Somos una Fundación que ejercemos el periodismo en abierto, sin muros de pago. Pero no podemos hacerlo solos, como explicamos en este editorial.
¡Clica aquí y ayúdanos!
En un artículo anterior, hablamos sobre la decisión de dar el primer móvil a los niños. Repasamos qué dice la evidencia y cómo esta no nos permite establecer una edad universalmente adecuada para tener un móvil. Sin embargo, la conversación sobre las “pantallas” —y los móviles en particular— va más allá de ese primer contacto.
Con el objetivo de abrir un espacio de debate riguroso basado en la evidencia, Verificat y La Vanguardia organizaron “Pantallas: ¿amenaza o herramienta educativa?”, el primer coloquio del ciclo Debates Verificados, moderado por la redactora jefa de Sociedad del diario, Susana Quadrado, y verificado en directo por un equipo de fact-checking de Verificat, encabezado por la periodista Ares Biescas. Contó con la participación de los ponentes: Marina Fernández, presidenta de Adolescencia Libre de Móviles; Josep M. Ganyet, investigador especializado en inteligencia artificial; Daniel Ilzarbe, psiquiatra infantil y de la adolescencia del Hospital Clínic; y Montse Jiménez, profesora de educación secundaria.
El 22% de los niños de 10 años ya tiene móvil, una cifra que asciende hasta el 96% cuando llegan a los 15 años. En este escenario, ¿cómo se puede combatir la presión de los jóvenes por tener su primer smartphone? “Llevando a cabo un pacto social entre las familias y contando con el apoyo de campañas institucionales”, defendió Marina Fernández, quien, en cualquier caso, subrayó que “es necesario educar desde edades tempranas sobre su uso”. Desde la asociación insistían en que “cuando haya acceso a dispositivos, que sea seguro”.
“Apostamos por retrasar la entrega del primer móvil al máximo posible, a partir de los 16 años”, señaló la presidenta de Adolescencia Libre de Móviles. “Es la edad en la que pueden ser capaces de autorregularse y reaccionar ante contenidos inadecuados”.
En este sentido, Josep M. Ganyet advirtió: “Hemos sobreprotegido a los niños en el espacio físico y los hemos desatendido en el espacio digital”. Por su parte, Montse Jiménez, profesora de educación secundaria, puso sobre la mesa cuatro claves para garantizar la educación digital de los menores: “control, supervisión, acompañamiento y autonomía”. “Aunque las pantallas pueden ser una amenaza en ciertos momentos, también representan una poderosa herramienta educativa para un entorno que les exigirá competencias digitales”. “Debemos trazar estrategias colectivas porque solos no podemos, ni los centros educativos ni las familias”. Y se preguntó: en este nuevo contexto informativo y tecnológico, “¿quién capacitará a nuestros adolescentes si no son los centros educativos? ¿Quién lo hará si cunde el pánico y blindamos las escuelas?”. “No podemos educar sin pensar en el futuro, porque sin optimismo, no avanzaremos”.
Desde la perspectiva de la psiquiatría, Daniel Ilzarbe planteó que, en los casos que trata, “el reto es cómo reeducar para hacer un uso razonable y saludable de estas tecnologías, teniendo en cuenta que no nos imaginamos una vida sin ellas” y que “la respuesta debe ser multifactorial”. En cuanto a las adicciones, subrayó que “los pacientes que llegan a consulta tienen otros problemas asociados, el móvil no es el único”. Y concluyó: “No existen criterios para diagnosticar adicción al móvil”.
Entonces, ¿en qué contextos está justificado el uso de dispositivos electrónicos? “Pantallas en clase, sí. Pero, ¿para qué? Hemos digitalizado las aulas sin saber el motivo”, reflexionó Josep M. Ganyet.
Numerosos estudios asocian problemas de aprendizaje y concentración con el tiempo de uso de las pantallas. “Aunque haya correlación, no implica causalidad”, advirtió el psiquiatra del Clínic. Pero la presidenta de Adolescencia Libre de Móviles insistió: “¿Qué más necesitamos para trabajar en medidas preventivas?”. Y la profesora de secundaria concluyó: “El esfuerzo debe ser colectivo y debe educarse en privacidad, respeto y autoestima de los menores”.
Para garantizar la veracidad de las intervenciones en el debate y asegurar un espacio de discusión libre de desinformación, el equipo de fact-checking de Verificat revisó más de un centenar de estudios académicos que sustentan los argumentos de los ponentes. Asimismo, consultaron las recomendaciones sobre el uso de pantallas en niños y adolescentes emitidas por diversas instituciones de referencia en la materia, como el Colegio de Médicos de Barcelona, la Asociación Española de Pediatría, la Organización Mundial de la Salud, así como los informes del programa PISA, el centro ISEAK y la evaluación de los Estudios Internacionales sobre Competencias Digitales (ICILS, por sus siglas en inglés), entre otros. Gran parte del material revisado está recopilado en la página Educación y pantallas, un portal digital elaborado específicamente para la preparación del primer Debate Verificado.