Roger Slee es una de las voces mundialmente más respetadas en el ámbito de la educación en la diversidad, en buena parte gracias al impacto de su libro The Irregular School: Exclusion, Schooling and Inclusive Education, que en castellano se tradujo por La escuela extraordinaria. Exclusión, escolarización y educación inclusiva (Editorial Morata, 2012). Slee es profesor de la University of South Australia y editor de la International Journal of Inclusive Education. Hace unas semanas pasó por Barcelona para participar en el Congreso Barcelona Inclusiva y con su primera reflexión ya se puso al público en el bolsillo. La educación inclusiva, afirmó, nos invita a pensar en qué tipo de mundo queremos vivir y en qué tipo de mundo queremos que vivan nuestros hijos.
¿La inclusión va de hacer un mundo mejor?
Pues claro. La educación inclusiva nos plantea preguntas como: ¿queremos que nuestros hijos crezcan en un mundo donde se pueden sentir outsiders, excluidos o marginados? ¡No! Queremos que crezcan en un mundo pacífico, inclusivo, en el que la diferencia está valorada. El sociólogo francés Alain Touraine escribió un libro titulado ¿Podremos vivir juntos? donde dice un par de cosas muy interesantes. La primera es que si quieres encontrar una medida del espíritu de una sociedad fíjate en su sistema educativo, eso te dirá si una sociedad es justa, pero también dice que si queremos aprender a vivir juntos sólo lo podemos hacer a través de una educación democrática y una educación sobre democracia. Por eso pienso que la inclusión es en el fondo una herramienta para construir democracia. Uno de los requisitos de la democracia es que la gente esté incluida, que su voz se escuche. O sea que incluir alumnos con diferencias de todo tipo es una forma de asegurar que la educación que reciben es un aprendizaje sobre democracia. En unos tiempos donde la democracia está en peligro, donde crece la exclusión, la educación inclusiva es extremadamente importante.
¿Cómo están las cosas en Australia, en relación a la educación inclusiva?
Nos pasa como a otros muchos países. Puedes encontrar comunidades escolares que están haciendo cosas excelentes, muy inclusivas, escuelas que valoran a todos sus alumnos, que trabajan de forma incansable para mejorar las experiencias escolares y los resultados de los estudiantes, que involucran a las familias… Pero a la vez puedes encontrar escuelas poco dispuestas a trabajar en la educación de los diferentes, como los alumnos con discapacidad. Muy a menudo te dirán que sus maestros no tienen las habilidades o los recursos para hacerlo, o la experiencia para educar a niños con discapacidad. En Australia el principal indicador de alumnos con bajo rendimiento son los de origen aborigen, un segundo grupo son los hijos de familias pobres, un tercero sería la discapacidad y hay un último otro grupo que acababa prematuramente su escolarización, que son las mujeres. El problema siempre ha sido el patriarcado, presente en el currículum, en las estructuras de escolarización, en la distribución de recursos.
¿Tienen escuelas especiales?
Las tenemos, y hay jurisdicciones que tienen un porcentaje de alumnos con discapacidad más elevado en estas escuelas que otros. Y te encuentras cosas como que en un Estado tan grande como Queensland, en el sur, hay muchas escuelas especiales, mientras que si vas al norte no hay ni una. Bueno, ahora ya hay una, construida por el gobierno hace un par de años. Y tenemos un problema de sobrerrepresentación de los alumnos aborígenes en las escuelas especiales. Porque los aborígenes antes no iban a la escuela o iban a escuelas diferenciadas, donde les enseñaban cómo no ser aborígenes.
Aquí nos pasa una cosa similar. En las escuelas de educación especial el porcentaje de población escolar de origen migrante supera en mucho el porcentaje del sistema ordinario.
Sí, y en los EE.UU. verás que hay más afroamericanos, y en Inglaterra más alumnos de origen caribeño, y en Nueva Zelanda alumnos de origen maorí. Y en ninguna parte del mundo la educación especial ha sido capaz de dar una respuesta satisfactoria al por qué pasa esto. En el fondo, el mensaje es que estas poblaciones son menos inteligentes que el resto, lo cual es ridículo. O sea que en realidad estamos ante un fracaso sistémico.
En su conferencia ha explicado un caso de un niño al que ponían en una jaula que me ha parecido escalofriante.
Le puedo enseñar una foto. Era un aula de una escuela de primaria de Canberra, y el director usó unas barras de goma para construir una jaula en un aposento al lado del aula, donde tenían al niño, que por una pequeña puerta podía ver lo que sucedía en el aula. Dijeron que era por su seguridad y por la del resto de alumnos de la escuela.
