Incluir, inclusión, inclusivo/va. Verbo, sustantivo y adjetivos mágicos, santo y seña de una sociedad que se propone no apartar ni dejar atrás a ninguno de sus miembros y que, en todas las vertientes de la vida, y muy especialmente en la educación, reivindica los valores que afloran de palabras como cohesión, cooperación, diversidad o multiculturalidad. Estas son las voces que se encontrarán en Barcelona dentro de un mes, del 17 al 19 de noviembre, en el Congreso Barcelona Inclusiva 2017, punto de encuentro e intercambio de una larga nómina de expertos y activistas llegados de todo el mundo, pero con una presencia muy destacada de Europa y Latinoamérica.
Barcelona Inclusiva 2017 es la segunda edición del congreso del mismo nombre que tuvo lugar en 2014, y que como aquella surge de la iniciativa de dos asociaciones de orientadores y psicopedagogos: ACPO (Asociación Catalana de Psicopedagogía y Orientación) y ACO (Asociación Catalana de Orientación Escolar y Profesional), así como de la confederación estatal a la cual pertenecen: COPOE (Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España).
El Congreso cuenta con cerca de setenta conferenciantes, de múltiples disciplinas, pero en las que lógicamente sobresale la educación. Entre los nombres más destacados en el ámbito de la escuela inclusiva, encontramos al profesor canadiense Gordon Porter, a los británicos Roger Slee y Tony Booth, al finlandés Pekka Tukonen, al madrileño Gerardo Echeita, al malagueño Miguel Ángel Santos o a los catalanes Climent Giné y Efrèn Carbonell, sin olvidar a otros expertos como Jaume Carbonell y Antoni Tort, columnistas y asesores del Diario de la Educación. Participan también otros muchos especialistas en los ámbitos de la sociedad, la economía, el trabajo, la pobreza, la ciudad, la política, las desigualdades de género o los movimientos migratorios.
En cuanto a los congresistas, que ya superan la cifra de los 300 inscritos, “la mayor parte hasta ahora son de Cataluña, pero también es importante la representación de Madrid, Aragón y Andalucía”, explica Jaume Francesch, presidente del Congreso y de ACPO. “Y también tenemos una amplia presencia internacional, con personas que vienen de Chile, Argentina, Colombia, Rusia, Grecia, Francia, Canadá, Bélgica, Finlandia, Brasil, Ecuador, México, Cuba, Portugal, Turquía e incluso Australia y Mozambique”.
“Es interesante constatar el interés internacional por el congreso de determinadas instituciones”, apunta Francesch, que menciona “la Asociación Internacional para la Orientación Educativa y Profesional (AIOSP), con sede en Canadá; el Defensor del pueblo de la ciudad autónoma de Buenos Aires; la Fundación Rybakov de Moscú o la Fundación de Habilitación y Rehabilitación Integral del Niño Especial de la Provincia de Obando (Colombia)”.
Para Francesch, es un orgullo que el Congreso cuente con la colaboración de 25 universidades, entre las cuales subraya las latinoamericanas (La Habana, Universidad federal de Río de Janeiro, Grande Colombia, UAM de México, Universidad de la Plata de Argentina y FLACSO), así como de sindicatos tan representativos en el sector de la enseñanza como CCOO y USTEC, o entidades de la comunidad educativa como FUHEM, la Asociación Rosa Sensat o la Plataforma Ciudadana por una Escuela Inclusiva, y del entorno de la discapacidad como Dincat-Plena Inclusión, Fundación Aspasim, Nexe, Ecom, Down Catalunya o la Asociación Catalana Pro Personas con Sordceguera, entre otros.
Además, hay un buen número de administraciones involucradas, entre ayuntamientos (Barcelona, L’Hospitalet, El Prat de Llobregat, Terrassa, Pontevedra), la Diputación de Barcelona y la Generalitat. El congreso lo abrirá la consejera de Enseñanza de la Generalitat de Catalunya, Clara Ponsatí, y lo cerrará el comisionado de Educación del Ayuntamiento de Barcelona, Miquel Àngel Essomba.
«Queremos que estos tres días nos ayuden a pensar a todas las personas que desde diferentes ámbitos apostamos por la construcción de una sociedad inclusiva. La inclusión no debe ser una quimera, no debe ser sólo aquello de lo que se habla y no se hace», escribía Francesch el pasado mes de junio en El Diari de l’Educació.
«Queremos hacer un encuentro propositivo –añadía–, ¿cómo conseguimos que el hecho de ser gay o de piel oscura no comporte una exclusión?, ¿o cómo conseguimos construir ciudades y pueblos que sean accesibles para aquellas personas con falta de visión o que necesitan apoyos tecnológicos para ir por la calle?, ¿o cómo pasamos pantalla a una sociedad donde la mujer todavía no puede ser una persona con los mismos derechos que el hombre?, ¿o cómo salimos del callejón sin salida sistémico, del tipo «este chico no hará nada de bueno con la familia que tiene» o «con esta pandilla en clase, yo no traigo a mis hijos a esta escuela»?”.