Los atentados de Barcelona y Cambrils de hace unos días han hecho que desde la redacción de El Diari de l’Educació, medio hermano de este periódico, se haya lanzado una propuesta de canalización de opiniones, recursos o propuestas que la comunidad educativa crea necesarios compartir en estos momentos tan complicados. También se lanza una reflexión y algunas preguntas que serán clave en los próximos meses. Cuestiones todas ellas con las que estamos en El Diario de la Educación y que queremos compartir en nuestro periódico. Os dejamos aquí el texto traducido:
Teníamos previsto reanudar la actividad del diario el primer lunes de septiembre pero los atentados en Barcelona y Cambrils nos han hecho decidir a abrir el espacio de El Diario de la Educación por si la comunidad educativa cree necesario canalizar sus reflexiones. Esta es la razón de ser del diario, y estos días debe ser más que nunca. Excepcionalmente retomamos la actividad por si los colaboradores, blogs, lectores, entidades y otros miembros del mundo educativo quieren hacernos llegar sus opiniones, propuestas, lecturas, recursos… A lo largo de la trayectoria de El Diari hemos publicado algunos que pueden tener hoy de interés: Cuando morir y matar también es escuela, Cuando después de los ataques violentos surgen los miedos, Profe, ¿quiénes son los malos?, La escuela ante la muerte: «Escuchar, escuchar, escuchar»…
Asimismo, reproducimos un primer texto editorial, un primer manifiesto que quiere ser el punto de partida y que incluye algunas preguntas que intentaremos responder a lo largo del curso desde el periodismo comprometido con la educación. Si alguien nos quiere hacer llegar un artículo lo puede hacer a redaccion@eldiariodelaeducacion.test.
El Diario de la Educación ante los atentados terroristas
Manifestamos nuestro rechazo más enérgico a los atentados terroristas en Barcelona y Cambrils que tanto dolor han generado y expresamos nuestra solidaridad con las víctimas. Queremos transmitir nuestro pésame a los familiares y desear a los heridos que se recuperen satisfactoriamente.
Creemos que el atentado en La Rambla de Barcelona, símbolo de una ciudad abierta al mundo, representa un ataque al corazón de la libertad y la democracia, dos de los pilares irrenunciables de nuestra convivencia.
Felicitamos la contundente y pacífica respuesta ciudadana, expresada en el grito espontáneo y unánime al que nos sumamos: «No tengo miedo». Porque la mejor forma de responder y aislar a los terroristas es recuperar la normalidad, afianzando nuestras formas de vida abierta y respetuosa con todas las ideas y con los Derechos Humanos. Ha sido una respuesta -la de ‘todos somos Barcelona’- ejemplar, como lo fue, por ejemplo, en Madrid el 11 de marzo de 2004 y lo ha sido en otras ciudades europeas que también han sufrido masacres de este tipo estos últimos años.
Queremos condenar, a la vez, las manifestaciones islamófobas y racistas que han aprovechado para culpabilizar y criminalizar a la inmigración y a la comunidad musulmana. Porque también ellos son víctimas y porque el objetivo del fundamentalismo es precisamente dividir y fracturar la sociedad. La ideología del odio no va a ninguna parte: solo trae más odio.
Queremos reconocer el trabajo que se ha hecho desde las escuelas y los municipios para acoger e integrar a la población migrante, con políticas de equidad y de atención a la diversidad.
Asimismo, debemos analizar en profundidad por qué, tanto aquí como en otros países, entre los inmigrantes de segunda generación, se pueden dar casos de jóvenes que manifiestan un fuerte rechazo y odio social y acaban dejándose deslumbrar y seducir por propuestas violentas, donde encuentran cobijo y fuertes vínculos de pertenencia.
El caso de la presunta célula yihadista de Ripoll abre nuevos interrogantes sobre la radicalización de jóvenes, porque el contexto social en que crecieron los implicados no acaba de coincidir con el escenario habitual de marginación y exclusión social. Tendremos que profundizar en cuáles son los mecanismos sociales y psicológicos que pueden llevar a jóvenes a radicalizarse hasta el punto de cometer asesinatos masivos.
Recomendamos que se fortalezca la colaboración permanente entre la comunidad educativa y las entidades sociales, el tejido local y las familias. Aquí pueden jugar un papel crucial las entidades de la comunidad musulmana para reforzar los vínculos de los actores educativos, para garantizar un mayor grado de conocimiento mutuo, de sentido de inclusión y pertenencia, y para explorar vías de colaboración como podría ser la elaboración de un curriculum antirracista.
Proponemos que en los centros educativos se tengan en cuenta algunas actividades formativas en torno a los medios de comunicación, sobre todo cuando se producen noticias relacionadas con los atentados terroristas o que requieren cierta atención por su impacto social. El profesorado no puede quedar al margen -forma parte de su compromiso ético y profesional- y es una oportunidad para comentar con los alumnos los diversos porqués: por qué sienten lo que sienten -la gestión de las emociones- y por qué ocurren estos hechos trágicos -la comprensión de la realidad-.
Sugerimos que la avalancha de sobreinformación e imágenes que generan estos atentados terroristas en los medios de comunicación y en las redes sociales se trabaje también a las familias. Que padres y madres detecten en qué momentos puede ser positivo o contraproducente hablar, se interesen por qué información tienen sus hijos y cómo la interpretan, y puedan dar respuesta a las preguntas más habituales que suelen hacerse los chicos y chicas en estos casos.
Confiamos en el compromiso del sistema educativo y la comunidad educativa para que avance en la investigación, el conocimiento, la práctica pedagógica y las políticas socioeducativas públicas en relación a la diversidad cultural, los valores democráticos, la convivencia, la inclusión escolar y la cohesión social.