El 24 de abril de 2015, en el Festival de Cine de Málaga, tuvo su estreno mundial Las sinsombrero, dirigido por Tània Balló Colell, Serrana Torres y Manuel Jiménez Núñez, que finalmente se emitió en la 2 de TVE el 9 de octubre de ese mismo año. El documental estaba dedicado a reivindicar a las autoras contemporáneas de la generación del 27, que han quedado invisibilizadas en los libros de texto, muchas de ellas olvidadas y con una gran dificultad para acceder a sus obras. A lo largo de los casi sesenta minutos de programa desfilaban familiares, expertos y científicos de diferentes universidades y organizaciones, que, desde hace años, están investigando, la vida y el trabajo de las autoras que no tuvieron en su momento el reconocimiento que se merecían, y que la Guerra Civil española truncó para siempre sus vidas, tanto para las que se quedaron como para las que se exiliaron.
Pocos meses después, el 2 de mayo de 2016, y de nuevo en Televisión Española, se hacía referencia a las sinsombrero de forma fugaz en el décimo episodio de la segunda temporada de la popular serie Ministerio del Tiempo (2015-2020), dirigido por Abigail Schaaff y con guion de Diana Rojo, Carlos de Pando y Javier Olivares. La difusión del documental había popularizado la etiqueta de «las sinsombrero» para referirse a este colectivo, al recuperar una anécdota explicada por la misma protagonista, en una imagen de archivo, cuando la pintora Maruja Mallo (1902-1995) recordaba en el programa A fondo (1980), entrevistada por Joaquín Soler Serrano, lo que les había pasado a principios de los años treinta en Madrid: «Todo el mundo llevaba sombrero. Era algo así como un pronóstico de diferencia social. Pero, un buen día, a Federico, a Dalí, a Margarita y a mí se nos ocurrió quitarnos el sombrero, y al atravesar la Puerta del Sol nos apedrearon y nos insultaron como si hubiéramos hecho un descubrimiento similar al de Copérnico o al de Galileo. Nos llamaron “maricones”, porque se comprende que creían que despojarse del sombrero era como una manifestación del tercer sexo, imagino». Sus acompañantes eran el escritor Federico García Lorca (1898-1936), el artista Salvador Dalí (1904-1989) y la pintora Margarita Manso (1908-1960). Si escriben el nombre de los dos varones en un buscador de Internet, comprobarán que aparece un resultado con cientos de miles de páginas con referencias, mientras que si escribimos el nombre de las dos mujeres comprobarán que el número es significativamente inferior.
Esta escena descrita por la pintora aparece en una de las viñetas de Maruja Mallo. Verbenas y campanarios (2023), con guion de Carolina Corvillo y dibujo de Irina Hirondelle, publicado por Cascaborra Ediciones, un cómic que se centra en las primeras etapas artísticas de la célebre pintora. El catalizador que supuso la emisión del documental en TVE ha permitido recuperar desde entonces una parte de las obras de dichas autoras (aún de forma muy simbólica) y, además, se le han dedicado diferentes estudios, homenajes y ficciones, incluido una segunda y tercera parte del documental original, dirigido por el mismo equipo, formando una trilogía imprescindible: Las sinsombrero (2015), Las sinsombrero: Ocultas e impecables (2018) y Las sinsombrero: Las exiliadas (2020).
El primer documental citado empezaba en una clase de literatura española, con estudiantes de cuarto de la ESO de la promoción de 2013-2014, del Instituto de Educación Secundaria Padre Poveda de Guadix, en Granada, escuchando a su profesor mientras este destacaba la realidad de los números en cuanto a la representación de los escritores en los libros de texto, en los que apenas un uno por ciento eran mujeres. Y cero en el caso de la generación del 27, a pesar de que sí que había mujeres creando y publicando en ese mismo instante, compartiendo un momento histórico de una gran ebullición inspiradora. Una de las productoras y codirectora y coguionista de los tres documentales, Tània Balló, publicaría el ensayo Las Sinsombrero. Sin ellas la historia no está completa (2016), editado por Planeta, recuperando la memoria de varias mujeres, artistas y pensadoras de la generación del 27, «cuyo legado resulta determinante en la historia de nuestro país. Mujeres que se quitaron el sombrero, ese corsé intelectual que las relegaba al papel de esposas y madres, y participaron sin complejos en la vida intelectual española entre los años veinte y treinta. Entre ellas destacan escritoras, artistas plásticas, dramaturgas y pensadoras como Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Marga Gil Röesset, María Teresa León, Maruja Mallo, Concha Méndez, Ángeles Santos, María Zambrano o Josefina de la Torre», indica la productora y directora de cine.
