Mientras en las organizaciones educativas el término Gestión del Conocimiento puede ser una novedad, en muchas empresas, instituciones y entidades hace años que ya lo tienen tan presente que forma parte de su estructura diaria de funcionamiento. Y más ahora, con las herramientas digitales.
Hay casos prácticos del día a día que nos deberían hacer reflexionar: cómo se recoge y alimenta en la organización educativa todo el conocimiento del profesorado que se jubila: su saber y su saber hacer, sus habilidades para buscar soluciones, la voz de la experiencia. O qué queda en el centro de tanto alumnado que ha producido conocimientos interesantes, que ha destacado por buscar estrategias de superación, por sus recursos para el aprendizaje, que le pueden ser muy válidos a otras personas. O las nuevas ideas que aporta el profesorado nuevo y que propician que la organización se actualice. O el centro educativo que tiene bancos de buenas prácticas, artículos temáticos, estrategias de aprendizaje o de funcionamiento organizacional. Pero, a menudo,todo esto es desconocido, primero, por parte del claustro y, después, fuera.
Quizá nunca nos hemos parado a pensar la importancia de la Gestión del Conocimiento en las instituciones educativas, cuando todo el día estamos rodeados de datos, informaciones, conocimientos y acciones, cuatro conceptos que no son lo mismo pero cada uno se alimenta de los anteriores. Hace unos días reflexionamos con una conferencia en la Primera Cumbre de Directivos y Docentes en Colombia, ante 400 profesionales, donde este tema se completaba con breves pinceladas sobre el liderazgo educativo, el aprendizaje de las organizaciones educativas en el mundo digital y el fomento del pensamiento crítico, en un contexto en el que el humanismo ha de estar también presente. En un país emergente que atraviesa una situación compleja, con afectaciones también a la educación, se plantearon estrategias para mejorar sus organizaciones, en medio de profesorado y directivos con un alto espíritu de resiliencia, empatía y motivación por el cambio. Mirando estos países, donde las circunstancias vitales son difíciles, podemos aprender mucho, por ejemplo, a relativizar nuestras quejas y falta de medios. Su espíritu positivo contagia.
La circulación del conocimiento en las instituciones escolares ha de partir de un compromiso global y obligatorio de cada claustro, de unas estructuras que favorezcan la consolidación de los conocimientos de la organización y de un sistema de funcionamiento que ha de ir actualizándose. Algunos autores han aportado estrategias diversas, pensando en el mundo educativo. Una de las bases iniciales se encuentra en dos conceptos: el conocimiento tácito y el explícito que nos rodea y en cómo hacerlos circular porque afectan a la organización educativa, con procesos concretos y prácticos de socialización, externalización y combinación de estos conocimientos. Para conseguir transformaciones y cambios (con las habituales resistencias personales), además de la innovación, es muy importante definir buenas estrategias, con el imprescindible liderazgo del equipo directivo de cada centro.
Desde hace diez años, algunos centros incorporamos la Gestión del Conocimiento en el Proyecto Educativo del Centro, teniendo en cuenta la realidad que nos rodeaba. En aquel momento el revulsivo fue una estrategia de cambio basada en el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) de forma intensiva que, por otra parte, propició un replanteamiento global de la circulación y gestión del conocimiento, con repercusiones en toda la organización. El proyecto generó reflexiones que, con el paso del tiempo, provocaron nuevos enfoques y conclusiones extraídas de aquello que funcionaba y de aspectos que deberían mejorar, en un proceso de actualización constante. El conjunto global, enraizado a la experiencia de la práctica docente, sirve para llegar a estrategias que puedan ayudar a otras organizaciones educativas. Por ejemplo, a las de Colombia.
Una buena fuente de aprendizaje se encuentra en expertos en management, formadores en aprendizaje organizacional y en procesos de mejora, desde la innovación hacia la transformación. Este tipo de conocimientos, aunque vengan de realidades con dinámicas empresariales, pueden ser útiles para adecuar algunas prácticas a la mejora de la organización educativa, considerando siempre que la educación no es una mercancía y tiene un único centro de interés: el alumnado.
La Gestión del Conocimiento en centros educativos, además de todo lo anterior, puede implicar cambios evolutivos destacados, también en la mentalidad de las personas, en las políticas comunicativas del centro (internas y externas), en la introducción de estrategias muy efectivas como el fomento de las Comunidades de Práctica (que hace años que se llevan a cabo en muchos centros, con formatos tipo reuniones pedagógicas diversas: formales, no formales o informales), una cultura del conocimiento compartido y una fuerte valoración de las TIC como base imprescindible en un mundo digital.
La gestión de la complejidad, de la innovación, de la comunicación, de las personas (alumnado, profesorado y familias), de la gestión pedagógica, documental y de la organización hoy han de estar presentes en el mundo educativo y han de dotar a las organizaciones de estructures sólidas que las transformen. Son estrategias que, al final, convergen en la Gestión del Conocimiento, un gran paraguas que lo engloba todo. Reflexionemos para mejorar.