El ingreso de bebés, niñas y niños pequeños a la institución escolar es una gran conmoción. Para las criaturas es uno de los mayores retos a que se enfrentan en la primera infancia, para las familias es la dificultad de desprenderse de sus pequeños tesoros, y ¡qué decir de esta época para el profesorado! Solemos afirmar que es el momento más exigente de todo el curso, el de mayor demanda, abundancia de llantos… ¡no damos abasto!
Y si sabemos que para todos son momentos difíciles, ¿por qué no aprovechar el tiempo que queda de aquí a septiembre para crear situaciones de conocimiento mutuo y acercamiento que faciliten el encuentro? Son muchas las aulas y centros en su conjunto que llevan a cabo algunas de estas propuestas. Aunque puedan suponer un esfuerzo extra en junio, también es cierto que con poner en marcha algunas de ellas, estaremos abonando el terreno para un período de ingreso más fácil para el conjunto.
Para empezar, podemos convocar una reunión con las familias de admitidos para el próximo curso en la que les mostremos la escuela o el colegio, les contemos cómo funcionamos y vean fotos de situaciones cotidianas y de momentos que documenten cómo vivimos y aprendemos entre todos. Incluso, si nos dan los tiempos podemos organizar una jornada de puertas abiertas donde vayan pasando escalonadamente las familias con los niños y niñas para vernos “en acción”.
Es cierto que en el actual período de fin de curso se nos amontonan las tareas, pero quizá si logramos organizarnos también podemos hacer un hueco para realizar una entrevista individual con las nuevas familias, a la que asistan los niños y niñas, cuando tengan ya edad para ello, para conocer el espacio y al profesorado, aunque aún no sepamos exactamente con quién estará cada grupo. Podemos elaborar y entregarles un cuadernillo para facilitar a las familias formas de presentar a sus hijos e hijas las cosas con que se encontrarán en la escuela. Pueden contarles el mismo cuento que en septiembre escucharán en clase, hablarles de sus tutoras o tutores para que conozcan sus nombres, escuchar música y canciones que cantaremos en la escuela, prestar atención a los elementos de la naturaleza con los que jugaremos (piedras, frutos, etcétera). También podemos darles fotos del centro: las aulas, los patios, los servicios, los espacios donde comen… Les daremos así oportunidad de ir hablando de la escuela a la que se van a incorporar, y de nombrar a las personas del equipo educativo.
También resulta interesante explicar a las familias cómo enfocamos en su conjunto este proceso de incorporación, y por qué, a partir de la confianza y seguridad que intentamos transmitirles, una buena actitud por su parte es un aporte imprescindible. Podemos adelantarles lo que sucede durante el proceso de adaptación y los elementos que implementamos para abordarlo, las formas de enfocar los momentos conflictivos y la necesidad de consultarnos mutuamente ante estas situaciones, sin transmitir a sus hijos e hijas las dudas e inquietudes familiares.
Otra manera de adelantarnos al periodo de adaptación es pedir a las familias que durante el verano preparen pequeñas cosas para traer a la escuela: por ejemplo, una planta que los niños y niñas estén cuidando para dejarla en clase y seguir su crecimiento. Los libros viajeros que van y vuelven de la escuela a casa pueden iniciarse este verano pegando fotos de la escuela, fotos con su familia, una foto de algún momento de las vacaciones, una frase describiéndola… Esto facilitará a las familias la posibilidad de hablar de cosas concretas de la escuela con los niños y niñas, y las vivencias familiares se podrán hacer presentes en el grupo.
Aunque tengamos muchas ganas de que los malestares se terminen lo antes posible, la realidad es que no nos sirve jugar carreras contra el tiempo: al contrario, demos tiempo a que las criaturas que recibimos puedan procesar todas las cosas que les pasan como lo merecen, con tranquilidad, priorizando que cada niña y cada niño se sienta escuchado y atendido, y buscando la forma de generar bienestar. Entendamos que este proceso tiene una duración mayor que una o dos semanas, como suele estar tradicionalmente estipulado, y que será diferente en cada persona.
El llamado período de adaptación también puede verse como un proceso de adaptación de duración flexible, ya que es difícil acotar a un tiempo determinado la cantidad de emociones que despierta la incorporación de cada cual a la escuela.
Lo que pasa a primer plano en estas situaciones son las cuestiones afectivas, la sensación de seguridad o inseguridad, el placer por alguna percepción, por un momento de encuentro con alguien. Demos prioridad al respeto por las manifestaciones individuales y hagamos una escucha activa de las mismas, demos oportunidad para que se produzcan situaciones de bienestar la mayor cantidad de veces posible, y no nos preocupemos porque otras actividades que podamos planear salgan perfectas. Tengamos en cuenta que los procesos no son lineales, que hay idas y venidas, niñas y niños que un día se sienten bien pueden sentirse mal al día siguiente.
Si lo consideramos desde nuestro lugar de anfitriones, también podríamos llamar a todo esto proceso de acogida o recepción, marcando el especial cuidado que tenemos que tener ante quienes a edades tempranas se incorporan a un lugar desconocido. La institución en su conjunto y nosotras como personas también tenemos que adaptarnos a sus nuevos integrantes. Recordemos que esta es una tarea a compartir con las familias. Planifiquemos recibir a niños y niñas en tiempos escalonados, en grupos pequeños, en diferentes días y en parte del horario escolar, buscando darles la mayor calidez, cuidado y dedicación posibles a cada cual. Demos lugar a que traigan alguna cosa de casa como objetos que les permitan la transición, les acompañen y sostengan afectivamente, tengamos sitios para que las tengan accesibles tanto si quieren compartirlas con los demás como si quieren verlas y dejarlas a resguardo. Creemos espacios dentro del aula donde se puedan ubicar los primeros días las familias que pueden acompañar el proceso, a quienes hemos de recomendarlo muy enfáticamente, de modo que puedan estar accesibles para los niños y las niñas cuando necesiten tenerlas cerca.
Y no olvidemos que a quienes por algún motivo llegan a la institución en otros momentos del curso escolar, les debemos el mismo respeto, trato cálido y recursos de atención para que tengan una buena incorporación.
Alicia Halperín. Plataforma de Educación Infantil 0-6