Esta entrevista ha sido publicada en el blog Arts&Educació
En medio de Vilassar de Dalt, un pueblo del bajo Maresme (Cataluña), encontramos la escuela La Immaculada, una escuela concertada, pequeña, de una sola línea, que trabaja por proyectos siempre relacionados con el arte y muy familiar. Antiguamente era una escuela de religiosas concepcionistas, pero hace ya 17 años que pasó a ser de las familias. Su lema es: Una escuela en la que hacerse preguntas. Así que hoy queremos hacer algunas a Dimas Fàbregas, que lleva más de treinta años como maestro de arte en esta escuela y hace nueve que es su director.
¿Qué es para ti el arte? ¿Y el arte en la educación?
Creo que realmente el arte es un elemento que puede ayudar a transformar la educación. Cuando introduces estos lenguajes artísticos en un proceso de aprendizaje ya estás transformando. La mirada artística enriquece el proceso de aprendizaje, que es un proceso complejo y fascinante. Lo que nos demuestra que el arte está conectado con todos los elementos de la vida.
En nuestra escuela tenemos una actividad en primaria llamada L’artista de la setmana (El artista de la semana, en castellano), una franja de media hora semanal de conversación a partir de una obra arte. Esta nos permite trabajar el razonamiento, la oralidad, actitudes democráticas y de respeto hacia los demás, etc.; mucho más allá de conocer a los propios artistas y su obra. Para analizarla siempre nos fijamos en tres cosas: la aproximación emocional que responde a los sentimientos y emociones que nos provoca, la aproximación física para conocer los materiales y técnicas que se han utilizado, y la aproximación conceptual que es la que nos permite preguntarnos.
De hecho, todos los aprendizajes de la escuela se atan con algún lenguaje artístico. Es un camino de dos direcciones, puede que les presentemos la obra de un artista que les haga reflexionar y hacerse preguntas, o bien que investiguen sobre un tema que les preocupa o les genere cuisidad a partir de un artista que también se haya interesado por esta temática.
La mirada artística enriquece el proceso de aprendizaje, que es un proceso complejo y fascinante. Lo que nos demuestra que el arte está conectado con todos los elementos de la vida.
A lo largo de tu formación, ¿en qué momento viste claro que el arte era una clave para la enseñanza?
Desde el primer momento. Cuando me propusieron hacer educación artística, yo ya pensaba que el arte en la educación es clave. De hecho, cuando se empezó a hablar de globalizar aprendizajes, yo ya hacía tiempo que lo hacía sugiriendo a los alumnos analizar y ver cómo trabajan los artistas, tenerlos como referente para, después, poderlo aplicar a nuestra manera, no copiándolos si no aprendiendo sus formas de hacer.
Piensa que yo llevo treinta años trabajando en este sentido. En la escuela llevamos muchos trabajando los artistas y su técnica, visitamos museos y otros espacios artísticos, y hacemos nuestras instalaciones y obras de arte que mostramos a las familias. Todo ello hace que maestros, alumnos y familias potencien su mirada crítica y esto es uno de los valores más positivos que tiene nuestra escuela.
¿Y por qué no hay especialista de arte en los centros educativos?
La verdad no lo sé, y tampoco lo entiendo. Está el de música, el de inglés… Sería ideal que hubiera más especialistas. Cada uno experto en un área, y ayudarnos y enriquecernos mutuamente. Pero también creo que lo fundamental es establecer conexiones entre nosotros. Es importante que el equipo de maestros comparta. Aquí al ser una escuela pequeña, somos poquitos y, por tanto, todos nos implicamos mucho.
Pero poco a poco se van dando avances. Yo ahora estoy muy contento con la Carta de las Artes en la Educación del CoNCA. Ha sido muy bonito ver cómo más de trescientos profesionales de la educación y las artes se han reunido y unido fuerzas para redactar una hoja de ruta que apueste por el arte en la educación.
Has sido coordinador en el ICE de la UAB del equipo de arte y escuela. ¿Cuál era la emisión de ese equipo? ¿Todavía sigues?
