Todavía resuenan las palabras y las acusaciones que hemos sufrido como maestros en los últimos tiempos ¿Educar o adoctrinar? ¿Qué frontera hay entre todo? ¿Qué hacemos cada día en las escuelas, en los institutos? ¿Hablamos de lo que pasa en el mundo? ¿Lo podemos hacer?
Quiero pensar que cada día somos más los maestros que trabajamos para la emancipación total de los individuos, que trabajamos para enseñar a los niños y jóvenes a razonar, a pensar, a tener criterios para ver las distintas opiniones, los puntos de vista y las ideologías.
Adoctrinar rima con una enseñanza puramente transmisora, que tiene como objetivo decir que se ha de pensar, llenar las mentes sin pasar por ningún tamiz. Educar, en cambio, rima con amueblar las mentes: investigar, informarse, conocer, valorar, comparar, decidir qué es relevante, ir a las fuentes, procesar, digerir, y llegar a conclusiones para formarse un pensamiento propio.
¿Y todo esto, como lo hacemos, en un mundo tan saturado de información? ¿Dónde encontramos el conocimiento? Según Edgar Morin «el conocimiento sólo es conocimiento como organización, relación y contextualización de informaciones. Las informaciones constituyen parcelas de saber dispersas «.
Es cierto que a veces hay una cierta confusión entre lo que es la información y qué es el conocimiento … Escucho a menudo que como los niños y jóvenes de hoy tienen tanta información, los objetivos de la escuela quedan desfigurados, cuando justamente es al contrario. Vivimos inmersos en un mundo con un exceso tan grande de información, que lo que nos hace falta es justamente mucho más conocimiento para poder discernir la validez y la credibilidad de la información que nos llega.
¿Y cuáles son nuestras fuentes de información? ¿Qué vemos en la televisión? ¿Qué dice la Wikipedia? ¿Qué encontramos en internet? ¿Qué nos llega al whatsapp? Son tantas estas fuentes que necesitamos criterios y tener la cabeza clara para reconocer qué se esconde, qué no se dice, quién lo dice, y qué objetivos hay detrás de lo que se nos transmite por los diferentes canales.
Y en medio de este tsunami, aún hay escuelas donde la única fuente de información es el libro de texto o los apuntes de los profesores …
Es por ello que, ahora más que nunca, la responsabilidad de la escuela pasa por dar criterios, para que los niños y jóvenes sepan leer y validar toda la información que les llega, y para poderlo hacer necesitamos más conocimientos, más contraste y más estudio. Necesitamos enseñar a pensar.
Todo lo que pasa en el mundo, tanto en el más cercano como el más lejano, no puede ser ajeno a la escuela. La escuela está en el mundo y es el mundo. No tiene sentido estudiar qué pasa en la Roma del siglo primero y pasar por alto los naufragios de miles de personas que mueren mientras intentan llegar a Europa, o hacer oidos sordos al desahucio de los vecinos de la casa de al lado…
Y es por eso que las noticias de los medios de comunicación deben ser una de las fuentes de información de los estudiantes, además de los libros, internet, wiquipedias, fuentes orales, y otros … Todo lo que pasa en el mundo es parte de la escuela, debe ser materia de estudio y debe condicionar y encaminar nuestra actuación.
«Pensar es la clave», dice Joan Pagès en la presentación del monográfico sobre pensamiento crítico, de la revista Perspectiva Escolar, núm. 398. Aprender a pensar es sinónimo de educarse: con esfuerzo, con conocimiento y con criterio para llegar a formar un pensamiento propio y hacernos así más libres.