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«Qué horror… ¡Gente viviendo en tiendas de campaña!… ¡Viviendo en la miseria!… ¡Ya no tienen casa!… ¡Ni lugar donde asearse o hacer sus necesidades!… ¡Sin apenas comida!… ¡Sin saber qué les deparará el futuro!… ¡Detestados por un mundo cruel que preferiría ver como desaparecen!», este texto corresponde a una viñeta del último cómic de Joe Sacco, La guerra de gaza (The War on Gaza, 2024), publicado en castellano por Reservoir Books, con traducción de Montse Meneses.
Este texto corresponde a la exclamación que realiza el propio autor en una de las páginas de la novela gráfica, ya que es una característica en su obra que se dibuje a sí mismo como reportero, un estilo inconfundible que le ha llevado a ganar numerosos premios internacionales en reconocimiento a la calidad de sus obras, una gran parte como reportero de guerra. Entre las novelas gráficas publicadas destacan Gorazde: Zona protegida (Safe Area Goražde: The War in Eastern Bosnia 1992–1995, 2000), Palestina: en la Franja de Gaza (Palestine, 2001), Historias de Bosnia (War’s End: Profiles from Bosnia 1995–96, 2006), Notas al pie de Gaza (Footnotes in Gaza, 2009), o Un tributo a la tierra (Paying the Land, 2020), esta última realizada como denuncia de la explotación de recursos naturales de los territorios del noroeste del Canadá y los conflictos que desencadena con el pueblo dene, una tribu nativa norteamericana.
Había mucha expectación para saber qué diría Sacco del ataque de Israel al pueblo palestino en la Franja de Gaza, después del atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023, y su opinión se ha podido leer en forma de cómic en la revista The Comics Journal, publicado por entregas y accesible de forma gratuita, recopilada en forma de novela gráfica y publicada por Fantagrahics en inglés en Estados Unidos, país donde se nacionalizó y donde reside. Y donde ha escrito esta última obra de denuncia. La ha escrito y dibujado en su casa en Portland, en el estado de Oregón, y las exclamaciones con la que hemos empezado este artículo corresponden al momento en que el autor, en uno de sus paseos cerca de su casa, se encuentra con un campamento de personas sin hogar, concentraciones surgidas de forma espontánea de familias y personas que se han quedado sin hogar. Una realidad que se extiende por todo Estados Unidos, provocada por la falta de viviendas asequibles y la falta de acceso a servicios de salud mental o a tratamientos de salud y de adicciones en general.
Parece que Sacco nos habla de la incongruencia moral que significa presumir de ser la primera potencia del mundo y actuar como juez de lo que es correcto y de lo que no (en las Naciones Unidas, por ejemplo), obviando la realidad de su propio país. Y es que Joe Biden es uno de los protagonistas de la novela gráfica, evidentemente. Un Biden al que el propio Sacco vaticina que puede que algún día también gane el Premio Nobel de la Paz, independientemente si tiene la cordura para saber donde está o porqué motivo lo ganó. El problema no solo lo tendrá él, sino también quiénes le alientan. Soportes incompresibles que se agravan pensando que cuando dibujaba estas hojas todavía faltaban semanas para las elecciones a la presidencia y la perspectiva del resultado era desoladora: «En las próximas elecciones, el pueblo estadounidense tendrá que decidir entre un presidente que amparó un genocidio y un antiguo presidente que “acabará con nuestra democracia”», pues ganó el segundo.
Sacco se atreve a marcar a Biden con una G en la frente en una de las viñetas que dibuja con el tamaño de una página, evocando a la Letra Escarlata con la que se marcaba a las mujeres adúlteras en el siglo XIX, a modo de vergüenza y de estigma social. Ahora esa humillación pública se simboliza en una letra que corresponde a la inicial de «Genocidio». La Real Academia Española define la palabra genocidio como «Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad», Sacco se pregunta en la primera viñeta de la novela gráfica si «¿es genocidio, o es autodefensa?», y, anticipándose a las críticas, responde que son ambas cosas. De hecho, aun va más allá y propone un nuevo concepto: «autodefensa genocida».
Y para justificar su argumento (como si las evidencias no fueras suficientes), el autor nos recuerda la Batalla de Melos, acontecida en el 416 a. C., hace casi 2500 años. El enfrentamiento militar que tuvo lugar entre Atenas y los habitantes de la isla de Melos, fue recogido por el historiador griego Tucídides (460 s. C.-396 a. C.) en su relato Diálogo de los melios, uno de los textos que forman parte del Libro V de la Guerra del Peloponeso, y que se ha convertido en una lectura obligada en el estudio de las relaciones internacionales en la actualidad, a pesar de la singularidad que está escrita como si fuera el texto de una obra de teatro.
A continuación, se describe la Batalla de Melos de forma muy resumida: el relato de Tucídides recoge la negociación entre los atenienses, que ofrecieron un ultimátum para que se rindiesen, y los melios, que argumentaron que son un pueblo neutral y que no hay necesidad de que les conquisten puesto que no se consideraban sus enemigos, a sabiendas de la enorme diferencia entre los dos ejércitos. Los atenienses no aceptaron esa propuesta ya que podían parecer débiles ante otros enemigos, y tampoco entendieron que no quisieran luchar, por considerar que es una acción digna aunque seas claramente inferior a nivel militar y no tengas posibilidades de victoria, como era el caso. Los atenienses expresaron su razonamiento, de que es lógico claudicar ante el invasor superior y someterse a su voluntad, y se sorprendían de la actitud de los melios, que rechazaban una y otra vez de forma educada ser invadidos.
