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El Ministerio se ha propuesto reactivar los programas de cooperación territorial que giran en torno a los docentes. Así lo proclamaba la ministra de Educación y FP, Isabel Celaá, en el Congreso de los Diputados al anunciar un programa de estancias e intercambio de profesorado en centros docentes de las comunidades y ciudades autónomas, con ayudas para este mismo curso. Dentro de este marco, los docentes y equipos directivos podrán observar durante cinco días lectivos el desempeño de otros colegas que son ejemplo de buenas prácticas in situ, en las aulas y espacios educativos, gracias a visitas de formación en que el centro anfitrión acogerá a un equipo de dos a cinco profesionales procedentes de un centro de otra comunidad.
Son los detalles que por el momento se conocen de un programa que abre una nueva vía: hasta ahora, hablar de estancias profesionales equivalía a viajar a otros países europeos, en el marco del extinto Comenius o los más recientes Erasmus+ o KA2.
El Ministerio de Isabel Celaá va más allá o más acá: ¿Por qué no fomentar también el intercambio entre comunidades autónomas? Sería una especie de programa Séneca (también desaparecido, en 2013-2014), pero para docentes, no para universitarios.
En realidad, las estancias serán de una duración limitada, de una semana lectiva, de lunes a viernes, a juzgar por lo que hasta ahora se ha sabido. Educación pretende así fomentar la observación entre pares fuera de la frontera del centro, una asignatura pendiente a juzgar por los estudios internacionales que muestran cómo en España los docentes están poco acostumbrados a que sus compañeros les observen mientras ejercen. Según PISA 2015, solo un 24% de los alumnos de 15 años acude a centros donde, al menos una vez al año, se estila que otros profesores vean cómo su docente les da clase, ofreciéndole feedback. El de España es el porcentaje más bajo de los países analizados, junto con el de Portugal, muy lejano del 64% de EEUU y del 95% de Corea del Sur. Según TALIS, el 87% de los docentes en España asegura que nunca ha pisado la clase de un compañero, frente al 45% de media de la OCDE.
Distintas perspectivas
¿Cambiará este programa de nuevo cuño las cosas? Para el sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid Mariano Fernández Enguita, “será poco más que humo. El profesorado debe conocer otras experiencias que las de su aula y su centro, y las visitas e intercambios son, a priori, una propuesta razonable, pero ese énfasis en la dimensión interautonómica es mezclar churras con merinas (las experiencias y prácticas ejemplares estarán donde estén, simplemente), y entraña aceptar la excesiva fragmentación del sistema educativo español. Lo mismo cabría decir del otro anuncio que acompañaba, que la formación se ofrecerá en calendario y horario lectivos y no en los días del año y las horas del día no lectivos pero pagados con que cuentan los profesores, que entraña el reconocimiento de que la Administración no tiene manera de garantizar, incluso teme reafirmar, que hay más horas laborales que las lectivas”.
Ángel Pérez Pueyo, coordinador de la asociación de docentes Actitudes, vinculada al proyecto Atlántida, critica el programa si se queda en “visitar a tal docente que está innovando”, pues se reconoce implícitamente “que el sistema educativo no está preparado para procesos de innovación profundos, sino superficiales”. “Casi siempre innovar -el desarrollo de competencias vinculado al trabajo integrado o por proyectos- supone incumplir parte de la norma (horarios, currículo), con lo que, después de haber visto cómo innovan en un centro, al querer llevártelo al tuyo te puedes encontrar con que no te dejan”, reflexiona Pérez Pueyo. Pone el acento sobre la perversión y el absurdo de un sistema que “si logras ponerlo en marcha y te funciona, te felicita y dice que eso es lo que hay que hacer, pero que antes te invita a hacerlo sin que nadie se entere, no vaya a ser que te digan que estás fuera de ley”.
Para él, las estancias son interesantes si es todo el centro, y no solo un profesor concreto, el que innova: “Lo estamos proponiendo en Castilla y León, y estamos a la espera del visto bueno definitivo: que se incluya a un centro completo en un proceso de transición, que se le apoye, y que los profesores de otros centros acudan a visitar ese centro experimental para ver que la transición metodológica es posible, para que no salgan rebotados”.
