Javier Murillo es, entre otras muchas cosas, profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Madrid, en la que, además, dirige la Cátedra UNESCO para la Justicia Social. Se ha especializado, en sus investigaciones, en todo lo relacionado con la segregación escolar que, en los últimos años, está demostrando ser uno de los más importantes lastres del sistema educativo. Las condiciones socioeconómicas de las familias y los entornos impactan fuertemente en la educación, dividiendo al alumnado entre aquellos que pueden y quienes no pueden alcanzar las mejores cotas posibles.
Hablamos con él de cómo la situación actual de cierre de colegios e institutos impactará sobre las cifras de segregación escolar que venían siendo ya preocupantes desde hace algunos años, con el ejemplo de la Comunidad de Madrid, como región que más segrega (tras Hungría) de la Unión Europea. También, de qué podríamos aprender de esta situación de crisis sanitaria y económica.
La segregación escolar es uno de los focos de tu trabajo. ¿Cuál dirías que es la situación general en España?
Los últimos estudios han sido muy claros en demostrar que España vive una situación de alta segregación escolar, especialmente lo que llamamos segregación escolar por nivel socioeconómico; es decir, la existencia de escuelas para pobres y escuelas para ricos. Este hecho ha supuesto un impacto en los últimos años. Tradicionalmente España se caracterizaba por tener un sistema educativo ni especialmente bueno ni especialmente malo, en la media de la OCDE en cuanto a rendimiento, pero uno de los más equitativos del mundo. Incluso a la altura de los países nórdicos. Y, de repente, como si despertáramos de un sueño, nos hemos convertido en líderes de la inequidad educativa en Europa. Afortunadamente muchas administraciones han sabido reconocer el hecho, no todas, y estamos viendo cómo se multiplican las medidas para abordar este problema.
Madrid destaca por ser una de las regiones que más segrega de toda Europa. ¿Por qué?
Es una buena pregunta que sólo podemos responder con algunas hipótesis de trabajo que poco a poco estamos confirmando. Y yo me atrevería a proponer tres, íntimamente relacionadas entre sí, que según la investigación podrían estar detrás de estas cifras tan espectaculares. En primer lugar, la Comunidad de Madrid, desde hace ya muchos años ha liderado una política neoliberal en educación fomentando la creación de lo que llamamos un cuasi-mercado escolar. Eso se consigue favoreciendo la libertad de oferta, haciendo que esta se diversifique; potenciando la libertad de elección de centro y eliminando cualquier limitación a la misma y haciendo que la competencia por los mejores estudiantes genere que las leyes de mercado hagan que los centros mejoren. Y los peores se quedarán sin estudiantes y tendrán que cerrar. Todo eso, como sabemos, es mera teoría, las leyes de mercado en educación solo generan segregación escolar. En segundo lugar, un apoyo, casi impúdico, hacia la enseñanza privada; privada pero pagada con el dinero de todos. La investigación ha sido clara en demostrar que la educación privada ha contribuido de forma clara a aumentar la segregación en las escuelas. Y, por último, en Madrid ha destacado una especial política de bilingüismo que ha generado una alta segregación dentro del subsistema de enseñanza pública. Es posible que los tres elementos combinados estén explicando esos índices de segregación en Madrid que, aún peor que ser altos es que van en aumento.
En la situación actual de confinamiento y con el sistema educativo convertido de un día para otro en un sistema digital ¿Cuáles crees que son los riesgos que corremos en relación a la segregación?
De entrada, hay que recordar que, a pesar de sus limitaciones, el sistema escolar es la mejor estrategia para garantizar una mínima igualdad de oportunidades. Es casi el único mecanismo de compensación real que tenemos, la única oportunidad para conseguir un mundo más justo. Si desaparecieran las escuelas, perderían especialmente los niños, niñas y adolescentes de familias de menor nivel socioeconómico. Los de mayores recursos, ya encontrarían alternativas. La segregación escolar, la existencia de escuelas segregadas, hace que el sistema educativo pierda ese papel compensador.
El cierre de las escuelas y la repentina apuesta por una educación a distancia va a generar, de forma irremediable, que las desigualdades se incrementen y de una forma muy pronunciada. La existencia de escuelas segregadas imposibilita que la educación a distancia tenga la más mínima eficacia. Las complicaciones propias de una forma a distancia, sin medios, sin preparación, sin formación del profesorado, se multiplican en escuelas donde los retos son mayores.
