“Sólo soy un profesor”
Hoy es 12 de marzo de 2020
Nos ha llegado un mail en el que se nos indica que debemos cerrar el centro durante las siguientes dos semanas. El viaje que comenzamos en septiembre ha tenido altibajos como cada año, pero esta tormenta no la hemos visto en el parte meteorológico. Nuestro hombre memoria y maestro de Sociales dice que nunca en su vida como docente ha visto ni oído algo similar, no sabemos cómo lidiar con esto, esta situación no tiene precedentes para nosotros ni nosotras…
Dicen que una aventura no es una aventura hasta que algo sale mal…
Sacamos la caja en la que guardamos las herramientas más básicas y útiles y reparamos el barco con lo que llamamos “Plan de contingencia del centro” y lo hacemos entre todo el profesorado.
Finales de marzo
Nos llega el parte meteorológico, se amplía el estado de alarma, probablemente no volvamos a las aulas hasta después de Semana Santa. No hay tiempo que perder: reunimos a todo el profesorado y hacemos el plan de contingencia. Ponemos un dos al final.
10 de abril
Ya es después de Semana Santa. Nada ha cambiado, desde la proa del barco me cruzo cada tarde con otros barcos a las 19 horas y, sin mediar palabra, como cuando caminas por la montaña y te cruzas con un extranjero y te mira sin decir nada y asiente, nos miramos, pero esta vez aplaudimos. No hace falta decir más.
Finales de abril
El barco sigue a flote, la tormenta no ha mejorado, sigue igual que siempre, pero empezamos a coger la lógica: por la mañana el viento es muy fuerte y la ola nos da de frente. A lo largo del día va rolando hasta que con el atardecer nos da en la popa, y no cesa en toda la noche; es incómodo dormimos a duermevela… Esta tormenta es la misma que la de ayer y la de antes de ayer y la… Es nuestra tormenta.
Comienzo de mayo
Probablemente no nos incorporemos este curso, no vamos a ver más a nuestro alumnado de cerca. Se raja la vela mayor de lado a lado, no sé reparar velas, pero una compañera de Educación Física, sin hablar, sube por el mástil decidida, deshace el as de guía y la vela comienza a caer. Los compañeros de Biología la doblan con cuidado, el compañero de Mantenimiento saca una aguja y sedal y sin hablar comienza a coser la vela, mientras la profesora de Lengua, con sus hijos, ayuda; todos suman, no tienen con quién estar, siempre están con su madre que, además de achicar agua, cuida de sus hijos, que también aprenden a cuidarse solos. Las manos están frías, me siento al lado de los compañeros de Inglés que ponen su peso sobre la vela para que no se vaya al mar para siempre con alguno de nosotros. El compañero de Informática se corta con el sedal, sigue cosiendo…
El tutor de primero sube el mástil y consigue izar la vela, el día es horrible pero por la tarde baja un poco el viento. Son 50 días navegando, esta tormenta empieza a ser conocida por nosotros. La compañera de Música ha hecho un arnés con un cabo suelto de tal manera que si pierde el equilibrio la sostenemos del mástil sin perderla. No podemos permitirnos el lujo de perder a nadie, todos somos importantes, somos un equipo.
El compañero de administración se tira al mar con sus gafas de bucear, y repara una madera del casco por la que entraba agua.
Principios de junio
Sale el sol pero a ratos, los alisios le ganan la batalla a la tormenta por tramos, pero la tormenta no se rinde, y los alisios se cansan…
Con mi catalejo aprovecho el único claro del día y miro por si hay que corregir rumbo. Tengo una noticia buena y una mala, les digo a mis compañeros del barco. Veo tierra pero está lejos y para llegar debemos cruzar las islas de la evaluación final. Cogen aire, se van a la proa y sin mediar palabra se giran para remar…
Es la primera vez que no abrazo a mi alumnado el último día de clase, no puedo contener las lágrimas…
20 de junio hemos acabado el curso
La tripulación está agotada, si hubiéramos sabido que este viaje iba a ser así seguramente nunca nos hubiéramos subido al barco…
Pero la realidad es… Ahora ¿a alguien le cabe alguna duda de lo que somos capaces de hacer?
No creo que estemos especialmente orgullosos del resultado, por supuesto que a todo el mundo le hubiera gustado hacerlo mejor. Pero de lo que sí creo que podemos estar orgullosos es de no habernos echado a un lado, de quedarnos aguantando la tormenta en la proa del barco, aguantando el viento, la lluvia y las olas.
¿Cómo bajar al camarote cuando sabes que hay tantas personas en cubierta? En un barco que quiere hundirse no hay tiempo para otra cosa que no sea la de sacar con los cubos el agua que hay dentro.
La enseñanza no goza del mejor barco pero hemos llegado al puerto y lo que hemos aprendido ha venido para quedarse con nosotros, ya es parte de cada uno.
Esta tormenta nos eligió por algún extraño motivo, no le voy a dar las gracias por ello, pero darnos cuenta de lo que somos capaces de hacer nos ha convertido en otras personas.
Marineros, marineras, profesoras, profesores, gracias por remar.
Con esta energía y compromiso no hay destino que se nos resista, no quiero otros marineros, quiero los mismos con los que navegué en esta tormenta.