Es posible que, al hacer referencia a estos espacios destinados a la convivencia escolar, la primera idea que surja son las ya conocidas aulas de convivencia, las cuales ya existen en numerosos centros educativos, aunque en ocasiones sean confundidas con aulas de contención o de castigo. Es por ello que, utilizando el procedimiento de creación y funcionamiento de estas aulas como ejemplo de espacio destinado a la convivencia más conocido, se invita a reflexionar en torno a dos cuestiones vitales para la creación y puesta en funcionamiento de otros posibles escenarios en los que desarrollar la promoción de la convivencia positiva.
Consideraciones previas
En primer lugar, antes de la creación del espacio cabría preguntarse por qué se considera necesaria o no su existencia, de manera que la respuesta es la justificación para su creación. En este sentido, son variadas las causas que pueden motivar la decisión de configurar un nuevo espacio dedicado a la convivencia escolar o, por el contrario, considerar que ese lugar es innecesario en el centro. Tomando como ejemplo las conocidas aulas de convivencia, se pueden considerar algunos de los principales argumentos que pueden influir en esa primera decisión.
La respuesta mayoritaria de los centros que carecen de aula de convivencia alude a la falta de conflictos escolares graves que derivan en violencia, de lo que se concluye que este espacio está más destinado al tratamiento de la violencia a posteriori más que a la promoción de la convivencia como medida de prevención.
También existen otros casos en los que en un momento dado se decidió apostar por la creación de este espacio pero que, dado el poco uso que se le daba o a su entender por su ineficacia, se optó por sustituirlo por otro con otras funcionalidades. Por supuesto, también es posible el caso en el que, especialmente en aquellos centros de menor tamaño, no haya sido creado por el simple hecho de no tener espacio físico para hacerlo.
Por otro lado, se encuentran los centros que cuentan con este espacio llamado (aunque no siempre) aula de convivencia. El nombre resuelve la primera pregunta antes de su creación: es un espacio dedicado a la convivencia. En este sentido se pueden encontrar “aulas de convivencia” que funcionan más bien como lugares de contención o de castigos en los que el alumnado debe realizar tareas escolares durante el periodo de sanción que se le haya impuesto. En estos casos, el espacio destinado a la convivencia solo lo es de nombre, y queda lejos de la adecuada intencionalidad que debería promover su creación y que sí se encuentra en aulas de convivencia que dan respuesta positiva a la pregunta planteada. En este último caso se estaría hablando del aula de convivencia como un espacio dedicado a la promoción de la convivencia positiva y la prevención de la violencia en sus diversas manifestaciones, un espacio privilegiado en el cual el alumnado aprendería la resolución de conflictos y el desarrollo de habilidades sociales incluso de manera previa a la aparición de dificultades y, por supuesto, lejos del momento en el que se da la violencia. Ello no implica que el aula no pueda, ni deba, ser utilizada para otros menesteres como el desarrollo específico de habilidades sociales básicas o el tratamiento de mediaciones ante conflictos más graves.
Una vez respondida la primera de las preguntas, cabría hacerse una segunda, ¿qué pretende conseguirse con la creación y puesta en funcionamiento de este espacio? La anterior cuestión planteaba la justificación de su existencia, sin embargo, lo que se plantearía ahora serían sus objetivos. Según cuáles sean determinarán cuestiones como el espacio físico requerido, la localización o, incluso, los materiales para su correcto funcionamiento. Es importante que los objetivos sean acordes a la idiosincrasia del centro y sus posibilidades, con el fin de escapar de objetivos ambiguos o demasiados ambiciosos y, por ende, irrealizables. Esto supondría el riesgo de desaparición del espacio al considerarse ineficaz por no alcanzar ninguno de los objetivos planteados. Por ejemplificar esta distinción, no sería igual crear un aula de convivencia destinada en exclusiva la mediación de conflictos graves, la cual no requeriría un espacio excesivamente amplio ni demasiado mobiliario, que otra en la cual se trabaje la formación de mediadores o el desarrollo de habilidades sociales con grupos más numerosos.
De esta manera, tras una adecuada evaluación y detección de las necesidades del centro en materia de convivencia es posible encontrar la respuesta a estas dos preguntas clave para la configuración de los espacios necesarios para la promoción de la convivencia positiva y la prevención de la violencia en sus diversas manifestaciones.
En ese momento cabría entonces plantear otros interrogantes que, siempre vinculados a los objetivos, configurarán la dinamización y utilización del espacio. Es necesario plantear cuestiones tales como ¿cuál es lugar idóneo del centro para su localización?, ¿cómo se organizará el espacio?, ¿qué materiales pueden ser requeridos para su correcta utilización?, ¿quién o quiénes serán los responsables de llevar a cabo su organización y dinamización? o ¿en qué momentos y bajo qué circunstancias debe ser utilizado?