Antecedentes
Aunque nuevo en su modalidad interautonómica, el intercambio de docentes entre centros de una misma comunidad lleva unos años practicándose. Con diferentes nombres, Cataluña, Aragón, Andalucía, Extremadura o Canarias cuentan con programas para promover la movilidad y la observación entre iguales.
En Aragón, Mira y Actúa lleva funcionando desde el curso 2016-2017, con estancias de cuatro días -en horario lectivo- en otros centros para aprender experiencias de éxito que trasladar a los colegios e institutos de origen. El curso pasado participaron 34 centros como observados y 102 como observadores, con un foco determinado (convivencia, atención a la diversidad, metodologías activas, transformación de espacios, enseñanza bilingüe…). Antes de las visitas, los maestros y profesores acuden a talleres sobre dinámicas relacionadas con aprender a observar y ser observado, entre otros.
Tomás Guajardo, director general de Personal y Formación del Profesorado del Departamento de Educación de Aragón, es partidario de fomentar la vía de la formación entre iguales: “Si descubrimos un buen docente dentro del aula, lo captamos y lo damos a conocer a los demás. Y ahí tenemos también la red de la experiencia, con 80 docentes jubilados voluntarios ayudando a docentes noveles, o los sábados metodológicos. Al principio nos decían: ‘¡Qué barbaridad, el sábado trabajando!’, pero lo cierto es que están llenos”.
Siguiendo la estela de Aragón, Extremadura cuenta desde el curso pasado con el programa ¡Muévete!, del que se publicará la nueva convocatoria el 8 de octubre, y Andalucía, con el de Escuelas Mentoras. También en Cataluña se ponía en marcha en abril un programa piloto de residencias de docentes. En este caso, se hacía extensivo a la concertada y las estancias podían durar de una semana a un mes. En su estreno participaron 28 centros de acogida (21 de la pública y siete de la concertada) y 145 docentes visitantes (111 de centros públicos y 34 de concertados). El programa se repetirá este curso, en dos convocatorias (el primer trimestre y el segundo trimestre), tras las cuales se evaluará y se definirá el mejor formato de las visitas (una semana, dos, tres, o el mes completo).
En el caso de Canarias, el curso pasado se puso en marcha el programa Job Shadow de observación de buenas prácticas, en este caso dentro del PILE (Plan de Impulso a las Lenguas Extranjeras).
Ellos ya lo han probado
Jorge Coloma es el director del colegio Odón de Buen de Zuera (Zaragoza), participante en el Mira y Actúa. “Es cierta la idea de las aulas con la puerta cerrada, del pudor, de la vergüenza del docente por no saber si lo estás haciendo bien. No estamos acostumbrados. Por eso las iniciativas que te animan a abrir las puertas, que empujan a unos a entrar en las clases de los otros, son vitales para descubrir los cambios en el centro, las propuestas globales que son posibles”, comienza. Para Coloma, estos programas “empoderan, sirven para ver cómo se pueden hacer las cosas de otra manera, y para crear redes de centros”.
En su caso, se generó un interesante intercambio, con centros que les visitaron que, tras la experiencia, implantaron, por ejemplo, su propia sala de estimulación sensorial (más habitual en educación especial, no tanto en infantil y primaria) y otros de los que tomaron prestada la idea de los cuadernos inteligentes. Tanto les ha aportado la experiencia que este curso van a implantar un Mira y Actúa interno, en el centro, en que los profesores, en sus horas de no docencia, podrán acompañar a otro compañero en su aula para ver cómo trabaja, previo aviso (y con el consentimiento del compañero en cuestión, algunos prefieren no participar). “Yo entiendo los nervios, el ver de repente a cuatro compañeros en tu aula, y en algún caso al director o la jefa de estudios pero el feedback es más positivo que negativo”, zanja Coloma.
