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Maria Carmen Boqué sabía que iba a ser maestra desde que tenía cuatro años. Su paso por la docencia, de dos décadas, le despertó una inquietud. “Me costaba entender por qué a un niño con problemas de comportamiento en vez de ayudarlo la respuesta de la escuela era aislarlo. ¿Quién es el chaval que tiene conflictos en la escuela? El que los tiene en casa, en el barrio. Y va a la escuela a que le den oportunidades, a que le ayuden, a aprender a ser persona”, reflexiona. Pero nada de eso pasaba. Así que se pasó a la universidad, hizo la tesis y se centró en la resolución de conflictos de manera positiva, la justicia, violencia escolar, etc. Convertida en experta en convivencia y autora de varios libros, Boqué acaba de publicar La mediación va a la escuela. Hacia un buen plan de convivencia en el centro (Editorial Narcea), donde explica paso a paso cómo se practica la mediación para las escuelas y las bondades de esta práctica.
Para fijar el marco: ¿Que es la mediación?
Es un proceso de gestión positiva y pacífica de conflictos. En la escuela muchas veces se quieren solucionar los problemas inmediatamente, pero tienen una dinámica. Empiezan siendo pequeños, crecen y hasta que estallan. La mediación es un proceso, una dinámica con unos pasos muy claros. Hay una persona externa, el mediador, que se mantiene independiente de las dos partes y las ayuda para que puedan comunicarse, entenderse y ellas mismas decidir la solución que pueden aceptar. Si encuentran una buena solución no hace falta imponerla ni obligarla, esta solución voluntariamente la aplican y todo el mundo ve los resultados. No hace falta arrancarles promesas del tipo “no lo volveré a hacer más”. La solución que les das les resulta gratificante y, por lo tanto, la aplican. Es justa, no funcionaría si no, es ética, todo el mundo decide por sí mismo. Es preventiva también, porque uno puede ir a mediación cuando quiere. Una cosa absurda que pasa en la vida y en la escuela es que si un chaval se porta medio mal todos los días nadie puede hacer nada porque la normativa disciplinaria dice que hasta que no ha hecho esto o lo otro no puedes actuar. Aquí cuando uno está mal o se siente mal o le molesta algo puede acudir a la mediación. Por eso es preventiva, porque intervienes antes con lo que a esa persona le preocupa o no le funciona. Otra característica es que, como es confidencial, quien va a mediación se defiende a sí mismo, habla por sí mismo. No es lo habitual en educación, cuando hay que acudir al profesor y este debe ser como un juez, a ver qué hace. Y esto no funciona porque en Secundaria, por ejemplo, si acudes al profesor eres un poco un chivato y nadie quiere hacerlo. Es parte del problema del bullying, que nadie dice nada. En mediación todo es confidencial, nada de lo que allí se cuenta va a salir de allí.
¿Cómo se ejecuta?
Cuando la gente tiene algún problema y decide resolverlo dialogando pide a los mediadores si pueden acudir. Estos van conduciendo la mediación paso a paso. Hay tres grandes momentos. En el primero se mira qué ha pasado. Los mediadores hacen preguntas, escuchan, nunca juzgan, no dan consejos ni sancionan. Es entender qué ha pasado. A veces las personas atacan por una cosa, pero el problema es otro. Hay que explorar bien qué ha pasado, calmar las emociones. Se utilizan técnicas de parafraseo, de escucha activa, clarificación, etc. Cuando se entiende qué ha pasado se ejecuta el segundo paso: qué nos interesa. Los mediadores hacen una lluvia de ideas en la que dan muchas soluciones creativas y espontáneas, que se ponen sobre la mesa. Entonces se pasa al tercer paso, que es enfocar el futuro, ¿cómo nos arreglamos? Se elige entre todos la solución que mejor va, se propone un plan de trabajo. En dos semanas se comprueba si ha funcionado o no (casi siempre lo hace, al 90%) y esa es la última sesión. Si hay algo que no ha funcionado aún están a tiempo de cambiarlo. El mediador nunca se mete en medio porque ¿quién va a conocer la solución a un problema si no es uno mismo? Son técnicas para seguir conviviendo juntos, por eso funcionan tanto en la educación, porque al final los chicos van a estar juntos muchos años cada día. En un grupo de amigos si te peleas puedes cambiar de amigos, aunque sea triste. Se dice que las personas salen más fuertes de cara al próximo conflicto que tienen.
