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Se trata de un espacio de encuentro de la comunidad educativa y social internacional que tiene una visión emancipadora de la educación. Quizá sorprenda este término para las generaciones jóvenes, pues ya no es un término frecuente en las facultades de Educación, en los claustros docentes, ni en el argot educativo de las reformas o las políticas que orientan el futuro de la educación a nivel mundial.
En la actual sociedad del espectáculo tecnoindustrial, regida por la moral del consumo y la fe en la competitividad y el emprendimiento, términos como emancipación o educación crítica han desparecido del lenguaje cotidiano del mundo educativo. Freire, uno de los referentes básicos de la pedagogía, ha sido proscrito en Brasil, su tierra, e incluso sus ideas perseguidas por la “dictadura” del ultraderechista Bolsonaro. Y no solo en Latinoamérica, en Europa el auge del fascismo está radicalizando aún más la batalla por el control de la educación como espacio de adoctrinamiento en la ideología neoliberal y neconservadora, impulsando una nueva revolución educativa neocon.
Las políticas educativas actuales están siendo dictadas en todo el mundo por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Las reformas educativas son debatidas, no a partir de grandes propuestas pedagógicas, sino con grandes empresas tecnológicas (Toshiba, Microsoft, Google o Facebook), que surten de “cacharrería” y gamificación las aulas escolares. Las evaluaciones estandarizadas, un negocio en alza monopolizado por la multinacional Pearson, diseña las clasificaciones y rankings de países y centros como si de ligas de fútbol se tratara. El emprendimiento y el “bilingüismo cañí” son la marca España de las actuales reformas educativas neoliberales, siguiendo la doctrina del ultraderechista exprimer ministro Italiano Silvio Berlusconi, que establecía como elementos fundamentales de la educación las tres “ies”: inglese, internete e imprese (inglés, internet y emprendimiento), para formar a un futuro precariado uberizado, destinado a rotar en trabajos temporales y mal pagados.
En este contexto, parece más importante, necesario y urgente que nada retomar el debate sobre el sentido y la finalidad de la educación. Educar ¿para qué? Aprender ¿para qué?
Lo que este Congreso pretende es convertirse en un espacio para dar voz y potenciar a toda la comunidad educativa crítica que esté dispuesta a reflexionar y analizar el papel y la relevancia de una educación crítica en las aulas, pero también en la formación docente y en el análisis de las políticas socioeducativas neoliberales. Un lugar de encuentro que impulse las propuestas y las luchas que se están llevando a cabo, por hacer realidad y llevar a la práctica alternativas educativas críticas al servicio del bien común y del derecho a una educación pública, universal, gratuita, inclusiva, laica, democrática, ecológica, feminista y radicalmente comprometida con la justicia social y la equidad.
Enrique Javier Díez Gutiérrez. Profesor de la Universidad de León y codirector del Congreso