Pilar Orenes lleva mucho tiempo vinculada a las organizaciones del tercer sector, tanto en España como en el extranjero. Hace unos pocos años comenzó a dirigir Educo, una organización que trabaja en 14 países, tanto en Latinoamérica como en África y Asia. En España trabajan para hacer de los centros educativos espacios seguros y en los que la equidad sea seña de identidad, y por que la participación infantojuvenil sea una realidad. Hablamos con ella de parte de ese trabajo.
Hace unos días participasteis en las jornadas internacionales sobre comedores escolares en San Sebastián organizadas con motivo de la Presidencia española. Los comedores son uno de los leitvmotiv de Educo ¿Por qué es tan importante este tema para vosotras?
Creo que ha sido una oportunidad para nosotros de hablar del comedor escolar, pero conectarlo con lo que es el tema más importante para Educo: la educación como herramienta para reducir la pobreza. Y dentro de esa educación, poner en valor todos los espacios en los que la vida de un niño o una niña se desarrolla. Cuando hablamos del comedor escolar también nos referimos al espacio del mediodía; un espacio donde pasan muchas horas y en el que pasan muchas cosas.
Se trata de garantizar una comida saludable al día, pero también es un espacio donde niñas y niños conviven de otra manera con personas de diferentes edades, con otros adultos; un tiempo en el que juegan, resuelven conflictos, donde aprenden sobre alimentación saludable, donde están en un entorno seguro, porque la alternativa es pasar tiempo en los desplazamientos para ir a casa donde, a veces, no tienen una persona adulta. Con el comedor escolar también se trata de garantizar que puedes seguir con la jornada de la tarde o bien con las clases o con las actividades extraescolares. Por lo tanto, reduce el absentismo escolar.
Al final es poner en valor el comedor como espacio educativo, que sea parte del proyecto educativo de centro, porque niñas y niños no distinguen entre cuándo es clase o cuándo es horario del comedor. Por eso también queremos que se garantice para todos y todas, que sea universal, gratuito. Y mientras llegamos, que lo sea para aquella población que está en riesgo de pobreza y exclusión.
Entre vuestros informes habéis publicado algunos precisamente sobre la inversión que supondría esta universalización…
Sí, efectivamente. Hacemos propuestas desde las evidencias detectadas tras muchos años trabajando en comedores escolares.
Ahora mismo, una cifra que para nosotros es importante es el porcentaje de niños y niñas que reciben becas y cómo queda por debajo de quienes están en riesgo de pobreza y exclusión.
Es algo que te levanta una primera alerta. Si hay un 33% de niños y niñas en riesgo de pobreza y exclusión y las becas están llegando al 13% de la infancia, ya hay un primer gap, las becas no son suficientes. Las becas no nos garantizarían ese comedor universal y gratuito para todos, pero sí ponen el foco urgente en esos niños y niñas que más lo necesitan.
En vuestro proyecto de comedores, además de trabajar dando becas, desarrolláis un espacio más educativo, en ese tiempo de convivencia. El proyecto, si no recuerdo mal, lo llamáis Espacio Mediodía. Me gustaría saber en qué consiste exactamente.
Sí. En Educo llevamos 10 años dando becas comedor porque, como hemos visto, no a todos los niños le llegan las becas públicas. Gracias a nuestra experiencia en centros y a esa cercanía, hemos ampliado el trabajo en torno a ese espacio.
Por un lado, estamos profundizando en el análisis y el conocimiento de qué pasa en España: cuántos niños y niñas acceden, qué presupuesto se dedica, por qué esas becas no llegan realmente a todas y todos, qué diferencia hay entre comunidades autónomas. Un trabajo de investigación, de análisis y de aportar datos.
A la vez acompañamos a centros escolares para garantizar que ese espacio sea de calidad. Porque el problema no es solamente el acceso, sino que una vez que accedes, ¿Qué comedor escolar te encuentras? Ahí hemos utilizado mucho la innovación social con un trabajo muy participativo con todos los actores que influyen en ese comedor: los niños y las niñas, intentando poner en el centro la participación y la escucha de sus necesidades. Pero también la asociación de padres y madres, los profesores, la dirección, el personal que trabaja en el comedor, ¿no?