Algunas de estas artistas también protagonizarían las cinco historias cortas recopiladas en el cómic Ellas iban sin sombrero (2022), publicado por la Editorial Ponent Mon, con guion de Carolina Corvillo, que escribe los textos para cinco dibujantes de estilos bien diferenciados: Mercedes Palacios ilustra el fragmento dedicado a la pintora Maruja Mallo, rememorando como era una más del grupo de intelectuales del 27, así como su vuelta a Madrid después de la muerte del dictador; Jen del Pozo, que se encarga del homenaje a la malograda escultora Marga Gil (1908-1932), que mostró su enorme talento a pesar de su juventud; Irina Hirondelle se enfrenta al reto de recuperar la contribución de Tórtola Valencia (1882-1955) en las artes escénicas, de su trabajo singular como bailarina, coreógrafa y pintora, recordada como una excepcional diseñadora artística; Irene Gala es la responsable del segmento dedicado a la poeta Ernestina de Champourcín (1905-1999), que desarrolló gran parte de su obra en México en el exilio; y, por último, Noelia F. es la quinta ilustradora del cómic, a cargo de retratar en viñetas a la poeta y actriz Josefina de la Torre (1907-2002), una aportación insular desde Canarias muy interesante, a donde regresó una vez comenzada la Guerra Civil.
Si bien en el mundo académico, a nivel nacional e internacional, se estaban realizando diferentes estudios y publicaciones, este afán de recuperar la memoria olvidada de las autoras favoreció que se publicase en España la biografía Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas (1988, revisado y ampliado en 2018), de Paloma Ulacia Altolaguirre, que incluye el texto de presentación de María Zambrano (1904-1991), publicado por la editorial Renacimiento. Paloma Ulacia es la nieta de los poetas Manuel Altolaguirre (1905-1959) y Concha Méndez (1898-1986), y fue quién tuvo la idea de que su abuela escribiera un libro de memorias que recopilase todas las vivencias que explicaba a la familia. Ante las reticencias de la mujer, que tenía ochenta y cinco años en ese momento, le propuso poder grabarla mientras las contaba, para poder, posteriormente, ordenar y pulir el discurso que, finalmente, se realizó a lo largo de dieciocho horas. Algunos de los fragmentos de dichas cintas se pueden escuchar en el documental de Las sinsombrero. El resultado final es el libro antes mencionado, y que, casi tres décadas después, ha tenido la repercusión merecida.
Concha Méndez era la mayor de once hermanos, en una familia acomodada, recibiendo la educación en un colegio francés. En 1919 conoció al futuro cineasta Luis Buñuel (1900-1983), y fueron novios durante siete años, hasta la marcha de este a Francia. Precisamente, esa rotura espoleó a la joven a integrarse aún más en el grupo de amigos intelectuales, entre ellos, Dalí, García Lorca y Rafael Albertí (1902-1999), que en ese momento era pareja de la pintora Maruja Mallo, íntima amiga de Concha Méndez, que llegó a posar para ella en sus cuadros, y con la que compartió el primer exilio al que se enfrentaron cuando decidieron abandonar el hogar paterno para buscar su propia identidad.
Cuando viaja a Londres ya era autora de un libro de poemas. Los ahorros de los trabajos que realiza como profesora y traductora le permiten continuar su periplo personal en Montevideo y Buenos Aires, donde publicó su destacado tercer libro de poemas Canciones de mar y tierra (1930), con ilustraciones de Norah Borges (1901-1998), hermana del célebre escritor. Vuelve a Madrid tras la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, donde García Lorca le presenta al poeta y editor malagueño, Manuel Altolaguirre, que se convertiría en su marido, en una boda que tuvo como testigos a Federico García Lorca, Juan Ramon Jiménez (1881-1958), Jorge Guillén (1893-1984) y Luis Cernuda (1902-1963).
Todas estas vivencias recopiladas en el libro de memorias de su nieta, ha servido de inspiración para el cómic Vanguardia es una mujer (2024), con guion y dibujo de Clara de Frutos, publicado por Norma Editorial, una brillante ópera prima de una experimentada ilustradora, que ha desarrollado una intensa carrera en películas de animación, especialmente en el diseño conceptual y de fondos para diferentes estudios cinematográficos, donde destacan sus trabajos en Wolfwalkers (2020) y en El dragón de papá (My Father’s Dragon, 2022), entre otros. De Frutos fue la ganadora de la primera convocatoria de la Beca de Creación «El arte de volar», en la que se presentaron cerca de doscientas solicitudes. La beca es una iniciativa impulsada por la Fundación El arte de volar, Norma Editorial y el Grupo Edelvives, con el «objetivo es potenciar la creación en el ámbito de la historieta, con el apoyo a un proyecto original e innovador, tanto desde el prisma gráfico como a nivel narrativo». El proyecto ganador recibe una ayuda directa de 4.000€ y un contrato de edición con Norma Editorial con un anticipo de derechos de autor de 4.000€, y hasta el momento se han realizado dos convocatorias, la de 2021 y la de 2023.
