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¿Cómo empezar la clase cuando 24 horas antes un dispositivo de la Policía Nacional la ha dejado destrozada? ¿Cómo abrir la puerta a tus alumnos cuando la policía ha herido a sus familiares al mismo instituto? ¿Cómo explicar a los más pequeños que los agentes reventaron la valla de la escuela que ellos han aprendido a no saltar?
Este ha sido el panorama con el que han tenido que lidiar los docentes de diversos centros educativos que el domingo fueron colegio electoral. Los desalojos por la fuerza de la Guardia Civil y la Policía Nacional dejaron desperfectos en escuelas e institutos por valor de 340.000 euros, según el Govern. Pero no es eso lo que más daño hacía a sus comunidades educativas, sino que se hubiera empleado la violencia en un espacio escolar y, sobre todo, contra algunos de sus miembros.
A las 9 h, unas flores adornaban la valla que da acceso a la escuela Ramon Llull de Barcelona, una de las primeras desalojadas, cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo. «Hay que explicar de alguna forma lo que pasó, y si ven las flores en la puerta, lo preguntarán», expresaba Anna Fajardo, técnica de educación infantil, mientras recibía los niños y niñas en la entrada. «Será un día duro para nosotros, porque no tenemos las respuestas pensadas», concluía.
Algunas familias que este lunes llevaban a sus hijos a la escuela durmieron en el mismo recinto el viernes, pasaron allí un sábado festivo y fueron arrancados de la cola para votar el domingo. Muchos de los niños vieron las imágenes por la tele. «Y, si no, nos escuchan hablar a los adultos y preguntan; no lo podemos ocultar «, comenta una de las madres, Mireia Daniel, que tenía familiares en el colegio cuando la policía cargó en él.
«Ellos tienen miedo, como todos un poco, pero les explicamos que nos toca defender nuestros derechos», afirma Daniel que lo hizo en su caso. Y añade: «¿Cómo les cuentas que la policía se saltó la valla cuando a ellos les dices que no pueden hacerlo?».
Los daños causados al Ramon Llull y los demás centros de la capital catalana se repararon entre ayer y hoy «provisionalmente» por parte de una brigada de la administración, según su director, Manel Lombardía. La policía les rompió la puerta del local del AMPA; al ver que por allí no podían acceder a la sala de votación, desalojaron por la fuerza a los concentrados y reventaron la puerta de entrada, para dirigirse después al comedor a requisar las urnas. «Las taquillas de los trabajadores del comedor también las destrozaron, pensando que había algo», explica.
En otros centros fue peor. En el Pau Romeva, del barrio de las Corts, como la gente escondió las urnas, los agentes recorrieron varias salas moviendo el mobiliario y derribando material escolar, como se aprecia en las imágenes que recogió Claudia Gere, una vecina que accedió al colegio poco después.
Pero no eran los destrozos lo que preocupaba este lunes a los maestros. «Esta violencia extrema va en contra de los valores de convivencia y respeto que en los centros educativos vamos a trabajar hoy», afirmaba Lombardía. No tenían muy claro cómo abordarían el tema en clase, pero sí sabían que lo harían «no desde las cuestiones políticas, sino desde los valores, el respeto y la convivencia».
No han sido pocas las escuelas e institutos en Cataluña que, siendo o no colegio electoral, se han reservado un rato en clase para dejar que sus alumnos se expresaran sobre los hechos. Es lo que ha pasado este lunes en el instituto-escuela Las Viñas, de Castellbisbal. Los profesores se han encontrado poco antes de las 8 h para comentar qué podían hacer. «Hemos optado por dejar que los alumnos sacaran lo que llevaban dentro, algo más emocional, de sacar su angustia, de hablar de lo que había pasado», comenta Daniel Laguna, profesor de Tecnología y Matemáticas.
En Las Viñas también entró por la fuerza la Policía Nacional para impedir la votación. Madres, padres, exalumnos y algún alumno de los mayores sufrieron los porrazos de las cargas policiales, según el centro. «No lo olvidaremos nunca», declaraban a las pocas horas en su cuenta de Twitter.
«Fue muy tenso, la mayoría nos enteramos por WhatsApp», explica Laguna sobre cómo lo recibieron domingo los profesores. Él sufrió por sus alumnos y sus familias.
Como Laguna, la mayoría de los chavales de Primero de ESO que entraban este lunes a su clase ya habían visto los vídeos de las cargas en sus móviles. «Los mismos chicos que decimos que pasan de todo y sólo juegan a la Play, lo sabían todo y tenían sus opiniones», comenta este docente.
Al igual que en la escuela Ramon Llull, en Las Viñas han optado por dejar tiempo para que hablaran del tema pero sin enfocarlo desde el punto de vista político, sino de la violencia. «Al principio se quedaban en la anécdota: si se había roto tal cosa en el instituto o si habían visto tal vídeo… Pero poco a poco hemos ido hablando del uso de la violencia». «Ha habido un rechazo unánime por su parte a la violencia, todos coincidían en los excesos de la policía», relata Laguna.
Es por ello que la comunidad educativa de Las Viñas, junto con la de dos colegios más de la localidad, se ha concentrado este lunes a las 12 h en la escalinata donde se produjo el desalojo forzoso. Lo mismo ha pasado en decenas de centros de trabajo de toda Cataluña. Este martes, además, este instituto-escuela se suma a la huelga que también secundarán docentes de muchos otros centros educativos, públicos y concertados, para protestar contra las actuaciones del 1-O.
«Sólo el hecho de que alguien armado entre en un centro educativo es algo que no puedo concebir», confiesa este profesor. «Un centro educativo debería ser un templo del respeto», añade, y destaca la ironía que supone que la policía utilizara la fuerza en unas escuelas en que cada vez más se trata de potenciar «la resolución de conflictos, la asertividad y el respecto a los otros «.
Manifiesto ante el instituto
No ha sido un lunes cualquiera en muchos centros educativos en Cataluña, no sólo los que fueron colegio electoral. En Badalona, Marta Ferrer, estudiante de Primer Bachillerato del instituto La Laguna, comentó con sus amigas, después de pasar todo el domingo dentro del colegio Progreso, que no podía ir a clase así como así. «No nos veíamos con cuerpo de ir al instituto», comenta esta joven. Con un grupo de clase optaron por concentrarse en silencio y vestidos de negro a las puertas del centro.
Al final han sido tres o cuatro los institutos badaloneses que han contado con concentraciones de estudiantes en sus puertas. En La Laguna, Ferrer y sus compañeras han leído un manifiesto. «Hoy no somos independentistas ni unionistas», recogía el texto, «somos demócratas, personas que luchan por los derechos humanos, somos personas a las que se nos rompe el corazón al ver las imágenes de ayer, somos personas avergonzadas ante lo que es nuestro gobierno central y los cuerpos de policía (Guardia Civil y policía Nacional) que se supone que nos protegen, somos personas humanas «, lamentaba el manifiesto.