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Hace unos días, in extremis, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso firmó el acuerdo con el Ministerio de Ciencia, Innovación y Unirvesidades que supondrá la contratación de 1.091 profesores ayudantes doctor durante los próximos años. La decisión había costado días de críticas en todas direcciones y un importante espacio en la prensa sobre la situación de las seis universidades, entre ellas, la mayor del país.
La Universidad Complutense tomó la decisión hace ahora dos años, de manos de su nuevo rector, de nombrar a la presidenta, «alumna ilustre». Tras la firma del acuerdo que dotará a este campus de más de 200 profesores que le hacen falta para renovar sus plantillas, el rectorado anunciaba un recorte del 35 % a sus facultades en los gastos y prorrogaba el presupuesto de este año por la imposibilidad de sacar uno nuevo.
La situación de la universidad pública madrileña no es buena y esta es la causa por la que la comunidad educativa volverá de nuevo a la calle.
Una década le ha costado a la universidad pública madrileña igualar el presupuesto de que contaba en 2011. La crisis de 2008 y los recortes que llegaron en 2013 y 2014 supusieron un tremendo recorte que, ahora, parece haber llegado a la misma inversión. Aunque las cuentas del Gobierno del PP no han tenido en cuenta el aumento de la inflación de los últimos años.
De hecho, si se compara la evolución del PIB en estos años, con la inversión en los campus públicos, la cifra es mayor que en 2011, pero las universidades han perdido algo más de un punto porcentual en su peso con respecto a la riqueza regional.
No hay que olvidar que en estos últimos años, mientras la universidad pública ha visto reducido su presupuesto hasta en 20 puntos porcentuales y ha perdido peso dentro del PIB, ha tenido que competir con las universidades privadas que, hoy día, las más que duplican. Frente a las seis públicas, existe hoy 13 privadas y se espera una más en los próximos meses.
A pesar de la presión ejercida por esta competencia, que en buena medida se nutre de estudiantes de fuera de la Comunidad por el volumen de títulos a distancia y online que oferta, ha supuesto la pérdida de cerca de 1.000 estudiantes a las públicas. Principalmente, la Complutense, que desde el curso 2015-16 ha perdido más de 7.000 matrículas.
Esto ha hecho que el gasto por alumno haya aumentado, si se divide las aportaciones de la Administración a cada universidad entre los estudiantes matriculados.