¿Por qué cuando los niños y niñas llegan a la escuela con dos o tres años juegan sin problema a las cocinitas, con los bebés, a limpiar, a planchar, pintan sin problema con colores rosa y morado, se disfrazan, lloran sin que nadie les diga que parecen “una chica”… y de pronto, cuando están en 3º de Infantil, con cinco o seis años, nos dicen que “el rosa es de chicas”, que no juegan a tal cosa porque “es de chicas”, o incluso lloran si les toca un personaje femenino a la hora de hacer teatro y no quieren hacerlo (aunque si les toca hacer de perro, por ejemplo, o cualquier otro personaje no tienen ningún problema…)?
Como maestra, llevo mucho tiempo pensando qué podemos hacer en la escuela o qué estamos haciendo mal o que no hacemos lo suficientemente bien, puesto que se continúan dando estereotipos de género entre nuestros niños y niñas.
Lo primero que nos viene a la cabeza es que niños y niñas están influenciados por la sociedad, la familia, la publicidad, el lenguaje… Y todo ello tiene tanta fuerza que les hace continuar con esos estereotipos de género que vivimos en el patriarcado, esta forma de organización social donde se da un desequilibrio de poder entre hombres y mujeres, a favor de los primeros. Vivimos en un androcentrismo en el que los hombres constituyen el sujeto de referencia y las mujeres están invisibilizadas o excluidas, una sociedad en la que se dan actitudes y comportamientos que discriminan o minusvaloran a las mujeres por considerarlas inferiores respecto de los hombres.
Pero también pienso que, a pesar de que la sociedad, la familia, la publicidad, el lenguaje… no nos lo ponen fácil, podríamos tratar de cambiar algunas cosas y reconocer que otras, aún se nos escapan:
- Evitar que se nos cuelen micromachismos (los vemos como bromas, chistes, comentarios sin más…, cuando en realidad estamos reproduciendo estereotipos de género).
- Utilizar un lenguaje inclusivo y respetuoso con las familias, aunque se nos escapan frases como “dile a mamá que te lo cosa”, “no te preocupes si se ha manchado que mamá te lo lava”, o “papá seguro que puede arreglarte ese juguete que se te ha roto”…
- Dirigirnos al alumnado con respeto y no reproducir estereotipos de género (“princesas” para las niñas y “valientes” para los niños…), y vigilar los comentarios sobre lo guapas que han venido las niñas o el peinado que llevan y lo listos o rápidos que son los niños…).
- Que nos vean como modelos y, por tanto, que maestros y maestras consolamos, contamos cuentos, limpiamos mesas, barremos, organizamos, fregamos… generalmente por igual, aunque en algunas situaciones como fiestas o salidas, a veces repetimos estereotipos de género y división sexual del trabajo.
- Realizar un reparto equitativo de tareas en el aula entre niños y niñas. Todos tienen que limpiar mesas, barrer, repartir material, llevar los vasos a la cocina después del desayuno, ayudarse… Aunque, en ocasiones, creo que recae todavía mucho la tarea de cuidar, consolar, ayudar en las niñas hacia otras y otros compañeros o niños y niñas menores.
- Dar turnos de palabra también equitativos en cuanto al género en las asambleas porque, en ocasiones, los niños siguen teniendo más protagonismo aunque no sepamos el motivo…
- Abordar la sexualidad de manera positiva en el aula, de manera natural, respondiendo a sus dudas y dándoles seguridad y autoestima, pero todavía no hemos conseguido trabajar la diversidad afectivo-sexual, no hacemos que niñas y niños se cuestionen su sexualidad e identidad de género. Continuamos invisibilizando personas con identidad u orientación sexual no normativa. Nos dirigimos al alumnado presuponiendo que son heterosexuales.
- Trabajar la diversidad familiar apoyándonos en los modelos existentes en el aula, así como en otros cercanos, pero quizá no lo suficiente; y mayoritariamente continuamos hablando de familia tradicional (formada por un padre, una madre y unos hijos/as), así como en los cuentos, dibujos, fotos, fichas…
- Visibilizar las tareas de cuidados, pues todavía creo que se da un reconocimiento escaso de estos trabajos, y no se ven como imprescindibles para el sostenimiento de la vida desde el momento en que nacemos.
