¿Qué trabajo pueden hacer las AMPA para fomentar el modelo de educación inclusiva en sus centros? Esta pregunta se la hacen cada vez más madres y padres implicados en las asociaciones de sus escuelas y, como muestra la cantidad de comisiones inclusivas que han ido surgiendo en los últimos años en muchas AMPA, un fenómeno que ha ido creciendo en paralelo al aumento de la diversidad en las aulas, en especial las de infantil y primaria.
El Diari de l’Educació ha hablado con varias integrantes de comisiones inclusivas y constató que no existe un único abordaje sobre la materia, sino que hay una multiplicidad de recetas para divulgar los beneficios del modelo inclusivo desde el ámbito de las familias . Otro aspecto significativo es que en la mayor parte de las comisiones consultadas son minoría las madres o padres que tienen un hijo con necesidades educativas especiales (NEE).
Solidaridad: que ningún niño quede fuera de juego
El AMPA de la escuela Lavinia, del distrito de las Cortes (Barcelona), ha sido galardonada este año con el Premio FaPaC al AMPA solidaria por su proyecto ¡Por un escuela inclusiva: ningún niño en fuera de juego!. El premio reconoce el esfuerzo llevado a cabo por su comisión inclusiva en la búsqueda de fondos que aseguren que ningún niño de la escuela queda fuera de las actividades no estrictamente académicas, como serían unas colonias, una salida, el comedor o una extraescolar . «Velamos para que no quede ningún niño excluido, ni por causas económicas familiares ni porque el sistema no puede afrontar el costo de un monitor de apoyo para un alumno con NEE», explica Aida Bravo, una de las integrantes de esta comisión.
En el curso 2015-2016 esta comisión obtuvo 5.500 € y este curso el cerrarán aproximadamente con 6.500 €. De ellos, mil euros salen de una subvención del Ayuntamiento de Barcelona, el resto lo hacen los mercados solidarios, el sorteo de Navidad, el puesto en Sant Jordi, además de alguna paellada y butifarrada que se organizan a lo largo del curso, y de una cuota extra que pagan voluntariamente las familias del centro. «Intentamos que todas estas actividades no sean meramente recaudatorias -subraya Bravo-, sino que las familias sepan que trabajamos para que todos los niños disfruten de las mismas oportunidades, al margen de sus capacidades o situación económica».
De momento, «para evitar malentendidos» el presupuesto del AMPA y el de la comisión inclusiva están separados, «pero no descartamos integrarlos en el futuro», y la distribución del dinero no la determina ni la comisión ni el AMPA , sino que es la dirección y las trabajadoras sociales que saben qué niño no se puede pagar unas extraescolares o el comedor o quien necesita un apoyo para una salida. Dice Bravo que «nosotros ni sabemos ni debemos saber quiénes son los niños y niñas que reciben las ayudas».
Sensibilización: ponerse en la piel del otro
No muy lejos, en el barrio de Sants, está la escuela Barrufet. Su AMPA fue una de las primeras en crear una comisión de escuela inclusiva, en el curso 2008-2009. El trabajo que hace esta comisión siempre se ha orientado a la sensibilización, a través de charlas para familias y de actividades para los alumnos, y en sus inicios intentó relacionarse con otras AMPA de la ciudad con la misma sensibilidad impulsando una Red para la Escuela Inclusiva en Barcelona, fuerza activa en sus inicios y que hoy todavía subsiste como página de Facebook.
Con los niños y las familias cada año montan Barrufacrispetes, un pase audiovisual con temática inclusiva que posteriormente los alumnos trabajan en el aula o en casa. Este año en vez de un filme han proyectado tres cortos: Hugo, un amigo con Asperger; Frent of the Class y ¿Tú de qué vas?. «Como ocurre con otras comisiones del AMPA Barrufet, la de inclusiva la forman cinco madres y un maestro, esto hace que haya muy buena comunicación y coordinación con la escuela, lo cual es muy importante», sostiene Isa Tudurí , una de estas cinco madres de la comisión inclusiva.
Este año, además, se han incorporado al proyecto ¡Jugamos!, nacido hace dos años en la escuela Los Laureles de la mano del Instituto Barcelona Esports (IBE) y el Grupo de Estudio de Educación Física e Inclusión en Alumnado del Instituto de Ciencias de la Educación (UB). Se trata de una actividad extraescolar deportiva en la que participan 14 alumnos de 5º y 6º, de los que sólo tres o cuatro tienen discapacidad. «Se trabaja el deporte de manera cooperativa, la competición pierde importancia mientras se potencian valores como los de compartir o respetar, ha sido una experiencia muy bonita», comenta Tudurí.