A partir de ahí, se van desarrollando acciones como dar información sobre hábitos saludables, sobre higiene, cómo se decide el menú, sobre cómo tiene que ser un menú equilibrado para que los niños lo conozcan.
También son espacios para resolver conflictos, cuando hay algún problema. Hemos creado rincones seguros donde se puede generar un diálogo. Son espacios para hacer juegos cooperativos, donde colocar buzones donde los niños pueden participar o decir lo que les gusta y lo que no. En algunos centros en los que trabajamos, incluso, se celebran asambleas periódicas sobre el comedor. En una de ellas se decidió hacer mejoras en la acústica del comedor, por ejemplo. Una de las cosas que los niños y niñas decían es que había mucho ruido en el comedor y no se podía hablar.
También acompañáis a centros educativos y entidades sociales a fomentar la participación de la infancia y la adolescencia. ¿Por qué es tan importante y cómo se logra eso?
El 42 % de chicos y chicas piensan que sus ideas no se tienen en cuenta. Sin embargo, su participación es clave y posible, y tienen derecho a una escucha activa para aportar propuestas para los temas que les afectan como prevenir la violencia o transformar su entorno en un lugar más equitativo y justo. Desde Educo promovemos la creación de Clubs de la Escucha que permiten una participación efectiva y muy necesaria. Escuchar tiene resultados sorprendentes y muy positivos.
No sé si el programa lo tenéis, digamos, estandarizado o en cada colegio se hacen dinámicas diferentes…
Pues mira, se hacen propuestas diferentes. Con nuestro conocimiento y experiencia vemos lo que cada centro necesitaría, pero cada colegio es un mundo y cada contexto educativo necesita un aterrizaje diferente.
Aunque hay acciones comunes, hay muchas diferencias detrás del comedor escolar: desde colegios que externalizan el servicio, los que tienen cocina dentro, con padres y madres muy implicados, otros menos… Y eso es parte de lo interesante de cuando haces una propuesta de este tipo, ¿no? Que los protagonistas sean quienes lideren el posible cambio.
En estos años hemos llegado a muchos colegios de toda España. Con este proyecto nos hemos focalizado en función de algunos apoyos que hemos tenido, como el de de la Fundación Diverse Learning, por ejemplo, que ha financiado parte de este proyecto.
Un proyecto que hacemos en colegios de Madrid y de Barcelona con la idea de que sean experiencias piloto que luego puedan ser reproducidas en otros colegios.
Cada centro es diferente no solo por su propia composición social, sino por el territorio en el que está. Hay muchas diferencias entre autonomías.
Sí, efectivamente. En cada una el acceso de los niños y las niñas es diferente, el coste, el tipo de comida… Por eso, cuando hacemos nuestra labor de investigación y de inciedencia, queremos que se garanticen unos mínimos. Por ejemplo, con las becas hay algunos criterios que deberían ser uniformes para que el acceso no dependa de la Comunidad en la que naces, que es lo que está pasando ahora.
Hemos puesto esos mínimos y a partir de ahí que cada comunidad autónoma puede adaptarse a su realidad y a su contexto, que también lo valoramos.
¿Qué mínimos deberían ser esos?
Uno es entender la beca como un derecho para todo niño y niña, un derecho subjetivo. Eso significa que no puede estar en función del presupuesto, tienes que garantizarlo. No puede ser que haya personas que cumplen los requisitos, pero como no tengo dinero se quedan fuera. Es una manera de cambiar tu forma de estructurar tu presupuesto.
Luego, las becas tienen que llegar a todos los niños que se encuentran en riesgo de pobreza. Pero, claro, hablar de riesgo de pobreza con unos estándares, con un criterio consensuado, no que cada comunidad autónoma decida cuál es el nivel de pobreza infantil. Un criterio que se ve en la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística. Eso debería ser común y ahora, según cada comunidad autónoma, los criterios son diferentes.
