Cuando Daniel Esteban llegó al Centro Rural Agrupado (CRA) Los Olivos, repartido entre Valdarecete, Brea de Tajo, Valdelaguna y Villamanrique de Tajo, en la Comunidad de Madrid, casi automáticamente se convirtió en el profesor más veterano: ninguno quería quedarse en esta remota zona de Madrid, la más pobre de la región, a una hora en coche de la capital, y cada año se iban todos. Vio su oportunidad. “Quería ser director y realizar mi propio proyecto educativo”. Hoy, 15 años después, el CRA Los Olivos se ha convertido en una referencia para las escuelas rurales, al menos de Madrid, y Esteban acude a ferias como SIMO a contar cómo ha conseguido que el 90% de la plantilla sean ahora funcionarios con plaza y que tenga lista de espera de interinos para acudir al centro.
¿Cómo se logra que los profesores quieran ir a un CRA y quedarse?
Hasta los 30 trabajé en la empresa privada, y allí aprendí que hace falta tener cultura organizativa, que en educación se llama cultura de centro. Hay que desarrollar también el sentido de pertenencia al centro. Este es mi colegio y quiero quedarme aquí y lucho por él. Lo primero es lograr recursos de todo tipo para los maestros: tecnológicos, materiales y todo lo que necesiten. Luego, que ellos tengan el respaldo incondicional del equipo directivo ante cualquier situación. Por último, compartir un proyecto común con unos objetivos claros que les permita coger sus ideas, pero dentro de una línea ya establecida.
El salto de calidad lo dimos hace cuatro años, cuando logramos ser uno de los 11 colegios de Primaria elegidos por la Comunidad de Madrid para ser un centro de innovación tecnológica y metodológica. El dinero dejó de ser un obstáculo, la Comunidad nos daba hasta 100.000 euros y solo pedimos 60.000 porque el centro es pequeño. Fue sobre todo para mejorar la conectividad del centro, el cableado, etc. Luego vino un proyecto muy fuerte alrededor de tres ejes, TeCnoRurAles.
¿Qué es Somos teCnoRurAles?
Se basa en tres ejes que son los mismos de la carta de servicios y el proyecto educativo. Primero, participación de la comunidad educativa (familias, ayuntamientos y entidades de la zona) en el centro. No solo es cuestión de soporte técnico o ayuda, también entran en las aulas de Matemáticas y Lengua. El segundo eje es la aplicación de metodologías activas. Usamos técnicas de aprendizaje cooperativo en el centro como la base de todo y metemos otras técnicas como el aprendizaje basado en Proyectos, Design for Change, todas las actuaciones educativas de éxito, fruto del trabajo europeo Included (que identifica qué actuaciones tienen el mayor éxito educativo sin dejar fuera a nadie). Hablamos de técnicas como grupos interactivos, que son adultos que entran en el aula a ayudar al profesor. También tenemos tertulias dialógicas en las que los alumnos de Primaria se leen 18 clásicos de la literatura universal que el colegio les da —todo gratuito— y luego se hacen tertulias en las que participan los alumnos y familias si quieren. Hacemos apadrinamiento lector: cada 15 días los mayores deben prepara una lectura dramatizada o como ellos quieran para los pequeños. Una vez al trimestre los pequeños les devuelven la lectura a los mayores. Estamos expandiendo esto a la educación física y la tecnología para que haya un sistema de apadrinamiento o mentorización, para unir y crear lazos. El tercer eje es la implementación de la tecnología en el proceso de enseñanza aprendizaje, en el día a día.
Entiendo, por el nombre también, que la parte tecnológica es importante. ¿Qué utilizan?
Lo primero es que no utilizamos cualquier tecnología. Como somos de la Comunidad de Madrid utilizamos educamadrid, una plataforma de la Comunidad que ofrece varios servicios (alojamiento de vídeo, disco duro virtual, correo electrónico, etc.) y todo en un entorno seguro. La Comunidad nos da unas herramientas, que son seguras, almacenan ellos los datos, no se hace un rastreo o perfiles de usuario, cuando borras algo se borra de verdad… Cuando te dan esa herramienta gratuita y que funciona tan bien no hay motivos para usar otras con las que se ponen en peligro la seguridad de los datos de los alumnos y que además les pueden costar dinero a las familias. Cuando hablamos de software, nosotros optamos por el libre y gratuito. Usamos la distribución que nos ofrece la Comunidad de Madrid llamada Max, basada en Ubuntu. Es gratuito, funciona de maravilla, nos permite reutilizar ordenadores antiguos… Todas las aplicaciones son de software libre y gratuitas. Esto significa que todo lo que enseñamos en el colegio de tecnología lo pueden hacer los alumnos en su casa por cero euros, sin piratear ni gastarse dinero. Esto parece una cosa muy simple, pero las implicaciones son muy poderosas. Si yo enseño a los alumnos retoque fotográfico con Photoshop, por ejemplo, primero tengo que comprarla con dinero público para el colegio. Luego, los chavales tienen que comprar el programa. Estamos en una zona deprimida de Madrid. El que no pueda permitírselo, como lo tiene que usar porque lo pide el profesor, lo tienen que piratear. Entonces usamos Gimp, un software libre, de manera que nadie se queda fuera. Este es otro objetivo: nadie se queda fuera del sistema educativo por una decisión del colegio.
Pero, ¿cuánto pesa la tecnología en el proyecto?