Muchas chicas y chicos tendrán dificultad a la hora de acceder a los materiales que otros compañeros tendrán con cierta facilidad…
Sin duda, el sistema educativo no estaba preparado para asumir el reto de una educación a distancia, y más aún, siendo de un día para otro. Tenemos estudiantes con diversidad funcional que tiene dificultades en el acceso, también estudiantes con capacidades diferentes a los que la educación a distancia no es posible llegar… No existen esos materiales preparados y adecuados a las necesidades de cada centro y de cada alumno. Los y las docentes, que están haciendo un esfuerzo brutal estos días, se sienten superados, no disponen de medios (usan sus propios recursos), ni de formación, ni siempre funciona internet. No olvidemos que, en amplias zonas del territorio especialmente en la zona rural, no hay internet con unas mínimas condiciones de calidad.
Claro, esa es una primera consecuencia de estos planes de educación a distancia. Por no hablar de las dificultades para muchas familias… Niveles socioeconómicos y culturales bajos, situaciones de exclusión social…
Sin duda alguna ese es uno de los mayores retos, los estudiantes de familias con menos recursos disponen en menor medida de ordenadores adecuados, ni siempre tienen unas condiciones de espacio y ambiente en su casa para estudiar. No olvidemos que hay un número importante de estudiantes que no tienen internet en sus domicilios, incluso tenemos aún hogares sin luz eléctrica. Si a eso le añadimos que, a veces, pedimos a padres y madres sin formación que apoyen a sus hijos e hijas con las tareas que se les solicitan desde la escuela… vemos que los retos se multiplican.
De momento sabemos que hasta el 26 de abril no podremos salir a la calle con normalidad. ¿Qué debería ocurrir en el futuro para paliar las grandes diferencias sociales existentes?
El 26 de abril se acerca y no parece que para esa fecha se pueda normalizar la vida social, y mucho menos que abran las escuelas. En muchas universidades ya se ha tomado la decisión de que no se regresará a las aulas este curso, y que todo debe hacerse a distancia. Es interesante analizar las diferentes propuestas que se han ido haciendo. Desde perder este año, pasando por alargar el curso escolar el tiempo que sea necesario, acabar ya el curso y dedicar el verano a recuperar el curso, o dedicar el verano a descansar y preparar el curso que viene con fuerza. Lo que no nos imaginamos es que después de estas semanas de confinamiento y con el buen tiempo ya en las calles vayamos a tener a los estudiantes recluidos más allá de lo que es el calendario habitual.
¿Cómo deberíamos salir de esta crisis sanitaria y ya económica?
Deberíamos salir más reforzados como sociedad, más solidarios y con un sistema de prioridades más claro y más justo. Tener un sistema sanitario fuerte se nos ha mostrado imprescindible, pero también lo es el apoyo a los más necesitados y una educación que sea capaz de afrontar estos retos y los futuros. El actual modelo económico está claro que ha resultado fallido en la medida que hemos necesitado un Estado fuerte, con recursos y que intervenga para frenar la situación.
¿Crees que esta situación cambiará la forma en la que percibimos los servicios públicos?
Ese es el gran deseo. Una de las cosas más claras que hemos aprendido es que son los servicios públicos los que de verdad funcionan y dan una respuesta adecuada para todos en situaciones de excepcionalidad… y también en situaciones de normalidad. Ojalá, y es más un deseo que una convicción, nos demos cuenta como sociedad de que lo público, lo de todos, es lo que está siempre con nosotros. Y que los mejores profesionales, en sanidad, en educación, en servicios sociales, están en los sistemas públicos. Solo hace falta que se dote a lo público de forma adecuada y que se le valore en lo que merece.
De la actual crisis el sistema social podría salir más debilitado, con una importante crisis económica y social, además de la sanitaria. O bien, siendo más conscientes de las debilidades que tiene y teniendo más en cuenta a la población que está en peores condiciones. ¿Qué crees que debería pasar para que saliéramos más cerca de lo segundo que de lo primero?
De esta crisis saldremos, y queremos creer que saldremos reforzados porque habremos aprendido algunas lecciones. Aún está en nuestra memoria la fuerte crisis económica de 2008 que tanto daño nos hizo, que ha impulsado importantes cambios y que ha despertado las conciencias de tantos. No sé qué tendrá que ocurrir para salir más fuertes de esta situación y con una mayor sensibilidad a las personas más necesitadas. Esto marcará un antes y un después en nuestras vidas. Ojalá que como sociedad hayamos aprendido la lección.