¿Cualquiera vale para ser mediador?
Cualquiera que se forme bien, pero no cualquiera. Si uno es tímido y nunca se mete en problemas cuando está en mediación no sabe mucho de qué le están hablando. Hay otros que creen que les ayuda a ellos mismos, y como tienen una pareja puede funcionar. Malos mediadores son quienes no tienen compromiso y se apuntaron por cualquier razón. Pero no suele pasar. También es otra ventana a lo que pasa en el centro, tienes muchos ojos que se dan cuenta de lo que está pasando, porque muchas veces los problemas entran en el centro desde la calle, del fin de semana, y los profesores no se enteran, pero los alumnos sí.
¿Cuáles son las ventajas, sobre todo para el alumnado?
Los que van aprenden de los mediadores que ellos pueden resolver los conflictos por sí mismos. Se dan cuenta de que pueden arreglar sus problemas y tener bienestar. Que lo que aprenden en el centro lo pueden aplicar a su vida. Que tienen más espacio para aprender y más tranquilidad y más calma. Que se aprenden habilidades sociales y emocionales que te ayudan a autogestionarte. Nunca debe quedarse uno sin amigos. Uno puede centrarse más en aprender. Los chicos valoran también que en el centro se está mejor, tienen más ganas de ir o se entienden mejor con los profesores.
¿También funciona para la relación profesor-alumno?
Sí, los mediadores nos formamos también. Los profesores notan que tienen que resolver muchos menos conflictos y, además, tienen herramientas para desescalarlos. Tienen mejor relación, incluso complicidad. Cuando buscan pareja para ser mediadores, los alumnos muchas veces eligen profesores. Todo el mundo quiere estar bien en el centro, esta mala prensa de los alumnos que no quieren estudiar ni hacer nada, en mediación, te das cuenta de que hay alumnos que quieren que todos estén bien. Se ahorra mucho. Los dividendos de la paz, todo el tiempo que el profesor no pasa riñendo a nadie, dando una imagen que no es la suya, porque a nadie le gusta echar broncas.
¿Para qué tipo de conflictos no sirve?
Somos amateurs, no profesionales. Al principio les decimos que medien en lo que se atrevan. Empiezan con conflictos más simples. Yo les digo que cuando un conflicto es un delito no medien, que apliquen la normativa. En muchos centros cuando es un delito (un robo, etc.) aplican la normativa, pero paralelamente practican la mediación, que hace que las personas se puedan restaurar. Si mandas a un chico a casa luego tiene que volver, y con la mediación puede arreglar las cosas en paralelo. Tampoco cuando es un tema más terapeútico, una persona con problemas intrapersonales. En la mediación a veces se descubre que la persona tiene un problema más profundo y se le recomienda ir al psicólogo. Si es acoso, al inicio funciona estupendamente. Pero si está avanzado, la persona victimizada ya no sabe defenderse (la víctima piensa que se merece lo que le pasa en el acoso), la mediación no funcionará. Si el agresor ha perdido la empatía y está en una fase avanzada de su acoso no van a hablar en igualdad de condiciones y no funcionará. En temas de violencia de género hay gente que ve claro que hay que aplicar la mediación porque si no te olvidas a la víctima. Y la mediación siempre tiene en cuenta a la persona, qué le pasa. En un conflicto normalmente se acusa al otro y hablas de “tú”. En la medicación instamos a hablar de “yo”. Tampoco vale cuando es un problema generalizado: cada día el mismo problema en la puerta de entrada. Pues no, crea una norma para arreglarlo. Las normas en realidad son positivas porque dan soluciones anticipadas.
¿Hay cultura de la mediación en España?