Simplificando, después de algunas pequeñas escaramuzas entre los dos ejércitos, los atenienses acabaron invadiendo la isla de Melos, y mataron a todos los hombres, a todos. Esclavizaron a las mujeres y los niños, y repoblaron la isla con quinientos colonos. Esto es lo que sucedió hace 2500 años en Grecia, la cuna de la democracia.
Joe Sacco nació en 1960 en Malta, aunque pronto acabó viviendo en Estados Unidos, donde se nacionalizó y donde cursó sus estudios de periodismo. Su madre, de 95 años, también tiene un reducido protagonismo en la novela gráfica, cuando el autor la visita y la mujer reacciona ante los comentarios que él hacía sobre las noticias que llegaban desde Gaza en el verano de 2024. Su madre nació en 1929 y no era más que una niña cuando en plena Segunda Guerra Mundial vivió uno de los bombardeos más intensos y prolongados de la historia, sobre población civil, en lo que se conoce como el Sitio de Malta, con más de 3.000 bombardeos en menos de dos años, siendo el 30 de abril de 1942 uno de los peores días, con una de las incursiones más terribles, con centenares de toneladas de bombas cayendo sobre la isla.
En una de las viñetas de la novela gráfica, la madre de Sacco recuerda el hambre y el miedo que pasó durante los bombardeos, hace poco más de ochenta años. El autor realiza un paralelismo entre el terrible recuerdo de su madre ocho décadas después y las declaraciones de la ministra de Igualdad Social y Promoción de la Mujer de Israel, May Golan, cuando el pasado 21 de febrero de 2024 dijo «Estoy personalmente orgullosa de las ruinas de Gaza y de que cada bebé, incluso dentro de 80 años, les cuente a sus nietos lo que hicieron los judíos». No parece que sean muy cabales los dirigentes con las declaraciones que realizan, ni los militares que presumen de las fechorías que perpetran.
Las Naciones Unidas han denunciado reiteradamente que Israel está violando las leyes de la guerra durante su ofensiva a Gaza. Según la oficina de Derechos Humanos, está atacando a civiles indiscriminadamente, y sentencia que los bombardeos de Israel en Gaza podrían constituir crímenes contra la humanidad al implicar ataques sistemáticos contra la población civil, planteando serias dudas en cuanto a respeto de los principios de distinción, proporcionalidad y precaución. Una campaña bélica que ha estado acompañada de declaraciones por parte de responsables de las fuerzas israelíes reconociendo que su principal objetivo era causar el máximo daño, calificando, literalmente, como de «bestias humanas» a todos los residentes de Gaza.
La novela gráfica La guerra de Gaza comienza con Sacco comentando que hace años le dijo a un amigo que lo que deberían hacer los palestinos era seguir el ejemplo de Gandhi y manifestarse de forma pacífica. La respuesta de su amigo palestino fue inmediata y contundente: «Joe… ellos nos dispararían». Que es exactamente lo que aconteció en la llamada Gran Marcha del Retorno, que comenzó el 30 de marzo de 2018, conocido como el Día de la Tierra de Palestina. Ese día y los siguientes, alrededor de 50.000 personas entre hombres, mujeres y niños se dirigieron hacia la valla que separa la Franja de Gaza con Israel, para exigir el fin del bloqueo israelí y el derecho al retorno de los refugiados. La gran mayoría se manifestaron de forma pacífica, aunque algunos lanzaron piedras a los puestos militares.
La respuesta del ejército israelí fue despiadada. Se estiman más de 200 muertos y miles resultaron heridos, con muchos niños con heridas de bala. La Investigación de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, encargada por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, proporcionó detalles escalofriantes sobre los contextos en los que niños habían sido asesinados y heridos: niños que jugaban, bailaban, observaban a las multitudes, ondeaban banderas, repartían bocadillos y cantaban eslóganes. La Comisión llegó a la conclusión de que las Fuerzas Armadas Israelíes habían utilizado la fuerza letal contra niños que no representaban una amenaza inminente para los soldados y que en varios casos había motivos razonables para creer que los francotiradores israelíes habían disparado intencionadamente contra niños.
Además, Sacco recuerda en una de sus viñetas que «Amnistía Internacional sospechó que los francotiradores israelís apuntaron adrede hacia las extremidades de los manifestantes para conseguir provocar heridas que cambiarán la vida de los heridos, es decir, amputaciones de miembros». Solo un soldado acabó detenido por no obedecer las órdenes, y se calcula que el número de heridos pudo superar los 3.000 colapsando los hospitales. Y de eso hace un lustro. Unos hospitales que ahora mismo no existen, bombardeados bajo la sospecha de que cobijaban a terroristas. Supuestamente, porque la mayoría de los periodistas que podían haber informado in situ sobre la veracidad de la información, están muertos por culpa de los bombardeos.
El jueves 21 de noviembre de 2024, los jueces de la Corte Penal Internacional emitieron órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu y su anterior ministro de Defensa Yoav Gallant, y contra Mohammed Deif, un comandante militar de Hamás, pese a que el ejército israelí afirmó que murió en un ataque aéreo en Gaza en julio. Los jueces alegan «que encontraron evidencias razonables para afirmar que los tres son responsables de presuntos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad que habrían sido cometidos durante la guerra entre Israel y Hamás». Así que al final es posible que Joe Sacco tuviera razón, y lo que está haciendo Israel sea una «autodefensa genocida».