Que el fallo del jurado de la beca de esa primera edición se hiciera público el 15 de noviembre de 2021 y el cómic se publique en octubre de 2024 da una idea del esfuerzo creativo que necesita un trabajo de esta magnitud, con más de ciento treinta páginas de viñetas para poder explicar una historia que requería de espacio sin limitación para poder narrar toda la experiencia que supusieron las charlas entre Concha Méndez y su nieta Paloma. Esa cantidad de tiempo para escribir el guion, para bocetear todas las páginas, para dibujarlas y colorearlas, puede resultar prohibitivo financieramente para un autor novel, así que ayudar a los autores en sus primeros pasos fue la intención por la que se creó la Fundación El arte de volar en 2019, impulsada y presidida por el guionista y teórico Antonio Altarriba, catedrático jubilado de literatura francesa en la Universidad del País Vasco, autor, entre otros, del díptico El arte de volar (2009) y El ala rota (2016), los dos dibujados por Kim, el primero de ellos ganador del Premio Nacional de Cómic en 2010, y publicadas actualmente por Norma Editorial en castellano y catalán.
En su cómic, De Frutos parte de la conversación que gestó el libro Memorias habladas, memorias armadas, y narra las diferentes vivencias de la poeta Concha Méndez desde su infancia y juventud, además de las vicisitudes posteriores, especialmente el exilio obligado por la Guerra Civil, cuando tuvo que huir sola con su hija recién nacida, primero a Francia y, después, a México, donde pasaría el resto de su vida. También destaca la obra escrita en algunas viñetas, mostrando sus poemas. Las páginas del cómic son el resultado de dibujo directo sobre el papel, con acuarelas y lápices de colores, sin soporte digital (será muy interesante poder ver una exposición de los originales, la cuidada edición en papel hace justicia al arte desarrollado por la autora). Cabe destacar la documentación realizada a nivel visual, puesto que las imágenes suceden en lugares y épocas muy diferentes, por lo que la iluminación y la paleta de colores se convierten en instrumentos narrativos fundamentales, así como el diseño artístico y el vestuario y diseño de personajes, todos ellos reales y la mayoría conocidos popularmente, por lo que el dibujo debía de ser lo más verosímil posible.
También es importante la elección de las localizaciones, especialmente destaca la intencionalidad de la autora al extender las escenas por diferentes lugares de la ciudad de Madrid, evitando centrar el foco creativo de la fructífera época vivida en la Residencia de Estudiantes. De Frutos recuerda algunos de los avances sociales que supuso la República, singularmente para las mujeres, y de la sororidad y complicidad que hubo entre las autoras contemporáneas, en una época que no solo eran silenciadas por los medios de comunicación, sino también por sus propios compañeros. En el cómic se recuerda que en la antología poética publicada por Gerardo Diego (1896-1987), Poesía española: 1915-1931 (1932), no aparecía ninguna mujer entre los diecisiete autores seleccionados. En la siguiente antología de 1934, dedicada a autores contemporáneos, quizás por las críticas recibidas, añadió poemas de Ernestina de Champourcín y Josefina de la Torre, entre los más de treinta seleccionados.
Esa actitud contrasta con la generosidad patente en la obra de Concha Méndez, especialmente en su labor de editora junto a su marido. Llegaron a instalar una imprenta en su apartamento particular en Madrid, donde publicaron revistas dedicadas a la poesía. Una de ellas, llevaba el simbólico nombre de Héroe (1932), por lo temario que puede resultar ser editor de libros de poesía, y de la que llegaron a publicar seis números, con poemas de Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Pedro Salinas, Luis Cernuda y Jorge Guillén. Concha Méndez volvió en tres ocasiones a España, pero continuó residiendo en México hasta su fallecimiento.
En el cómic Vanguardia es una mujer aparece la escena de la llegada de Rafael Albertí después del exilio, el 27 de abril de 1977, cuando todos los medios de comunicación rodeaban al autor, protagonizando todas la portadas de los periódicos y de los noticiarios en la televisión… mientras que los periodistas ignoraban a su pareja que lo acompañaba en el mismo viaje, la también escritora María Teresa León (1903-1988). Una más de las autoras invisibilizadas. «Mientras sus compañeros de generación y de vida eran distinguidos, reconocidos y popularizados, ellas y su obra eran olvidadas o su trascendencia histórica se centraba en el hecho de ser mujeres de, siendo muy pocos los casos en que se las consideró por sí mismas», escribe Tània Balló en el prólogo del cómic de Clara de Frutos. Balló ha sido una palanca fundamental en la labor de recuperación de la memoria de estas autoras, y, además, de hacerlo de una forma pedagógica. En el final del documental Las sinsombrero de 2015, vemos como el profesor de literatura de la mencionada clase de ESO recoge los exámenes de los alumnos una vez acabado el tiempo de la prueba, pero no el de las alumnas. Las caras de sorpresa e incredulidad de toda la clase es una imagen perfecta de lo que significa invisibilizar a las mujeres. La representación de género importa y es crucial para nuestra sociedad.