Lo interesante es el debate que se abrió a raíz del escándalo.
Se convirtió en noticia nacional. El gobierno local, el estatal y el ministro, todos condenaron el hecho. Obviamente, hicieron retirar la jaula, pero cuando se convirtió en noticia hubo diferentes asociaciones de madres y padres de toda Australia diciendo que su hijo no estaba en una jaula, pero que durante buena parte del horario escolar estaba excluido, y preguntando si no era eso otra forma de jaula. En Queensland un padre lo denunció y el gobierno estatal abrió una investigación sobre la situación de los alumnos con discapacidad, en la que participé, y la administración ordenó cerrar todas las aulas de educación especial dentro de centros ordinarios.
En España da la impresión de que en primaria la idea de inclusión está muy aceptada, pero que en secundaria hay muchas resistencias. ¿Qué les diría a los profesores de instituto con pocas ganas de abrirse a la diversidad?
Les diría que estamos ante una tradición de la escolarización secundaria, y que no tiene que ser así necesariamente. Los institutos ponen más el énfasis en los exámenes y los resultados, esto genera desventajas a algunos alumnos, y ahora no hablaría de los que conocemos como discapacitados. Los institutos tienen tendencia a ser menos flexibles en la forma de enseñar, de organizarse y de evaluar, pero si siguen el principio de que todos los alumnos pertenecen en la escuela, que todos pueden aprender, encontrarán formas de permitir a los jóvenes demostrar éxito de formas diversas. Por ejemplo, si la única opción de un alumno para demostrar lo que ha aprendido es un examen escrito habrá unos cuantos que quedarán marginados automáticamente, pero si les das la opción de hablar y quizás grabarlo, o de hacer algo en una pantalla en vez de un papel, si les permites usar diagramas o trabajar en grupos, entonces verás que hay diferentes formas de permitir al alumnado demostrar su éxito. También en mi país por desgracia los institutos se focalizan en formas muy estrechadas de examinar. Esto quiere decir que son mucho menos innovadores de lo que pretenden ser.
¿La clave es la flexibilidad, también en el currículum?
Es un problema que el objetivo sea que todo el mundo salga con el mismo nivel, tendría que haber más flexibilidad. Y es un problema que las escuelas sean evaluadas según las notas de sus alumnos, porque entonces empiezan a elegir con quiénes quieren quedarse y con quiénes no. En Australia tenemos una ley sobre discriminación de personas con discapacidad que dice que todos los alumnos tienen que ir a la escuela ordinaria, pero añade: “A no ser que hacerlo cause una indebida dificultad institucional”. Recuerdo una vez que un profe me dijo: «¿Qué pasa si tengo en la clase 30 alumnos con discapacidad?». Le respondí que el único lugar donde esto podía pasar era una escuela especial para alumnos ciegos. Es increíble que te puedan preguntar cosas así.
Está claro que quien lo hacía no ponía en valor la diversidad.
Exactamente, tenemos un problema de capacitismo [en inglés, ableism es la palabra con que se describe la discriminación de personas con discapacidad]. Nuestros profesores hablan de los alumnos con necesidades educativas especiales, esta expresión vino de Mary Warnock, en 1978, y es una categoría maltratada.
Aquí es la expresión que utilizamos, pensaba que era la correcta. ¿No le gusta?
¡No! Porque todos los alumnos tienen necesidades educativas, y estas necesidades variarán en contextos diferentes. Yo cuando en una investigación hago trabajo de campo no tengo problemas, pero cuando hago investigación estadística necesito un montón de apoyo. O sea que en función de cada momento uno necesita un tipo de apoyo u otro.
Antes me ha hablado de la evaluación, pero yo no tengo claro que el problema venga por aquí o de no saber qué hacer con el alumno no estándar.
Y la razón es muy simple, y es que ellos han creído en el trabajo segregado. Hace muchos años un antropólogo norteamericano, Jules Henry, publicó un artículo titulado “Educación para la estupidez” (Education for Stupidity), donde explicaba que el efecto de la segregación es que las personas no saben cómo comportarse cuando están en compañía de personas diferentes. Mientras veía que chicos que crecieron con otros chicos que quizás eran sordos o tenían problemas de audición o ciegos o con baja visión o con problemas de movilidad o de conducta, o que eran de otras etnias, es decir, que los chicos que habían crecido en compañía de la diferencia no tenían ese problema que tienen los adultos que crecieron en mundos separados. Y esto es el que les pasa a los profesores, que no han crecido como profesionales en la diferencia. Pero a mayor separación, mayor ignorancia.
