¿A la hora de comer debemos tener el móvil en la mesa? ¿Deberíamos desconectarlo para dormir? ¿Y cuando conducimos? En teoría son preguntas fáciles de responder pero en la práctica puede que no tanto. Tras Conectado para Aprender: Aprendizaje Social y Personalizado, Jordi Jubany, maestro, antropólogo y experto en educación digital, ha publicado en castellano el libro ¿Hiperconectados? Educarnos en un mundo digital. El libro habla sobre el uso de las tecnologías en el ámbito familiar, es decir, que jóvenes, mayores, madres y padres pueden encontrar útil.
Jubany expone las posibilidades que se abren en las relaciones personales con el uso de las herramientas digitalizadas e insiste en la necesidad de conocerlas y tener un criterio propio a la hora de usarlas. Lo ejemplifica a través de miembros de una misma familia que realizan diversas actividades. Los domingos la familia tiene por rutina poner en común lo que han descubierto a nivel digital durante la semana. Esto les permite tener un espacio para hablar de tecnología, saber qué uso hacen los hijos y poder pactar en qué momentos pueden desconectar. La familia en digital ofrece la posibilidad de reflexionar sobre cómo podemos actuar con conocimiento, naturalidad y empatía en el nuevo entorno conectado.
La relación entre padres e hijos, sobre todo en la adolescencia, es a menudo complicada. A esto se le añade el desconocimiento de muchos progenitores sobre las herramientas digitales que utilizan sus hijos. ¿Qué consejos les darías para gestionar el uso de la tecnología en casa?
Las familias deberían saber qué herramientas digitales tienen a disposición y conocer cuales usan sus hijos. El libro recomienda herramientas, descubre algunas y ejemplifica cómo las podemos utilizar. Vale la pena aprovechar las oportunidades de aprenderlas y compartirlas juntos, ya antes de la adolescencia. Se puede intervenir de forma proactiva y no esperar a hacerlo cuando surge un conflicto.
El uso el bautizas como «la dieta digital»…
Sí. De la misma manera que durante todo el día no podemos comer continuamente ni comer de todo, lo mismo ocurre con el mundo digital. Según mi punto de vista es necesario tener un autocontrol y un sentido crítico del uso que hacemos de las tecnologías. Nos hemos de educar juntos en las potencialidades y los inconvenientes de la red.
¿Cómo podemos saber qué necesitamos y cuando lo necesitamos?
Hoy la dificultad ya no está en encontrar la información, sino en saber si es veraz o no. Se han de enseñar maneras -tanto a los adolescentes como a los adultos de contrastar la información y ver si las fuentes son fiables. La mayoría tienen alguna motivación ideológica, económica, empresarial… Y debemos enseñar a ser críticos también en el mundo no digital. A menudo en los buzones recibimos catálogos de juguetes claramente sexistas. La cuestión es tener criterio ante las necesidades que tenemos y las que nos generan.
¿Dónde está el umbral que nos permite saber cuándo estamos abusando de las herramientas digitales?
Las herramientas digitales e internet son de las tecnologías que se han expandido más rápidamente. Nuestra generación es privilegiada porque ha conocido el mundo antes y después de esta revolución, pero en los últimos años hemos ido asumir nuevos elementos de consumo sin hacer la reflexión conjunta de la dependencia que nos supone. La línea no está clara, si no hablamos de adicción, pero sugiero que se ponga en común el tiempo que dedicamos y que reflexionemos para buscar espacios también de desconexión.
¿Cómo lo ha de hacer una familia que tiene hijos adolescentes y los padres son analfabetos digitales?
Está claro que si los padres no conocen las herramientas que usan sus hijos, no saben por dónde se mueven. Si el niño le dice al padre que está en Twitter o en SNAPCHAT y el padre no sabe qué es, se puede quedar tranquilo o ponerse nervioso, pero no lo entiende. Hay quien habla de «huérfanos digitales» cuando están dejados, nadie los acompaña y no pueden pedir ayuda ni consejo. Aquí hablaría de la fractura digital. Hasta ahora creíamos que la fractura era el acceso a las nuevas tecnologías o la digitalización. Pero ahora ya no, ahora se trata de hacer un uso saludable, responsable y crítico para saber utilizar las herramientas a tu favor.
