Pastor. La canción se canta antes de empezar el tema e introduce lo que se hablará: la Guerra Civil y el sufrimiento de la población. La música prepara ya las reflexiones que se realizarán a lo largo de la lección. «Despierta emociones a los alumnos y hace que el tema les sea más atractivo», explica Alejandro. Luego, leen el librito y los niños preguntan.
En este curso se ha planteado desarrollar estos momentos históricos después de las vacaciones de Navidad a raíz del temario de educación por la paz y la organización política de sociedades, donde se habla también de democracia, dictadura, guerras y represión.
Este contenido, siguiendo el objetivo con el que se planteó el proyecto, no es estático. Alejandro está aprovechando las primeras semanas de instituto después de las vacaciones para presentar estos temas a sus alumnos, y explica que no quiere dedicarle más de tres semanas. «Nuestra idea es tener unos materiales que puedan ser utilizados en cualquier momento y muy flexibles, sin actividades cerradas», cuenta Alejandro. De esta forma, los recursos y el libro se pueden adaptar a las necesidades de los alumnos, ya que cada clase es diferente y cada profesor sabe la realidad que tiene allí dentro. De hecho, como explica Diego, «incluso hay quien nos ha dicho que el material se podría trabajar también en la primaria».
Más allá del ámbito educativo: una reivindicación del patrimonio
Una de las actividades que se propone en las fichas, que se encuentra en la página web del proyecto, es visitar los túneles donde se escondían los ciudadanos durante la Guerra Civil, uno situado en Alcoy y otro en Cocentaina. El hecho de que el contenido sea online posibilita que incluso se pueda escuchar la sirena antiaérea, un recurso que crea curiosidad a los alumnos y les adentra completamente en la experiencia. A raíz de esta visita, los alumnos reflexionan sobre los sentimientos que experimentarían estas personas, la desesperación cuando deben correr hacia los refugios cada vez que sonaba la campana de aviso de aviones o la sensación claustrofóbica y de agobio que se experimenta una vez dentro. Trabajando con la empatía, se explica un punto clave de la historia de España.
Esta actividad permite trasladarse a otras zonas y hacer una reflexión similar. Alejandro Barber estuvo mirando los puntos por donde vigilaban los aviones para avisar a las ciudades y que a la gente les diera tiempo a esconderse, pero resultó que éstos estaban totalmente derribados. «Se trata de valorar también este patrimonio, que lo es legalmente, pero que si nadie lo apunta, queda escondido», explica Diego, «y está claro que a veces hay asociaciones memorísticas que lo realzan, pero se trata de que la Administración se involucre”.
Las instituciones educativas transforman a las sociedades y le dan eco a temas que no tenían. Un ejemplo de ello se encuentra en el Instituto de Alcoy, que forma parte de la red Mai Més, auspiciada por el amical de Mauthausen. El IES logró que se pusieran mostradores en conmemoración a los alcoyanos que sufrieron y murieron en los campos de concentración y de exterminio a raíz de un encuentro con varios centros del País Valenciano. «El centro educativo va más allá de las paredes de la institución y provoca que la memoria esté en el conjunto de la población», recuerda Diego, y asegura que el temario que han creado «no es sólo un material para trabajar en clase, también es para que el material trabajado trascienda”.
Por este motivo, se han planteado más adelante que los alumnos realizaran trabajos de investigación. De este modo, se invita a la juventud a investigar historias locales de este período, historias que incluso pueden descubrir ellos. “Haciendo el trabajo de investigación para averiguar a los alcoyanos que habían ido a Mauthausen, los alumnos rescataron historias que nadie se había dignado a buscar”, afirma Fernández.
La posibilidad de ampliar este trabajo en todo el territorio valenciano está ya sobre la mesa, y de hecho ya se está hablando con Consellería. Creen que de ese modo, se pondrían en valor más cosas. “Hay muchas historias valencianas interesantes de esa época, y también muchos elementos arquitectónicos”, dice Alejandro. Este acto facilitaría que los valencianos, según explican los autores, sientan la historia de sus antepasados más cercana y pudieran entender su pasado, importante para el futuro. Al fin y al cabo, es conseguir que este período no se quede en el olvido. “Ningún alumno ni alumna debería salir de la educación obligatoria sin conocer la historia más cercana y más reciente, y que finalmente determina nuestra realidad”, concluye Diego Fernández.