También abogamos por la gratuidad, por dar becas al 100 % para la infancia en riesgo de pobreza y de exclusión, porque cuando empiezas a dar solo un porcentaje, hay muchas personas que se quedan fuera porque no pueden pagar, siquiera, un porcentaje. Que para estos la beca cubra el 100 % y luego que haya tramos para otros umbrales.
O que cubran todos los modelos de familia, porque a veces hay algunos sistemas que se ajustan más a unos modelos y hay quienes se quedan fuera.
Y abogamos mucho por la simplicidad, por la transparencia. Los trámites para pedirla son complejos, o piden información que ya tiene la administración y ponen el peso en la familia. Y eso echa para atrás a muchas familias vulnerables, que a veces ni siquiera conocen que tienen el derecho a pedir esa beca. Hay ahí un trabajo para agilizar y simplificar para que se pueda renovar casi automáticamente, año a año, que no tengas que empezar de cero. En uno de los informes hablamos de eso, de las diez recetas, ¿no? De los diez criterios.
Que haya un Ministerio de Infancia y Juventud, habla de prioridad, habla de poner al niño y la niña, como sujeto de derechos, en el centro
Cambiando de tema, en la última legislatura se aprobó la Lopivi y empezamos esta con un Ministerio de Infancia y Juventud. Parece que tengamos una mirada más amable hacia la infancia. No sé cómo lo ves tú, teniendo en cuenta que también tenéis programas en contra de la violencia contra la infancia.
Sí, creo que estamos en un proceso de transformación y como en todos los procesos, los primeros pasos son difíciles. En general, han sido años, primero, de reconocer que hay pobreza infantil, En Europa somos uno de los países que encabeza el triste ranking de la pobreza infantil y es un reconocimiento que es duro de hacer.
Educo es una organización internacional, trabaja en 14 países, tenemos asumido nuestro trabajo en muchos de ellos, pero cuando pones el foco en España, aterrizar en esa realidad aquí, reconocer la situación gracias al trabajo, entre otros, por ejemplo, del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil.
Dentro de esa realidad de pobreza y exclusión, que es la que trabaja Educo, pues está también la violencia hacia la infancia. Y tenemos que reconocer el avance que supone la Lopivi. Ahora, para nosotros en un proceso de implementación legislativa, hay como que poner las antenas. No dejamos de celebrar, no dejamos de felicitar, pero no dejamos de exigirnos tampoco, porque lo primero es tener el marco legislativo, pero a partir de ahí hay que implementarlo.
Uno de los informes que hicimos este este año era sobre qué había pasado con la figura del coordinador o coordinadora de bienestar y de protección. Reconocemos que como idea está bien, pero hace falta dar pasos para asegurarla. Supone un cambio cultural que necesita una inversión, formación, tiempo, acompañamiento.
Y esto lo uno con el nuevo Ministerio. Aplaudimos que haya un Ministerio de Infancia y Juventud, porque habla de prioridad, habla de poner al niño y la niña, como sujeto de derechos, en el centro. Estaremos atentos a qué competencias tenga, a qué presupuesto y, sobre todo, a que influya, porque al niño y a la niña les afecta cualquier política, desde la vinculada a la vivienda, a la educación, etc. Debe asumir una coherencia de políticas, ¿no?
Quería preguntarte por el programa que tenéis, aunque luego retomaré la figura de la coordinación de bienestar en los centros; el programa PROTEGEmos…
Lo que busca es garantizar que los centros escolares, y también las entidades deportivas o las sociales que trabajan con niños o niñas, sean espacios de derechos y de bienestar. Un niño o una niña se siente seguro porque recibe buen trato, puede hablar, participar. Acompañamos a estas entidades o a centros educativos, en los que estamos centrándonos, para que garanticen un entorno seguro en todos los sentidos. Hacemos un abordaje integral. Hablamos de prevención, para que las cosas no pasen. De diagnóstico, para que cuando pasen se puedan identificar, detectar y actuar sobre ellas. Aunque reduces las circunstancias previniendo, hay casos que se dan, y yo creo que en este momento se habla más del tema, es una buena noticia, pero a la vez provoca que afloren más casos, ¿no? Y hay que asegurar que cuando afloren, podamos actuar. Eso es lo que buscamos con el programa PROTEGEmos.
