A Antoni Benaiges, maestro del pueblo, se lo llevaron al monte y cara al sol las pistolas del fascismo le dieron un tiro en la nuca. Tenía veintitantos años y una enorme pasión por su trabajo. Por eso llevó la vida al centro del aula y desde la vida enseñaba a pensar. Hizo de la escuela un lugar apropiado, es decir, un espacio propio, de los niños y de las niñas, un lugar apacible y tranquilo en el que se sentían felices aprendiendo y enseñando. Puso la magia de la imprenta al servicio de las palabras de los niños y enseñaba a bailar tanto como a sumar o multiplicar o escribir sin faltas de ortografía.
Benaiges vivía en sociedad, comprometido con el progreso humano, por eso al salir de la escuela escribía en un periódico sus propuestas de transformación social. Y estaba organizado junto con muchos otros maestros y maestras en un grupo que se llamaba Batec, que en catalán quiere decir latido del corazón, un movimiento que hace que la sangre corra empujando la vida. En ese grupo se regalaban saberes de renovación pedagógica, saberes nacidos de la investigación y la reflexión sobre las propias prácticas docentes. Por eso en la escuela de aquel maestro había reconocimiento de la biografía y del sujeto, investigación del territorio, exploración y respeto por la naturaleza, cultivo de la sensibilidad estética, memoria histórica y laicismo. Y había promesa, que es algo así como el compromiso ético con el futuro. Por eso aquel maestro prometió a los niños llevarlos a ver el mar. Pero no le dejaron. Le segaron la vida.
Antoni Benaiges es un referente del buen maestro. Del maestro que pervive en la memoria social y pedagógica del pueblo. Por eso hora me dirijo al joven estudiante de Magisterio, a la futura maestra. Si lees poco, piensas menos, no escribes nada, no alimentas los sueños de los niños con horizontes abiertos, no descuelgas el crucifijo, te da igual la canción popular que la regla de tres, sujetas el texto libre con el texto sujetado del libro de texto y no haces promesas porque el funcionario no hace promesas solo aplica normas, entonces no temas nada. El fascismo ya se encargó de sepultarte por otros medios. Pero quizá has visto la película, te emociona el sentido poético de la pedagogía de Freinet, estás en contacto con otros maestros y maestras que la practican, entonces, pese a quién pese, queda batec para rato.