El grupo ya existía y yo entré a formar parte. De hecho, fue gracias a Carmina Bosch, una profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, que nos vino a realizar un asesoramiento en lengua. Cuando le conté todo lo que hacía en el aula me habló del grupo de Arte y Escuela del ICE y enseguida me apunté. Más adelante me ofrecieron llevar la coordinación, pero la dejé cuando cogí la dirección de la escuela. Pero el grupo sigue existiendo, ¡verdad!
También colaboras con museos, ¿qué te piden? ¿Y qué representa para ti poder participar?
Con esta idea de educación 360 donde todos somos agentes educativos, cada vez hay más museos implicados que también ofrecen formaciones a maestros. Éste es el caso de la Fundación Joan Miró o el museo Picasso.
Recuerdo especialmente una formación que hice con Apropa Cultura en el museo Picasso. El público que tuve era muy diferente al habitual, personas que cuidan de otras personas. Me maravilló la cantidad de recursos y la imaginación que tienen para salir adelante en su día a día. Fue una experiencia preciosa.
Una vez abres la caja del arte en la educación no te la acabas
De hecho, ahora estas colaboraciones las hago mucho de la mano de Marco Fragoso, también maestro de arte en la Escola Camins de les Franqueses del Vallès, y Toni Vila, maestro de arte de la Escola Betània Patmos de Barcelona. Juntos hemos formado el 3art educa para hacer formaciones a maestros. Empezamos por la pandemia haciendo pequeñas píldoras, con ideas para hacer en casa, y ahora seguimos. Lo cierto es que nos entendemos muy bien y preparamos materiales, herramientas y recursos para las formaciones. Justo ahora tenemos una colaboración con la Fundació Joan Miró. Una propuesta para familias con nueva mirada para ir más allá de los colores de Miró.
Una vez abres la caja del arte en la educación no te la acabas. Yo siempre digo a los maestros que es necesario salir de la zona de confort para enseñar y aprender. Si te arriesgas y estás al día de todo pueden salir cosas bien chulas.
De hecho, con el MACBA hiciste la prueba piloto de una de las primeras escuelas Magnet, proyecto de la Fundació Jaume Bofill. Y ahora formas parte del Equipo de Formadores de Alianzas Magnet. ¿Cómo es trabajar en este proyecto?
Actualmente, colaboro puntualmente con la Fundació Jaume Bofill por el proyecto de escuelas Magnet. En su día, tuve la suerte de participar en la implementación de este proyecto aquí en España. Fue en cinco escuelas piloto como Josep Maria de Sagarra en el barrio Vallcarca de Barcelona que tenía como partner el museo del MACBA. Mi misión era hacer de puente para que ambas partes vieran cómo podían aprender unos de otros y el revés.
Las escuelas Magnet son centros con poca matrícula, estigmatizados, etc. que se vinculan con un partner que quizás es una institución cultural o está relacionada con el mundo de la ciencia. La vinculación que nace a menudo puede hacer revertir la situación de la escuela. En el caso de la escuela Josep Maria de Sagarra así fue, logró girarla como un calcetín. Ahora tenemos una escuela en la que las artes están muy implicadas.
Para mí es un proyecto muy bonito porque es todo un reto, y pienso que me ayuda a crecer profesionalmente y aprendo muchísimo.
También ofreces formaciones a centros y profesores para que adopten los lenguajes artísticos como punto motivador en sus proyectos educativos. ¿Te sientes como una especie de influencer de maestros y alumnos?
Hace muchos años que ofrezco formación a maestros y realmente tengo muchísima demanda. Cada curso me sorprende ver que sigan pidiendo hablar de arte y educación, pero yo me siento muy agradecido. Sobre todo porque esto significa también que cada vez hay más maestros, centros, centros de recursos, instituciones, bibliotecas, entidades culturales, etc. que realmente valoran el arte en la educación.
Este trabajo de ir formando maestros y asesorando a centros, realmente me hace sentir muy contento. Todo ello nos permite crear red para ir compartiendo y aprendiendo constantemente. Ver qué hacen los demás y mostrar lo que hacemos es muy interesante.
