Esta es una de las conclusiones de la jornada mantenida ayer en Madrid auspiciada por la FAD y que contó con la presencia de organizaciones del ámbito educativo, familiar y del trabajo sobre drogas.
Una jornada bajo el título de Movilización Alcohol y Menores que pretende ser el germen de un trabajo que vaya calando lo antes posible en diferentes estratos de la sociedad civil y también de las administraciones (estatal, autonómica y local) para poner freno a los índices de consumo de alcohol entre los menores, que ya tienen una edad de inicio en este consumo por debajo de los 14 años.
El 70% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha bebido en los últimos 30 días, según los datos de la encuesta Estudes, del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, publicada en 2016 con datos de 2014. Es la droga más consumida seguida, a distancia, por el tabaco y el cannabis.
Ignacio Calderón, presidente de la FAD, dijo al inicio de la jornada que entre las causas que habían provocado que se haya puesto en marcha la el movimiento está la muerte de una niña de 12 años en el mes de noviembre por un coma etílico. «No es un problema que surge de repente, es algo habitual». Por culpa o gracias a esta muerte, dijo Calderón, la sociedad miró de nuevo hacia este problema y desde la FAD vieron la oportunidad para poner en marcha este movimiento en el que han querido contar con organizaciones del ámbito educativo (Fedadi, Escuelas Católicas y la asociación Mejora tu Escuela Pública), del ámbito de las familias (Ceapa y Concapa) y también de la prevención de consumos (Socidrogalcohol, UNAD – la red de atención a las adicciones- y ellos mismos).
El caso es que desde el mes de enero han estado trabajando, cada sector por su cuenta, en diferentes ponencias que han hecho públicas en la jornada. De todas las medidas y propuestas que se han puesto en marcha, la más repetida es la necesidad de un trabajo en red en el que las diferentes partes se coordinen.
Desde el sector educativo se puso sobre la mesa el hecho de que el personal docente sabe cuál es su responsabilidad y desde las tutorías, así como desde los departamentos de orientación educativa se está haciendo desde hace años un importante trabajo en relación a los consumos de drogas, específicamente de alcohol. Así lo aseguró Pilas de los Ríos, tesorera de Fedadi y presidenta de Adimad, organizaciones de directivos escolares de la enseñanza pública estatal y de Madrid respectivamente.
Pero eso sí, reclamó a la Administración que también lo entienda así y comprenda que una hora de tutoría puede ser tan importante como una clase magistral de Matemáticas, en relación al aumento de las horas lectivas de profesoras y profesores que han dejar reducido enormemente el tiempo dedicado a cosas que no sean específicamente dar clases.
El trabajo de los centros junto con las familias desde sus Ampa en la información y la formación, así como en la prevención del consumo de alcohol es muy importante. Leticia Cardenal presidenta de Ceapa reconoció que las familias han fallado en el trabajo de prevención desde el primer momento como agentes de primer orden en la educación y socialización de los menores.
Aunque Calderón aseguró que no se trata de buscar culpables porque el asunto tiene muchas aristas, Cardenal reconoció que hablar con los hijos e hijas es un trabajo que han dejado de lado en algunas ocasiones y que las familias han de poner más peso en esto. Así como se hace importante su implicación en todos aquellos foros en los que se trate el tema, como directamente implicadas también en el asunto.
Desde Ceapa y Concapa creen que es importante un trabajo también en red, cercano al territorio en el que se mueven chicas y chicos: centro educativo, barrio, ciudad… para trabajar con ONG centros de salud y cualquier organismo implicado en temas de bienestar de menores, como los dedicados al ocio o el deporte.
Surgieron otras propuestas como más información sobre los riesgos que supone el consumo de alcohol, los problemas sociales a chicas y chicos en cuanto a sus relaciones personales, los relacionados con su rendimiento en los estudios o los efectos sobre su estado que pueden verse a más largo plazo. Una información, eso sí, que debe saber darse a los jóvenes, no solo un taller en un día de clase.
Pero también otras medidas coercitivas como la persecución de la venta de alcohol a menores, el aumento del precio de estas bebidas o la eliminación de la publicidad y los patrocinios que hacen las marcas de bebidas alcohólicas. Elementos a los que se añadirían algunos como informar a la sociedad de los costes económicos que la supone a la Administración pública el gasto en atención sanitaria a jóvenes que han bebido mucho o en limpieza de los espacios donde realizan «botellones».
El problema fundamental alrededor del consumo de alcohol en menores de edad tiene que ver, fundamentalmente, con la gran permisividad de la sociedad, también de las familias, en relación a las borracheras, como opción de ocio casi imprescindible y por la que han de pasar chicas y chicos a lo largo de su adolescencia y primera juventud.
Desde el punto de vista del sociólogo Enrique Gil Calvo, encargado de abrir la jornada, habría que conseguir con el alcohol algo parecido a lo ocurrido con el tabaco. Convertir su consumo en algo que la sociedad rechaza. Y esto tiene que venir desde abajo, desde la sociedad, en movimientos horizontales protagonizados, en buena medida, por jóvenes.
También en una estrategia hacia los medios de comunicación que convierta la ingesta de alcohol en un problema que realmente preocupe a la sociedad. Y para ello hay que meterlo en la agenda pública. Para ello habría que hacer una estrategia en cuatro pasos: definición del problema y sus consecuencias; hablar de las causas que lo provocan; hacer una evaluación moral de lo que supone y, por último, poner sobre la mesa propuestas de solución del problema.