No sé si lo hacéis como con el comedor, con un proyecto flexible o está más estandarizado.
Efectivamente, aquí sí que hay algunas cosas que son más estándar, aunque nos adaptamos en función del centro, de su situación, de las apuestas que está haciendo. El marco de la Lopivi ayuda, existen unos estándares que debe tener un centro educativo para asegurar esa protección infantil organizacional, que es de lo que hablamos. Y luego hay materiales de apoyo diferentes.
Es interesante cómo hemos incorporado algunas herramientas el en programa. Herramientas de innovación tecnológica con las que podamos detectar situaciones, como Kanjo, una app para primaria que pregunta cuestiones como ¿cómo llego al colegio?, ¿cómo salgo del colegio?, ¿cómo me siento? Solo se registran emociones pero funciona como sistema de alertas tempranas cuando, por ejemplo, un niño o una niña siente miedo, o ansiedad…,
También trabajamos con b-resol que es una aplicación para secundaria, para niños y niñas que ya tienen su móvil. Con ella pueden identificar casos que están viendo de violencia en su entorno o sobre ellos mismos, de manera que pueden dar la alerta en el colegio.
Quería retomar lo de la coordinación de convivencia. Este es su segundo año de implantación. Tengo la sensación de que el primero fue caótico y la figura, extremadamente heterogénea en función de la comunidad autónoma. No sé qué interpretación haces desde Educo.
La figura nos parece muy importante, clave; la aplaudimos y eso yo creo que tiene que ser importante destacarlo, pero que es cierto que hay que dar muchos pasos para que de verdad responda a lo que estamos buscando. Cuando se ponen en marcha las cosas hay que darse un tiempo y somos conscientes, pero ese tiempo tiene que estar acompañado de medidas porque, si no, irán pasando los años y seguiremos haciendo informes sobre qué está pasando.
Para empezar, cada Autonomía ha hecho un desarrollo normativo diferente con lo que, a veces, tienen pocos puntos en común. Y el desarrollo es tan escaso que quedan muchas lagunas, muchas dudas, inseguridad entre los profesionales sobre sus funciones exactas.
Ninguna comunidad autónoma tiene una asignación presupuestaria específica para las tareas que tiene que asumir esta figura. No hay una mínima definición sobre las características que tiene que tener el puesto con lo cual a veces recae en el coordinador o coordinadora de convivencia, en el orientador escolar. A esto se suma que solo en dos comunidades autónomas se prevé formación inicial cuando esta figura se asume; no hay horas liberadas, o cuentan con una o tres horas semanales, y no se tiene en cuenta el número de alumnas del centro o los casos abiertos que tenga; no existen incentivos, que no tienen por qué ser económicos. Si el impulso institucional o político es escaso, si no hay apoyo, es muy difícil que arranque con la seguridad que necesitaríamos.
Que haya un decreto a nivel estatal, que se apruebe con un mínimo de elementos comunes; sería importante que las administraciones lideraran, que la figura se profesionalizara pensando en los perfiles idóneos. Por suerte hay recorrido y hay propuestas que pueden cuajar todavía.
Quería preguntarte por otra de vuestras líneas de trabajo, la educación infantil 0-3 años, sobre la que también habéis hecho algunos informes últimamente. ¿cuál es la importancia de esta etapa?
La educación está en todos los momentos de la vida de un niño o una niña, en toda su etapa. Hablamos de entornos seguros, del comedor escolar como espacio educativo… y, por suerte, se está empezando a hablar ahora más de esta etapa del niño a la niña, aunque no lo suficiente. Cada vez hay más evidencias sobre la importancia del 0-3, un tiempo en el que se desarrollan gran parte de las habilidades o de las competencias que luego van a necesitar.
Y, sin embargo, no está garantizado que todos los niños y las niñas, tengan igualdad de condiciones y esa oportunidad de desarrollo.
