En arquitectura, el llamado organicismo determina una fuerte intención de crecer de adentro hacia afuera para dar respuesta a las necesidades de quien habita el espacio, siempre en constante equilibrio con la naturaleza. Así encontramos edificios en el mundo donde nos apetece adentrarnos y estar.
Desde el punto de vista de la neurociencia educativa, cabe destacar que la inteligencia es un concepto multidimensional, por eso un mismo ambiente de aprendizaje debe llevar a niños y niñas a explorar, pensar y expresar sus ideas a través de una variedad de diferentes códigos. Además de recordarnos que cada etapa evolutiva tiene unas necesidades a cubrir, necesidades auténticas que necesitan ser atendidas como: movimiento libre, experimentación y exploración de entornos, juego, relación directa con la naturaleza…, al menos hasta los diez años de forma más constante y, a partir de esa edad, ampliar materias más racionales de comprensión de textos, física, matemáticas teóricas… Sin olvidar que la adolescencia es una etapa muy emocional donde la filosofía y el debate, además de la aventura de experimentar sensaciones es lo primordial en esta etapa. Curioso que sabiendo todo esto, las escuelas y los institutos de secundaria volvamos a ir contranatura.
María Montessori, doctora italiana del siglo XIX, fue la que introdujo el concepto de ambiente preparado, ampliando posteriormente su estudio y experiencia Rebeca Wild en el Centro Pestalozzi. Preparaban con precisión, estudio y ternura cada ambiente. Espacios que de por sí, ejercían de anfitriones para cada persona que entraba en ese centro. Aquí no entro en estar o no de acuerdo con la pedagogía Montessori, hablo de tomar aquello que sí pueda tener sentido para las personas que están leyendo el artículo. Por ello, hoy en día se habla del espacio como tercer profesor, yo lo llamaría así, lugar facilitador o inhibidor de aprendizajes. El profesorado suele dirigir y aquí, lo más importante para mí, sería dejar hacer.
Mi propuesta sería comenzar a estudiar cada contexto y cada espacio. No se trata de flagelarnos, lo que ya está hecho, ya está…Ahora ponernos manos a la obra. ¿Qué podemos hacer con lo que tenemos? Y ¿qué podemos inventar o conseguir?
Es fundamental ir a la base del proyecto educativo. ¿Hacia dónde quiere dirigirse este centro? ¿Qué valores queremos potenciar? ¿Qué tipo de metodología o formas de entender el aprendizaje? Todo esto es importante debatirlo con el equipo docente y escuchando a padres y madres. ¿En qué contexto estamos? ¿Qué clima tenemos? ¿Qué entidades públicas hay cerca del centro escolar? ¿Qué tipo de empresas? ¿Quiénes son los padres y las madres de nuestro alumnado? ¿Con qué recursos humanos contamos?
Pondré un ejemplo. Si nuestra filosofía es más tendente al trabajo por proyectos podríamos valorar: algunas aulas sin mesas ni sillas, patios con sombras y césped artificial (o cualquier idea que nos separe del suelo ) para investigar en el exterior, bibliotecas con espacios diferenciados dónde poder moverse (cojines, alfombras, puf, sillas plegables), aulas temáticas, pasillos que puedan utilizarse como rincones de estudio o lectura, laboratorios…
Si nuestra tendencia es el aprendizaje basado en experiencias, es importante contar con recursos humanos (padres, madres, antiguo alumnado, entidades colaboradoras, etc.). Así como, un lugar en la escuela amplio (tipo SUM) donde crear debates posteriores y anteriores a las experiencias.
Aulas con materiales artísticos de todo tipo y mesas apilables o plegables de distintos tamaños.
Si la línea del centro le da mucha importancia a las TIC, la movilidad de ordenadores y la instauración de pizarras digitales será primordial, además de potenciar en el profesorado formación en gamificación, robótica, enlaces…
Es decir, focalizar la economía hacia dónde queremos dirigirla. Siempre teniendo en cuenta que un proyecto educativo tarda años en implantarse e interiorizarse.
Me gustaría recalcar que hay algunas propuestas de cambio urgente tanto en lo arquitectónico, como en los espacios, los recursos o la disposición del mobiliario que no importa del modelo educativo del que se parta. Hay cuestiones que son generales simplemente por el respeto al desarrollo de la persona.