- Utilizar lecturas cuidadas en relación al género y, cuando no es así, aprovechar para destacar aquellas cosas que no nos parecen justas. En las canciones, adivinanzas, juegos, poesías, etc. todavía tenemos mucho que hacer.
- En nuestros proyectos, ofrecemos referentes diversos de mujeres y hombres, pero a veces en menor medida de las mujeres o relacionándolas con tareas de cuidados.
- Creo que debemos desmontar el amor romántico como vía de transmisión de los mandatos de género y, para ello, un uso crítico de los cuentos tradicionales nos puede ayudar muchísimo.
- Deberíamos revisar nuestras creencias y actitudes con respecto a la importancia que le damos al aspecto físico y evitar transmitir mensajes que reafirmen dicha relevancia. Analizar de manera crítica con el grupo todo lo que los mandatos de género imponen en relación a la imagen, defendiendo la libertad de vestirse o arreglarse como cada persona se sienta mejor, expresando respeto hacia nuestro propio cuerpo e imagen así como hacia el de los demás.
- Creo que no cuestionamos los cánones de belleza de la sociedad actual, cuando incluso van en contra de cuestiones saludables.
- Promover la cooperación en el aula y en la gestión del grupo, siempre con una perspectiva de equidad de género, incorporando técnicas de aprendizaje cooperativo y, sobre todo, evitando propuestas en las que la motivación se apoye en la competición o comparación entre unas personas y otras. Podemos favorecer la ayuda entre iguales, intentando que todas las personas tengan la oportunidad de ayudar, revisando nuestras expectativas con respecto a las cualidades como cuidadoras de las niñas para no reforzar dicho rol y animando a los niños a hacerse más cargo de las necesidades ajenas.
- Favorecer la expresión emocional, promoviendo la libertad para sentir y expresar emociones tradicionalmente asignadas al otro sexo, aunque habría que preguntar con mayor frecuencia cuáles son las sensaciones y sentimientos del grupo con respecto a los temas trabajados o a su momento personal.
- Favorecer el desarrollo de relaciones basadas en el cariño, el respeto y el reconocimiento de autoridad, así como el desarrollo de una motivación intrínseca por el aprendizaje, basada en la curiosidad, la responsabilidad, el placer o el deseo de aprender de nosotras y nosotros y evitar ejercer el poder que formalmente tenemos para premiar o castigar, aprobar o suspender… Debemos insistir en el afecto que sentimos por nuestro alumnado, respetando siempre su dignidad, fomentando su autoestima, incluso cuando consideremos necesario corregir su conducta o negarles algo que deseen.
- Asegurarnos del reparto equitativo y el disfrute por igual de los espacios del recreo y juego por parte de todas las personas: reservando espacios seguros y cómodos para las personas que no quieren realizar actividades de movimiento y creando espacios amables e inclusivos que reflejen la diversidad, la corresponsabilidad en el cuidado de los espacios comunes. Creamos espacios acogedores que favorecen la interacción, el conocimiento y la expresión de emociones pero debemos mejorar tratando de evitar carreras, empujones y ruidos excesivos en los pasillos.
- Usar materiales didácticos que muestren la diversidad del ser humano y sus relaciones en textos, imágenes, vídeos, carteles…, mostrando mujeres y hombres en actividades, actitudes o ámbitos no estereotipados; nos apoyamos en el reconocimiento de la diversidad cultural para cuestionar roles y estereotipos de género, mostrando a mujeres como figuras de autoridad pública, promoviendo el protagonismo y centralidad de las mujeres reales y dando visibilidad a las mujeres como autoras y artistas.
- Buscar la complicidad con las familias. Creo que debemos también promover más responsabilidad en relación al género, haciendo que cada vez participen más hombres en relación al cuidado de sus hijos y todos sus intereses.
Con todo esto y seguramente más cosas, podemos mejorar en la Escuela Infantil en la que trabajo, a la que pertenezco y de la que me siento orgullosa… Me parece fundamental seguir trabajando en relación al género desde las edades más tempranas y creo que hemos avanzado mucho desde hace unos años hasta ahora. Conozco otras experiencias escolares que sienten admiración por lo que hacemos y nos ven como privilegiados por el tipo de familias con las que trabajamos.
Ana Benito. Profesora de Infantil del Colegio Lourdes (FUHEM)