Cuando entras en una educación obligatoria hay una serie de garantías, sin embargo, en el 0-3 años todavía no y no todas las familias pueden acceder a ese entorno educativo que sería necesario y en la mayoría de los casos es por motivos económicos. Vamos otra vez al corazón del trabajo de Educo, la infancia más vulnerable, ¿no? Decíamos casi tres cuartas partes de las familias con la renta más baja no acceden a servicios de educación infantil antes de los tres años.
¿Qué pedimos a la Administración para que esto no sea así? ¿Qué tipo de garantías de acceso tiene que haber, qué tipo de ayudas? Y, una vez más, no hablamos de acceso a cualquier cosa, sino hablamos de la calidad, no todo vale. Por esto esta etapa está siendo parte de la agenda de Educo, ver cómo movilizamos a la comunidad educativa, cómo escuchamos a los expertos, a las familias…
En la anterior legislatura hubo cierta apuesta por la universalización del 0-3 y seguramente tenga continuidad en esta. No sé si desde Educo habéis hecho alguna valoración o habéis cuantificado cuál sería la necesidad de plazas.
En España, el gasto en el primer ciclo de infantil ahora mismo es poco más de 4.000 euros por criatura. En Alemania la inversión es de más de 12.000 euros y en Finlandia, más de 20.000 euros. Al final siempre nos comparamos así con estos países, pero es importante tener una referencia. La financiación es pequeña, aunque es verdad que estamos en un contexto, bien por los fondos de la Unión Europea, por la Garantía Infantil Europea. Se está poniendo a esta primera infancia en una primera línea. De hecho, es uno de los informes que sacaremos dentro de unos meses, cómo han influido estos apoyos que hemos recibido de la Unión Europea en este salto cualitativo de la primera infancia en España.
Para terminar. Educo tiene una vertiente internacional importante, actuáis en 14 países como comentabas. Además, participáis también en la Campaña mundial por la Educación. ¿Qué podrías contarme sobre ella y sobre vuestra participación?
Nosotros, como bien dices, somos una organización de ámbito internacional que trabajamos en diferentes contextos y la apuesta por la educación como medio para acabar con la pobreza es universal. Puedes trabajar en contextos más fáciles o más difíciles, con mayor o menor apoyo público a los que tú adecúas tu intervención, pero nuestra misión sigue siendo la misma.
Y es la creencia de que podemos construir sociedades más justas si el derecho a una educación pública, de calidad y que asegure la equidad está garantizado.
Eso es parte de lo que pide la Campaña Mundial por la Educación. Es una campaña que lleva más de 20 años desarrollándose y desde el principio nos sumamos en España, junto con Ayuda en Acción, Entreculturas y Plan International, y este año, de hecho, la estamos coordinando. Ponemos fuerza para asegurar, por una parte, financiación, porque hay que hablar de ella, para que los gobiernos dediquen parte de sus presupuestos a garantizar esa educación pública.
Pero debemos ser conscientes de que en algunos países no solamente se necesita el esfuerzo de los gobiernos, sino también de la ayuda internacional. Reclamamos que España destine más fondos de cooperación a educación (en 2021 solo representaba el 9,8% del total, su punto más bajo desde 2015). También pedimos más fondos para la educación en emergencias, que es otro de los temas claves para Educo.
Si en algunos contextos la necesidad de la educación es alta, es justamente en las crisis humanitarias. Todos tenemos en mente lo que está pasando en Gaza y cómo la educación está viéndose afectada. Es terrible lo que está pasando y no podremos tardar mucho en hablar de educación. Hablamos de muchas otras necesidades, pero la educación tiene que estar en primera línea cuando hay un terremoto en Marruecos, cuando pasa el conflicto en Siria o pasa en el Sahel, cuando miles de niños están movilizándose por situaciones de inseguridad y esto afecta a la posibilidad de tener un espacio seguro como es la escuela. Es en esos contextos donde la educación juega un papel clave.
También llevamos la Campaña Mundial de la Educación a los colegios para construir una ciudadanía global, crítica, comprometida y consciente, capaz de afrontar los retos globales como la pobreza, la desigualdad y el cambio climático.