Cada vez más. En las escuelas la hay. Ya hay normativas que la recogen. El decreto de deberes y derechos de los alumnos de Cataluña de 2006 ya recogió la mediación como un elemento que los centros tienen que poner a disposición de las personas. Otras comunidades lo han ido recogiendo. Cada vez más se pide por norma que los centros tengan un plan de convivencia. Otra cosa es que como no hay recursos en los centros de cara a la formación la gente piense que está haciendo mediación cuando en realidad lo está haciendo de manera vaga. Por eso hemos escrito un libro, para explicar bien qué es y cómo se aplica. Pero hace falta buena formación.
¿Y no la hay?
Ocurre que los profesores se mueven bastante. Un centro que tenía un buen equipo de mediación organizado pierde al profesor que lo implementó y lo conoce. Entonces este centro sigue implementando la mediación porque ese profesor que se va ha formado a otros. Pero es una cadena que al final se va diluyendo. Es un momento muy importante para que se retome la formación. Casi ninguna universidad trabaja siquiera la gestión del grupo. Puede que se haga de manera colateral porque algún profesor tenga interés o en alguna asignatura, pero no. Hay asignaturas de didáctica, de las materias, de psicología, de historia de la educación… Pero sobre cómo gestionar el aula no, es un tema muy olvidado. Y más si hablamos de desarrollarla de manera pacífica, de cultura de paz, de lo que es ser persona. Estos temas están muy olvidados frente a tener éxito o un buen rendimiento. Siempre estamos pensando en un resultado más académico que humano, todavía ahora.
¿Siempre ha sido así?
Antes de la crisis había mucha formación en las escuelas. Era el momento de las tecnologías, de darle mucha importancia a las lenguas extranjeras, de la mediación. Ahora se han cerrado muchos centros de profesores, ha cambiado la formación. Pero no porque haya decaído el interés, sigue habiendo problemas con el acoso escolar. Cuando miras qué se puede hacer contra el acoso, cuando ya ha estallado, es complicado. Pero antes se puede detectar y trabajar. Un conflicto siempre empieza como algo pequeño y luego se va complicando. Y cuando practicas la medicación haces que el centro sea acogedor y que cuando haya un problema no se tenga que esconder bajo la alfombra. No es solo para el día a día de la escuela, es para todo. En todas las profesiones te piden que sepas gestionar los conflictos, que sepas trabajar en equipos interdisciplinares. Con tu pareja, por ejemplo. El problema es tener un problema y no tener herramientas para resolverlo. Nadie quiere sufrir, pero si la violencia es tu único recurso es lo que tienes. La mediación la trabajamos desde infantil y los niños de esa edad son fantásticos mediadores. En secundaria son mediadores en la escuela padres, madres, alumnos y profesores, todos juntos. Esto es una pasada, trabajar todos juntos para que el centro funcione mejor, independientemente del sector educativo. Te olvidas en esta modalidad de castigar, de buscar un culpable. Aquí los conflictos se ven de manera global. Estamos acostumbrados a educar víctimas, gente que tiene un problema y no tiene ninguna herramienta, solo aguantar, callar o que alguien le saque las castañas del fuego. Esto me preocupa más que el que agrede; a nivel social tiene consecuencias y por eso se dice que somos democracias no participativas.
¿Qué rol deben jugar las familias?
Tienen que estar informadas de que existe la mediación. Tienen que tener este conocimiento para ser coherentes también y educar en la cultura de la paz. Tienen que inculcar a sus hijos que cuando tengan un problema lo arreglen. Cuando apoyas a tu hijo a arreglar algo le estás enseñando que puede, que es mayor. Y cuando los padres se forman como mediadores lo aplican en su trabajo y todo el clima cambia. También es importante saber distinguir cuándo puede ser un buen momento para resolver problemas. La formación en estos momentos es la clave, para que no se diluya. Si no, solo hay gente que ha escuchado lo que es, pero no lo sabe realmente. Y esto me preocupa, por eso hemos escrito el libro, para que si lo hacemos, lo hagamos bien.