Yo no estoy mucho sobre el tema, pero un día alguien me dijo: «Tienes 3000 seguidores en Twitter» y yo pensé: ¡Madre de dios, señor! Quizás eso sí significa ser influencer. Está claro que los maestros de una u otra forma influimos sobre nuestros alumnos, esto seguro y, por tanto, debemos poder ser unas buenas influencias para ellos. Con mis alumnos sí que veo un cambio, sobre todo con los que se hacen mayores y salen de la escuela. Cuando me encuentro por la calle o las redes y me dicen:- “He ido a ver una exposición…”, siempre pienso que hemos abierto una ventana nueva. Ya que son alumnos que han aprendido que el arte es una forma de comunicar, de disfrutar y han entendido que sin el arte la vida no es tan bonita.
¿Y a ti quién y qué te influye?
A mí me han influido mucho dos personas. Por un lado, Amelia Arenas, llevaba un proyecto dentro de la Fundación La Caixa que se llamaba MIRA (Método Interactivo de Reflexión a partir del Arte), algunas escuelas participábamos y nos hacía formaciones. Y por otro, Neil Mercer, experto en lengua, y que conocí durante la época del ICE. Él nos enseñó que la palabra es nuestra herramienta más importante de comunicación. Yo esta idea la junté con las palabras que nos provoca el arte, ya que una pieza de arte debe hacernos pensar, reflexionar, conversar, debatir… y así aprendemos.
Aparte también me influyen y aprendo de todos los compañeros y compañeras que me encuentro en mi día a día en la escuela, y todos estos equipos y procesos en los que he estado. Como el de las escuelas Magnet con Fanny Figueras, David Vilalta, Xavi Geis, Victoria Carbó o Roser Argemí.
Ahora aprendo mucho con Marco y Toni de 3art educa. Tenemos tres miradas distintas sobre el arte, y nos complementamos muy bien. Cada uno tiene muy claro lo crucial que es la educación en el arte en los centros, para que los niños tengan experiencias educativas de gran calidad.
Ahora eres director en la escuela La Inmaculada de Vilassar de Dalt, ¿cómo es el proyecto educativo de tu escuela? ¿Algún proyecto que ahora tengas entre manos o para el futuro que puedas explicar?
En La Inmaculada desde los inicios se me valoró mucho que tuviera una educación artística. Cuando hicimos el cambio de titularidad, ese momento fue primordial para reinventarnos. Nosotros veíamos que había escuelas que estaban haciendo cosas, y que nosotros también las hacíamos. Así pudimos engancharnos a proyectos como el de la Escola Nova XXI y al Laboratorio de Transformación Educativa que nos permitían avanzar en este sentido. Y poco a poco, los lenguajes artísticos ganaron peso en ese esqueleto que es el proyecto educativo de nuestra escuela. Somos una escuela hormiguita que nos gusta estar en todas partes, allí donde veíamos una oportunidad de transformación educativa.
Para mí, la escuela es un laboratorio. Cada año hacemos proyectos, pero hay dos que se van intercalando año tras año. Por un lado, tenemos El árbol de las preguntas donde los niños expresan sus preguntas y buscan juntos sus respuestas. Y, por otro, el Congreso de Aprendizajes en el que elegimos un gran tema de escuela para investigar conjuntamente. Nos mezclamos por comunidades de pequeños, medianos y grandes, y estudiamos este tema y otros subtemas que han escogido los alumnos. Al final hay un congreso con sus acreditaciones y cada grupo expone con ponencias lo que ha aprendido al respecto.
Tenemos también el proyecto de aprendizaje de km 0, donde preguntamos a expertos sobre cuestiones para las que que, humildemente, el maestro no tiene respuesta. Esto genera un valor importante para los vecinos y vecinas y, a la vez, convertimos a todo el mundo en un agente educador.
¿Cómo convencerías a alguien de la escuela más tradicional de que el aprendizaje también puede ser creativo?