La tecnología está al servicio de la metodología. Nos planteamos nuestros objetivos educativos y luego vemos. No compro un iPad y luego veo qué hacer con él. Metemos la tecnología en todas las áreas y todos los días. Hemos creado la asignatura Tecnología y recursos digitales para la mejora del aprendizaje. Es una asignatura curricular. Hemos quitado horas de Lengua, Matemáticas, Ciencias Sociales y Naturales y hemos introducido una hora y media semanal de tecnología. Enseñamos a usar las herramientas de la Comunidad de Madrid, el software libre, hacen robótica, programación, edición de vídeo. Todo lo que aprenden lo aplican en proyectos en cualquier asignatura. Al saber ellos hacer las cosas, los profesores no tienen por qué saber. El profesor de inglés quizá puede no saber editar vídeo, pero les puede pedir a los alumnos un trabajo de edición de vídeo sobre cualquier contenido, por ejemplo. Este es el objetivo de la asignatura, enseñar aspectos técnicos que puedan utilizar en todas las áreas.
¿Cómo afecta al proyecto, para bien o para mal, que sean un CRA?
Tenemos un principio: nunca hay problemas sino oportunidades de mejora y características peculiares. Para nosotros es una ventaja ser un CRA por muchos motivos. Una ventaja, y voy a hablar bien de la LOMCE aquí, es que el artículo 82, que ya estaba en la LOE, dice que la administración tendrá un trato especial hacia la escuela rural para compensar las desigualdades sociales. Tenemos un trato especial con las ratios, tenemos grupos muy restringidos de alumnos. La media son unos 12 alumnos, un número espectacular para dar clase. Por contra podemos tener hasta cuatro niveles en un aula. ¿Es un problema? Es una ventaja. Ahora lo que se busca es mezclar alumnos de distintas edades para aprovechar las sinergias. Nosotros ya los tenemos mezclados. Si hay que explicar las cosas a tres niveles, solo tienes 20 minutos para cada uno en clase, pero por eso hemos metido las metodologías activas, colaborativas, en las que los alumnos se ayudan unos a otros. La ventaja es que a los alumnos de 1º, sin quererlo, les van sonando cosas de 2º y 3º es casi un repaso. Se ayudan unos a otros. Otra ventaja es la cercanía. Al ser un colegio pequeño nos permite estar cerca de las familias, conocer sus problemas y que participen en el colegio. Como la zona es de bajo nivel económico suele haber padres en el paro, con tiempo libre. Esto es un problema, pero les permite involucrarse en el colegio y tenemos más voluntarios. Otra cosa que tenemos es el reconocimiento de las instituciones de la zona: Guardia Civil, centro de salud y Ayuntamientos. Yo soy el pregonero de las fiestas de las cuatro localidades y que nombren pregonero al director del colegio habla de cómo se ve el colegio y lo orgullosos que están estos pueblos de él.
¿Cómo se involucra a las familias? Habitualmente les cuesta entrar en los colegios.
Los primeros años fue muy difícil porque las familias no creían en el colegio ni en los profesores. Cada año cambiaban todos los profesores y cada dos el director. No había un proyecto educativo, no había una línea. Pero cuando las familias vieron que los profesores repetían y se quedaban, que el equipo directivo se quedaba, que había recursos, se dan cuenta de que es algo serio. Cuando ya se les pide que participen, se crean comisiones mixtas profesores-familias y se hace en un plano de igualdad todo. Tenemos también los voluntarios que he mencionado antes. Hoy en día las familias están a muerte con el colegio, es su colegio a fin de cuentas.
Muchas veces parece que desde lo público cuesta más hacer cosas, pero da la sensación de que su CRA es el ejemplo de lo contrario.
Nosotros mismos desde dentro creemos que no podemos hacer cosas. Yo soy defensor de la LOMCE. Hay un artículo que dice que tenemos autonomía pedagógica y de gestión. Todo lo que hacemos realmente se basa en la LOMCE y todo lo que dice. Nos da este margen, nos deja planificar una asignatura como tecnología y quitarle horas a otras. Todo esto lo tienes que tener muy claro en la legislación y muy bien en los papeles para justificarlo a la inspección educativa. El límite nos lo ponemos muy a menudo los propios colegios. No sé si somos ejemplo, pero sí intentamos hacer ver que se puede.
El Ministerio del Interior les ha dado un premio, junto a otros 10 centros, por la mejora en la convivencia. ¿Que han hecho para mejorarla?
Cuando nos dieron el premio me llamaron varios colegios para preguntar esto mismo. Me tuve que parar a pensar. Los conflictos tipo peleas, problemas con familias, son casi inexistentes. Si no hemos hecho nada, pensaba. Pero el aprendizaje cooperativo, etc. hace que mejore la convivencia. Traer a las familias, meterlas en el aula, hace que valoren mucho más la figura del profesor, y esa cercanía hace también que cualquier problema se hable. Somos un centro libre, no hay un horario de atención a las familias, lo hacemos cuando estamos libres. También tenemos el compromiso de atender a las familias en menos de 24 horas. Hacemos asambleas. Al ser pocos alumnos en cada localidad, me permite reunir a todas las familias de un centro en una asamblea. De esta manera puedo evitar las charlas de parte, evitamos los tan peligrosos grupos de whatsapp, hablamos de todo. Todo lo tratamos ahí. Lo que hacemos es hablar mucho, ser un centro abierto. No hacemos ninguna actividad concreta especial.