La vida de Ron Suskind, prestigioso periodista del Wall Street Journal ganador de un Pulitzer, y su mujer Cornelia, dio un doloroso vuelco cuando su hijo Owen, de tres años, empezó a dar signos de una alteración en su desarrollo. En poco tiempo, perdió muchas de sus capacidades motoras, dejó de comunicarse con el mundo y se encerró en un inexplicable mutismo.
Tras ser diagnosticado de autismo, pasó doce largos meses -toda una eternidad para la familia- sin pronunciar palabra, hasta que de pronto, unas extrañas palabras brotaron de sus labios: “uvoz”. ¿Qué quería decir? Tras darle muchas vueltas, sus padres y su hermano mayor cayeron en la cuenta de que estaba reproduciendo un diálogo de La Sirenita, la secuencia en la que la bruja marina Úrsula canta ‘Pobres almas en desgracia’ y exclama “No lo extrañarás, lo que quiero es tu voz”.
El niño había pasado horas y horas extasiado frente a la televisión viendo películas de animación de Walt Disney y había memorizado sus diálogos. Poco tiempo después, la primera conversación que Ron tuvo con su hijo fue a través de la marioneta de Iago, el loro de Aladdín, mientras imitaba de manera teatral la voz ronca del personaje de ficción.
Sesión con los estudiantes
Los programadores de Americana, el festival de cine independiente norteamericano de Barcelona, han escogido el documental Life, Animated, que recoge la extraordinaria historia real de Owen, el niño autista que se relaciona con el mundo a través de las películas de Walt Disney, para su sesión ‘Young Americans’. Una sesión que se propone acercar a nuevos públicos el cine más desconocido, el que no ocupa las grandes vallas publicitarias y que no puede ser consumido a golpe de palomita.
270 alumnos de Bachillerato y 4º de ESO de los institutos La Llauna, Joan Fuster, Pau Clarís de Barcelona e Ítaca de Sant Boi han asistido a la sesión en el Cine Girona. Han seguido el conmovedor relato audiovisual dirigido por Roger Ross Williams y basado en el libro de Ron Suskind Life animated: a story of sidekicks, heroes and autism, en el que se muestra el tránsito de Owen hasta la edad adulta, y cómo a lo largo de los años encuentra las maneras de salir de su silencio, superar duras adversidades vitales como el acoso escolar o una ruptura amorosa, y dar sentido a su existencia gracias al cine de animación.
Nominado a un Óscar y premiado en el festival de Sundance del pasado año, Life, Animated es un conmovedor canto a la diferencia. Un tributo al poder del cine para conectar con las emociones más íntimas del ser humano. Una historia de perseverancia, resiliencia y lucha, que en ocasiones recuerda a la memorable Rainman y la brillante actuación de Dustin Hoffman, con la diferencia de que en esta ocasión el personaje autista no es un actor. Es un joven que habla en primera persona de su propia experiencia y que, a pesar de su condición, es capaz de derribar barreras e incluso, llegado el momento, dar una conferencia en público sobre el autismo ante cientos de personas.
Los alumnos no quedan indiferentes a la fuerza del relato. Cuando la película llega a su fin, tras los títulos de crédito, llega el momento de compartir reflexiones. La psicóloga y productora audiovisual Mayca Sanz, moderadora del coloquio, rompe el hielo con una valoración: “Yo me quedaría con la idea que expresa Owen: no es que las personas autistas no quieran comunicarse. Lo que ocurre es que su condición se lo pone muy difícil, pero a través de las cosas que nos apasionan podemos conectar con el mundo. ¿Qué opináis vosotros?”.
Reflexiones hondas
Tras unos instantes de silencio en los que la sala queda tomada por el miedo escénico, el debate arranca, primero con tímidas intervenciones, y, poco a poco, con una cascada de reflexiones que crecen en ritmo, madurez y hondura, y que amplían horizontes. Más allá del caso particular que han visto en la gran pantalla, los estudiantes entienden que la historia de Owen es extrapolable a muchas otras personas, y que animan a pensar sobre el comportamiento de la sociedad en su conjunto.
–Las personas suelen rechazar a los demás por ser diferentes. Ese es el problema– valora un chico de las primeras filas.
–Sí, lo que pasa es que la gente no es tolerante. Es bueno que existan documentales como este, información y conocimiento, para que las personas cambien”– apunta una alumna.
–Yo creo que la intolerancia está en la ignorancia– afirma otra compañera.
–Claro, muy bien. Tenemos que saber, conocer, antes de comportarnos de una determinada manera”– elogia la moderadora, y lleva el debate hacia un lugar en el que los estudiantes se cuestionan el significado mismo de la diferencia en una sociedad como la actual. La materia gris se pone en funcionamiento: ¿Existe un patrón para la normalidad? ¿Qué dictan los medios de comunicación? ¿Cómo influyen determinados mensajes en nuestro comportamiento cotidiano y en nuestras decisiones vitales?
Del intercambio de ideas surgen jugosas conclusiones por parte del alumnado como la afirmación de que “en realidad nadie encaja en un molde. La palabra normal debería eliminarse del diccionario. Todos somos personas”. Se llega a la reflexión de que “la riqueza de la vida está en la variedad”, y se anima a “ser diferentes” e intentar pasar por encima de “las modas y la tecnología que nos eclipsa en una sociedad globalizada”. Se pide un esfuerzo para “no alienarnos, no pensar tanto en nosotros mismos, ser más conscientes de los demás, e intentar ponerno en la piel del otro”.
Tras el debate, los alumnos abandonan el cine. Los conceptos que han aparecido en la sesión serán posteriormente trabajados en el entorno escolar, en las tutorías, y en la asignatura de Valores, en el caso de los estudiantes de 4º de ESO. Docentes que han acompañado a los alumnos como Cristina Ceide, profesora de Lengua Inglesa del instituto Ítaca de Sant Boi de Llobregat, valoran de manera “muy positiva” la sesión. “Los alumnos han intervenido con mucha cabeza”. Para Mayca Sanz, la riqueza de ideas surgidas en el coloquio es una prueba de que “la película les ha tocado”, “han empatizado”, y “la han transportado a su propia realidad”. E incluso más allá. La fuerza emocional del cine ha activado determinados resortes, y ha generado un intercambio de reflexiones que les ha llevado a un lugar en el que, en muchos casos, antes no habían estado.