¿Por dónde debería empezar un profesor para adaptarse a la diversidad del aula?
Si quieres saber cómo ser mejor profesor para tus alumnos lo primero que tienes que hacer es hablar con las familias. Son las primeras maestras de los niños, o sea que si tienes una buena comunicación con ellas será más fácil que aprendas qué gusta y que no a los niños, sus aficiones, sus habilidades, sus talentos. Les tienes que usar como consejeros para salir adelante. La otra cosa es hablar con otros maestros y con diferentes grupos de la comunidad para obtener información y apoyo de ellos. Muchas veces he visto que las entidades sociales de una comunidad son muy buenas proveedoras de información, que es útil para la comunidad pero también para sus escuelas.
En la mesa redonda ha mencionado que los alumnos con discapacidad que van a escuelas especiales lo tendrán más difícil cuando sean mayores.
Lo que nos dicen los estudios es que los chicos con discapacidad que crecen en segregación serán menos propensos a llegar al instituto o a encontrar un buen trabajo a tiempo completo, mientras que los que van a la escuela del barrio tendrán más opciones. La Universidad de Sidney ha desarrollado programas sobre las opciones de jóvenes con discapacidad de llegar a tener estudios universitarios, incluso quienes tienen discapacidad intelectual, atendiendo cursos especializados que les da derecho a un certificado con el que posiblemente encontrarán un mejor puesto de trabajo. Esto no sólo pasa en Australia, en Alberta y Calgary (Canadá) hace tiempo que lo hacen, con jóvenes con síndrome de Down, por ejemplo. Fui a una conferencia donde uno de los bancos más importantes de Canadá explicaba que había desarrollado un programa de prácticas para jóvenes con discapacidad, a fin de que encontraran un trabajo con apoyo en el mismo banco, pero el CEO del banco quería ir más allá, puesto que hablando con los padres se había dado cuenta de que una de sus grandes preocupaciones era qué pasaría con su hijo cuando ellos murieran. Entonces como banquero habló con otros banqueros canadienses, a ver qué se podía hacer para dar hipotecas sin intereses para que las familias con chicos con discapacidad pudieran encontrar una vivienda por el chico, pero no sólo sin intereses sino incluso subvencionando el banco la compra. Esto es una inversión en capital social, porque si no esta gente necesitará el apoyo del Estado. O sea que te encuentras que ahí donde las escuelas han conseguido incluir alumnos con discapacidad también han encontrado nuevas formas de colaborar de forma más estrecha con su comunidad.
No me consta ninguna iniciativa similar entre los banqueros de aquí.
No sé si pasa lo mismo en España, pero en mi país muy a menudo constatamos que las escuelas rurales son mucho mejores, porque dicen con total naturalidad que todos estos son nuestros alumnos y no les enviaremos fuera de aquí. La gente muy a menudo piensa en los recursos [en inglés, resources], pero yo creo que hay que pensar más en inventiva [resourcefulness], que sería la idea de cómo generar recursos a partir de lo que tienes en tu comunidad. Por lo tanto, en las escuelas rurales, el primer principio es que todos los chicos forman parte de nuestra comunidad. Entonces se preguntan, dios mío, ¿qué sabemos sobre braille? Y resulta que no sabemos mucho, y entonces se preguntan ¿cómo haremos para saber? Y lo hacen, y entonces se preguntan ¿qué pasa si se va aquel especialista que sí sabe de braille? ¿Esto obligará a nuestro alumno a irse también? Y entonces piden a este especialista que enseñe a los demás profesores a fin de que si se va el alumno no tenga que hacerlo.
Efectivamente, aquí en las áreas menos pobladas no hay escuelas de educación especial.
Yo he visitado muchas escuelas en Australia, y encontré un grandísimo ejemplo de esto que estoy diciendo en una escuela en una zona muy poco poblada, y en la que un alto porcentaje de los alumnos sufría otitis. Llegó a aquella escuela una profesora nueva, de casualidad, que había crecido con unos padres sordos, o sea que dominaba la lengua de signos, o sea que decidió que todos los niños de su clase aprenderían la lengua de signos. Lo planteó a la dirección y pidió que aquello entrara en el currículum en vez de lengua extranjera, es decir, que en vez de hacer francés o italiano los niños aprendieran lengua de signos, y así se hizo.