Me he encontrado personas, sobre todo en formaciones de claustros y de equipo de maestros, que no lo ven tan claro esto de la educación en el arte. Pero es importante escucharlos para después darles herramientas y ponerlos en situaciones en las que vean que sí es posible, y que ellos también son capaces de salir de la zona de confort, transformarse y aprender.
Recuerdo mucho el caso de una maestra de la escuela Josep Maria de Sagarra, de la prueba piloto de las escuelas Magnet, ella estaba a punto de jubilarse y fue valiente y se animó a ver arte contemporáneo en el MACBA. Al final vino a verme y me reconoció que había disfrutado muchísimo con la experiencia y que no imaginaba que sus alumnos pudieran decirle cosas tan interesantes.
¿Cómo te definirías como profesor? ¿Cómo son tus clases?
Mis clases van mucho que plantear una idea a partir de un artista o su obra. Después dejamos un tiempo de reflexión, organización, etc. para ver qué acción podemos realizar para expresar esta misma idea. Así se activan los procesos de analizar los materiales, técnicas artísticas, etc. Siempre son propuestas abiertas a fin de tener también respuestas abiertas y dar visibilidad a la gran diversidad.
De hecho, gracias a las maletas de artistas que llegan a las clases de infantil, los más pequeños pueden empezar a conocer la gran diversidad del arte. Puesto que con ellas trabajan artistas de todas las disciplinas, aprenden diferentes técnicas artísticas y comienzan a hacerse preguntas.
¿Cuál ha sido la mejor respuesta que te ha dado un niño con respecto al arte?
De los niños aprendemos muchísimas cosas. Es bonito ver cómo se van haciendo mayores y ven que el arte abre puertas y les da oportunidades y posibilidades.
Recuerdo ahora mismo un grupo clase de 6º que quiso juntar el arte y las matemáticas. Buscaron los números que los identificaban y yo les enseñé a artistas que utilizaban números en su obra. Así realizaron una obra de gran formato en diferentes tonalidades de azul.
También otro 6º les intrigó mucho saber por qué las calles del pueblo tenían su nombre. Buscaron información en la biblioteca, pero no encontraron ningún libro que hablase de ello. Por eso, decidieron hacerlo ellos mismos. Un proyecto que les llevó a hablar con archiveros, editores, etc. Diseñaron la cubierta y consiguieron el dinero para publicarlo haciendo una rifa de una cesta en Navidad. Ahora su libro, Les carrers de Vilassar, se encuentra en la biblioteca.
¿Cómo imaginas la escuela del futuro? ¿Nos queda mucho camino por recorrer?
Yo creo que cuando entras en los procesos de transformación educativa, te das cuenta de que nunca se acaba porque siempre hay camino por recorrer.
La escuela del futuro debe dar oportunidades a todo el mundo, tener muy en cuenta estas diferencias entre niños, que les dé voz para poder opinar sobre la escuela y su funcionamiento, y un equipo de maestros que trabaje más en red. Me imagino una escuela que se conecta con su entorno inmediato y, gracias a las nuevas tecnologías, con otras partes del mundo.
Y doy por supuesto que todos los campos de conocimiento y todas las disciplinas artísticas estarán presentes. Porque, en el fondo, la educación trata de encontrar las conexiones que existen en todos estos conocimientos.
Y a los niños y niñas de hoy, ¿crees que con todas las herramientas que les estamos dando sabrán enfrentarse al mundo que les espera?
La verdad es que a mí me sorprende mucho cómo hablan los niños y jóvenes de hoy sobre el mundo que les dejamos. Te dicen directamente: los adultos no lo han hecho bien. Y tienen claro que deben arreglarlo pero con nuestra ayuda.
Tienen muy claro que las cosas deben cambiar, y se sienten empoderados y con fuerza para hacerlo. Qué herramientas tendrán, es difícil saber. Pero actualmente hay gente joven que ya está realizando iniciativas, así como iniciativas artísticas que permiten empezar a cuidar más de nuestro planeta.
El mundo que viene, el futuro de los niños, es un mundo interconectado, más sostenible, más justo y que busca mejorar la calidad de vida de todos.