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No hay curso tranquilo. Esto es algo que todo el mundo sabe. Es posible tener más pericia y experiencia para sobrellevar y esquivar los obstáculos, pero siempre habrá que hacerlo.
En cualquier caso, hemos tenido un curso movido en muchos sentidos. Este texto no pretende ser más que un resumen, no muy exhaustivo, de algunos de los temas que nos han venido acompañando desde septiembre hasta junio.
El más importante para miles de docentes, por supuesto, es el inicio de las negociaciones de lo que debería acabar siendo un estatuto de la función pública docente. Anhelo histórico de los sindicatos, una quimera que, cuando más se acerca, más lejana parece.
El Ministerio de Educación llego con un importante retraso a esta negociación y hasta enero no se formalizaron las mesas con los sindicatos. Cuatro grupos de trabajo que estos últimos han intentado que corran en paralelo y no secuencialmente para intentar agilizar un proceso que, a todas luces, se mueve a un ritmo endiabladamente lento.
A pesar de todo, y hasta donde se ha dado a conocer al publico, los avances son casi imperceptibles. Sin un calendario conocido de negociación, sin información sobre los avances que se hacen en las reuniones. Los sindicatos han intentado presionar a Educación para que se agilicen medidas que mejoren la situación del profesorado que esta hoy en el aula, no solo la de quienes tengan que empezar en la docencia en el futuro: horas lectivas, ratios, salarios, carrera profesional… la lista es muy conocida ignorada casi a partes iguales.
El curso comenzó en septiembre, como casi todos. Aunque a los dos meses, la tragedia llego a Valencia en forma de DANA e inundaciones que segaron la vida de 228 personas. Hoy todavía, la sociedad civil valenciana pide la dimisión de su presidente por la falta total de gestión en las primeras horas, por no avisar cuando se supo el posible alcance de las crecidas. La justicia intenta dirimir las responsabilidades penales y políticas de la falta de acción aquel 28 de octubre.
Cientos de niñas, niños y adolescentes han vivido situaciones casi imposibles de explicar. Se han quedado sin colegios, han perdido familiares, han visto su vida, otra vez, paralizada, puesta en cuarentena por una tragedia que, si bien tal vez no podría haberse evitado al 100 %, sí podría haber mitigado la crudeza del golpe avisando a la población para que permaneciera en sus casas.
Ha sido este el curso en el que han fallecido Federico Mayor Zaragoza, hombre de extraordinaria y dilatadísima carrera dentro de la educación en general, y desde la Unesco, en particular. También falleció este curso Julio Carabaña, uno de los más importantes sociólogos de la educación que ha dado nuestro país. Siempre interesante y polémico en sus análisis de la realidad educativa española.
Más allá de esto, también hemos seguido dos casos de sendos docentes universitarios señalados por acoso laboral y/o sexual. Cada uno se encuentra en una situación diferente. Mientras que en la Universidad de Barcelona se anuncio hace pocos días una investigación que intentará esclarecer qué es lo que ha pasado alrededor de la figura de Ramón Flecha y el grupo de investigación CREA; en el caso de la Autónoma de Madrid se ha cerrado el año judicial sin que desde la Universidad se haya dicho nada públicamente sobre la posibilidad de recurso tras una sentencia que, admitiendo un caso de acoso laboral en su Facultad de Formación del Profesorado, ha reducido la sanción desde los dos años y medio iniciales a seis meses.
A lo largo del curso, también hemos publicado algunas piezas que han querido ser testimonio y memoria del pasado para recordar qué fue la educación durante el franquismo, ahora que se cumplen 50 años de la muerte del dictador. Piezas que nos recuerdan paisajes más o menos grises y opresores, en donde la autoridad se imponía. Podéis repasarlos en este enlace y, si os animáis, no dejéis de enviarnos vuestros recuerdos o las historias que algún familiar o amigo os haya contado de aquellos años grises.
Ha sido, sin duda, un curso lectivo movido también en el panorama internacional con una administración en Estados Unidos que, tras despedir a la mitad de la plantilla, finalmente decidió eliminar el Departamento de Educación, con lo que supone de simbólico más que de práctico este viaje. Una especie de negación de la importancia de dicho departamento como impulsor de políticas de igualdad y cohesión social. Ello al mismo tiempo que apretaba las tuercas a instituciones universitarias clave, como Harvard, para que se plieguen al discurso imperante en la Casa Blanca.
También ha sido el curso en el que el profesorado de Euskadi ha conseguido importantes mejoras laborales, como la reducción de las horas lectivas, después de varias jornadas de huelga. Un ejemplo que cundió poco después entre el profesorado asturiano. Primero en las etapas de infantil y primaria y después, secundaria. Una ola que forzó la salida de la consejera de Educación aunque, finalmente, se cerró en una negociación entre sindicatos y Administración que no gustó a todas las partes implicadas.
Una situación que también llevo a la Comunidad de Madrid a diferentes jornadas de huelga, difuminadas por el apagón que dejo a oscuras a todo el país durante horas. Unas protestas que acabaron con un acuerdo de los sindicatos de la mesa de negociación que, en realidad, no supuso ninguna mejora para el profesorado madrileño, no al menos en un periodo de tiempo razonable.
La situación del profesorado, sin duda, sera la protagonista del comienzo de curso en diferentes partes del país cuyos sindicatos se plantean movilizaciones y huelgas, como en Extremadura o Comunitat Valenciana. Horas lectivas, ratios excesivas, desinversión en favor de la concertada y un largo etcétera que se viene viviendo desde la crisis de 2008, están llevando a muchas personas al limite.
Como todos los cursos, desde hace ya 10 (el que comenzara en unas semanas), desde El Diario de la Educación renovamos el compromiso que tenemos con la comunidad educativa para seguir informando sobre política educativa, en defensa del derecho humano a la educación inclusiva y de calidad de todas las personas. Una educación que entendemos que debe estar garantizada, principalmente, por la escuela publica y las administraciones que la deben sostener, desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida.
Volveremos en septiembre a hablar de buenas practicas en el aula que mejoren no solo los resultados académicos de niñas, niños y adolescentes, sino que garanticen una educación democrática y para la cohesión social y la convivencia pacifica con la diversidad. Una educación que defienda valores como el antifascismo, el feminismo, la igualdad y el derecho de todas las personas a vivir en paz.