-El uso de tecnología muy poco tiempo al día y va en proporción a la edad de la persona, sólo como complemento. Estamos hablando de etapas (infantil-primaria-secundaria) donde se necesita tocar, oler, degustar, jugar, experimentar en primera persona como base de desarrollo, no a través de una máquina. Tengo serias dudas sobre la relación de crear habilidades superiores mediante un ordenador, si antes no se ha aprendido a pensar mediante experiencias y/o información leída y contrastada posteriormente.
– Aulas con colores naturales, claros y espacios con luz natural, además de zonas vacías dónde moverse son fundamentales para que la mente descanse y pueda aprender. La sobrestimulación sensorial en las aulas no favorece el aprendizaje.
-Espacios verdes. En cualquier lugar para aprender hay que ofrecer descansos visuales a través de los patios, los ventanales, porches…Lugares donde el verde y el cielo sean paisajes de fondo el mayor tiempo posible.
-El mobiliario plegable, con ruedas o transportable favorece la reestructuración de ambientes y es más económico y sostenible a la larga que tener muchos ambientes (esta opción a veces no es factible).
-Lugares libres del aprendizaje dirigido y didáctico. Es importante que sintamos que hay espacios dentro de la escuela cuyo único objetivo es dejar ser, descansar, jugar o leer. Siempre he sentido que la biblioteca hay que ofrecerla desde ese lugar, el ocio. Relacionamos momentos y sensaciones con lugares y para mí, esta es la mejor animación a la lectura que se puede dar. No utilizar la biblioteca como otro lugar más donde impartir clases. Dejar hacer o leer desde la elección.
-Espacios para encuentros donde padres, madres, profesorado o alumnado puedan entrar, estar y compartir. Donde se produzca esta unión tan poco habitual de convivencia.
-Clima interior agradable. Este punto puede parecer de perogrullo, pero es fundamental. Vemos escuelas en el sur sin aire acondicionado a 40 º y con muros y orientaciones nada adecuados para este clima, y centros en el norte sin calefacción. Aulas donde no se pueden abrir las ventanas por estar selladas o donde las ventanas son minúsculas y a penas hay luz natural. Este punto puede ser fácilmente solucionable en algunos casos (toldos, materiales aislantes…) y en otros hay que recurrir a soluciones más drásticas ( obras, ayuntamiento, recogida económica…). En cualquier caso, para mí, este es el punto principal por donde empezaría a mirar mi escuela.
-Patios. Ahora está muy de moda dibujar todo el suelo exterior con juegos tipo rayuela, laberintos…Para mí hay que tener cuidado con dirigir demasiado y no dejar espacio a la imaginación. Sí que apoyo lugares diferenciados para dar opción a la creación de aventuras imaginadas donde haya lugares para escalar o con escalones (tipo gradas), rampas, sombras por todo el patio (toldos o árboles), suelos más duros y más blandos, areneros, etc.
O actividades a las que se puedan unir por elección: huerto escolar, espacio infantil, mediación.
Además de juegos de mesa o libros como opción para a quien no le apetezca ese día el movimiento por cualquier motivo o casos de movilidad limitada.
-Por último, hablar de la estética general de la escuela. Aunque la belleza es algo subjetiva y relativa, sí que precisamente la neurociencia ha estudiado colores, distribuciones, orientaciones y combinaciones estéticas que aportan valor al cerebro aprendiz. No es por casualidad que tendamos a concentrarnos mejor en un tipo de ambiente y no otro. Cuando nos vienen imágenes de centros en Finlandia, veo mesas y estanterías color madera, paredes blancas, material escolar con colores neutros, cocinas limpias, paredes con jardines verticales, cristaleras grandes, zonas amplias y espaciosas, cocinas con comida a la altura adecuada para facilitar la disponibilidad, suelos claros o de madera… Nada está puesto por casualidad.
¿Y si empezamos a pensar en lo que sí podemos hacer y no en los impedimentos? ¿y si nuestro centro está en concordancia en imagen con lo que realmente hacemos en él? ¿Y si preparamos nuestro lugar de trabajo y vida con cariño y esmero?