Otra AMPA con una comisión inclusiva muy activa y experimentada es la de la escuela Tabor, en el Eixample. La comisión se creó el curso 2010-2011 y desde entonces ha orientado sus acciones a la sensibilización de la comunidad escolar. Aparte de hacer el blog Hola Inclusiva Tabor y tener presencia en varias redes sociales, esta comisión ha optado por llevar al centro actividades y talleres que acercan al alumnado al día a día del niño con discapacidad, y que están montadas por entidades como Aprendemos (autismo), Ecom (discapacidad física), la ONCE (discapacidad visual) o la escuela Nexo. «Prácticamente todo el dinero que conseguimos se destinan a ello», comenta Mery Deop, una de las madres que forma parte de la comisión inclusiva desde sus inicios.
La clave: la complicidad del equipo directivo
Deop está convencida de la suerte que ha tenido la comisión de encontrarse un equipo directivo muy implicado: «Esto ha permitido que, por ejemplo, en la maleta viajera [bolsa con cuentos que pasa semanalmente de alumno a alumno] de todos los cursos haya muchos libros que hablan de inclusión y solidaridad, nuestra comisión siempre busca cuentos nuevos para incorporar en la maleta, y es muy emocionante ver los comentarios y dibujos que hacen los niños», señala. «Normalmente -continúa- se intenta que el último o uno de los últimos niños que recibe la maleta sea el que tiene necesidades educativas, y así puede leer también los comentarios que han escrito los compañeros».
Esta implicación del equipo directivo es un aspecto esencial también para la comisión inclusiva de la Escuela Pia de Balmes, que apenas se ha constituido este curso. La forman seis personas, de las cuales cuatro son madres y dos maestros. Anny Alós, una de sus promotoras, comenta que «fuimos a la dirección a proponer algunas actividades de sensibilización y enseguida nos plantearon la posibilidad de hacer una comisión compartida escuela-ampa». De momento, dice, este año le han «puesto nombre» a cosas que ya se venían haciendo (por ejemplo, tienen también una maleta viajera a la que se han incorporado libros donde se acentúa el valor de la diversidad), y se han estado organizando para las actividades y talleres que se organizarán de cara al próximo curso.
«Nuestra voluntad -comenta Alós- es sensibilizar sobre todo tipo de diversidad, obviamente sobre los alumnos con necesidades educativas especiales, pero no sólo, también sobre el alumnado recién llegado o el que tiene una intolerancia alimentaria, por ejemplo».
Ayuda mutua inclusiva: el empoderamiento a las familias
Esta eclosión de iniciativas a favor de una escuela inclusiva llevadas a cabo por las AMPA, de las que las cuatro mencionadas son sólo una pequeña muestra, puede haber dado un salto adelante este curso con la creación de un llamado Grupo de Ayuda Mutua Inclusiva (GAMIN). Este grupo lo han impulsado tres madres de alumnos con NEE que tuvieron una mala experiencia en su antiguo centro y tuvieron que buscar otro. Cuenta con el cobijo de la FaPaC y lo que busca es empoderar tanto a las familias que tienen hijos con necesidades educativas como las mismas AMPA, a fin de que conozcan los mecanismos y actores del sistema educativo que interactúan con el alumno con NEE, y que no siempre lo hacen de forma ecuánime ni coherente.
«Queremos que las AMPA sepan acompañar a las familias y, por eso, todos debemos saber más sobre qué cabe esperar de un Plan Individualizado (PI), o qué función cumplen los Equipos de Asesoramiento Psicopedagógico (EAP), o quien determina las horas de veladora; en definitiva, que se puede pedir y cómo hacerlo de la forma más efectiva para que el sistema no se sacude las responsabilidades y dé respuesta a las necesidades de cada alumno «, explica Àlex Castillo, ex presidente de la FaPaC y ahora vocal de igualdad de oportunidades.
El GAMIN lo forman por ahora entre 40 y 50 personas vinculadas a comisiones inclusivas, que de momento han elaborado una pequeña guía para orientar los que quieran crear nuevas comisiones inclusivas a sus AMPA. En esta guía se advierte que no hay una fórmula única y que cada comisión debe configurarse según las necesidades de su centro, pero a la vez se anima a trabajar codo a codo con la escuela y que, más allá de las tareas de sensibilización y recaudación, la comisión sea una «vía de comunicación» con el fin de resolver problemas y malentendidos entre la dirección y las familias con necesidades inclusivas.