El 8 de octubre, se cumplen 50 años de la muerte de Celéstin Freinet, uno de los maestros que, desde su escuela de Vence, en los Alpes Marítimos franceses, revolucionó la escuela del siglo XX. Porque puso patas arriba los cimientos de la escuela tradicional y clasista: la pedagogía escolástica y academicista del libro de texto y de los dogmatismos y las verdades únicas; el memorismo, los exámenes y la mera repetición; la enseñanza autoritaria, uniforme y burocrática que no atiende la experiencia infantil ni la realidad del entorno. Y porque supo construir, de manera lúcida y colaborativa -su saber emana sobre todo de lo que aprende de la cooperación entre sus alumnos y del intercambio con otros docentes- un pensamiento pedagógico sólido y socialmente comprometido, donde las ideas se enriquecen a partir de la reflexión en torno a un amplio e imaginativo repertorio de propuestas metodológicas y de la vida cotidiana del aula.
Pocas personas como él lograron articular un cuerpo teórico tan sistémico con la implementación de “una guía práctica para la organización material, técnica y pedagógica de la escuela popular”, tal como reza el subtítulo de Por una escuela del pueblo, uno de sus libros más emblemáticos. Detrás de las técnicas hay siempre una concepción educativa acerca de los propósitos y valores que apuntan a un proyecto de vida individual y colectivo; y a un nuevo modelo escolar: la escuela Moderna y popular.
El aula del propio Feinet y de sus numerosos seguidores en los cinco continentes, se convierte en un taller o laboratorio de investigación, experimentación y creatividad artística y literaria. El aula es también un punto de encuentro entre la experiencia y la biografía del alumno y la del maestro. Un saber que se enriquece continuamente con la observación y vivencias del entorno -las llamadas clases-paseo- y con las conferencias o exposiciones de un alumnado que cuenta con una biblioteca de trabajo compuesto de materiales de consulta muy diversos. La escuela escucha los latidos de la vida y esta se cuela e instala en cualquier rincón del centro, en todo proceso de enseñanza y aprendizaje. Los niños y niñas también aprenden a gestionar la realización de tareas, la distribución del tiempo y la autoevaluación -aspectos clave de su proyecto de vida- mediante los planes de trabajo.
El texto libre ocupa un lugar central en la vida del aula. Es la manifestación máxima de la libre expresión del niño: nada de dictados ni temas de redacción impuestos. Es la palabra libre y empoderada del sujeto que plasma en un texto lo que observa, descubre, piensa, siente y le emociona. Sus deseos, sueños y aprendizajes. Textos que se comentan y corrigen en el aula y luego se imprimen mediante diversas técnicas: las imprentas escolares se convirtieron en uno de los iconos de la pedagogía Freinet. Y con los textos seleccionados por el grupo-clase se compone la revista escolar -el libro de la vida del aula- que se envía a las familias, vecinos y amigos de la escuela y a otros centros con los que se mantiene intercambio.
En una de las invariantes pedagógicas del maestro de Vence -un texto breve de rabiosa actualidad- se dice: “La democracia del mañana se prepara con la democracia en la escuela. Un régimen autoritario en la escuela no puede ser nunca formador de maestros demócratas”. Otro ejemplo de coherencia, porque la cooperación es una de las señas de identidad más relevantes de este modelo escolar, pues en todas las propuestas y actividades se combina el respeto hacia la libertad y el trabajo individual del alumno -a sus intereses, necesidades y ritmos de aprendizaje- con la exigencia del compromiso colectivo y el trabajo cooperativo. Aparte de otras estrategias ya mencionadas, cabe destacar el protagonismo que adquiere la asamblea de clase, el ágora que autorregula el poder y la vida del grupo y que se organiza a partir de las críticas, felicitaciones y propuestas de todos sus miembros. Una tríada que no es baladí: porque, en general, la escuela es muy propensa a la crítica -y con demasiada frecuencia se recrea en la simple queja- pero poca dada al reconocimiento de lo que se hace bien. Se trata, en definitiva, de una comunidad educativa donde todos los actores intercambian y comparten protagonismos, ideas, vivencias y proyectos.
Este compromiso colectivo con todo el alumnado se recoge también en otra de las invariantes pedagógicas: “Todo individuo quiere tener éxito. El fracaso es inhibidor, destructor del empuje y del entusiasmo”. Ahí reside la apuesta conceptual por lo que hoy se llama la escuela inclusiva y que otros muchos autores han ido desarrollando: la atención a la diversidad que nos hace a todos más iguales y diferentes, en la medida que se promueve un aprendizaje y unos valores comunes, al tiempo que se respetan procesos diversos en función de las posibilidades y deseos de cada alumno.
La pedagogía Freinet tuvo una cierta implantación en la España republicana de los años treinta pero, tras la guerra civil y la dictadura franquista, varios maestros freinetianos tuvieron que exiliarse. Los que recalaron en México empezaron a ensayar esta escuela moderna y popular. Tal es el caso de José de Tapia, Ramón Costa Jou o Patricio Redondo. Este fundó en 1940 el Centro Experimental Freinet en Veracruz. La actividad actual del mencionado colegio, precisamente, aparece en el documental de Alberto Bougleaux El retratista (2013), que evoca el trabajo en torno a la imprenta y el intercambio de cuadernos escolares del maestro catalán Antonio Benaiges, amigo de Patricio Redondo y fusilado en julio de 1936 por los insurrectos franquistas. (Web del documental: http://www.werkami.com/projects/1385-el-retratista/ y trailer: http:// vimeo.com/80029214. El DVD se puede conseguir en este link: http://www.blume.net/catalogo/1233-el-retratista-9788498018134.html)
En el tardofranquismo se reinició el movimiento Freinet, primero con la Asociación para la Cooperativa y la Imprenta Escolar (ACIES) y, más adelante con el Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (MCEP) que aún subsiste. En el documental La memoria de las manos, dirigido por Alfonso Burgos y producido por la Universidad de Murcia, se recogen testimonios del legado pedagógico de Freinet en Murcia (véase tráiler en: http://rv.um.es/video?id=74241. A partir de diciembre podrá verse el documental completo en tv.um.es). Cabe subrayar, por otra parte que, desde hace mucho tiempo, existe la Federación Internacional de los Movimientos Freinet (FIMEM) que convoca cada dos años los encuentros RIDEF. El último se celebró este verano en Dogbo (Bénin). Para quienes deseen conocer los orígenes de la pedagogía Freinet pueden ver en abierto y con subtítulos en español el largometraje L´école buissonnière (1949), dirigida por Jean-Paul Le Chanois y con guión de la esposa de Célestin Freinet, Élise.
Freinet ya utilizó en su tiempo los medios audiovisuales y predijo la influencia que tendrían en el futuro estos y otros medios tecnológicos. Y, en cierto modo, la imprenta escolar, el intercambio de cartas y mensajes, la creación de una red docente y otras prácticas cooperativas constituyen un precedente histórico de las actuales tecnologías de la información y de la comunicación. A buen seguro que hoy este maestro haría un uso intensivo y creativo de Internet y las redes sociales, pero no hay duda que nunca olvidaría la dimensión ética y educativa de estas al servicio de una ciudadanía libre y democrática y de una sociedad más justa y humanizada. Por eso hay que agradecerle las sendas que en su día abrió a una escuela demasiado rígida y encorsetada, y que hoy siguen, con sus pertinentes adaptaciones y contextualizaciones, numerosos maestros y maestras del mundo entero.