Las dos personas que firmamos este escrito a título personal y sin representar a organización alguna ni directa ni indirectamente, dirigido tanto a quienes están tomando decisiones en el Gobierno del Estado como en el Gobierno de la Generalitat, hemos luchado muchos años en las organizaciones de padres y madres del alumnado, siempre desde el voluntariado y para la construcción colectiva de una mejor educación pública y, con ello, de una mejor sociedad.
Hemos participado activamente en centros educativos donde han cursado estudios nuestros hijos e hijas para que el concepto Comunidad Educativa fuera una realidad. También lo hemos hecho en nuestras organizaciones locales, autonómicas y estatales, llegando a presidir algunas de ellas. Una lo ha hecho en Cataluña y otro en la Comunidad de Madrid, donde hemos formado parte de sus Consejos Escolares Autonómicos. Ambos hemos representado a nuestros territorios en CEAPA, nuestra confederación estatal, la cual hemos presidido en momentos distintos, cuando nuestras compañeras y compañeros así lo consideraron adecuado. Por fortuna para ambos, porque nos regaló la amistad que seguimos manteniendo, coincidimos durante unos cuantos años en la misma Junta Directiva de CEAPA, así como participamos juntos unos años en el Consejo Escolar del Estado, al cual hemos pertenecido. Y hemos participado varias veces en la búsqueda de pactos de Estado por la educación.
Todo lo anterior lo decimos expresamente porque sabemos lo que significa sentarse a dialogar con los que piensan diferente, defender las posiciones con rotundidad e incluso con la vehemencia que pueda ser necesaria, no levantarse de una mesa hasta que se encuentra una redacción ampliamente respaldada, y acordar con quienes tienen objetivos diferentes y necesidades incluso muy alejadas. Hemos podido hablar y acordar con personas de ideologías muy distintas a las nuestras, o cercanas pero con enfoques diferentes, y hemos sometido a debate y toma de acuerdos multitud de cuestiones, no siempre sencillas porque el mundo de la educación es un escenario complejo. Y hemos cometido errores, porque haciendo algo se puede errar, pero las personas no nos diferenciamos por cometer errores o no hacerlo, sino por cómo los reconocemos y enfrentamos.
Somos personas que vivimos en Democracia, la defendemos y la ejercemos de forma activa y lo más responsable de lo que somos capaces. Sabemos que imponer al otro una decisión, o ganar por la mitad más uno de los votos, ya sea para hacer algo o para rechazarlo, no solo es una barbaridad democrática, sino que además es, sobre todo, un profundo error que siempre, siempre, tiene consecuencias y nunca, nunca, son positivas.
Hemos enseñado a nuestros hijos e hijas, y seguimos haciéndolo, que democracia significa respeto al otro, piense lo que piense. Que nuestra legitimidad para defender una idea o un proyecto no es mayor que la de otra persona que piense y actúe diferente. Que el bien común es aquel que se construye entre todos y todas, sin exclusiones, atendiendo tanto a la opinión mayoritaria como a las minoritarias. Que los acuerdos solo son duraderos si el resultado permite lograr que todas las partes ganen algo con el mismo y que se encuentren lo suficientemente satisfechas cuando se alcance. Que las amenazas, las presiones, los desprecios, los egos, las superioridades, los excesos verbales, las bravuconadas, las ilegalidades…, son muchas caras de la misma moneda, que no es otra que la falta de un comportamiento verdaderamente democrático.
Ustedes, los responsables de ambos Gobiernos, nos han dejado en muchas ocasiones desesperanzados viendo su forma de actuar y las decisiones que han tomado. Han recortado en educación todo lo que han podido, unos en el conjunto del Estado, otros en Cataluña. Han demolido muchos de los derechos de nuestros hijos e hijas, sin despeinarse. Y hemos escuchado la multitud de casos de saqueo de lo público y de corrupción con los que unos y otros están supuestamente relacionados, directa o indirectamente, y por los que sus partidos y muchos de ustedes mantienen relaciones asiduas con la justicia.
Pero en las últimas fechas ustedes han ido incluso mucho más lejos. Nos han dejado completamente perplejos y sin casi capacidad de poder explicar a nuestros hijos e hijas sus comportamientos actuales. Para poder hacerlo, tenemos que incluir, en las explicaciones que damos, que están actuando, a nuestro juicio, fuera de nuestro marco democrático y vulnerando todos gravemente los derechos de la otra parte.
