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«Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino». Con esta cita del escritor José María Perman, recuperada por Carme Martínez-Roca, fundadora de la Asociación Fem Pedagogia, ha iniciado el octavo Seminario de Nuevas Oportunidades Educativas, organizado por la Diputación de Barcelona y que ha llevado por título ‘Orientar a las familias en el acompañamiento de jóvenes en riesgo de abandono escolar prematuro’.
En este encuentro se ha puesto el foco en el papel de las familias de jóvenes que, por distintos motivos, tienen problemas a la hora de afrontar sus itinerarios educativos y de inserción laboral. Tal y como lo ha definido Carme Martínez, el seminario ha sido un «recetario de buenas prácticas» tanto para las familias como por los diferentes servicios que las acompañan. La idea que ha planeado a lo largo de toda la sesión ha versado sobre la importancia de la comunicación y el trabajo en red, que debe ayudar a enfocar el acompañamiento.
La base de esta tarea es conocer y entender cuál es el contexto familiar del joven en riesgo de abandono. «Hablamos de situaciones muy complejas, en las que a menudo las familias tienen mil cosas en la cabeza y el espacio mental totalmente ocupado», ha asegurado Martínez. Cuestiones materiales de supervivencia como la crisis económica, la crisis de roles o los cambios sociales y laborales pueden ser grandes preocupaciones por un núcleo familiar que no acaba de saber cómo afrontar la situación educativa de sus niños.
Por eso es importante establecer vínculos con las familias; vínculos basados en el reconocimiento de su capacidad de resiliencia. «Debemos hacerles entender su fortaleza», ha expuesto Carme Martínez, quien ha añadido que esta es una tarea que debe hacerse en conjunto entre todos los agentes que, desde el territorio, trabajan con la misma familia. Porque la orientación educativa no es sólo una tarea de escuelas o centros educativos.
Una familia en riesgo de exclusión social puede ser usuaria de un gran número de referentes, lo que puede llegar a estresar y hacerles perder el hilo de los cuidados. «Hay una sobrecarga de referentes y es normal que haya algunos aspectos que se desatiendan», ha expuesto Eli Sánchez, orientadora del servicio Som U de la Unidad de Escolarización Compartida (UEC) de Mataró. En esta línea, con Sònia Latorre, directora de la UEC, ha coincidido en la necesidad de una buena comunicación entre todos los referentes y que todos tengan presentes las necesidades que puede afrontar la familia, para realizar un correcto acompañamiento y derivación.
De otro modo, se corre el riesgo de que existan aspectos que no se traten. Ésta es una de las preocupaciones de los profesionales de la Escuela de Nuevas Oportunidades Educativas (ENOE) de Terrassa. Meritxell Garrigós, coordinadora del servicio, se lamenta de que hay muchos entes municipales que aún no los conocen lo suficiente como para recomendarlos y, por tanto, hay muchos jóvenes que pierden una oportunidad de orientación.
La importancia del efecto Pigmalión
Otro de los puntos clave, según las expertas que han participado en el seminario es hacer partícipes tanto a la familia como al joven de su proceso de orientación. La comunicación continuada y asegurarse de que entienden el servicio es importante para garantizar el éxito del proceso. Sobre todo teniendo presente que, en lo referente a los itinerarios educativos, hay muchas creencias que no se ajustan a la realidad. “Somos servicios que, en ocasiones, no se entienden. Muchas familias vienen buscando el título de la ESO, entendiendo que es imprescindible porque las únicas salidas válidas son el bachillerato o los ciclos formativos”, apunta Garrigós.
Desde el servicio Som U también insisten en que hay muchas salidas, más allá de estos itinerarios. Su labor se basa en acompañar durante mínimo tres años a los jóvenes que han estado en una UEC (la hayan completada o no) y asegurarse de que encuentran el camino que más se sienta a ellos. Su experiencia les hace recalcar la necesidad que tienen muchos jóvenes de detenerse y, antes de continuar un itinerario formativo, trabajar algunas competencias básicas. «A menudo tenemos chicos con problemas conductuales, falta de puntualidad o responsabilidad, que deben trabajarse antes de encarar nada más», explica Sonia Latorre, directora de la UEC de Mataró.
Hablamos de jóvenes, tal y como recordaron las participantes en el Seminario, que requieren de itinerarios y atención muy personalizada, capaz de afrontar los problemas y carencias particulares de cada uno. Este enfoque es importante, sobre todo, porque estos y estas jóvenes y sus familias a menudo “vienen quemados de su experiencia en la secundaria, de donde sólo reciben ímputs negativos. Debemos esforzarnos en ampliar la comunicación y transmitir cosas positivas, cambios de conducta que, aunque nos parezcan pequeños, ayudan a las familias a entender qué hace su hijo o hija”, explica Marta Solano, educadora social de la ENOE.
Una mejora en la puntualidad, una buena nota en un examen o una actitud participativa son buenas noticias que deben transmitirse y que pueden ayudar a mejorar el vínculo entre las familias y los servicios. “Cuando se cuenta con la familia, ésta entiende el proceso de orientación por el que está pasando su hijo. Y, si lo entienden, se convertirán en un agente más”, apunta Sánchez, quien recuerda la importancia del efecto Pigmalión, que se refiere a la potencial influencia que ejerce un actor sobre otro.
Confiar en las familias las convierte en un actor activo y, por tanto, no serán dependientes de los servicios de los que son usuarias. Esto es importante porque, según recuerda Carme Martínez Roca, uno de los objetivos de la orientación es conseguir que las familias sean autónomas en el acompañamiento. «De esta manera, entenderán y respetarán los tiempos de sus niños, partiendo de la base de que las segundas oportunidades son necesarias para todos».
Asumir que la ESO no es el camino ideal para todos, que cada uno va a su ritmo y que hay quien necesita parar y reorientar sus decisiones es clave para su orientación. Por eso mismo, quien acompaña debe ajustar las expectativas hacia los jóvenes, lo que genera unos vínculos más fuertes y sinceros. “A veces cuesta, porque esperar y tomar caminos que escapan de lo normativo retrasa los resultados. Pero nada está bien hecho que no quede presente. Aunque no lo vemos, estamos labrando”, explica Carme Martínez.
El Seminario ha puesto de manifiesto que la orientación educativa es una tarea compleja pero necesaria. Y, tal y como han puesto de manifiesto tanto Josep Monràs, presidente del Área de Educación, Deportes y Juventud, como Javier Silva, diputado delegado de Juventud de la Diputación de Barcelona, es “un reto imprescindible que todavía no ha conseguido ‘escalera necesaria’. Ambos han alabado la labor de los municipios, en tanto que actores de proximidad, a la hora de conseguir que las familias «sean parte de la solución y no del problema», asegurando que, como suele ser, el trabajo en red es imprescindible para afrontar retos complejos.