No es baladí la respuesta a estas cuestiones, ya que el éxito y por ende la continuidad del espacio dependerá en gran medida del uso que se le dé. El espacio requiere estar configurado de tal manera que sea operativo para optimizarlo al máximo y así cumplir los objetivos planteados para su creación. Solo así, otorgándole una utilidad real y reconocida por la comunidad educativa como usuaria, el espacio creado podrá servir verdaderamente para su propósito
Más allá del aula
Hasta ahora solo hemos aludido al aula de convivencia para hablar del procedimiento de creación de espacios que promocionen la convivencia, pero hay múltiples opciones. A continuación se presentan algunos ejemplos para la promoción de la convivencia positiva y la prevención de la violencia escolar junto con algunas de sus posibilidades.
– Tablón de convivencia. Consiste en un espacio informativo o de divulgación donde se muestran tanto carteles, folletos o informaciones varias que ayuden a sensibilizar a la comunidad educativa en materia de convivencia, como por ejemplo, el anuncio de talleres para familias sobre ciberacoso o cursos de formación para el profesorado. También puede servir para dar visibilidad a producciones realizadas por el alumnado en relación a la promoción de la convivencia escolar (trabajos de inteligencia emocional, cartelería…). La existencia de este espacio denota la sensibilización del centro con la mejora de la convivencia escolar, ya que expone en un lugar específico dicha cuestión.
– Rincones de mediación. Si bien las ya conocidas aulas de convivencia pueden servir para la realización de mediaciones e, incluso si tienen el tamaño adecuado, para llevar a cabo la formación de grupos de mediadores, pueden ser creados paralelamente pequeños rincones de mediación colocados de manera estratégica por el centro. En ellos el alumnado puede resolver de manera rápida y efectiva algunos conflictos menores que pueden surgir como fruto de las relaciones entre iguales, especialmente tras el periodo de recreo.
– Buzones “cuéntame”. Podría ser de interés que el centro cuente con un espacio en el que el alumnado comunique discretamente inquietudes o conflictos existentes que puedan considerar relevantes, ya que es común que haya chicas y chicos que, por sus características propias o por circunstancias externas, no se sientan seguros como para comunicar estas inquietudes de manera pública.
También es necesario en plena edad digital, ubicar espacios digitales destinados a esa promoción de la convivencia. Los distintos sistemas operativos, así como las aplicaciones existentes pueden servir para promover la ciberconvivencia positiva y prevenir la ciberviolencia. No cabe duda que las redes sociales y el uso de dispositivos inteligentes tienen un protagonismo indiscutible en las relaciones sociales actuales, por lo que podría ser de interés que existan espacios dedicados explícitamente a la convivencia también en el mundo digital.
Un ejemplo de estos ciberespacios puede ser un blog de convivencia enlazado a la web del centro que sirva de homólogo virtual al tablón de convivencia físico, además de incluir otras posibilidades. Pueden publicarase informaciones relacionadas con jornadas y talleres de formación en materia de convivencia para la comunidad educativa o divulgarse las producciones del alumnado en relación a la convivencia; también puede servir para compartir noticias u otras informaciones de interés.
Además, a través de las diversas aplicaciones que las propias plataformas de blog permiten se pueden crear a su vez otros espacios virtuales donde la comunidad educativa pudiera participar, debatir y proponer actuaciones que llevar a cabo en el centro para la promoción de la convivencia positiva, dando así mayor oportunidad a las familias de participar en la toma de decisiones de los centros y en las actuaciones que en ellos se llevan a cabo. Otra de las posibilidades que permiten la creación de estos ciberespacios es la difusión de las actuaciones que se llevan a cabo en el centro y en otros. De esta manera se facilita el intercambio de experiencias educativas y la colaboración intercentros que, en siguiente término, podrían llevar a cabo a la realización de actuaciones conjuntas que tengan como objetivo la mejora de la convivencia no ya sólo en el centro, también en su entorno más próximo.
En conclusión, es de interés que el centro cuente con espacios destinados a la promoción de la convivencia positiva y la prevención de la violencia escolar, ya que así se explicita el tratamiento de la convivencia.
No obstante, la creación de estos espacios no debe realizarse de manera improvisada ni desvinculada de las propias características del centro o de los objetivos que se planteen sobre sus necesidades. Así pues, una vez detectada la necesidad de crear ese espacio y planteados sus objetivos, el centro puede optar por las múltiples posibilidades existentes, (tablones de convivencia, aulas de convivencia, rincones de mediación, blogs…), todo ello con el fin de darle al tratamiento de la convivencia escolar en los centros el espacio que se merece.