Hay docentes no digitalizados, padres o familias que tampoco lo están… A menudo los jóvenes son los únicos que dominan las nuevas tecnologías.
El dominio de los jóvenes muchas veces es instrumental. Saben encontrar el menú y saben pasar la pantalla pero eso no quiere decir que tengan un dominio competente.
¿Tienen un dominio técnico pero no crítico?
Exacto. Puede ocurrir que no tengan plena conciencia de lo que leen o ven en las pantallas. Un adolescente quizás sabe mucho de encontrar películas en la red, pero debe poder diferenciar una campaña de marketing viral de un hecho real.
¿Qué papel tiene la escuela y los docentes en este acompañamiento?
La escuela tiene un papel importante porque es un nodo entre los adolescentes, la sociedad y las familias. Debe poder introducir las herramientas que los jóvenes pueden encontrar fuera, también para facilitar nuevos aprendizajes. Esto no quiere decir que se vayan a utilizar de cualquier manera ni en todo momento. Los padres y profesores no es necesario que utilicen todas las herramientas, pero recomiendo que las conozcan. Un niño con un entorno digitalizado difícilmente lo estará. Pero si no ha tenido acceso, no tendrá el mismo bagaje que habrán tenido sus compañeros.
Otra preocupación es que usuarios activos en Internet dejan su huella digital en cada cosa que hacen, pero sin ser demasiado conscientes.
Todo lo que dejes en la red puede que no te repercute ahora, pero dentro de unos años se te puede volver en contra. Es importante que los adolescentes -y los adultos también- tengamos conciencia. Es un tema delicado porque cuando eres joven no tienes suficiente experiencia vital para pensar que dentro de diez años algo que publicaste en Internet puede perjudicarte. En el libro recomiendo que busques tu nombre y tu rastro digital en Internet con varias herramientas. Es importante controlar qué hay de ti en línea.
¿Cómo se le explica esto a un niño que ya ha nacido en la era digital y tiene normalizado publicar cosas en internet?
Un niño que no tiene autocontrol puede perderse por internet y naufragar… Por eso es importante la orientación. Hay herramientas y redes sociales restringidas y de usos educativos para edades concretas. Esto con el acompañamiento famíliar y de la escuela ayuda a que si alguien se equivoca lo pueda hacer en un entorno más controlado. Y progresivamente avanzar hacia la autonomía. Más que la herramienta, lo importante es que tengas cerca una persona de confianza.
¿Cómo se debe tratar el ciberbullying o los conflictos dentro de las conversaciones por el móvil?
La mejor opción seguramente es educar desde la prevención, la detección y la intervención. El WhatsApp no te dice que insultes el vecino. Y con esto tampoco quiero decir que las herramientas sean del todo neutros. Evidentemente quieren y juegan a que estés pendientes de ellas, te dan un like, una señal, siempre hay un feedback. Si como usuario no estoy cómodo, no hace falta que se lo dedique tiempo. Tanto los jóvenes como los adultos a veces trasladan conflictos que están fuera de la red dentro. Si no tienes una buena base, la red te puede acabar perjudicando.
¿Cómo sería para ti la situación digital idónea?
Tenemos que poder participar y decir cómo queremos que sean las herramientas y los productos en cuanto a la usabilidad, privacidad y seguridad. Participar activamente significa ser «prosumidores», productores y consumidores de contenidos que pueden servir para nuestro desarrollo personal y social. Compartiendo juntos podemos aprovechar las potencialidades que nos dan las nuevas herramientas para crear, para aprender, para cuidarnos, para organizarnos, para leer, para divertirnos, para viajar…