Y es que, en un escenario verdaderamente democrático, ¿cómo se puede sostener que la política es no hacer nada hasta que el otro se aburra?, ¿cómo pueden defender ambos Gobiernos que están legitimados cuando vulneran el marco legal que han prometido o jurado ante los ciudadanos que iban a salvaguardar?, ¿cómo pueden afirmar que actúan en defensa de la Democracia y del Estado de Derecho cuando solo escuchan a quienes les dan la razón y cuestionan públicamente e incluso llegan a insultar a quienes piensan diferente?
No vamos a caer en la trampa que nos tienden ambos para intentar averiguar quiénes son más responsables del despropósito que estamos viviendo, entre otras cosas porque ambos Gobiernos tienen las más altas cotas de responsabilidad en lo que está sucediendo en este momento.
Lo que sí les vamos a decir, muy alto y muy claro, es que ambos Gobiernos y quienes les jalean para seguir actuando como lo hacen, se comportan como auténticos irresponsables. Están llevando a la ciudadanía al enfrentamiento civil. Y los ciudadanos de este país, o de este país de países, como prefieran para que nadie se ofenda, de Cataluña y de España entera, no nos merecemos lo que está pasando. Ni los que no les votaron a ustedes, ni quienes lo hicieron. Seguro que les apoyaron para defender una serie de ideas que les diferenciaban de otras propuestas políticas, pero ninguno fue elegido para lanzar a unos contra otros para ver quién gana la lucha antes del 1 de octubre, ese día, o después del mismo.
¡Ya basta! Les exigimos que se sienten y que busquen acuerdos, ya sea para seguir juntos o tristemente para separarnos, pero que busquen acuerdos. Que reconozcan errores y los corrijan. Es falso que no se pueda, que solo nos quede esperar a contabilizar las bajas de una lucha que declarará oficialmente quizás vencedores y vencidos, pero que solo certificará la derrota de todos, el desastre de la política y de la Democracia. Y si no son capaces de hacerlo, cedan el paso a otras personas, de sus propios partidos o de otros, pero dejen de ser parte del problema. Necesitamos personas que quieran ser parte de la solución. Seguro que tienen compañeros y compañeras en sus propias filas que tienen capacidad para hacer las cosas de otra manera, su nefasto comportamiento no puede ser algo que se pueda encontrar, de forma idéntica y sin excepción, en todas las personas de su misma ideología. Pero, si piensan que ello es así, si no confían en que los suyos sean capaces de sentarse a buscar soluciones, entonces sean honestos y dejen que sean otros quienes se encarguen.
Fíjense que no les pedimos que claudiquen en nada, ni que unos accedan a permitir lo que consideran una ilegalidad que no pueden considerar un referéndum con garantías, ni que otros retrocedan y desconvoquen lo que defienden como un referéndum democrático. No, no se lo pedimos, entre otras cosas, porque no serviría de nada. Están ambos Gobiernos tan obcecados que ahora piensan que cualquier paso atrás será una muestra de debilidad, de haber perdido la lucha, una claudicación, una humillación que el otro aprovechará. Quizás llevan razón, pero poco importa eso si mantener sus posiciones nos lleva, y nos está llevando, al abismo y al enfrentamiento civil.
Solo les pedimos, y no es poco, que abandonen la irresponsabilidad en la que están instalados y se comporten como los representantes de todos los ciudadanos y ciudadanas a los que cada Gobierno en teoría representa. Se lo pedimos porque queremos poder seguir diciéndoles a nuestros hijos e hijas que vivimos en una Democracia, que los derechos de todos están salvaguardados y defendidos también por quienes piensan y actúan de forma diferente a nosotros.
Y les pedimos que recuerden que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Así que, antes de decir públicamente lo que no deben, guarden silencio, aunque que tengan que desahogarse en privado si lo necesitan. No se equivoquen, la inmensa mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, tanto de Cataluña como del resto del Estado, estamos hartos de todos ustedes. Hartas y hartos de semejante grado de incompetencia e irresponsabilidad.
Lola Abelló Planas y José Luis Pazos Jiménez