Gustavo Vegas es maestro en el CEIP San José-Palenciana en Córdoba, una de las escuelas mentoras del curso pasado dentro del programa andaluz -con una visita de un día, frente a las tres visitas de un día de la presente edición-. El centro no es nuevo en esto de la observación entre iguales: “Hace cuatro años estábamos solos un compañero y yo trabajando en la línea de metodologías activas, pero hemos abierto las puertas, vienen otros compañeros en sus horas de guardia porque tienen una duda o para ver cómo se hace eso o lo otro, y hoy tenemos al 50% del profesorado bajo este formato”, explica Vegas.
Partidario a ultranza de las aulas de puertas abiertas, fue una condición que puso en el centro de formación del profesorado para impartir cursos de aprendizaje basado en proyectos o integración de TIC en el aula: que les pudieran ver en clase tras el curso. “A los asistentes lo que les contábamos les sonaba como si viniéramos de Finlandia y no de un pueblo de 1.000 habitantes de la Subbética Cordobesa. La duda siempre era: ‘Todo esto está muy bien, pero ¿cómo lo llevo yo al aula?’. Gracias a las visitas veían que era real”.
Sin llegar a considerarlas obligatorias, Vegas, habitual también de programas como el Erasmus+, considera las estancias docentes en otros centros “muy enriquecedoras”. Con un pero muy grande: “No se cubre a ese profesorado que se va, y con la situación compleja que se vive en muchos centros, es frecuente que no todo el equipo esté de acuerdo con que algunos de sus colegas se vayan dos o tres días”. Por ello, entiende que dentro del programa interterritorial se deberían cubrir esos huecos durante las visitas para evitar controversias.
Rememora Vegas cuando se movían con el Comenius y, por deferencia a sus compañeros, empleaban las vacaciones (que en cambio eran periodo lectivo en los países a los que acudían). Y recuerda también la situación tan dispar que se daba en algunas naciones que visitaban: “En Suecia no solo se cubría a los docentes que se movían, se fomentaba esa movilidad, doblándoles el sueldo equivalente a los días que pasaban fuera. Aquí existe la certificación, pero como no hay una carrera docente en sí, hagas lo que hagas y te impliques lo que te impliques da lo mismo”.
Diego García es jefe de estudios del CEIP Federico García Lorca de Güevéjar (Granada), escuela mentora en Andalucía. Como Vegas, ve necesario que se cubra a las personas que abandonan el centro por unos días. En su caso, el programa autonómico se suma a las jornadas de convivencia que ya venían desarrollando todos los viernes de mayo, en que invitan a otros centros interesados a una sesión en que se mezcla al alumnado para descubrir cómo trabajan en sus tres líneas maestras: ecoescuela, cultura maker y biblioteca. Antes asesor en un centro de formación, defiende que “la faceta de la formación entre iguales en el horario con niños aporta más que una charla de una tarde, aunque esta también sea válida”. Además, matiza que “el hecho de que seas escuela mentora no significa que te creas lo más de lo más, estar en el programa es estar dispuesto a compartir, a descubrir otros punto de vista, a aceptar que te digan en qué puedes mejorar”.
Carmen Artiles es jefa de estudios del CEIP Pepe Dámaso de Gran Canaria, habitual en programas como Erasmus+ y KA229 (en la actualidad tienen intercambios con seis países). También han participado en la experiencia Job Shadow como centro observador y como observado. Para ella, es una iniciativa positiva: “Te facilita las cosas. Puede que tengas un compañero a 15 kilómetros que trabaja súper bien… A todo profesor inquieto le gustaría ver cómo lo hace, pero antes tenía que buscarse la vida: por la tarde, pidiendo un permiso… No estaba legislado. Ahora, se te permite formarte sin que te sientas mal porque estás faltando a tu lugar de trabajo, y se te certifica”.
De hecho, para Artiles lo ideal sería que el Job Shadow fuera extensible a toda práctica docente: “Apuesta por la creación de una red de centros, y no por la competencia entre ellos, fomenta el aprendizaje entre iguales, que es como realmente eres consciente de tus puntos débiles y fuertes…”. Ve positivo también el supraprograma que ultima el Ministerio: “Aunque estés en otra comunidad puedes encontrar muchos nexos de unión con otro centro como el tuyo que, por ejemplo, se encuentra en una zona desfavorecida o trabaja con alumnado de etnia gitana”.